En lo tocante a la formación de estos ministerios, el debate giró en torno a tres niveles: "una formación capilar a nivel parroquial, con lectura y meditación de la Palabra de Dios; una formación intensiva a tiempo completo, destinada a los animadores y animadoras de las comunidades, y una formación teológica sistemática para los candidatos a los ministerios ordenados y para los hombres y mujeres que deseen comprometerse en ministerios laicos".
Consultar y escuchar la voz del laicado
En este sentido, el Sínodo también reflexionó sobre la importancia de "una Iglesia de comunión que incluya más a los laicos, para que su contribución apoye la obra eclesial". La complejidad de la vida contemporánea, de hecho, "requiere habilidades y conocimientos específicos a los que los sacerdotes no siempre pueden ofrecer todas las respuestas", constataron los padres sinodales, quienes pidieron "consultar y escuchar más la voz del laicado" frente a "los numerosos desafíos de la actualidad", como "el secularismo, la indiferencia religiosa y la vertiginosa proliferación de iglesias pentecostales".
Es necesario pasar de una "pastoral de visita" a una "pastoral de presencia", mirando también a los nuevos carismas que se manifiestan en los movimientos laicales, cuyas potencialidades deben ser reconocidas y profundizadas", añade el Sínodo, que no obstante reitera que "el celibato es un gran don del Espíritu para la Iglesia".
Pros y contras de los 'viri probati'
Pese a todo, "algunos Padres sinodales pidieron que se piense en la consagración sacerdotal de algunos hombres casados, los llamados "viri probati", valorando después en el tiempo la validez o no de esta experiencia".
Para otros, sin embargo, dicha propuesta "podría llevar al sacerdote a ser un simple oficial de la Misa y no, en cambio, un pastor de las comunidades, un maestro de vida cristiana, una presencia concreta de la cercanía de Cristo".