Morir, muerte y muerto en el DE de El Quijote
Ilustración: ◊ Llegó el fin y acabamiento de don Quijote ◊
Texto ilustrado por Gustave Doré (dibujo) y por Salvador Tusell (pintura):
"ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis días en la cama"
El Q.II.74.1. (1)
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La muerte de don Quijote prefigura la del propio Cervantes, «que vio llegar de cerca a la muerte, y, barrocamente, cristianamente, no le perdió la cara; antes al contrario, con serenidad católica de "ars moriendi", concluyó, tres o cuatro días antes de pasar a mejor vida, el 19 de abril de 1616, la dedicatoria del Persiles al conde de Lemos en términos bien sobrecogedores:
«Puesto ya el pie en el estribo, | con las ansias de la muerte, | gran señor, ésta te escribo.» | Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir [...]. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos.», Persiles, Pról., p. 867-868.
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mor-3: morimos: 1; morir: 36; morirá: 1; morirás: 3; moriré: 1; morirme: 1; morirse: 3
morir (doc. fin s. X, del lat vulg. morire, lat. mori ) v.intr. «Fenecer, acabar la vida… Algunas veces significa afecto grande congojoso, como: Fulano muere por casarse con Fulana», Cov. 814.b.41.
|| ¡Aquí morirás, Sansón y cuantos con él son: ® Sansón || morir de: 'sentir intensamente algo', II.47.8; alterna con perecer de: «Don Francisco de Quevedo, en su Visita de los chistes, vió la muerte en su trono y a los dos lados muchas muertes; estaba la muerte de Amores, la muerte de Frío, la muerte de Hambre, la muerte de Miedo y la muerte de Risa, todas con diferentes insignias.», Clem. 1705.a.
|| morir por / porque: loc.verb. hiperbólica 'estar muy deseoso de', I.25.3; II.6.
|| Aquí morirás, traidor…: ® aquí ® Sancha
|| morir y rabiar: hendíadis 'morir de rabia' • Después de la burla de la mano atada: «Don Quijote, que vio que ninguno de los cuatro caminantes hacía caso dél, ni le respondían a su demanda, moría y rabiaba de despecho y saña », I.44.8.
muer-: muere: 7; mueren: 4; mueres: 1; muérese: 2; muero: 6; muérome: 1; muerta: 23; muertas: 6; muerte: 152: [hasta la muerte: 6; vuestro hasta la muerte: 3]; muertes: 4; muerto: 108; muertos: 11; √ mor-3: morir
mueren en sus camas: Estamos en el gran escrutinio de la librería de DQ, casi al comienzo de la obra y, sin embargo, es imposible no ver que en la intención de su autor también don Quijote, caballero andante, comerá, dormirá y morirá en su cama, y hará testamento antes de su muerte. • El cura encomia el «Tirante el Blanco»: «aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte», I.6.40. ® «Tirante el Blanco»
muerta (de muerto ) adj. y f.
|| Altisidora, muerta por la crueldad de don Quijote: «Cervantes parodia las novelescas muertes de amor de algunas damas por otros tantos caballeros», Rico, 1186: «—En tanto que en sí vuelve Altisidora, | muerta por la crueldad de don Quijote», II.69.8.
|| espantóse la muerta de la degollada: ® degollada
|| muertas que muertas: 'cada vez más muertas' , comparación absoluta que cabe interpretar intensivamente: 'muy muertas', o temporalmente: 'cada vez más muertas'; en ambos casos se obtiene un efecto enfático. • El Caballero del Bosque se queja de su dama a don Quijote: «Detuve el movimiento a la Giralda, pesé los Toros de Guisando, despeñéme en la sima y saqué a luz lo escondido de su abismo, y mis esperanzas, muertas que muertas, y sus mandamientos y desdenes, vivos que vivos.», II.14.2. ® vivos que vivos
muerte (doc. fin s. X, del lat. mors, -tis, -tem) f. 'terminación de la vida' µ 'destrucción' • «PLEBERIO. Alisa, amiga, el tiempo, según me pareçe, se nos va, como dizen, dentre (a) las manos; corren los días como agua del río. No ay cosa tan ligera a huyr como la vida. La muerte nos sigue y rodea, de la qual somos vezinos y hazia su vandera nos acostamos, según natura; esto vemos muy claro si miramos nuestros yguales, nuestros hermanos y parientes en derredor; todos los come ya la tierra; todos yazen en sus perpetuas moradas. Y pues somos inciertos quándo havemos de ser llamados, viendo tan ciertas señales, devemos echar nuestras barvas en remojo y aparejar nuestros fardeles para andar este forçoso camino; no nos tome improvisos ni de salto aquella cruel boz de la muerte; ordenemos nuestras ánimas con tiempo; que más vale prevenir que ser prevenidos», Celestina, p. 301-302.
|•| Sancho nos ofrece un resumen de cómo la ve en el Q. la gente simple, que prefiere un salario conocido a estar a mercedes, que llegan tarde, o mal, o nunca: «—Es el caso—replicó Sancho—que como vuestra merced mejor sabe, todos estamos sujetos a la muerte, y que hoy somos y mañana no, y que tan presto se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle; porque la muerte es sorda, y cuando llega a llamar a las puertas de nuestra vida, siempre va de priesa y no la harán detener ni ruegos, ni fuerzas, ni ceptros, ni mitras, según es pública voz y fama, y según nos lo dicen por esos púlpitos.», II.7.27.
• Sancho, que ve solución a todo menos a la muerte, decide inventar una Dulcinea que puede mostrar a don Quijote: «todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida.», II.10.11.
• En El celoso extremeño leemos: «—Bien está —dijo el negro—; que para todo hay remedio si no es para excusar la muerte», NovelEj., p. 145.b.
• Para Don Quijote, lo que Sancho dice de la muerte por sus rústicos términos, es decir, en su mayor parte por refranes, es lo que pudiera decir un buen predicador: «está muy puesto en razón natural que primero llegue el día de mi muerte que el de la tuya; y así, jamás pienso verte mudo, ni aun cuando estés bebiendo o durmiendo, que es lo que puedo encarecer.
—A buena fe, señor—respondió Sancho—, que no hay que fiar en la descarnada, digo, en la muerte, la cual también come cordero como carnero; y a nuestro cura he oído decir que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora más de poder que de melindre; no es nada asquerosa, de todo come y a todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas; que a todas horas siega, y corta así la seca como la verde yerba; y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina, que nunca se harta; y aunque no tiene barriga, da a entender que está hidrópica y sedienta de beber solas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fría.
—No más, Sancho—dijo a este punto don Quijote—. Tente en buenas, y no te dejes caer; que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos es lo que pudiera decir un buen predicador.», II.20 § 56-58.
• Don Quijote, hablando con el paje que va a la guerra por necesidad, le dice que si la muerte es buena, el mejor de todos los sucesos es el morir: «aparte la imaginación de los sucesos adversos que le podrán venir; que el peor de todos es la muerte, y como ésta sea buena, el mejor de todos es el morir.», II.24.30.
|| muerte [de don Quijote]: Don Quijote quiere hacer buena su propia muerte: «Yo me siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombre de loco; que puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte.», II.74.8. ® dar su espíritu ® hacerla [la muerte] ® tragedia
|| muerte adminícula: ® adminícula
|| muerte cevil: forma disimilada que alterna con muerte civil: por antífrasis 'vida cruel', ya que la privación de todos los derechos, como si el condenado no existiera, (Schevill-Bonilla) hace que éste viva como si estuviera muerto. El empleo de cevil con el sentido de 'cruel' lo observamos en un texto del Inca Garcilaso de 1605: «Muchos españoles sacaron desbaratadas las çejas y narizes y estropeados los braços a tizonazos; otros alcançaron grandes puñadas, bofetones, pedradas o palos, cada cual según le cupo la suerte de tan cevil mercado», La Florida, p. 226. «Estos, y otros muchos casos semejantes, acaecieron en esta más que cevil batalla, donde uvo cuatro españoles muertos, muchos malamente lastimados.», ibíd., p. 228.
• La muerte cevil es el caso de Ginés de Pasamonte: «—Va por diez años—replicó la guarda—, que es como muerte cevil. No se quiera saber más sino que este buen hombre es el famoso Ginés de Pasamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla.», I.22.46.
|| «muerte civil y continua», II.39. 'privación de todos los derechos para siempre'; aunque es posible que en este contexto civil signifique 'cruel', como cevil en el precedente.
||…muerte…
|| Caballero de la Muerte: otro ejemplo que da don Quijote de caballero con nombre apelativo, I.19.40. Se trata de Amadís de Grecia, llamado por otro nombre Caballero de la Ardiente Espada. ® apelativo.
|| con igual pie pisaba [la muerte]: alusión por Sancho, II.20.57, que recuerda un dicho del cura, al verso (y adagio) de Horacio, citado en latín en el Prólogo de 1605, (Schevill-Bonilla). ® pallida mors
|| Aventura de «Las Cortes de la Muerte», II.11.Epígr. Se cree, siguiendo a Cortejón, que Las Cortes de la Muerte, cuyos recitantes encontramos en II.11, son una obra de Lope de Vega: «La compañía va representando un auto sacramental titulado Las cortes de la Muerte, que tal vez haya que identificar con el Auto sacramental de las Cortes de la Muerte de Lope de Vega (que va precedido de una Loa de Mira de Amescua). Varios personajes que figuran en el auto de Lope, así como ciertos detalles de sus disfraces, corresponden con lo que narra Cervantes en este capítulo [cliii] (Schevill-Bonilla, Rgz Marín).
• «La inclusión de estos retazos de realidad contemporánea y la alusión al auto sacramental de Las Cortes de la Muerte no son casuales. Es importante recordar que el auto de Lope es la versión barroca de las antiguas Danzas de la Muerte tardomedievales, y escenifica el encuentro entre el Hombre y las figuras del diablo, el Tiempo, la Locura y la Muerte, que le someten a un grotesco juicio. El hombre se salvará sólo tras haber renegado de su loca vida. En el auto sacramental, además, aparece precisamente la figura carnavalesca del botarga, que representa, en la pieza, el papel de la Locura… Curioso encuentro: he aquí a un loco disfrazado de caballero andante frente a un actor disfrazado de loco, esto es, al loco frente a su imagen emblemática… el episodio se inscribe perfectamente en la trayectoria narrativa de la Segunda parte. Tras el preludio de Dulcinea encantada, se va perfilando aquí la visión de una realidad paradójica, que pone en escena, frente al loco, la imagen de su locura, mientras asoman esos presagios de muerte que irán jalonando el último viaje del caballero...», Stefano Arata, en Rico 1998 b, p. 133. ® octava del Corpus ® Angulo el malo
|| como la muerte que debo a Dios: es juramento. Nada más propio de cada hombre que la muerte que Dios ha de enviarle; así, pues, la muerte puede convertirse en símbolo máximo de la propiedad y de la certeza, porque efectivamente es lo único que nadie puede quitarle a cada hombre. Refrán: ««¡Para la muerte ke a Dios devo, de perexil está el mortero!» Kontra los ke se espantan i hazen karamillo de kosas de nonada. Es estribillo de akel kantar: «Komadres, las mis komadres, | io tengo dos kriadas | mui vellakas i mui malas; | por estarse arrellanadas | nunka linpian el maxadero; | ¡para la muerte ke a Dios devo, | de perexil está el mortero!»», Corr. 455.a.
• Disputa en la venta entre el barbero de la bacía y Sancho Panza a propósito de la albarda que éste se apropió: «—Señores, así esta albarda es mía como la muerte que debo a Dios, y así la conozco como si la hubiera parido», I.44.49.
|| contrapuestas muertes: ® contrapuestas
|| el amor tiene la misma condición que la muerte: 'el amor y la muerte nos igualan a todos' Nueva adaptación del "Pallida mors æquo pulsat pede...", de Horacio. • Don Quijote intenta explicar el comportamiento de Altisidora, que él cree de enamorada: «el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte: que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores», II.58.26.
|| el sueño se parece a la muerte: ® sueño: bien haya el que inventó el sueño
|| ellos tendrían por felicísima su muerte: El cura advierte a don Fernando que Cardenio y Luscinda preferirían la muerte a una vida separados: «sola la muerte podía apartar a Luscinda de Cardenio; y aunque los dividiesen filos de alguna espada, ellos tendrían por felicísima su muerte», I.36.36. • En la ed. pr., p. 218, lín. 30, se lee «tu muerte», que corregimos siguiendo la ed. de Bruselas.
|| hacerla [la muerte]: loc.verb. don Quijote, gravemente enfermo, habla a su sobrina: «Yo me siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombre de loco; que puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte.», II.74.7.
• Compárese con la loc.verb.: hacer… fin: 'morir', (Rgz Marín). Durante la burla de la mano atada DQ amenaza de muerte al padre de quien pide su mano: «él se guardará bien deso, si ya no quiere hacer el más desastrado fin que padre hizo en el mundo», I.43.36.
• La muerte de don Quijote prefigura la del propio Cervantes, «que vio llegar de cerca a la muerte, y, barrocamente, cristianamente, no le perdió la cara; antes al contrario, con serenidad católica de "ars moriendi", concluyó, tres o cuatro días antes de pasar a mejor vida, el 19 de abril de 1616, la dedicatoria del Persiles al conde de Lemos en términos bien sobrecogedores: «Puesto ya el pie en el estribo, | con las ansias de la muerte, | gran señor, ésta te escribo.» | Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir [...]. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos.», Persiles, Pról., p. 867-868.
• Incluso tuvo la entereza de despedirse de todos y de la vida, al finalizar el prólogo de la misma novela: «Adiós gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!», Persiles, Pról. p. 869 [cliv]. ® loco: vuelto… de loco a cuerdo
|| hasta la muerte, todo es vida: II.59.6. «Hasta el morir, todo es bivir. • Hasta la muerte, todo es vida.» Corr. 581.a. || la mejor muerte: Don Quijote atribuye a César el pensamiento de que la mejor muerte es «la impensada, la de repente y no prevista», II.24.30. Anécdota recogida por Suetonio, Julio César, 87, y por Erasmo en sus Apothegmas [clv]; sobre la muerte inesperada, (Cortazar-Lerner, Murillo).
|| la muerte debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos: ® yugo
|| la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos: ® condes
|| la muerte no triunfó de su vida: ' la muerte no triunfó sobre su vida' • Nuevo epitafio puesto por Sansón Carrasco: «la muerte no triunfó | de su vida con su muerte.», II.74.30.
|| Las Cortes de la Muerte: «—Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo; hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece», II.11.12.
|| mi muerte, II.74 § 7 y 12. Muerte consciente de don Quijote. ® dar su espíritu; ® hacerla [la muerte]
|| para todo hay remedio, si no es para la muerte: ® remedio
|| poder de la muerte: «La pálida muerte con pie de igual pujanza bate la choza del pobre y las torres de los reyes», (Schevill-Bonilla). Horacio, Odas, I, vs. 4., citado en latín en el Prólogo de 1605.
• Refranero: «La muerte todo lo barre, todo lo iguala i todo lo ataxa; {o} La muerte lo iguala todo, lo ataxa todo, lo barre todo.», Corr. 203.b.
|| ven muerte, tan escondida: variante, en II.38.23, de los versos segundo y tercero de una copla famosa del Comendador Escrivá, poeta valenciano del siglo XV; se publicó como suya en el Cancionero general de Fernando del Castillo, 1511 [clvi], (Cortazar-Lerner, Murillo, Gaos).
muerto (doc. fin s. X, p.p.irreg. de morir, del lat. mortuus, de mori 'morir') p.p., adj. y s. 'sin vida' µ 'poco activo, muy fatigado' :: 'muy dolorido'
|| muerto de amores: Enfermar y morir de amor es un tópico tanto de la literatura culta como de la popular. • Estando invitado por unos cabreros, Don Quijote ha oído el romance del cabrero Antonio; llega la noticia de la muerte del enamorado Grisósotomo: «murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela», I.12.3. ® Grisóstomo.
|| muerto en su lecho: Don Quijote muere en su lecho como «el nunca como se debe alabado Tirante el Blanco», I.13.11. : «Hallóse el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote», II.74.26. Que esto sería así lo hacían prever las palabras del cura durante el escrutinio de la librería de don Quijote: «por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte», I.6.40.
|| muerto naturalmente: 'no aparente, sino realmente'; y también 'no por violencia, sino en su cama', (Rgz Marín); se trata de la muerte consciente de don Quijote.
• La verdad de la muerte de Alonso Quijano, llamado comúnmente Don Quijote de la Mancha, es testimoniada por un escribano, a petición de su vecino y amigo el Cura, para evitar que algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucite falsamente, haciendo así imposible todo nuevo plagio de la historia verdadera de sus hazañas, cuyo autor exclusivo es el dicho Cide Hamete Benengeli: «Viendo lo cual el Cura, pidió al escribano le diese por testimonio cómo Alonso Quijano el Bueno, llamado comúnmente Don Quijote de la Mancha, había pasado desta presente vida y muerto naturalmente; y que el tal testimonio pedía para quitar la ocasión de que algún otro autor que Cide Hamete Benengeli le resucitase falsamente e hiciese inacabables historias de sus hazañas.», II.74.27.
|| muerto por V. inf.: 'deseoso en extremo' significación análoga a la de muerto de N, perecido de N. • «Don Quijote callaba, y Sancho andaba muerto por ver el rostro de la Trifaldi y de alguna de sus muchas dueñas», II.38.7.
||…muerto…
|| aventura del cuerpo muerto: Desde la Vida de Cervantes de Navarrete se ha visto en esta aventura una reminiscencia del traslado secreto del cadáver de San Juan de la Cruz desde Úbeda a Segovia en mayo de 1593. El santo murió cerca de Baeza, en Andalucía, en diciembre de 1591, y se le quiso trasladar a Segovia, en Castilla. En tiempos del Quijote existía ya una cierta leyenda popular compuesta de los relatos de sucesos maravillosos ocurridos durante el traslado del cuerpo del reformador teresiano, que, como es sabido, tuvo al igual que Santa Teresa muchos más amigos fuera de su orden que dentro, donde tenían bastantes enemigos declarados (Rgz Marín).
• Sin embargo hay que tener en cuenta que es frecuente en libros caballerescos el encuentro con un traslado de un cuerpo muerto, como el que acontece en I.19. Clemencín anotó la semejanza entre este episodio y uno análogo del Palmerín de Inglaterra, c. 76-77 [clvii]. Caminando juntos Floriano del Desierto, su hermano Palmerín y Pompides, «vieron venir hacia sí unas andas cubiertas con un paño negro acompañadas de tres escuderos que hacían llanto por un cuerpo muerto que dentro dellas iba... detuvo al uno de los escuderos para preguntalle la razón de su muerte». Responde el escudero que el que llevan en las andas es Fortibrán el Esforzado, muerto el día anterior por cuatro calleros, y propone a Floriano que «vengue tan gran maldad, por lo cual si os atrevéis a hacerlo, allende de acrecentar vuestra fama, daréis causa que no se cometan otras traiciones como ésta». Floriano se encarga de su venganza. Tan evidente es la réplica paródica, consciente e intencionada (MdeRiquer), que Cervantes imita incluso el epígrafe del c. 77: «De lo que aconteció a Floriano del Desierto en aquella aventura del cuerpo muerto de las andas», (MdeRiquer, Murillo). ® encamisados: Aventura de los ENCAMISADOS
|| caer muerto: «descripción o narración del caer muerto»: «si el fraile no se dejara caer de la mula, él le hiciera venir al suelo mal de su grado, y aun mal ferido, si no cayera muerto.», I.8.35.
• Cervantes imita un recurso del estilo formulario de los libros andantescos. Sobre este estilo escribió Arturo Marasso: «En los incomparables combates caballerescos no se les puede mermar magnitud a los golpes; si de un golpe se abate el adversario, se destruye la descripción del combate; si se le quita valor y resistencia, se aminora el triunfo del héroe; hay que encontrar la fórmula que, a pesar de la magnitud del golpe, prolongue la vida de los adversarios y sobre todo la del héroe de la novela...», 1939, p. 37-38.
|| sin haberte muerto los infinitos palos: 'sin haberte matado los infinitos palos', II.62.20.
|| váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza: Éste es el primer refrán que pronunció Sancho, en I.19.47, tras la aventura del cuerpo muerto y de los encamisados, de la cual sacó como provecho el repuesto que traían aquellos buenos señores, bien abastecido de cosas de comer.
• Era más corriente la versión: ««El muerto a la fosada, y el vivo a la hogaza» «Fosada» es: la huesa, fuesa, i guesa. Ia dizen: «El muerto a la huesa, i el bivo a la mesa»; o «El muerto a la mortaxa, el bivo a la hogaza».», Corr. 116.b.; o en orden inverso: «Al bivo la hogaza, i al muerto la mortaxa.», Corr. 41.a. Covarrubias registra bajo Hogaza: ««El muerto a la cava, y el vivo a la hogaza»; por más sentimiento que los vivos tengan de los muertos, en dexándolos en la sepultura se vienen a comer a casa.», Cov. 693.a.59. • Como si Sancho quisiera ponerlo en práctica apenas pronunciado: «rogó a su señor que le siguiese; el cual… le siguió. Y a poco trecho… se hallaron en un espacioso y escondido valle… y tendidos sobre la verde yerba, con la salsa de su hambre, almorzaron, comieron, merendaron y cenaron a un mesmo punto, satisfaciendo sus estómagos con más de una fiambrera que los señores clérigos del difunto —que pocas veces se dejan mal pasar— en la acémila de su repuesto traían.», I.19.48.
Fuente: Salvador García Bardón, Dicccionario enciclopédico de El Quijote, Skynet, 2005.
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(1) Ilustración:
◊ Llegó el fin y acabamiento de don Quijote ◊
Texto ilustrado por Gustave Doré (dibujo) y por Salvador Tusell (pintura):
"ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis días en la cama"
El Q.II.74.1.
Légende de l'édition française :
[Tome II. Seconde partie. Fig. en bandeau du chap. LXXIV : Don Quichotte sur son lit de mort.]
Contexto del texto ilustrado:
Capítulo Setenta y cuatro y último. De cómo don Quijote cayo malo, y del testamento que hizo, y su muerte.
1. Como las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinación de sus principios hasta llegar a su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de don Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba; porque, o ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, o ya por la disposición del cielo, que así lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis días en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero, sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza, su buen escudero.
2. Éstos, creyendo que la pesadumbre de verse vencido y de no ver cumplido su deseo en la libertad y desencanto de Dulcinea le tenía de aquella suerte, por todas las vías posibles procuraban alegrarle, diciéndole el bachiller que se animase y levantase, para comenzar su pastoral ejercicio, para el cual tenía ya compuesta una écloga, que mal año para cuantas Sanazaro había compuesto, y que ya tenía comprados de su propio dinero dos famosos perros para guardar el ganado, el uno llamado Barcino, y el otro Butrón, que se los había vendido un ganadero del Quintanar. Pero no por esto dejaba don Quijote sus tristezas.
El Q.II.74.1-2.
Fuente: Salvador García Bardón: "El Quijote ilustrado por G. Doré y pintado por S. Tusell
Los textos ilustrados y su contexto textual":