Coincidiendo con la festividad de San Francisco de Asís La 'segunda' Laudato si' ya tiene fecha: Francisco la publicará el 4 de octubre
Francisco ha anunciado que el próximo 4 de octubre, en la festividad de San Francisco de Asís, publicará una exhortación que será "una segunda Laudato si'" para "custodiar la creación como don sagrado de Dios", según señaló en la audiencia general de este miércoles, 30 de agosto
"Cuando encontramos dificultades para vivir y anunciar el Evangelio, podemos sentir la tentación de desanimarnos, de refugiarnos en nuestras certezas o de encerrarnos en pequeños grupos que piensan como nosotros", indicó el Papa en su catequesis
Igualmente, y dirigiéndose a los peregrinos de habla española, rogó oraciones por su inminente nuevo viaje, el 43 de su pontificado: "Mañana por la tarde partiré hacia el continente asiático para visitar a los hermanos y hermanas de Mongolia. Les pido que me acompañen en este viaje con su oración".
Y, tal y como se esperaba -y sin hacer la más mínima mención a la polémica levantada por unas palabras del Papa a los jóvenes rusos que causaron indignación en Ucrania-, Francisco, una vez más, volvió a rezar por la paz en la "querida y martirizada Ucrania, tan probada por grandes sufrimientos", lo que es una constante desde la invasión rusa en sus audiencia y rezos del ángelus.
Por otra parte, y ya en su catequesis, el papa Francisco profundizó sobre el tema del celo apostólico y la pasión por el anuncio del Evangelio en la figura de santa Catalina Tekakwitha, la primera mujer nativa de Norteamérica que fue canonizada. "Todo cristiano -dijo- está llamado a comprometerse diariamente con corazón indiviso en la vocación y en la misión que Dios le ha confiado, sirviéndolo a Él y al prójimo con espíritu de caridad".
"Cuando encontramos dificultades para vivir y anunciar el Evangelio, podemos sentir la tentación de desanimarnos, de refugiarnos en nuestras certezas o de encerrarnos en pequeños grupos que piensan como nosotros", prosiguió el Papa.
"La vida de Catalina es un testimonio más de que el celo apostólico implica tanto una unión vital con Jesús, alimentada por la oración y por los sacramentos, como el deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano a través de la fidelidad a la propia vocación particular", señaló Francisco.
Texto íntegro de la audiencia general
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuando nuestra catequesis sobre el tema del celo apostólico y la pasión por el anuncio del Evangelio, hoy vemos a santa Catalina Tekakwitha, la primera mujer nativa de Norteamérica que fue canonizada.
Nacida hacia el año 1656 en un pueblo del norte del Estado de Nueva York, era hija de un jefe mohawk no bautizado y de una madre algonquina cristiana, que enseñó a Catalina a rezar y a cantar himnos a Dios.
Muchos de nosotros también fuimos presentados al Señor por primera vez en el ámbito familias, sobre todo por nuestras madres y abuelas.
La evangelización comienza a menudo así: con gestos sencillos, pequeños, como los padres que ayudan a sus hijos a aprender a hablar con Dios en la oración y les hablan a ellos de su amor grande y misericordioso. Las bases de la fe de Catalina, y a menudo también para nosotros, se pusieron de este modo.
Cuando Catalina tenía cuatro años, una grave epidemia de viruela azotó a su pueblo. Tanto sus padres como su hermano menor murieron y la misma Catalina quedó con cicatrices en su rostro y problemas de visión.
A partir de ese momento Catalina tuvo que enfrentarse a muchas dificultades: ciertamente las físicas debidas a los efectos de la viruela, pero también las incomprensiones, las persecuciones e incluso las amenazas de muerte que sufrió tras su bautismo el domingo de Pascua del 1676.
Todo esto hizo que Catalina sintiera un gran amor por la cruz, signo definitivo del amor de Cristo, que se entregó hasta el final por nosotros. En efecto, el testimonio del Evangelio no consiste sólo en lo que es agradable; también debemos saber llevar nuestras cruces cotidianas con paciencia, con confianza y esperanza.
Cuando encontramos dificultades para vivir y anunciar el Evangelio, podemos sentir la tentación de desanimarnos, de refugiarnos en nuestras certezas o de encerrarnos en pequeños grupos que piensan como nosotros.
La vida de Catalina Tekakwitha nos muestra que todo desafío puede superarse si abrimos nuestro corazón a Jesús, que nos concede la gracia necesaria para continuar por el camino de la vida cristiana con fidelidad y perseverancia.
Tras ser bautizada, Catalina tuvo que refugiarse entre los mohawks en la misión jesuita cercana a la ciudad de Montreal. Allí asistía a misa todas las mañanas, dedicaba tiempo a la adoración ante el Santísimo Sacramento, rezaba el Rosario y llevaba una vida de penitencia.
Estas prácticas espirituales suyas impresionaban a todos en la Misión; reconocían en Catalina una santidad que atraía porque nacía de su profundo amor a Dios.
Al mismo tiempo, enseñaba a rezar a los niños de la Misión y, mediante el cumplimiento constante de sus responsabilidades, incluido el cuidado de los enfermos y de los ancianos, ofreció un ejemplo de servicio humilde y amoroso a Dios y al prójimo.
Aquí vemos cómo una relación vital con el Señor fructifica en el compromiso de realizar diariamente sencillas obras de misericordia, tanto materiales como espirituales, hacia los hermanos y las hermanas, especialmente los pobres y los más necesitados.
Aunque la animaron a casarse, Catalina, en cambio, quería dedicar su vida por completo a Cristo. Imposibilitada a entrar en la vida consagrada, hizo voto de virginidad perpetua el 25 de marzo de 1679, solemnidad de la Anunciación.
Su elección revela otro aspecto del celo apostólico: la entrega total al Señor. Por supuesto, no todos están llamados a hacer el mismo voto de Catalina; sin embargo, todo cristiano está llamado a comprometerse diariamente con corazón indiviso en la vocación y en la misión que Dios le ha confiado, sirviendo a Él y al prójimo con espíritu de caridad.
Queridos hermanos y hermanas, la vida de Catalina es un testimonio más de que el celo apostólico implica tanto una unión vital con Jesús, alimentada por la oración y por los sacramentos, como el deseo de difundir la belleza del mensaje cristiano a través de la fidelidad a la propia vocación particular.
En Catalina Tekakwitha, por tanto, encontramos a una mujer que dio testimonio del Evangelio, no tanto con grandes obras, porque nunca fundó una comunidad religiosa ni ninguna institución educativa o caritativa, sino con la alegría silenciosa y la libertad de una vida abierta al Señor y a los demás.
También en los días previos a su muerte, acaecida a la edad de 24 años, el 17 de abril de 1680, Catalina cumplió su vocación con sencillez, amando y alabando a Dios y enseñando a aquellos con los que vivía a hacer lo mismo.
De hecho, sus últimas palabras fueron: "Jesús, te amo".
Por tanto, también nosotros, tomando fuerza del Señor, como hizo santa Catalina Tekakwitha, aprendemos a realizar acciones ordinarias de modo extraordinario y así a crecer cada día en la fe, en la caridad y en el testimonio fervoroso de Cristo.
Última Audiencia General de agosto pic.twitter.com/5UzUYtTTRv
— ROME REPORTS (@romereportsesp) August 30, 2023