"Nuestro país y su Iglesia valiente y profética están en su corazón de pastor" La epístola del papa Francisco al pueblo 'poeta' de Nicaragua

El papa Francisco
El papa Francisco EFE

"Como periodista que sigue la actualidad religiosa, he tenido que responder innumerables veces la pregunta sobre 'el silencio' de la Santa Sede. Ese 'mutismo', repetido hasta saciedad por algunos medios de comunicación de Nicaragua y diversos grupos opositores radicalizados constituye, cuando menos, un pobrísimo entendimiento del funcionamiento de la Iglesia católica y de la figura del Papa frente a contextos profundamente represivos como el que vive nuestro país"

"El Papa sabe que en Nicaragua está frente a un régimen irracional que no ha escatimado esfuerzos en atacar, estigmatizar, perseguir, judicializar y desterrar a los católicos, puesto que los considera 'enemigos'. De hecho, la Iglesia nicaragüense sigue siendo la única y última institución dentro del país que aún escapa del control social férreo del matrimonio Ortega-Murillo. De allí viene la prudencia papal a la hora de pronunciarse. Sabe que están en juego muchas vidas"

"Los creyentes pueden estar seguros que cuentan con la cercanía y oración del Papa Francisco. Nuestro país y su Iglesia valiente y profética, están en su corazón de pastor"

Hace un año, escribí un artículo de opinión llamado El Papa Francisco frente al orteguismo”, a raíz de las declaraciones que había dado el Pontífice a un medio digital de su natal Argentina sobre el régimen que actualmente gobierna Nicaragua.

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En ese escrito, me preguntaba: “¿Qué dirán aquellos que han atacado furibundamente al pastor de la Iglesia universal, acusándole de ‘silencio’ respecto a las graves violaciones a los derechos humanos que se viven en Nicaragua?”.

Como periodista que sigue la actualidad religiosa, he tenido que responder innumerables veces la pregunta sobre “el silencio” de la Santa Sede. Ese “mutismo”, repetido hasta saciedad por algunos medios de comunicación de Nicaragua y diversos grupos opositores radicalizados constituye, cuando menos, un pobrísimo entendimiento del funcionamiento de la Iglesia católica y de la figura del Papa frente a contextos profundamente represivos como el que vive nuestro país.

16 pronunciamientos de Francisco

Francisco, desde 2018, ha hecho hasta 16 pronunciamientos públicos de diversa índole sobre la grave crisis sociopolítica que vive el pueblo nicaragüense, y muy especialmente, la Iglesia católica dentro de nuestro país. Por eso, a veces chirría que periodistas y políticos sigan hablando del supuesto e inexistente “silencio papal” frente a la situación de Nicaragua. En todo caso, quisiera creer que se trata de desconocimiento y no de mala fe.

Los dos últimos pronunciamientos de Francisco, entre ellos, una carta pastoral bellísima, nos muestra la preocupación de un pastor por su grey asediada, perseguida, estigmatizada y acorralada frente a un poder totalitario y blasfemo, que no duda en utilizar el aparato mediático del Estado para manipular la fe y las creencias cristianas de una población que abrumadoramente profesa el catolicismo.

Precisamente, la excepcionalidad de la carta pastoral nos muestra el interés vivo del Pontífice, que asegura que desde hace un tiempo deseaba escribirle al pueblo de Nicaragua. Un Papa no suele escribir este tipo de misivas a cualquier iglesia local o particular. Ha sido, como lo llamamos los nicaragüenses, “un detalle”, un gesto de cercanía y amor para una comunidad de creyentes que resiste desde su fe y la no-violencia activa predicada por el Evangelio frente a quienes intentan desde la fuerza de las armas destruir la presencia pública de la fe cristiana.

Al papa Francisco le sale la vena de poeta para consolar a un pueblo universalmente reconocido por la calidad literaria de sus poetas

En diversas entrevistas sobre esta carta, he dicho que al papa Francisco le sale la vena de poetapara consolar a un pueblo universalmente reconocido por la calidad literaria de sus poetas. En Nicaragua solemos decir que “todos somos poetas hasta que se demuestre lo contrario”.

Si bien, la misiva no hace referencia explícita a la persecución religiosa que ha emprendido el Estado nicaragüense en contra de los cristianos, en la misma encontramos pinceladas de cómo deben afrontar los creyentes esta difícil situación: La no-resignación, la oración activa y confiada, la celebración de la fe en el entorno íntimo y una exhortación a la fidelidad a la Iglesia.

Ciertamente, el momento que vive Nicaragua no puede ser más desolador. Desde el Estado se han aprobado unas reformas constitucionales que elevan al nivel de iure la represión que ya se venía ejecutando de facto, incluyendo el acoso en contra de toda la Iglesia (obispos, sacerdotes, religiosas, templos, obras sociales y laicos) y cualquier tipo de disenso de la voz oficial, por más pequeña que esta pueda ser dentro del país.

Para entender al Papa, tenemos que remontarnos a su historia personal, que es también la historia de América Latina y de la Iglesia que peregrina en nuestra región. Francisco –como muchos otros latinoamericanos- tuvo que afrontar en sus años como provincial de la Compañía de Jesús en su Argentina natal, la violencia irracional de la dictadura militar (1976-1983). En esos años, el joven sacerdote jesuita tuvo que esconder, ayudar a salir del país y participar en la protección de personas que estaban consideradas como “subversivas” por el régimen militar.

Si bien es cierto que en aquellos años difíciles de Argentina, era muy poco lo que se podía hacer para levantar la voz, el Papa armó una red de cooperación y solidaridad desde la Iglesia para el apoyo de aquellos que estaban siendo perseguidos. Muchos de estos testimonios están recogidos en un libro que invito a leer: La lista de Bergoglio. Los salvados por Francisco durante la dictadura argentina, del periodista italiano Nello Scavo.

Lo hecho por Francisco no era un hecho aislado. Motivados por su fe y por las exigencias cristianas del magisterio de la Iglesia contenidas tanto en el Concilio Vaticano II como en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano celebradas en Medellín (Colombia) y Puebla (México), obispos, sacerdotes y laicos comprometidos se lanzaron a la defensa activa de los derechos humanos en una región plagada de dictaduras e injusticias sociales. Célebres son la Vicaría de la Solidaridad en Chile, creada por el cardenal Raúl Silva Henríquez y el Socorro Jurídico impulsado por San Óscar Arnulfo Romero en El Salvador, por citar dos ejemplos.

Monseñor Romero y el papa Francisco, en una foto de archivo
Monseñor Romero y el papa Francisco, en una foto de archivo IGE

También en Nicaragua se hizo lo propio, cuando la Conferencia Episcopal denunció en sendas cartas pastorales a la dictadura de la familia Somoza, lo que provocó una airada animadversión entre el Ejecutivo y la Iglesia, especialmente en los postrimerías del somocismo.

Al situarse, desde la opción preferencial por los pobres, en una lucha por los derechos humanos, la Iglesia latinoamericana se llenó de mártires que fueron testigos de la fe y del compromiso por la vida frente regímenes que pisoteaban la dignidad humana.

La Iglesia latinoamericana aprendió durante aquellos oscuros años que es necesario alzar la voz contra las injusticias, pero no a costa de sacrificar lo más valioso que tienen los creyentes desde un punto de vista cristiano: La vida. En esta lógica se ha inscrito la actuación del papa Francisco con Nicaragua desde 2018.

El Papa sabe que en Nicaragua está frente a un régimen irracional que no ha escatimado esfuerzos en atacar, estigmatizar, perseguir, judicializar y desterrar a los católicos, puesto que los considera “enemigos”

El Papa sabe que en Nicaragua está frente a un régimen irracional que no ha escatimado esfuerzos en atacar, estigmatizar, perseguir, judicializar y desterrar a los católicos, puesto que los considera “enemigos”. De hecho, la Iglesia nicaragüense sigue siendo la única y última institución dentro del país que aún escapa del control social férreo del matrimonio Ortega-Murillo. De allí viene la prudencia papal a la hora de pronunciarse. Sabe que están en juego muchas vidas.

Por otro lado, el Papa no puede –ni debe- sustituir el papel que los gobiernos democráticos de América Latina, Europa o Norteamérica deben tener en la denuncia del anómalo régimen de Managua. Tampoco se le puede pedir a Francisco declaraciones exaltadas o acciones contundentes que son más propias del activismo político que les corresponde jugar a los laicos. Desde la prensa católica especializada muchas veces se tiene la percepción que la oposición desea que sean otros los que cumplan el rol que ellos mismos deberían estar realizando, puesto que la labor político-partidaria les corresponde a ellos y no a la jerarquía católica local ni a la Santa Sede.

En todos sus llamados, el Papa pide diálogo para resolver la crisis sociopolítica nicaragüense. Aquí, nuevamente sus planteamientos chocan con sectores radicalizados en Nicaragua, tanto en el régimen orteguista como en la oposición. Si no es por un proceso de diálogo serio y vinculante, ¿Cuál es la alternativa que se propone para salir del autoritarismo? La misma doctrina social de la Iglesia manifiesta que a ella no le corresponde brindar soluciones específicas a los problemas de índole social.

Es injusto cargar a la Iglesia la resolución del problema político nicaragüense. Los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos están ya pagando un alto costo por su fidelidad al Evangelio y pueblo. Los católicos de Nicaragua deberíamos todos sentirnos orgullosos del enorme testimonio de fe que estamos viendo en nuestro país, y que es reconocido a nivel internacional. No tengo dudas que el actual proceso de persecución religiosa devendrá en un florecer de la fe en nuestra patria. Desde el imperio romano, se sabe que el martirio es semilla de nuevos cristianos.

Los creyentes pueden estar seguros que cuentan con la cercanía y oración del Papa Francisco. Nuestro país y su Iglesia valiente y profética, están en su corazón de pastor.

La situación de Nicaragua hoy es la batalla por la vida frente al autoritarismo que representa muerte, cárcel, exilio y violación a los derechos humanos. En esta lucha, los creyentes pueden estar seguros que cuentan con la cercanía y oración del Papa Francisco. Nuestro país y su Iglesia valiente y profética, están en su corazón de pastor.

Para finalizar, traigo a colación una entrevista que brindó el obispo auxiliar de Managua, el carmelita Silvio José Báez, tras la visita ad limina que realizaron los obispos de Nicaragua al Papa Francisco a finales de 2017.

En nombre de sus hermanos obispos, monseñor Báez preguntó al Papa cuál debía ser su actitud frente al régimen de Ortega, poco abierto al disenso y con un proceso de concentración de poder en ciernes. Francisco contestó que si los poderosos no les escuchaban, que hablaran directamente a la gente. Esto es lo que ha hecho la Iglesia de Nicaragua durante estos años difíciles: Acompañar a las víctimas de la violación a los derechos humanos, defender la vida, denunciar las injusticias y brindar esperanza a un pueblo que sufre por la sinrazón de aquellos que ostentan el poder hoy en Nicaragua.

Siete años después, el Papa ha intentado llegar él mismo al corazón de los nicaragüenses con una carta pastoral entrañable que elogia la fe del pueblo de Nicaragua, les anima a practicar la no-violencia, les exhorta a permanecer fieles a la Iglesia frente a la represión y les pide poner su confianza en Dios cultivando la libertad interior, porque, solo podemos ser verdaderamente libres si escuchamos nuestra conciencia y cultivamos valores desde la fe que luego permeen en la sociedad.

El Papa ha intentado hablar al corazón del pueblo poeta de Nicaragua. Ha puesto en práctica el mismo consejo que dio en su día a los obispos de nuestro país. Como dice Francisco, “tengan la certeza que la fe y la esperanza realizan milagros”, porque un pueblo crucificado como el nuestro, más temprano que tarde va a resucitar para construir el país que nos merecemos los nicaragüenses: Libre, justo y democrático.

“La esperanza no defrauda” y “el amor todo lo espera”, ya lo escribió San Pablo.

(*) Periodista nicaragüense exiliado en España. / Twitter: @israeldej94

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