Francisco dice que el aniversario del Concilio de Nicea representa "una oportunidad" El Papa invita a todos los cristianos a dar "un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común para la Pascua"

Francisco, en San Pablo Extramuros
Francisco, en San Pablo Extramuros RD/Captura

"¿Creemos en la comunión entre nosotros?". Francisco lanzó la pregunta a aire esta tarde, ante representantes de otras confesiones cristianas que se habían unido, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que ahora concluye, en la celebración en la basílica de San Pablo Extramuros de las Segundas Vísperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo apóstol

"El aniversario del Concilio de Nicea representa por tanto un año de gracia, una oportunidad para todos los cristianos que recitan el mismo Credo y creen en el mismo Dios. Descubramos las raíces comunes de la fe, custodiemos la unidad"

"Renuevo mi invitación para que esta coincidencia sirva de llamada a todos los cristianos, a fin de que den un paso decisivo hacia la unidad, entorno a una fecha común para la Pascua"

"¿Creemos en la comunión entre nosotros?". Francisco lanzó la pregunta a aire esta tarde, ante representantes de otras confesiones cristianas que se habían unido, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que ahora concluye, en la celebración en la basílica de San Pablo Extramuros de las Segundas Vísperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo apóstol.

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"Aun en los momentos de profunda desolación, no estamos solos y podemos continuar esperando", recordó el Papa, indicando que era importante tener eso también en cuenta  para la vida de las Comunidades cristianas, de nuestras Iglesias y de nuestras relaciones ecuménicas", porque, añadió, "a veces estamos desbordados por el cansancio, desanimados por los resultados de nuestro esfuerzo, nos parece que también el diálogo y la colaboración entre nosotros carezcan de esperanza, que casi están destinados a la muerte".

"¿Creemos que Él es la resurrección y la vida, que asume nuestras fatigas y nos da siempre la gracia para retomar juntos el camino?", volvió a preguntar el Papa. Porque, remarcó, "este mensaje de esperanza está en el centro del Jubileo que hemos comenzado", un año jubilar que, "celebrado por la Iglesia católica, coincide con un aniversario de gran significado para todos los cristianos: el 1700 aniversario del primer gran Concilio ecuménico, el Concilio de Nicea".

Representantes de las distintas confesiones cristianas en San Pablo Extramuros
Representantes de las distintas confesiones cristianas en San Pablo Extramuros RD/Captura

"Este Concilio se comprometió a preservar la unidad de la Iglesia en un momento muy difícil, y los padres conciliares aprobaron por unanimidad el Credo que muchos cristianos recitan todavía hoy cada domingo durante la Eucaristía. Se trata de una profesión de fe común, que va más allá de todas las divisiones", señaló el Papa, quien aprovechó para poner en valor esta efeméride pues "el aniversario del Concilio de Nicea representa por tanto un año de gracia, una oportunidad para todos los cristianos que recitan el mismo Credo y creen en el mismo Dios. Descubramos las raíces comunes de la fe, custodiemos la unidad".

Llamada a perseverar

"El aniversario no debe ser celebrado sólo como una 'memoria histórica?, sino también como un compromiso a testimoniar la creciente comunión entre nosotros. No debemos dejarla escapar, debemos construir lazos sólidos, cultivar la amistad recíproca, ser artesanos de comunión y de fraternidad", propuso Francisco, quien animó a que "en esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos podemos vivir el aniversario del Concilio de Nicea también como una llamada a perseverar en el camino hacia la unidad".

"Providencialmente, este año, la Pascua será celebrada el mismo día en los calendarios gregoriano y juliano, precisamente durante este aniversario ecuménico", recordó Francisco para, acto seguido, hacer una solemne petición: "Renuevo mi invitación para que esta coincidencia sirva de llamada a todos los cristianos, a fin de que den un paso decisivo hacia la unidad, entorno a una fecha común para la Pascua".

El cardenal Koch, del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con el Metropolita Policarpo
El cardenal Koch, del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con el Metropolita Policarpo RD/Captura

Homilía del Papa

Jesús llega a casa de sus amigas, Marta y María, cuando ya su hermano Lázaro lleva muerto cuatro días. Parece que se ha perdido toda esperanza, hasta el punto de que las primeras palabras de Marta expresan, junto a su dolor, el pesar que siente porque Jesús ha llegado tarde: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Jn 11,21). Al mismo tiempo, sin embargo, la llegada de Jesús enciende en el corazón de Marta la luz de la esperanza y la conduce a la profesión de fe: «Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas» (v. 22). Y, de hecho, Jesús le anuncia la resurrección de la muerte no sólo como un evento que se verificará al fin de los tiempos, sino como algo que ocurre ya en el presente, porque Él mismo es la resurrección y la vida. Y después le hace una pregunta: «¿Crees esto?» (v. 26).

Detengámonos también en esta interpelación: «¿Crees esto?» (v. 26). Es una pregunta breve pero exigente.

Este tierno encuentro entre Jesús y Marta, que hemos escuchado en el Evangelio de esta tarde, nos enseña que, aun en los momentos de profunda desolación, no estamos solos y podemos continuar esperando. Jesús da la vida, incluso cuando parece que toda esperanza ha desaparecido. Después de una pérdida dolorosa, una enfermedad, una desilusión amarga, una traición sufrida u otras experiencias difíciles, la esperanza puede vacilar; pero si alguno de nosotros viviese momentos de desesperación o encontrase personas que han perdido la esperanza, el Evangelio nos dice que con Jesús la esperanza renace siempre, porque de las cenizas de la muerte Él siempre nos levanta, nos da la fuerza para retomar el camino, para recomenzar.

Una mujer reza en la báslica de San Pablo Extramuros
Una mujer reza en la báslica de San Pablo Extramuros RD/Captura

Hermanos y hermanas, esto es importante también para la vida de las Comunidades cristianas, de nuestras Iglesias y de nuestras relaciones ecuménicas. A veces estamos desbordados por el cansancio, desanimados por los resultados de nuestro esfuerzo, nos parece que también el diálogo y la colaboración entre nosotros carezcan de esperanza, que casi están destinados a la muerte y, todo ello, nos hace experimentar la misma angustia de Marta; pero el Señor viene. ¿Creemos nosotros esto? ¿Creemos que Él es la resurrección y la vida, que asume nuestras fatigas y nos da siempre la gracia para retomar juntos el camino?

Este mensaje de esperanza está en el centro del Jubileo que hemos comenzado. El apóstol Pablo, de quien hoy recordamos la conversión a Cristo, declaraba a los cristianos de Roma: «la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5). Todos hemos recibido el mismo Espíritu, y este es el fundamento de nuestro camino ecuménico.

Y este Año jubilar de la esperanza, celebrado por la Iglesia católica, coincide con un aniversario de gran significado para todos los cristianos: el 1700 aniversario del primer gran Concilio ecuménico, el Concilio de Nicea. Este Concilio se comprometió a preservar la unidad de la Iglesia en un momento muy difícil, y los padres conciliares aprobaron por unanimidad el Credo que muchos cristianos recitan todavía hoy cada domingo durante la Eucaristía. Se trata de una profesión de fe común, que va más allá de todas las divisiones que en el curso de los siglos han herido el Cuerpo de Cristo. El aniversario del Concilio de Nicea representa por tanto un año de gracia, una oportunidad para todos los cristianos que recitan el mismo Credo y creen en el mismo Dios. Descubramos las raíces comunes de la fe, custodiemos la unidad.

Cardenales asistentes a las vísperas de la Conversión de san Pablo
Cardenales asistentes a las vísperas de la Conversión de san Pablo RD/Captura

Queridos hermanos y hermanas, esta fe que compartimos es un don precioso, pero es también un desafío. De hecho, el aniversario no debe ser celebrado sólo como una “memoria histórica”, sino también como un compromiso a testimoniar la creciente comunión entre nosotros. No debemos dejarla escapar, debemos construir lazos sólidos, cultivar la amistad recíproca, ser artesanos de comunión y de fraternidad.

En esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos podemos vivir el aniversario del Concilio de Nicea también como una llamada a perseverar en el camino hacia la unidad. Providencialmente, este año, la Pascua será celebrada el mismo día en los calendarios gregoriano y juliano, precisamente durante este aniversario ecuménico. Renuevo mi invitación para que esta coincidencia sirva de llamada a todos los cristianos, a fin de que den un paso decisivo hacia la unidad, entorno a una fecha común para la Pascua (cf. Bula Spes non confundit, 17).

Agradezco al Metropolitano Policarpo, en representación del Patriarcado Ecuménico, al Arzobispo Ian Ernest, en representación de la Comunión Anglicana y que concluye su precioso servicio por lo que le estoy muy agradecido, y a los representantes de otras Iglesias que participan en este sacrificio de alabanza vespertino. Es importante rezar juntos, y la presencia de ustedes aquí esta tarde es fuente de alegría. Saludo también a los estudiantes apoyados por el Comité C atólico para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas y la Iglesias Ortodoxas Orientales del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, a los participantes en la visita de estudio del Instituto Ecuménico Bossey del Consejo Ecuménico de las Iglesias, y a muchos otros grupos ecuménicos y peregrinos que han venido a Roma para esta celebración. Que cada uno de nosotros, como san Pablo, pueda encontrar la propia esperanza en el Hijo de Dios encarnado y ofrecerla a los demás, allí donde la esperanza haya desaparecido, las vidas hayan sido truncadas o los corazones se vean superados por las adversidades (cf. Homilía de apertura de la Puerta Santa y Santa Misa de la Noche de Navidad, 24 diciembre 2024).

La esperanza es siempre posible en Jesús, que también la sostiene en nuestro camino común hacia Él. Y vuelve ahora la pregunta hecha a Marta y esta tarde dirigida a nosotros: «¿Crees esto?».

¿Creemos en la comunión entre nosotros?

Queridos hermanos y hermanas, este es el tiempo de confirmar nuestra profesión de fe en el único Dios y de encontrar en Cristo Jesús la vía de la unidad. En la espera de que el Señor “venga de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos” (cf. Credo niceno), no nos cansemos nunca de testimoniar, ante todos los pueblos, al unigénito Hijo de Dios, fuente de toda nuestra esperanza.

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