La Iglesia argentina celebra el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal del papa Francisco Card. Poli: “Que el Señor nos conceda seguir a Francisco, este hombre que sueña”

Card. Poli durante la homilía en la catedral metropolitana
Card. Poli durante la homilía en la catedral metropolitana

El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, presidió en la catedral metropolitana una misa jubilar por el 50º aniversario de la ordenación sacerdotal del papa Francisco

Poli enumeró los sueños de Francisco: "Una Iglesia que escuche, sinodal (...) Una Iglesia en salida, que se convierta en cauce para la evangelización más que para la autopreservación"

"Que el Señor nos conceda seguir a este hombre que sueña”, concluyó

(AICA).- El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, presidió el domingo 15 de diciembre en la catedral metropolitana, una misa jubilar por el 50º aniversario de la ordenación sacerdotal del papa Francisco.

En su homilía, el purpurado destacó que “el Adviento es alguien que viene a nuestra vida, es el tiempo que la Iglesia dispone para prepararnos, en primer lugar, a hacer memoria agradecida de la primera venida de Jesús en nuestra condición humana. Aquel pasaje de Belén que tanto nos alegra. Pero también quiere prepararnos para la promesa de Jesús, que ha dicho que vendrá en poder y gloria para que se imponga su justicia, su amor, su proyecto para la salvación de todos los hombres. Es alguien que viene, eso es el Adviento”.

Recordando al profeta Isaías, señaló: “Así como nosotros esperamos en la Navidad al Salvador del mundo, el profeta ya lo anuncia muchos siglos antes. Los signos visibles de esa venida, lo dice así: son los ciegos que recuperan la vista, los sordos oyen, los mudos alaban, los leprosos, que viven miserablemente, son sanados. Los que tienen parálisis vuelven a caminar y a sentir la libertad de su cuerpo. Todos podrán ponerse en camino hacia la patria en Jerusalén, y si antes fueron al destierro con lágrimas y llantos, ahora volverán con gozo y alegría, porque Dios hace justicia al justo, escucha al oprimido”.

“Desde que comenzó el Adviento, la liturgia nos invita a estar expectantes, orantes, alertas a la venida del Señor. El apóstol Santiago propone una espiritualidad de la espera. Así lo debemos esperar: con la paciencia del agricultor. Es decir con una espera que no es ociosa, sino paciente y activa a la vez, con la práctica de las buenas obras y la búsqueda de la reflexión interior por el camino de las virtudes, en especial de la magnanimidad, la grandeza de alma para con los que los rodean”, destacó.

En referencia al Evangelio de San Mateo, explicó que “primero nos narra que Juan está en la casa. Juan es un profeta, no se calla la verdad de Dios. Y a las autoridades les enrostra sus pecados y sus miserias. Es un profeta que lo dice todo, y ahora lo quieren silenciar. Y escucha hablar de las obras de Cristo, dice San Mateo”.

Adviento

“Las obras de Cristo, narradas por el mismo evangelista, tienen algunas cosas que sorprenden a Juan. Se junta con pecadores, es alguien que tiene compasión y misericordia, y por eso manda a preguntar: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’ porque Juan esperaba un mesías de juicio y condenación, y ahora siente hablar de Jesús, que se presenta como un mesías misericordioso. No viene a apagar la mecha humeante, sino que viene a salvar lo que hay de divino en el hombre. Viene por los enfermos y no por los sanos, que no lo necesitan. Viene por los pecadores, por la oveja perdida del pueblo de Israel”, detalló.

“Eso nos hace entender la pregunta de Juan. Sintió hablar de las obras de Cristo y por eso se pregunta: ‘¿Debemos esperar a otro?’. Jesús le dice a sus discípulos: Ustedes vayan y cuéntenle, que lo que anunció Isaías se está cumpliendo en él. Y agrega que los muertos resucitan, que la buena noticia es anunciada a los pobres”.

“Por eso Jesús dice: ‘Que nadie se escandalice de la venida de un Dios compasivo, que vino a rescatar lo que había de divino en el hombre. Un Jesús misericordioso’”, recordó.

“Es este un día de alegría porque damos gracias a Dios, que nos ha enviado el salvador del mundo. Y nos ponemos en la fila de los pecadores, porque sabemos que tenemos en Jesús un corazón misericordioso. Y esperamos la venida de Jesús con la sencillez de los pequeños”, afirmó, animando a “ponernos en ese pesebre imaginario de nuestro corazón, como los pequeños del banquete, dándole la bienvenida y alegrándonos de que Jesús está cerca porque es nuestro salvador. Jesús es el que nos anima, el que nos da la vista y la mirada, el que nos hace escuchar la Palabra, el que nos deja alabar a Dios, el que nos da el movimiento todos los días para poder levantar las manos y bajarlas a los hermanos”.

“Por eso estamos alegres en este día esperando la venida de Jesús. Hay tantos motivos para darle gracias, y muchos más motivos para estar alegres que tristes. La tristeza que a veces nos embarga por distintos motivos, sin embargo triunfa esta alegría, Jesús viene a nuestro lado y no se va, camina con nosotros. Es el mesías compañero, es el que va a estar con nosotros en el camino de la vida, y esta es la alegría profunda del cristiano”, aseguró.

“En este contexto de alegría, estamos celebrando también con mucho gozo los 50 años de la ordenación del papa Francisco. Ustedes saben que el papa Francisco entró a la Compañía de Jesús y después de una larga preparación, fue ordenado sacerdote hace 50 años, un 13 de diciembre. Lo celebramos el viernes pasado. Pero se suma a esta alegría que pasado mañana, Dios mediante, va a cumplir los 84 años de vida. El Papa entonces cumple años de ordenación y años de edad, que Dios le regala para servir a su Iglesia. Desde el primer momento de la ordenación así lo entendió, su Iglesia. Y lo coronó siendo vicario de Cristo, vicario en la tierra”, reconoció.

“Si la próxima venida de Cristo nos causa gran alegría porque nos llega el salvador, se suman estas alegrías porque el Papa es tan nuestro también. Lo sentimos nuestro padre, y le pedimos a Dios que se cumplan sus sueños”, deseó.

En ese sentido, enumeró: “Sueña con una Iglesia que escuche, una Iglesia sinodal, que escucha a los bautizados. Una Iglesia en salida, que deje a las 99 en el corral y que salga a buscar la perdida, porque nos ha recordado el papa Francisco en Amoris Laetitia, que Jesús no es pastor de 99, es pastor de 100 ovejas. Y quiere una Iglesia también servidora, que se ponga al servicio de los otros. Sueños del papa Francisco”.

“Y termino con este sueño que muchas veces lo repetimos, pero que nos interpela a todos: él dice ‘Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda la estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual, más que para la autopreservación’. Que el Señor nos conceda seguir a este hombre que sueña”, concluyó.

Francisco

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