Misa de la Solemnidad del Corpus en San Pedro Gambetti: "El amor yla vida se comunican rebajándose, no imponiéndose"
El cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica vaticana, celebró en la Misa de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en San Pedro.
En la homilía, recordó que Jesús "cuando habla de ser elevado, alude a su elevación en la cruz", es decir, a su abajamiento, porque allí resplandece el amor de Dios por el hombre
Que al compartir Su Cuerpo en la Eucaristía, todos somos hermanos, como se dirá en el Encuentro sobre la Fraternidad Humana del sábado. Se rezó mucho por la salud del Papa
Jesús "nos invita a permanecer en este movimiento de descenso para ser testigos de su amor" entre los hombres. No es fácil. "Pero si realmente deseamos una vida plena, escuchemos su invitación"
Que al compartir Su Cuerpo en la Eucaristía, todos somos hermanos, como se dirá en el Encuentro sobre la Fraternidad Humana del sábado. Se rezó mucho por la salud del Papa
Jesús "nos invita a permanecer en este movimiento de descenso para ser testigos de su amor" entre los hombres. No es fácil. "Pero si realmente deseamos una vida plena, escuchemos su invitación"
| Alessandro Di Bussolo
La invitación a la fraternidad en el Encuentro Mundial del sábado
También subraya que al compartir en la Eucaristía su Cuerpo como alimento bajado del cielo, todos somos hermanos, como se dirá en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana del sábado. Y si "deseamos de verdad una vida plena, atendamos a la invitación de Jesús: ¡levántate, come y camina!... el camino es largo, siempre somos caminantes", pero no solos, o "Notalone!", el lema del evento del 10 de junio.
Oraciones por la pronta recuperación del Papa
En la colecta de apertura, el cardenal Gambetti pidió oraciones para recordar al Papa Francisco, hospitalizado en el Hospital Gemelli de Roma, e invitó a rezar por su salud. También en una de las oraciones de los fieles se reza para que Francisco, hospitalizado desde ayer en el Gemelli tras una operación abdominal, se recupere lo antes posible. En su homilía, comentando el pasaje del Evangelio de Juan en la liturgia de esta solemnidad, el arcipreste de la basílica vaticana recuerda que en el cuarto Evangelio, "Jesús revela el don de sí mismo en el pan y el vino eucarísticos no en una última cena, sino inmediatamente después de la multiplicación milagrosa de los panes".
Las palabras de Jesús: Yo soy el pan vivo, bajado del cielo
El cardenal subrayó a continuación que el tema de la comida es fuertemente simbólico. "Si en un sentido lo que comemos y bebemos 'se convierte en nosotros', en otro sentido 'nos convertimos' en lo que nos alimenta, le pertenecemos", porque no somos los "dueños" de la vida, sino que dependemos de lo que comemos y bebemos. Por eso, la afirmación de Jesús: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo", tiene, para Gambetti, "un alcance enorme, que abarca estos y otros significados".
En torno al altar, compartimos a Cristo que se nos ofrece
En primer lugar, el Salvador nos recuerda que "si uno come de este pan, vivirá para siempre", por lo que... "alimentarse del cuerpo y de la sangre de Cristo es establecer una comunión plena, reconocer su divinidad inmersa en la fascinante carne humana". En torno al altar, además, los cristianos "somos todos comensales, compartimos al mismo Señor que se nos ofrece", y con él sus enseñanzas, "su presencia constante, sus gestos fraternos, sus silencios y sus recuerdos". Así, la comunidad eclesial que celebra la presencia del Señor "se convierte, paso a paso, en morada inmanente del Eterno, para que el mundo viva, para que todos seamos hermanos, como intentaremos decir el próximo sábado en el Encuentro Mundial sobre la Fraternidad Humana".
A los hombres no nos gusta rebajarnos
¿Por qué entonces, se pregunta el vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano, a pesar de desear la vida, la vida eterna, y la comunión con los demás, "nos cuesta reconocer el camino de Dios que se revela en el pan vivo, descendido del cielo?" El principal obstáculo, para Gambetti, reside probablemente en el verbo que caracteriza "la acción de Dios: abajarse para comunicar amor".
Nosotros, explica, "aunque queremos la vida y deseamos el amor, no nos gusta rebajarnos. Pensamos siempre en términos de grandeza, mundanos: vivir para nosotros corresponde al movimiento de tomar posesión -nutrir se interpreta como abarcar, engullir, no como recibir y transformar-, de dominar, de prevalecer". En particular, "para nosotros los hombres", la autoafirmación "es una cuestión de elevación, de no desdeñar matar para ser reconocido en su papel". Jesús, en cambio, recuerda el cardenal, "cuando habla de elevación, alude siempre a su ser elevado en la cruz, es decir, a su abajamiento, porque es allí donde resplandece el amor, en particular el amor de Dios por el hombre".
Somos caminantes, pero no estamos solos
Jesús, concluye Gambetti, "nos invita a permanecer en este movimiento de descenso para ser testigos de su amor" entre los hombres. No es fácil. "Pero si realmente deseamos una vida plena, escuchemos la invitación de Jesús: ¡levántate, come y camina!... el camino es largo, somos siempre caminantes, pero no estamos solos". El amor, la vida, son las últimas palabras de su homilía, "se comunican abajándose y no imponiéndose. No hay otro tesoro más precioso que debamos custodiar los cristianos".
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Etiquetas