Ciencia, filosofía y género
INTRODUCCIÓN
En la actualidad, se suceden los debates sobre la cuestión compleja y delicada del género en donde, en muchas ocasiones, se cae en la descalificación del otro e incluso en el insulto o violencia. Trataremos de acercarnos a dicha cuestión con respeto, liberándonos de toda ideologización, respetando al otro, a toda persona de cualquier condición u opinión, pensando en el bien de las personas, en especial de los menores. Y de esta forma, a la misma vez, ir exponiendo lo que nos va mostrando la ciencia y el pensamiento como es la filosofía, la cultura en general. En esta línea, como hemos apuntado, nos adentramos en una cuestión muy actual, debatida y compleja pero no menos importante y significativa, en especial para la fe. Ya que, en el fondo de estas cuestiones, late una concepción antropológica, la compresión de la persona, el significado e identidad del ser humano.
PERSPECTIVAS DESDE LAS CIENCIAS
Empezaremos diciendo que no existe una orientación biológica, genética u hormonal innata, una especia de gen que, como veremos, lleve a diversas tendencias sexuales como son las distintas a la inherente constitución la persona, en su diversidad y complementariedad entre hombre y mujer. Tal como, en este sentido, ha reconocido hasta la Asociación Psicológica Americana (APA, 2012). Más, avanzado en estas consideraciones y cuestiones iniciales, citamos y remitimos a relevantes estudios. Como el del epidemiólogo y psiquiatra Paul McHugh, doctor en Medicina y especialista en Neurología por la Universidad de Harvard. Especializado en Psiquiatría en el Maudsley Hospital e Institute of Psychiatry, Universidad de Londres, director clínico y del Programa de Residencia en el New York Hospital de la Universidad de Cornell. Director del Departamento de Psiquiatría en el Johns Hopkins Hospital and Medical School de Baltimore, EEUU, situado sistemáticamente en los dos primeros lugares del ranking americano según la U.S. News and World Report. Es Distinguished Service Professor, máxima condecoración académica en aquella institución, donde ahora es Emeritus Professor.Y que ha realizado un reciente y mundialmente conocido informe sobre Género y Sexo, redactado junto a su colega, el Dr. Lawrence Mayer y que es conocido como el Informe Mayer (2016).
A su vez, ha colaborado con la relevante “declaración” de la Asociación Americana de Pediatría (2016) sobre esta cuestión del género, que es muy significativa sobre esta realidad. En estos estudios e informes, se nos muestra como la sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario: XY y XX son los marcadores genéticos constitutivos e inherentes de la persona, que es un ser concebido como hombre o como mujer. De esta forma, la sexualidad humana es binaria por definición, el desarrollo sexual y humano impide que haya un supuesto y denominado tercer sexo o intersexualidad. Por tanto, nacemos con un sexo biológico, masculino o femenino que son las realidades biológicas objetivas. Así, los niños y seres humanos a nivel biológico y vital, en su desarrollo habitual, irán adquiriendo esta identidad sexual diferenciada, diversa de varón y mujer. La prevalencia de este dato objetivo binario en la sexualidad, de la diversidad y complementariedad del hombre con la mujer, es similar en todas las culturas según los estudios. Como recoge incluso el de J. Michael Bailey y cols. (2016).
A no ser que se experimente la conocida como “disforia de género”, confusión de género, pero que (como vemos) no es la tendencia y dinamismo habitual e ideal del ser humano. Tal como aparece en el reconocido Manual diagnóstico y estadístico (DSM-V, American Psychiatric Association). Las teorías psicodinámicas y de aprendizaje social sobre la disforia de género son firmes a este respecto. Y, como nos muestra el DSM-V, lo habitual en los niños y niñas con género confuso es que acepten finalmente su sexo, biológico tras pasar la pubertad, de forma natural. Tal como, de la misma forma, estudia el Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual, Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP, 2015).
Además, hay que conocer que las intervenciones con cirugía de reasignación de sexo y bloqueadores hormonales, con hormonas cruzadas se asocian con riesgos para la salud. Entre ellos hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer o suicidios que incluso, dichos suicidios, se disparan hasta en los adultos…. En esta línea, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), de la mano de David Adamson, ha reconocido que la condición más apropiada, para la natalidad y fertilidad de la vida humana, es esta diversidad en la complementariedad fecunda del hombre con la mujer. Por lo que la educación y cualquier acción con los niños, jóvenes u otra persona debe contemplar todos los datos que hasta ahora hemos expuesto y seguiremos mostrando en este trabajo.
Estas investigaciones y adquisiciones de la ciencia, por ejemplo, de la biología y pediatría como hemos visto, se ven confirmadas en la actualidad por las neurociencias con abundantes estudios. Como por ejemplo el Francisco J. Rubia Vila (2007), que es actualmente Catedrático Emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. También fue Catedrático de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. El de mujeres neurocientíficas como Louann Brizendine (2010), psiquiatra por Harvard, licenciada en medicina por Yale y que realiza sus investigaciones en neurobiología en Berkeley. Profesora de clínica psiquiátrica de la Universidad de California en San Francisco.
Los de José Manuel Giménez Amaya (2008), Catedrático de Anatomía y Embriología de la Universidad Autónoma de Madrid, o Natalia López Moratalla (2007), Catedrática de Bioquímica en la Universidad de Valencia y de Navarra. Todos estos estudios nos indican que, desde el inicio de la vida de las personas en el momento de la concepción, la constitución cerebral-neuronal que conforma la estructura corporal y humana, inherente de la persona, es propia y diversa: en el hombre con el sexo masculino; y en la mujer con su sexo femenino. Esto lo evidencia, como estudia F. J. Rubia, hasta casos tan famosos como la historia de David Reime.
ENFOQUES DESDE LA FILOSOFÍA
Dichas constataciones, con todos estos estudios e informes, ya habían sido pensados y observados desde su propio campo por la historia de la filosofía. Sócrates y Platón estudian la naturaleza humana, con el reconocimiento y elogio de la relación del hombre con la mujer. Tal como se presenta desde Platón en "El Banquete"(2004), Sócrates afirma que la unión de un hombre con una mujer es la relación fecunda y espiritual. En esta línea, ya en la edad media, siguiendo asimismo la antropología integral del humanismo semita y lo más valioso de Aristóteles, Tomás de Aquino nos muestra una visión global y honda de la naturaleza humana. En la que las diversas dimensiones se inter-relacionan, como la sexual y corporal que son inseparables de otras como la cultural o social. Con la relación del amor y el bien fecundo entre el hombre y la mujer (Comentario a las Sentencias, libro 4, distinción 33, c. 1, a. 2 c)
Ya en la edad moderna, los diversos y significativos autores como Kant (MS 24; VI, 227), con la consideración de la naturaleza humana en una antropología integral, que supone las diversa dimensiones naturales, físicas, corporales, morales y espirituales (Carvajal, 1999). Junto al mismo Marx, consideran que “la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano” (1964, 154). Engels va en esta misma línea (1972, 61-62). Proudhon, padre del anarquismo, contempla el matrimonio y familia de un hombre con una mujer como “belleza… Unión indisoluble”, que él “ama y reverencia como la única de nuestras antiguas instituciones a la cual ha conservado por respeto. Por cuanto en ella ve una encarnación de la justicia” (1892, 32). Ya en nuestra época, el personalismo (Burgos, 2011), con autores como Mounier o Zubiri (Molina, 1996) nos reafirman esta antropología y realidad objetiva de las personas. Con su naturaleza personal, física-biológica, corporal y social que, lejos de oponerse, inter-actúan mutuamente. Con los diversos subsistemas, dentro de un sistema unitario, que conforman la esencia de la persona; con sus notas estructurales y diferenciales que constituye la naturaleza humana, desde el inicio de la gestación y que, por tanto, merecen protección jurídica.
Todo lo anterior corrige a diversas corrientes filosóficas como neoplatonismos o gnosticismos, idealismos, ciertos existencialismos y postmodernismos que ponen en cuestión la naturaleza objetiva, corpórea y sexual del ser humano. Ya que no es una mera o simple elección, decisión o construcción cultural. El hombre o la mujer no sólo se hacen, no se construyen o de-construyen con una voluntad arbitraria según piensan o sienten una cosa u otra. Sino que nacen, se constituyen y desarrollan en el reconocimiento del don y esenciales dimensiones que le son dadas como humano, como es el cuerpo y el sexo. Sexo y género son pues inseparables y se fecundan mutuamente. Ya que la identidad personal y corporal, del hombre o mujer, se irán reconociendo en el dinamismo de la realidad social e histórica. Con su naturaleza y dignidad sagrada e inviolable. La esencia o naturaleza (ser) de la persona y la existencia humana, en sus circunstancias concretas, no son excluyentes. Se integran en el sujeto personal que va realizando su vocación, sus capacidades y posibilidades en lo real e historia. Como se ha desprende incluso de lo más valiosos de la filosofía de Ortega (Bono, 2015, 117-132).
Tal como nos muestra el personalismo, frente a las conocidas como ciencias sociales “estándar”, las ciencias humanas o sociales están subrayando la naturaleza humana. Con su dimensión física, biológica y dinámica en la relación y reconocimiento de los otros, con sus creencias o valores que constituyen lo más profundo de lo humano. A este respecto, son dignos de citar los trabajos y estudios de los hermanos Castro Nogueira (2013), que recogen y precisan todas estas ciencias como la neuropsicología y trabajos conocidos como los de S. Pinker, discípulo d N. Chomsky. Estos autores subrayan la importancia de la consideración de la naturaleza humana, para la recta comprensión de lo social.
Evidentemente, como ya señalamos al principio, una auténtica ciencia con conciencia, con ética y humanismo integral defiende la vida, dignidad con sus derechos y protagonismo de toda persona como es la mujer; de todo ser humano cualquiera que sea su condición, frente a toda discriminación, desigualdad e injusticia social-global. Lo que hemos visto hasta aquí, como expondremos a continuación, desde la propia especificidad de la fe con la Revelación de Dios en Cristo y con su diálogo con la razón o cultura, lo enseña la tradición y magisterio de la iglesia. Con los Papas como Francisco (LS 155; AL 292, 307, 56, 285) o testimonios de sabiduría y santidad como Mons. Romero (Hom. 18/3/1979; Hom. 6/11/1977), que nos muestran esta verdad, bien y belleza de la unión del amor fecundo de un hombre con la mujer que da vida. Con el matrimonio y familia con los hijos, con la solidaridad y justicia con los pobres de la tierra.
En la actualidad, se suceden los debates sobre la cuestión compleja y delicada del género en donde, en muchas ocasiones, se cae en la descalificación del otro e incluso en el insulto o violencia. Trataremos de acercarnos a dicha cuestión con respeto, liberándonos de toda ideologización, respetando al otro, a toda persona de cualquier condición u opinión, pensando en el bien de las personas, en especial de los menores. Y de esta forma, a la misma vez, ir exponiendo lo que nos va mostrando la ciencia y el pensamiento como es la filosofía, la cultura en general. En esta línea, como hemos apuntado, nos adentramos en una cuestión muy actual, debatida y compleja pero no menos importante y significativa, en especial para la fe. Ya que, en el fondo de estas cuestiones, late una concepción antropológica, la compresión de la persona, el significado e identidad del ser humano.
PERSPECTIVAS DESDE LAS CIENCIAS
Empezaremos diciendo que no existe una orientación biológica, genética u hormonal innata, una especia de gen que, como veremos, lleve a diversas tendencias sexuales como son las distintas a la inherente constitución la persona, en su diversidad y complementariedad entre hombre y mujer. Tal como, en este sentido, ha reconocido hasta la Asociación Psicológica Americana (APA, 2012). Más, avanzado en estas consideraciones y cuestiones iniciales, citamos y remitimos a relevantes estudios. Como el del epidemiólogo y psiquiatra Paul McHugh, doctor en Medicina y especialista en Neurología por la Universidad de Harvard. Especializado en Psiquiatría en el Maudsley Hospital e Institute of Psychiatry, Universidad de Londres, director clínico y del Programa de Residencia en el New York Hospital de la Universidad de Cornell. Director del Departamento de Psiquiatría en el Johns Hopkins Hospital and Medical School de Baltimore, EEUU, situado sistemáticamente en los dos primeros lugares del ranking americano según la U.S. News and World Report. Es Distinguished Service Professor, máxima condecoración académica en aquella institución, donde ahora es Emeritus Professor.Y que ha realizado un reciente y mundialmente conocido informe sobre Género y Sexo, redactado junto a su colega, el Dr. Lawrence Mayer y que es conocido como el Informe Mayer (2016).
A su vez, ha colaborado con la relevante “declaración” de la Asociación Americana de Pediatría (2016) sobre esta cuestión del género, que es muy significativa sobre esta realidad. En estos estudios e informes, se nos muestra como la sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario: XY y XX son los marcadores genéticos constitutivos e inherentes de la persona, que es un ser concebido como hombre o como mujer. De esta forma, la sexualidad humana es binaria por definición, el desarrollo sexual y humano impide que haya un supuesto y denominado tercer sexo o intersexualidad. Por tanto, nacemos con un sexo biológico, masculino o femenino que son las realidades biológicas objetivas. Así, los niños y seres humanos a nivel biológico y vital, en su desarrollo habitual, irán adquiriendo esta identidad sexual diferenciada, diversa de varón y mujer. La prevalencia de este dato objetivo binario en la sexualidad, de la diversidad y complementariedad del hombre con la mujer, es similar en todas las culturas según los estudios. Como recoge incluso el de J. Michael Bailey y cols. (2016).
A no ser que se experimente la conocida como “disforia de género”, confusión de género, pero que (como vemos) no es la tendencia y dinamismo habitual e ideal del ser humano. Tal como aparece en el reconocido Manual diagnóstico y estadístico (DSM-V, American Psychiatric Association). Las teorías psicodinámicas y de aprendizaje social sobre la disforia de género son firmes a este respecto. Y, como nos muestra el DSM-V, lo habitual en los niños y niñas con género confuso es que acepten finalmente su sexo, biológico tras pasar la pubertad, de forma natural. Tal como, de la misma forma, estudia el Grupo de Identidad y Diferenciación Sexual, Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP, 2015).
Además, hay que conocer que las intervenciones con cirugía de reasignación de sexo y bloqueadores hormonales, con hormonas cruzadas se asocian con riesgos para la salud. Entre ellos hipertensión, coágulos de sangre, derrame cerebral y cáncer o suicidios que incluso, dichos suicidios, se disparan hasta en los adultos…. En esta línea, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), de la mano de David Adamson, ha reconocido que la condición más apropiada, para la natalidad y fertilidad de la vida humana, es esta diversidad en la complementariedad fecunda del hombre con la mujer. Por lo que la educación y cualquier acción con los niños, jóvenes u otra persona debe contemplar todos los datos que hasta ahora hemos expuesto y seguiremos mostrando en este trabajo.
Estas investigaciones y adquisiciones de la ciencia, por ejemplo, de la biología y pediatría como hemos visto, se ven confirmadas en la actualidad por las neurociencias con abundantes estudios. Como por ejemplo el Francisco J. Rubia Vila (2007), que es actualmente Catedrático Emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. También fue Catedrático de la Universidad Ludwig Maximillian de Munich, así como Consejero Científico de dicha Universidad. El de mujeres neurocientíficas como Louann Brizendine (2010), psiquiatra por Harvard, licenciada en medicina por Yale y que realiza sus investigaciones en neurobiología en Berkeley. Profesora de clínica psiquiátrica de la Universidad de California en San Francisco.
Los de José Manuel Giménez Amaya (2008), Catedrático de Anatomía y Embriología de la Universidad Autónoma de Madrid, o Natalia López Moratalla (2007), Catedrática de Bioquímica en la Universidad de Valencia y de Navarra. Todos estos estudios nos indican que, desde el inicio de la vida de las personas en el momento de la concepción, la constitución cerebral-neuronal que conforma la estructura corporal y humana, inherente de la persona, es propia y diversa: en el hombre con el sexo masculino; y en la mujer con su sexo femenino. Esto lo evidencia, como estudia F. J. Rubia, hasta casos tan famosos como la historia de David Reime.
ENFOQUES DESDE LA FILOSOFÍA
Dichas constataciones, con todos estos estudios e informes, ya habían sido pensados y observados desde su propio campo por la historia de la filosofía. Sócrates y Platón estudian la naturaleza humana, con el reconocimiento y elogio de la relación del hombre con la mujer. Tal como se presenta desde Platón en "El Banquete"(2004), Sócrates afirma que la unión de un hombre con una mujer es la relación fecunda y espiritual. En esta línea, ya en la edad media, siguiendo asimismo la antropología integral del humanismo semita y lo más valioso de Aristóteles, Tomás de Aquino nos muestra una visión global y honda de la naturaleza humana. En la que las diversas dimensiones se inter-relacionan, como la sexual y corporal que son inseparables de otras como la cultural o social. Con la relación del amor y el bien fecundo entre el hombre y la mujer (Comentario a las Sentencias, libro 4, distinción 33, c. 1, a. 2 c)
Ya en la edad moderna, los diversos y significativos autores como Kant (MS 24; VI, 227), con la consideración de la naturaleza humana en una antropología integral, que supone las diversa dimensiones naturales, físicas, corporales, morales y espirituales (Carvajal, 1999). Junto al mismo Marx, consideran que “la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano” (1964, 154). Engels va en esta misma línea (1972, 61-62). Proudhon, padre del anarquismo, contempla el matrimonio y familia de un hombre con una mujer como “belleza… Unión indisoluble”, que él “ama y reverencia como la única de nuestras antiguas instituciones a la cual ha conservado por respeto. Por cuanto en ella ve una encarnación de la justicia” (1892, 32). Ya en nuestra época, el personalismo (Burgos, 2011), con autores como Mounier o Zubiri (Molina, 1996) nos reafirman esta antropología y realidad objetiva de las personas. Con su naturaleza personal, física-biológica, corporal y social que, lejos de oponerse, inter-actúan mutuamente. Con los diversos subsistemas, dentro de un sistema unitario, que conforman la esencia de la persona; con sus notas estructurales y diferenciales que constituye la naturaleza humana, desde el inicio de la gestación y que, por tanto, merecen protección jurídica.
Todo lo anterior corrige a diversas corrientes filosóficas como neoplatonismos o gnosticismos, idealismos, ciertos existencialismos y postmodernismos que ponen en cuestión la naturaleza objetiva, corpórea y sexual del ser humano. Ya que no es una mera o simple elección, decisión o construcción cultural. El hombre o la mujer no sólo se hacen, no se construyen o de-construyen con una voluntad arbitraria según piensan o sienten una cosa u otra. Sino que nacen, se constituyen y desarrollan en el reconocimiento del don y esenciales dimensiones que le son dadas como humano, como es el cuerpo y el sexo. Sexo y género son pues inseparables y se fecundan mutuamente. Ya que la identidad personal y corporal, del hombre o mujer, se irán reconociendo en el dinamismo de la realidad social e histórica. Con su naturaleza y dignidad sagrada e inviolable. La esencia o naturaleza (ser) de la persona y la existencia humana, en sus circunstancias concretas, no son excluyentes. Se integran en el sujeto personal que va realizando su vocación, sus capacidades y posibilidades en lo real e historia. Como se ha desprende incluso de lo más valiosos de la filosofía de Ortega (Bono, 2015, 117-132).
Tal como nos muestra el personalismo, frente a las conocidas como ciencias sociales “estándar”, las ciencias humanas o sociales están subrayando la naturaleza humana. Con su dimensión física, biológica y dinámica en la relación y reconocimiento de los otros, con sus creencias o valores que constituyen lo más profundo de lo humano. A este respecto, son dignos de citar los trabajos y estudios de los hermanos Castro Nogueira (2013), que recogen y precisan todas estas ciencias como la neuropsicología y trabajos conocidos como los de S. Pinker, discípulo d N. Chomsky. Estos autores subrayan la importancia de la consideración de la naturaleza humana, para la recta comprensión de lo social.
Evidentemente, como ya señalamos al principio, una auténtica ciencia con conciencia, con ética y humanismo integral defiende la vida, dignidad con sus derechos y protagonismo de toda persona como es la mujer; de todo ser humano cualquiera que sea su condición, frente a toda discriminación, desigualdad e injusticia social-global. Lo que hemos visto hasta aquí, como expondremos a continuación, desde la propia especificidad de la fe con la Revelación de Dios en Cristo y con su diálogo con la razón o cultura, lo enseña la tradición y magisterio de la iglesia. Con los Papas como Francisco (LS 155; AL 292, 307, 56, 285) o testimonios de sabiduría y santidad como Mons. Romero (Hom. 18/3/1979; Hom. 6/11/1977), que nos muestran esta verdad, bien y belleza de la unión del amor fecundo de un hombre con la mujer que da vida. Con el matrimonio y familia con los hijos, con la solidaridad y justicia con los pobres de la tierra.