El fundador de Sant'Egidio publica un libro sobre el silencio de Pío XII contra la barbarie nazi Andrea Riccardi: “Ratzinger pensaba que su sucesor sería Scola”
En entrevista con Il Corriere della Sera, repasa la figura de los últimos Papas. De Francisco asegura que "tuvo el mérito de poner a los pobres en el centro. En algunas reformas, como la comunión a los que se han vuelto a casar, fue detenido"
A Juan XXIII, Riccardi lo recuerda como “una maravillosa sorpresa. La Curia lo eligió como Papa de transición. Pensaban que podían con él: ‘Ese gordito de Roncalli’, dijo Tardini"
De Juan pablo II, de quien es biógrafo, asegura que pasará a la historia como “un gigante”. Como el último Papa que salió ganador. Se alió con Reagan, liberó a los polacos casi como un Moisés que había liberado a los judíos"
De Juan pablo II, de quien es biógrafo, asegura que pasará a la historia como “un gigante”. Como el último Papa que salió ganador. Se alió con Reagan, liberó a los polacos casi como un Moisés que había liberado a los judíos"
“¿En qué sucesor pensaba Ratzinger?”. “En Scola”. Es la respuesta tajante que Andrea Riccardi ofrece al Corriere de la Sera en la entrevista recogida por Il sismografo con motivo de la aparición en Italia del último libro del fundador de Sant’Egidio, La guerra del silencio, sobre el pontificado de Pío XII.
Sin embargo, en la entrevista se detiene también en la figura de los últimos pontífices, a los que él ha conocido, y de los que incluso, como es el caso de Juan Pablo II, es biógrafo. Así, con respecto a Benedicto XVI, cuya dimisión asegura que “la historia todavía la tiene que aclarar, Andrea Riccardi sostiene que su favorito para sucederle en la cátedra de Pedro era el cardenal de Milán, Angelo Scola, “pero en el Cónclave prevaleció la opción de no apostar por los italianos”, señala.
Con respecto a quien finalmente eligió el cónclave, y a modo de balance de los diez años de pontificado de Francisco que se cumplirán el próximo mes de marzo, Riccardi apunta que Bergoglio "encontró una situación muy difícil, una depresión general. El formidable comienzo hizo pensar que los males de la Iglesia se habían curado por arte de magia”.
"La Iglesia europea está en decadencia"
“No pudo ser así -prosigue Riccardi-. Francisco tuvo el mérito de poner a los pobres en el centro. En algunas reformas, como la comunión a los que se han vuelto a casar, fue detenido. La Iglesia europea está en decadencia, las catedrales están vacías de jóvenes, parece que la de sacerdote es una profesión que los europeos ya no quieren hacer. Y sin embargo...".
En cuanto a Juan XXIII, Riccardi lo recuerda como “una maravillosa sorpresa. La Curia lo eligió como Papa de transición. Pensaban que podían con él: ‘Ese gordito de Roncalli’, dijo Tardini. Lo vi en San Giovanni, aclamado por la multitud: en pocos meses había anulado a Pío XII, que había sido un Papa muy popular. El primero en dictar mensajes en la radio, el primero en aparecer en la televisión en América...".
Sobre Pablo VI, recuerda que “estaba muy unido a la figura de Pacelli. En su histórico viaje a Tierra Santa lo defendió ante las autoridades israelíes. Mantuvo el punto, recordó que Pío XII había salvado a muchos judíos".
Y de Wojtyla asegura que pasará a la historia como “un gigante”. "Como el último Papa que salió ganador. Se alió con Reagan, liberó a los polacos casi como un Moisés que había liberado a los judíos. El primer viaje que hizo fue a Asís. Un creyente le gritó: ¡Viva la Iglesia del silencio! Y él, muy puntualmente: 'Ya no existe la Iglesia del silencio. Ahora está aquí; y habla’’".
Los silencios de Pío XII
Sobre Pío XII, en quien se centra el libro, Riccardi escarba en un hecho trascendental que ha dejado marcada su figura: su postura ante el holocausto nazi. “¿Por qué tantas dudas antes de condenar abiertamente las atrocidades de los nazis?”, pregunta el periodista.
"En primer lugar hay que entender dos cosas. El Vaticano era muy diferente de hoy: en la diplomacia contaba poco, el Pontífice no era una figura mediática internacional. Y Pacelli era una persona muy diferente de lo que creemos que era”, era “suave, cortés, tímido, inseguro. Tenía un rasgo hierático, atemperado por la bonhomía romana: políglota, hablaba todas las lenguas con un ligero acento de su ciudad. Y estaba indeciso".
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