Papa Francisco: "Dios nos guarde de la ambición de los nuevos colonialismos" Frei Betto: "Bolsonaro temía que el Sínodo desacreditara mundialmente su gobierno"
"Laudato Si, que trata sobre la cuestión socioambiental, es de tal contundencia que llevó a Edgar Morin a admitir que no hay, en la historia de la ecología, un documento más osado que ese"
"Al dar voz en el Vaticano a indígenas, pescadores, extractores de caucho y otros representantes del pueblo amazónico, Francisco estableció un precedente"
Ha terminado el sínodo convocado por el papa Francisco para debatir sobre la presencia de la Iglesia Católica en la Amazonía. Además de los obispos, se convocó a teólogos, líderes indígenas y asesores de movimientos pastorales y sociales.
En el discurso de apertura del evento (6 de octubre), el papa señaló su rumbo: “Dios nos guarde de la ambición de los nuevos colonialismos. El fuego atizado por intereses que destruyen, como el que devastó recientemente la Amazonía, no es el del Evangelio. El fuego de Dios se alimenta con el compartir, no con el lucro”.
El Documento de trabajo preparatorio despertó polémicas dentro y fuera de la Iglesia por su avanzado contenido. Como los pueblos indígenas no aceptan la soltería en los adultos, se pensó en la posibilidad de ordenar sacerdotes indígenas casados, lo que provocó una fuerte reacción de los sectores conservadores. La propuesta no logró la aprobación del Sínodo, aunque se reforzó el protagonismo indígena en la actividad evangelizadora.
Bolsonaro temía que el Sínodo desacreditara mundialmente su gobierno, al denunciar las políticas antindigenistas y antiambientalistas adoptadas por el Planalto. Llegó a movilizar a la Agencia Brasileña de Inteligencia para intentar neutralizar la línea vaticana. Pero no fue necesario que el Sínodo denunciara cómo trata el Planalto los temas amazónicos. Los recientes incendios y los múltiples discursos de nuestras autoridades sobre la cuestión indígena, incluidas las ofensas al cacique Raoni, fueron suficientes para que la opinión pública mundial se percatara de la desatención del gobierno.
El papa Francisco no sorprendió a ninguno de los nueve gobiernos amazónicos. Su única encíclica, Laudato Si (Loado Sea – Sobre el cuidado de la casa común), divulgada en mayo de 2015, que trata sobre la cuestión socioambiental, es de tal contundencia que llevó a Edgar Morin a admitir que no hay, en la historia de la ecología, un documento más osado que ese, porque todos se enfocan en los efectos de la devastación socioambiental, pero Francisco va más allá, a la denuncia de sus causas.
Las semillas plantadas por el Sínodo demorarán en dar frutos, como ocurrió con el Concilio Vaticano II. Pero lo harán. Al dar voz en el Vaticano a indígenas, pescadores, extractores de caucho y otros representantes del pueblo amazónico, Francisco estableció un precedente que, sin dudas, incomodó a los conservadores, pero que acercó aún más a la Iglesia a sus raíces evangélicas.
El documento final del Sínodo fue revisado por la Curia Romana, cuya tendencia era ignorar el contenido formulado por los participantes reunidos en 12 grupos sinodales e imponer sus propias ideas. Presentado a la asamblea sinodal el martes 22 de octubre, esta reaccionó con descontento ante un texto que le pareció abstracto, lo que condujo a la suspensión de las sesiones del miércoles y el jueves para incorporarle las contribuciones de los participantes. La primera versión ignoraba el carácter holístico de la realidad amazónica, en la que todo y todos están interconectados, como expresa Francisco en su encíclica, así como el ministerio pastoral de las mujeres y la presencia de la Iglesia en la defensa de los pueblos y el bioma amazónicos.
Pero los 185 delegados oficiales del Sínodo, casi todos obispos, fueron unánimes en cuanto a la devastación ecológica de la Amazonia causada por las empresas extractivistas (petróleo, minería y madera), los ganaderos, el monocultivo y las hidroeléctricas.
Los participantes les propusieron a todas las naciones un estilo de vida sustentable, de respeto a la Madre Tierra, siguiendo el ejemplo de los pueblos indígenas. “Es indispensable la conversión ecológica a una vida sobria. Eso implica cambios de mentalidad, estilo de vida, modos de producción, prácticas de acumulación, de consumo y de desperdicio”, propuso el grupo sinodal integrado por los hablantes de portugués. Los hispanoparlantes añadieron que esa conversión debe conducir a la Iglesia a “asumir su papel profético y denunciar la violación de los derechos humanos de las comunidades indígenas y la destrucción del territorio amazónico”.
Ahora, las deliberaciones del Sínodo pautan la acción de la Iglesia Católica, no solo en la Amazonía, sino en todo el mundo.