""Algunos temen que se desvirtúe la función de los obispos", señala el arzobispo emérito a RD Vicente Jiménez: "La finalidad de este Sínodo no es ver quién tiene razón, sino crear unidad y comunión"
"Es una profecía el hecho de que el Sínodo muestre que es un espacio capaz de escucharse, acogerse, dialogar, evitando protagonismos y superando polarizaciones hasta llegar a consensos ampliamente compartidos"
"La Iglesia tiene nombre de sínodo. No se trata de algo accidental o de una moda, sino que es algo que pertenece a la identidad misma de la Iglesia, a su naturaleza, a su ADN. La Iglesia es sinodal"
"Creo que el Sínodo servirá para una ulterior recepción del Concilio y para poner en práctica su doctrina sobre la Iglesia como misterio de comunión y Pueblo de Dios, en diálogo con el mundo de hoy, y llamada a la santidad de todos sus miembros"
"Algunos ven el riesgo de que se no se comprenda adecuadamente o se desvirtúe la función específica de los obispos. También debe aclararse en base a qué criterios los no obispos pueden ser llamados a ser miembros del Sínodo"
"Creo que el Sínodo servirá para una ulterior recepción del Concilio y para poner en práctica su doctrina sobre la Iglesia como misterio de comunión y Pueblo de Dios, en diálogo con el mundo de hoy, y llamada a la santidad de todos sus miembros"
"Algunos ven el riesgo de que se no se comprenda adecuadamente o se desvirtúe la función específica de los obispos. También debe aclararse en base a qué criterios los no obispos pueden ser llamados a ser miembros del Sínodo"
Entusiasta coordinador del equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española durante las fases de preparación del Sínodo de la Sinodalidad, sus hermanos obispos eligieron también a Vicente Jiménez Zamora entre la terna que enviaron a la asamblea sinodal, cuya primera andadura se clausuró el 28 de octubre con una misa presidida por el papa Francisco en la basílica de san Pedro.
En entrevista con Religión Digital, el arzobispo emérito Zaragoza rememora su participación en un hito histórico para la Iglesia, donde las mujeres pudieron votar por primera vez y donde, como señala, "cardenales, obispos, laicos, miembros de vida consagrada y sacerdotes formábamos como una familia en torno a la misma mesa y no había diferencias en el trato ni preferencias a la hora de tomar la palabra". Y subraya: "No siempre tiene razón el que más grita y tiene algunos altavoces mediáticos".
¿Cómo ha vivido estas semanas de experiencia sinodal?
Han sido para mí días donde he experimentado el misterio de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, junto al Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, el papa Francisco que nos confirma en la fe. La Asamblea Sinodal ha sido como un coro con la armonía de la unidad, la polifonía de la variedad de muchas voces y la sinfonía de la comunión eclesial. Ha sido un tiempo y un espacio habitados por el Espíritu Santo en un clima de oración.
¿Cómo era el ambiente de trabajo? ¿Cómo influía el hecho novedoso de que en los debates y reflexiones participasen no sólo los obispos, sino también los laicos? ¿Fluía la comunicación y el intercambio con naturalidad o pesaba el estar ante los pastores?
El ambiente de trabajo era fraterno y de cordialidad. El aula sinodal, con la distribución en mesas redondas, se parecía a la imagen bíblica de un banquete de bodas y era semejante a la mesa de la Eucaristía, fuente y culmen de la sinodalidad, con la Palabra de Dios en el centro. A través del llamado método en el Espíritu nos hemos escuchado mutuamente, hablando con respeto y libertad, a pesar de la variedad de sensibilidades. Todos nos hemos puesto a la escucha del Espíritu.
Cada uno, en un primer momento, tomaba la palabra y escuchaba para exponer su punto de vista sobre los temas; después hacíamos espacio a los otros; finalmente construíamos juntos un texto, en el que reconocíamos convergencias; identificábamos discordancias, obstáculos y nuevas preguntas; también se dejaba que surgieran voces proféticas. Después de tres intervenciones se guardaba un breve silencio para interiorizar lo escuchado.
La comunicación y el diálogo eran fluidos y se realizaban con normalidad. Cardenales, obispos, laicos, miembros de vida consagrada y sacerdotes formábamos como una familia en torno a la misma mesa y no había diferencias en el trato ni preferencias a la hora de tomar la palabra.
¿Qué le ha parecido el documento final ¿Qué destacaría de él ¿Por qué cree que hay colectivos que se han sentido decepcionados?
El informe de síntesis o documento final no es definitivo todavía, sino un instrumento y ayuda para seguir trabajando en el discernimiento hasta la segunda sesión del Sínodo en el mes de octubre de 2024. El documento me parece bueno y equilibrado. Refleja con objetividad y sentido conciliador el ingente trabajo realizado durante todo el mes de octubre. Es un signo de esperanza y de luz en medio de un mundo polarizado por tensiones y guerras, incapaz de escuchar y dialogar. Por eso es una profecía el hecho de que el Sínodo muestre que es un espacio capaz de escucharse, acogerse, dialogar, evitando protagonismos y superando polarizaciones hasta llegar a consensos ampliamente compartidos. Es necesario destacar que los veinte capítulos o apartados y todos sus puntos han sido aprobados por una mayoría cualificado de dos tercios.
No me extraña que haya colectivos que se hayan sentido decepcionados al no ver satisfechas sus expectativas sobre algunos temas.
"Se han tratado todos los temas, también los conflictivos, con libertad. En todos los grupos e intervenciones libres no se ha escamoteado ninguna cuestión abierta. Se han escuchado todas las voces. Pero cuando no ha habido convergencia o consenso, se ha pedido más tiempo para reflexionar en profundidad"
Algunas voces sostienen que, al haber quedado diluidas algunas cuestiones en ese documento final, ahora esas mismas cuestiones ya no será tratadas y desconfían de que puedan estar presentes en la próxima sesión en octubre de 2024. ¿Es usted de esa opinión, se han diluido temas que habían entrado con fuerza en el Instrumentum laboris, como por ejemplo la acogida pastoral a la comunidad LGTBI, el diaconado femenino…?
Mi opinión es que en los trabajos del aula sinodal no se ha diluido ningún tema que estuviera presente en el Instrumentum laboris. Se han tratado todos los temas, también los conflictivos, con libertad. En todos los grupos e intervenciones libres no se ha escamoteado ninguna cuestión abierta. Se han escuchado todas las voces. Pero cuando no ha habido convergencia o consenso, se ha pedido más tiempo para reflexionar en profundidad. La finalidad de este Sínodo no es ver quién tiene razón, sino crear unidad y comunión, y reavivar el espíritu misionero de la Iglesia. No siempre tiene razón el que más grita y tiene algunos altavoces mediáticos.
Usted ha conocido ya la celebración de varias asambleas sinodales. ¿Qué aporta la sinodalidad?
No había participado hasta ahora en ningún Sínodo de los obispos. Pero sí tengo experiencia de asambleas sinodales. Fui Vicario Episcopal para un Sínodo en mi Diócesis de Osma-Soria. En la Diócesis de Santander convoqué una asamblea de sacerdotes y otra de laicos. En Zaragoza se elaboró el Plan de Pastoral para un quinquenio, después de consultar a laicos, miembros de vida consagrada y fieles laicos y especialmente al consejo diocesano de pastoral y al consejo presbiteral. Mis hermanos obispos me eligieron para ser el Coordinador del Equipo sinodal de la Conferencia Episcopal. He participado en todo el proceso sinodal en la fase diocesana, nacional y continental. Ahora en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Por eso tengo alguna experiencia.
Creo que la sinodalidad es el modo de ser y de vivir de la Iglesia. La sinodalidad es el desarrollo de la eclesiología del Concilio Vaticano II, sobre todo del capítulo del Pueblo de Dios. La Iglesia tiene nombre de sínodo. No se trata de algo accidental o de una moda, sino que es algo que pertenece a la identidad misma de la Iglesia, a su naturaleza, a su ADN. La Iglesia es sinodal.
¿Qué es lo que destacaría de esta primera parte de la asamblea sinodal? ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
Yo destacaría las novedades. Se ha pasado de un acontecimiento puntual a un proceso con varias etapas y con dos sesiones. El tema es explícitamente eclesiológico, profundizando sobre la eclesiología del Pueblo de Dios, no sobre temas concretos. La participación de miembros no obispos por decisión del Papa, que ya venían participando en las etapas diocesanas, nacionales y continentales. Se ha celebrado en un clima de oración, precedido por una gran vigilia ecuménica de plegaria y por tres días de retiro espiritual en Sacrofano, cerca de Roma.
En la mente y en el corazón del papa Francisco, la puesta en marcha de una Iglesia sinodal es la condición indispensable para un nuevo impulso de la misión de la Iglesia que involucre a todo el Pueblo de Dios. De esta manera se realizan los dos ejes decisivos de la eclesiología del Papa Bergoglio: una Iglesia sinodal e Iglesia en misión.
¿Volverán a participar en la misma quienes han sido designados para esta asamblea sinodal o ustedes ya han realizado su trabajo y habrán de ser otros quienes lo acaben el próximo año?
En principio, los miembros sinodales hemos sido nombrados, por distintos títulos, para este Sínodo que se realiza dentro de un proceso con dos sesiones, la de octubre de 2023 y la final de octubre de 2024. No obstante, el Papa, en virtud de sus facultades contempladas en la constitución apostólica Episcopalis communio puede designar otros miembros.
"Algunos ven el riesgo de que se no se comprenda adecuadamente o se desvirtúe la función específica de los obispos. También debe aclararse en base a qué criterios los no obispos pueden ser llamados a ser miembros del Sínodo"
Como es sabido, será finalmente el Papa quien firme la exhortación postsinodal apoyándose en lo aprobado por los padres y madres sinodales. ¿Qué le gustaría a usted leer en ese documento que ya llevará la rúbrica del papa Francisco?
El Papa nos confirma en la fe. El misterio petrino del Obispo de Roma es intrínseco a la sinodalidad, como lo es el aspecto comunitario que incluye a todo el Pueblo de Dios y la colegialidad del ministerio episcopal. Por tanto, sinodalidad, colegialidad y primado se implican mutuamente.
Me gustaría que el Documento definitivo que publique el Papa, después de oír al santo Pueblo fiel de Dios, como le gusta decir a él, estuviera enraizado en la Tradición viva de la Iglesia, siguiendo la inspiración del Concilio Vaticano II y relanzando su fuerza profética para el mundo de hoy. Creo sinceramente que el Sínodo servirá para una ulterior recepción del Concilio y para poner en práctica su doctrina sobre la Iglesia como misterio de comunión y Pueblo de Dios, en diálogo con el mundo de hoy, y llamada a la santidad de todos sus miembros.
Como sabrá, se han oído bastantes voces, algunas de cardenales, alertando contra este Sínodo. ¿A qué le tienen miedo?
Creo que uno de los temores puede venir por no ver con claridad la naturaleza y autoridad magisterial de este Sínodo de los Obispos. Se valora la presencia de otros miembros, además de los obispos, como testigos del camino sinodal. Sin embargo, sigue abierta la cuestión de su papel como miembros de pleno derecho en el carácter episcopal de la Asamblea de obispos. Algunos ven el riesgo de que se no se comprenda adecuadamente o se desvirtúe la función específica de los obispos. También debe aclararse en base a qué criterios los no obispos pueden ser llamados a ser miembros del Sínodo.