El laico mexicano ha hecho una diferenciación entre el trabajo meramente humanitario y ético con la visión cristiana, porque “lo específico y propio del cristianismo nunca es lo meramente humano, sino que abrazando lo humano haya un plus que solo el cristianismo pueda”.
Esta lógica ha fascinado a Francisco y su pontificado se ha centrado en “no reducirse moralísticamente a código ético alguno, sino que el cristianismo supera cualquier comprensión ética de la vida”.
En este sentido, el cristianismo no se mide por la caridad o nivel de coherencia que mantengamos, sino que “la caridad que viene de arriba”, incluso “antes que nuestras buenas ideas sobre fraternidad, bien común, se encuentra la lógica de la encarnación, es decir, la iniciativa de Dios de inmiscuirse en nuestra historia y hacerse contemporánea de cada uno de nosotros”.
Sobre este particular –comenta Guerra – san Óscar Romero insistió en que ya basta de una reducción ética del cristianismo, porque el seguimiento a una persona es distinto que ser una persona de valores. El cristianismo anuncia algo más.
Llega a un nivel extraordinario “Dios abraza nuestra historia personal para que nadie quede fuera de un horizonte, marcado por algo más que un exhorto ético”. De hecho, “podremos encontrar miles de frases hermosas, de ayudar a otros, pero el plus cristiano está en la iniciativa de Dios que se nos adelanta y de esta manera nos muestra que hay un gesto de don mas grande que el mero don ético y humanitario”.
Salir a las periferias
Guerra plantea las diferencias entre la lógica filantrópica y la lógica de la comunión en estos términos: “La primera existe, es buena, muchas asociaciones de este tipo existen en el mundo, hay gestos muy fraternos y solidarios, del todo admirables. Lo propio de esta lógica es responder a la dignidad de la persona humana que es un llamado a la conciencia y que nos invita a una acción solidaria cercana y eficaz”
En cambio, la lógica cristiana, está basada en la comunión que Cristo tiene en nuestras vidas, es distinta. No ha anunciado un compromiso ético a modo del proemio de la declaración de los derechos humanos que dice que todos tenemos dignidad y merecemos igual respeto”.
Los cristianos “anunciamos lo más trascendental: que Dios se hizo carne en el más estricto sentido, al grado que hay presencia real de Jesucristo en el prójimo, porque ni siquiera nuestra incoherencia es motivo para desfallecer en el anuncio de la buena nueva”.
Por consiguiente, a medida que “entendemos con toda paz este tema, nos encontramos en capacidadde ir a las periferias, las geográficas y, especialmente, las existenciales, donde los espacios incómodos, donde la pura coherencia encuentra un límite”.
"La caridad, la ayuda no es solo con nuestros similares, sino que se debe practicar con los más alejados, descartados, divergentes, disidentes y hasta adversarios"
Abrazar a los descartados
El Secretario de la PCAL apuntó que “el hombre ético tiene miedo de acercarse a las situaciones complicadas, mientras que el cristiano está llamado a ser el primero en estar en la periferia abrazando”.
Añadió: “Más vale salir de la zona de confort y volvernos una Iglesia en salida y hasta equivocarnos, pero asumiendo el riesgo, que mantenernos en la comodidad”, sobre todo tener muy claro que la caridad, la ayuda “no es solo con nuestros similares”.
Se debe practicar “con los más alejados, descartados, divergentes, disidentes y hasta adversarios, en la medida que nuestro abrazo alcanza eso, anunciamos algo más que un bonito compromiso ético, sino que la comunión es el método para la reconstrucción de nuestra vida social”.