Nuestra Resurrección y Liberación Integral.

Domingo Quinto de Cuaresma. 02.04.2017.

1.- Ezequiel 37,12-14.
2.- Romanos 8,8-11.
3.- Juan 11, 1-45.


En esta ocasión actualizaré lo que escribí, al respecto, en el año 2014.


1.-"Yo, Yavé voy a abrir sus tumbas. Pueblo mío los haré salir de sus tumbas y los llevaré de nuevo a la tierra de Israel. Ustedes sabrán que yo soy Yavé, cuando abra sus tumbas, pueblo mío, y los haga salir. Infundiré mi Espíritu en ustedes y volverán a vivir, y los estableceré sobre su tierra, y ustedes entonces sabrán que yo, Yavé, lo digo y lo pongo por obra". (Ezequiel 37, 12-14).

Los pueblos y las personas, no pueden alcanzar su madurez verdadera, sin pasar por la muerte de su orgullo y de su egoísmo. Es entonces cuando Dios manda la Palabra que hace levantar a los muertos.
Cuando hablamos de resurrección, siempre pensamos en la resurrección de las personas. De ella nos habla Juan:

"Sepan que viene la hora, y ya estamos en ella, en la que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que escuchen tendrán vida.
Así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo... . No se asombren de esto: llega la hora en que todos los que están en sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para la condenación".
(Juan 5, 25-29).

Cristo llama a los muertos para que se levanten del pecado o de la muerte.
Pero la historia nos muestra también que Dios ha resucitado a su pueblo e incluso diariamente, como lo comprobamos en la historia de nuestra misma Iglesia. Es entonces, una resurrección de las personas que saldrán vivas de sus sepulcros; también de la resurrección de las personas, que saldrán por el Espíritu de su pecado (muerte) pasando a la gracia (vida).
Se trata de una resurrección y liberación integral.
El tema de este domingo es la gracia salvadora de Jesús como resurrección y liberación integral.

Pero, en esta lectura de Ezequiel, el profeta compara la renovación espiritual con la resurrección de cadáveres que vienen a la vida por el poder de Dios. El pecado por lo tanto es realmente una muerte espiritual.
Se trata de que en esta cuaresma, ya cercana a Semana Santa, busquemos activamente nuestra resurrección espiritual, nuestra conversión: pasar de muerte a vida.


2.- "Más ustedes no son de la carne, sino del Espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tuviera el Espíritu de Cristo, no sería de Cristo. En cambio, si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo vaya a la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu vive por estar en gracia de Dios.Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales; lo hará por medio de su Espíritu, que ya habita en ustedes... . Si ustedes, en cambio, acaban con las obras de la carne gracias al Espíritu, vivirán. Pues todos aquellos a los que los guía el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios". (Romanos 8,9-11. 13-14).

Los que se guían por el Espíritu van a lo "espiritual", que es distinto al "espiritualismo" desviado. Y empiezan entonces a desear libremente una nueva forma de vivir a imitación de Cristo. Los deseos del Espíritu animan nuestra vida y los sentimos como un llamado interior, una seguridad, una alegría. A esto estamos llamados en cuaresma.
En esta segunda lectura se presenta al Espíritu Santo como espíritu de renovación interior. Se trata del Espíritu de Cristo que nos da la verdadera vida.
Esta vida en el Espíritu se opone a "vivir según la carne", que significa vivir según el egoísmo y con una crisis de valores, trastocados, por una moral muy permisiva, más bien de pecado y de muerte.
Al consentir en los deseos del Espíritu nos sentimos verdaderamente libres; esta vida, sin embargo, es exigente. Cada día hay que dejarse llevar un poco más adelante "matando y haciendo morir las obras de la carne", es decir, lo que paraliza, lo que frena, y hace la inclinación a los vicios. Acabar con las obras de la carne se expresa con la palabra "mortificación", algo que es muy propio de nuestra vida cuaresmal, y no sólo cuaresmal, también en toda la vida de alguien que quiere salir de muerte a vida.
Todos vivimos de alguna manera, y en algunos aspectos, según la carne. Por eso, debemos convertir nuestra cuaresma en un tiempo de decisión y cambio. Es un tiempo de conversión.



3.- En el Evangelio de hoy Juan nos narra la resurrección de Lázaro.
Con toda intención, las primeras palabras son para presentar a Lázaro como el hombre enfermo. Lázaro personifica al hombre herido por el pecado, que camina a la muerte, si Cristo no lo llama a la vida, como hoy lo hace en nuestra cuaresma a través de la Iglesia y su liturgia. Se nos está llamando a la conversión, que es "un pasar de nuestra enfermedad a una vida sana", "pasar del pecado a la vida de la fe y gracia de los hijos de Dios". Es decir, Jesús busca sacarnos de un camino hacia la muerte, de un "hombre enfermo" por el pecado, hacia la vida de la gracia. El Evangelio comienza diciendo:

"Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro... . Las dos hermanas mandaron decir a Jesús: "Señor, el que tu amas está enfermo". Jesús, al oírlo, declaró: "Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, y por ella se manifestará la gloria del Hijo de Dios". (Juan 11, 1. 3-4).

Quisiera quedarme con las palabras de Jesús en Evangelio de hoy. Veámoslas y escuchémoslas, tratando de seguir cierta cronología e insistiendo en lo que quiero recalcar hoy día, inspirado por el Espíritu:

"Jesús, conmovido de nuevo interiormente, se acercó al sepulcro, que era una cueva tapada con una piedra. Jesús ordenó: "Saquen la piedra"... . Quitaron, pues, la piedra.
Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: "Te doy gracias, Padre, porque has escuchado mi oración. Yo sé que siempre me oyes. Pero hablé por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado". Al decir esto, gritó muy fuerte: ¡Lázaro, sal fuera!
Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies vendados, y la cabeza cubierta con un velo, por lo que Jesús dijo: "Desátenlo y déjenlo caminar".
(Juan 11, 38-44).

¡Lázaro vuelve a la vida!

No nos quedemos maravillados porque Lázaro tuvo la suerte de vivir algunos años más, ni tampoco nos quedemos en la mala suerte de tener que morir nuevamente. Este milagro es solamente el anuncio de la verdadera resurrección, la cual no sólo consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona. La resurrección es primeramente espiritual y empieza desde ya, cuando por la fe el hombre sale de su mezquina manera de vivir, para abrirse a la vida de Dios.

Todos los cristianos creemos en la resurrección de los muertos en el último día, como lo expresa Marta, a Jesús, cuando éste le dice:

"Tu hermano resucitará". (Juan 11,23).

Ella le respondió a Jesús:

"Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos, en el último día". (Juan 11,24).

Aquí, no se debe pensar tanto en un acontecimiento futuro, sino en alguien, el Hijo de Dios, que tiene en sí todas las energías necesarias para resucitar a las personas y transfigurar la creación. El que se ha entregado a Cristo "ya ha pasado de la muerte a la vida":

"En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida." (Juan 5,24).

Por eso, "nunca morirá":

"El que vive por la fe en mí, no morirá para siempre". (Jn.11,26).

Siguiendo, en el Evangelio de hoy, con el diálogo de Jesús con Marta, llegamos a un momento crucial y decisivo, Jesús dice:

"Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás". (Jn. 11,26).

Y Jesús interpela a Marta, y en ella, a nosotros:

¿Crees esto?

Sí, Jesús nos interpela en forma seria a nosotros, ahora, en nuestra propia cuaresma.

Todas las citas, que he hecho, resumen el efecto de la salvación de Jesús en nuestras vidas. Quisiera resumirlas, insistiendo sólo en dos aspectos, por ahora, sin ánimo de hacer un reduccionismo del Evangelio:

a).- Como ya lo he dicho, Jesús, es nuestra vida y resurrección en un sentido espiritual. Nos libra de la muerte del pecado, de la ceguera, como la traté el domingo anterior, cuando meditamos la curación del ciego de nacimiento; nos libra de nuestros falsos valores y sentidos de la vida de la época actual, con una moral muy permisiva. El cristianismo, el ser de Cristo y el creer en Él, es un camino de resurrección espiritual. Sin embargo, como lo muestra este Evangelio de hoy:

"Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, y por ella se manifestará la gloria del Hijo de Dios".

Nadie puede ser revivido de entre los muertos si no ha muerto primero. En un sentido más profundo, esto significa que Jesús no puede renovarnos, hacernos revivir espiritualmente, si no hemos ya muerto espiritualmente. Esta "muerte espiritual" es el tema de la cuaresma.
Oración, mortificación, práctica de la caridad, son modos para asegurar el proceso de nuestra muerte espiritual.

b).- Jesús es nuestra vida y resurrección también materialmente. Su salvación no sólo alcanza nuestro espíritu. También nuestro cuerpo y nuestra historia personal serán salvados, seremos salvados de la muerte material. Como Lázaro seremos levantados de entre los muertos - después de nuestra propia muerte - para vivir para siempre.

Al hablar de una "muerte y resurrección espiritual" y de una "muerte y resurrección material", estamos diciendo - al menos tratando de decir - que el Evangelio de la resurrección de Lázaro nos muestra el sentido de la liberación y resurrección integral de Cristo de toda forma de muerte, ya sea espiritual o material.


UNA ANALOGÍA.


Quiero hacer "analogía" del milagro de la resurrección de Lázaro, y hacer una relación, una similitud, una semejanza, un parecido y una afinidad, con la realidad chilena después de haber pasado más de cuarenta años del Golpe Militar, del rompimiento de nuestra institucionalidad y democracia; institucionalidad y democracia, tal vez imperfectas en ese entonces, pero perfectibles con más democracia e institucionalidad.
Yo nunca estuve ni estaré de acuerdo con un Golpe de Estado.

Chile, en ese tiempo, fue "sepultado en un sepulcro" con el Golpe y con la dictadura cívico-militar impuesta a sangre y fuego. El "sepulcro" de Chile, llegó a ser una gran "cueva tapada" con una "roca o piedra", como la tenía el sepulcro de Lázaro.
El "Chile Lázaro", en el sepulcro", quedo sepultado, para dolor y sufrimiento de los chilenos, y especialmente de los más pobres. Se vivió una cruel dictadura, con violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Como Jesús, he llorado por la muerte de "Lázaro, mi querido Chile". Ante la vida del "sepulcro chileno", después de largos 17 años de dictadura, se fue el dictador. Pero al sacar la "roca dictador", Chile salió del "sepulcro", pero salió "atado" y muy bien "atado". "Tenía las manos y los pies vendados, y la cabeza cubierta con un velo". Con un Estado de Derecho y Constitución, que nos dan una institucionalidad ilegítima, que no goza de ninguna autoridad moral, dicho por los Obispos de aquel tiempo, cuando exigiendo verdaderas garantías ante un Plebiscito por una Constitución, que se hacía entre cuatro paredes y a espaldas del pueblo, por un grupúsculo, que fraguaba un verdadero secuestro de una democracia, anhelada y buscada por todo un pueblo, con hambre y sed de libertad y justicia. No hubo las debidas garantías. Hubo un Plebiscito sin siquiera un Registro Electoral. En resumen, Chile quedó "atado" y muy "atado", y así, no puede salir y caminar hacia una legítima democracia. Sería muy largo describir lo que necesitamos para caminar y salir realmente de "nuestro sepulcro" y de una institucionalidad ilegítima. Más aún, creo que este asunto político, es de un rol protagónico de los laicos. Después de 27 años con sucesivos gobiernos, y al cumplirse más de 40 años del Golpe, a los políticos los vemos administrando la herencia de una dictadura, gobernando "en la medida de la negociación" que hicieron con dictadura, o aceptando, de hecho, en su práctica política, la ilegítima institucionalidad. Creo, que hoy día, y ante una demanda y descontento popular, se está haciendo vigente esa orden ante la tumba de "Chile Lázaro" que nos está mandando: "Desántelo y déjenlo caminar".

Al hacer esta analogía "no quiero quedarme en el pasado" como piensan algunos ingenuos. La verdad de las cosas es que eso que llaman "pasado" es lo que fundamenta la práctica institucional ilegítima y la no verdadera democracia. Y les agrego: "ustedes al defender o practicar lo establecido se han quedado y quieren quedarse con el pasado", es herencia de dictadura cívico-militar. Insisto en lo cívico porque fueron políticos, como ustedes, que pidieron el Golpe, y que hoy, ustedes con su conformismo y aceptación pragmática, unidos a los políticos actuales, en la práctica y en su irreal pragmatismo, están administrando y practicando herencia o legado dictatorial. Se están quedando en el pasado, con un "Chile Lázaro" que no ha podido salir de su sepulcro porque "las vendas en las manos y los pies", vendas institucionales ilegítimas, con Constitución mentirosa y fraudulenta, con economía de "capitalismo salvaje" neo liberal de Chicagos Boys, hoy globalizada en el mundo, haciendo el 80% de pobreza, más otros niveles y aspectos del "Chile Lázaro", lo hacen seguir y estar en el "sepulcro" de la patria, sin poder salir y caminar libremente.

Oro porque Chile tenga, después de su larga "cuaresma", su propia "pascua": un paso de muerte a vida. Sea desatado institucionalmente, sacando las diversas "vendas" y así, entre otras cosas, pueda tener una economía humana de la solidaridad, y sobre todo, pueda salir y caminar en democracia y libertad.
Se lo pido a mi Dios, como ciudadano sacerdote chileno y pastor de los más pobres. "Roguemos al Señor". Escúchanos, Señor, te rogamos".

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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