El neologismo cervantino "baciyelmo" en El Quijote
baciyelmo (neologismo cervantino en 1605, contracción de bacía + yelmo) m. Viendo que la 'realidad oscilante' se complica con la polionomasia, Sancho decide simplificarla mediante la composición morfológica.
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bac-: bacía: 32; bacín: 2; baciyelmo: 1
bacía (doc. 1552, ¿1368? Es verosímil que el vocablo proceda de allende el Pirineo, quizá del fr. anticuado bassie íd., que parece ser forma dialectal correspondiente a un lat. vg. *bacceata, deriv. de baccea, Cor.) f. 'Vasija cóncava con una escotadura semicircular en el borde, usada para contener líquidos, y también por los barberos para mojar la barba.': «Bacía. Vaso grande, hondo y tendido en que se suelen lavar otros vasos y derramar sobre él agua… bazín, vaso de contumelia, porque vaciamos en él los excrementos», Cov. 178.a.36.
«Adviértase que las bacías [de barbero] del tiempo de Cervantes, en que se llevaba barba larga, debían de ser de hechura más honda que las de ahora. De otro modo no era posible que una bacía se encajase y mantuviese en la cabeza como sucedía con el baciyelmo de nuestro hidalgo. No se ha tenido presente esta consideración al grabar las estampas de las diferentes ediciones del QUIJOTE. En ellas se ha representado a nuestro caballero con una bacia ordinaria de las de ahora, cuya figura haría inverosímiles todos los sucesos y circunstancias de la fábula que tienen conexión con esto.», Clem. 1197.a.
|| bacía de azófar: ® azófar
|| bacía de barbero pintiparada: El miedo de Sancho a la cólera de su amo provoca esta concesión: un yelmo que parece bacía, I.21.21. DQ admitirá el parecido: «ésta, que parece bacia de barbero, como tu dices», I.21.22. (Gaos)
|| bacía vs bacín: Don Quijote trata despectivamente al Barbero de «señor Bacía», II.1.26. Apodo dado tomando por metonimia el nombre de uno de los instrumentos más característicos de su oficio.
• El comisario de los galeotes hace un empleo despectivo de esta palabra dirigiéndose a don Quijote, que lleva sobre la cabeza la bacía de barbero que él toma por el yelmo de Mambrino: «enderécese ese bacín que trae en la cabeza», I.22.67, donde emplea "bacín" en lugar de "bacía", como si dijera hoy orinal.
• El imitador Avellaneda da prueba de su tendencia escatológica, inimaginable en Cervantes, prefiriendo bacín de barbero a bacía de barbero, en una réplica equívoca del ventero, colérico con su moza gallega: «no me la haga yo en bacín de barbero sin no me la pagaredes todo junto», DQA, 5 § 15: GªS, p. 109.
|| bacía… pieza … la … la: En la réplica donde don Quijote explica a Sancho la trasmutación del yelmo, el pronombre la repetido dos veces se refiere a pieza, mencionada al principio del período. Pero la ambigüedad del caso es tal, que a todas luces se ve que Cervantes quiso aludir con el pronombre la también a bacía, de modo que pudiera entenderse no que don Quijote dijera que Vulcano forjó un yelmo para Marte, sino que le hizo una bacía. La ambigüedad da en un desatino de lo más consciente. No existen, ni podrían existir, antecedentes para afirmar tal origen del yelmo de Marte, (Schevill y Marasso, Murillo):
«—¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza deste encantado yelmo, por algún estraño acidente debió de venir a manos de quien no supo conocer ni estimar su valor, y, sin saber lo que hacía, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la otra mitad para aprovecharse del precio, y de la otra mitad hizo ésta, que parece bacía de barbero, como tú dices; pero sea lo que fuere, que para mí que la conozco no hace al caso su trasmutación, que yo la aderezaré en el primer lugar donde haya herrero, y de suerte que no le haga ventaja, ni aun le llegue, la que hizo y forjó el dios de las herrerías para el dios de las batallas», I.21.22
|| le dio por la bacía ocho reales: 'el cura le dio al sotobarbero por su bacía ocho reales'
• Fin del litigio por el yelmo: «en lo que tocaba a lo del yelmo de Mambrino, el cura, a socapa y sin que don Quijote lo entendiese, le dio por la bacía ocho reales, y el barbero le hizo una cédula del recibo», I.46.3.
• Es exactamente el precio que había imaginado Sancho: «Mandó a Sancho que alzase el yelmo, el cual, tomándola en las manos, dijo: —Por Dios que la bacía es buena, y que vale un real de a ocho como un maravedí», I.21.16.
|| le quitó la bacía de la cabeza: El galeote estudiante le quitó la bacía de la cabeza a don Quijote y la hizo pedazos: «fue sobre él el estudiante y le quitó la bacía de la cabeza, y diole con ella tres o cuatro golpes en las espaldas y otros tantos en la tierra, con que la hizo pedazos.», I.22.78.
|| tomándola en las manos [la bacía]: ® tomándola
bacín (doc. s. XIII, del lat. tardío bacchinon 'taza', de origen desconocido) m. 'orinal alto y cilíndrico'. «Bacín, palabra que en lo antiguo significaba bacía o palancana, y que el uso empezaba ya a hacer indecente en tiempo de Cervantes, destinándola a significar los vasos de uso preciso para la limpieza personal. Cervantes empleó agudamente esta voz, que en su tiempo era aún equívoca, para ridiculizar más el yelmo de Don Quijote.», Clem. 1221.a.
|| bacín de barbero: «Cuando un lugar es pequeño, y cualquiera cosa que se haga en él se divulga por todos los vecinos, decimos ser bacín de barbero, el cual por ser hondo, delgado y de metal sonoro, el menor golpe que se dé en una parte dél, va resonando y haciendo ecos por todo el bacín; y así fue galana la similitud de bacía y bacín.», Cov. 178.a.42. ® bacía vs bacín
baciyelmo (neologismo cervantino en 1605, contracción de bacía + yelmo) m. Viendo que la 'realidad oscilante' se complica con la polionomasia, Sancho decide simplificarla mediante la composición.
• Sobre el tema de 'la realidad problemática', ver Castro, Spitzer, y Avalle-Arce, Deslindes cervantinos, Madrid.
|•| Feliz invención de Sancho, gran «prevaricador» de la lengua y adicto al perspectivismo, que resuelve con la morfología, componiendo una palabra, lo que la realidad divide, produciendo el enfrentamiento de la venta entre partidarios del yelmo y partidarios de la bacía, I.44.56. «Sancho, al forjar este término, revela la diplomacia y habilidad de componedor con que brilla en los fallos judiciales de la ínsula Barataria. El objeto en litigio queda convertido a la vez en bacía —lo es para Sancho—y yelmo—concesión a DQ.», Gaos 1987, p. 868.
• «—Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden de caballería que profeso que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin haber añadido en él ni quitado cosa alguna.—En eso no hay duda—dijo a esta sazón Sancho—porque desde que mi señor le ganó hasta agora no ha hecho con él más de una batalla, cuando libró a los sin ventura encadenados; y si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien, porque hubo asaz de pedradas en aquel trance.», I.44.55-56.
• Estas reflexiones han servido de clave para lo que ha venido en llamarse el «perspectivismo» cervantino con su doble vertiente filosófica y lingüística. Fue mérito de A. Castro [1925/87:79-88] el haber iniciado la reflexión de los cervantistas sobre el tema, y de Spitzer [1948/55; 1962/80] el haber articulado su formulación actual.
• «Esta manía quijotesca de interpretar el mundo según la literatura, rechazando el parecer de otros personajes, hace que la realidad a veces se convierta en una suerte de carnaval de apariencias encontradas. Por ejemplo, en opinión de DQ, «uno de los efectos» del miedo de Sancho «es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son». Se anticipa aquí el «perspectivismo» que algunos han querido ver como uno de los grandes temas del Q. Sea lo que fuere, no hay duda que las disputas sobre la naturaleza de lo real constituyen una de las más poderosas fuentes cómicas del Q., y C., con su genial sentido narrativo, las hará culminar en la gran farsa del pleito del yelmo de Mambrino y la albarda del barbero (I.44).», Edwin Williamson, en Rico 1998 b, p. 55. «Todo el capítulo [I.44] está fuertemente marcado por la construcción de un «mundo al revés»: parte de los personajes, al hacerse cómplices de la locura de DQ, burlándose de él, anticipan ya una línea narrativa que estructurará la Segunda parte.», Jacques Joset, en Rico 1998 b, p. 99.
Imagen: Fotograma del filme "Las locuras de don Quijote", película española dirigida por Rafael Alcázar, 2006.
Argumento: Don Quijote y su fiel Sancho recorren las tierras de La Mancha en este largometraje, mezcla de ficción y documental, que busca analogías y diferencias entre la novela y la vida real de Miguel de Cervantes.
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◊ Si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien ◊
Articulación diegética: Explicación por Sancho Panza de la legitimidad del baciyelmo y alusión a su utilidad en la aventura de los Galeotes.
Texto ilustrado por el fotograma del filme "Las locuras de don Quijote"
56. —En eso no hay duda—dijo a esta sazón Sancho—porque desde que mi señor le ganó hasta agora no ha hecho con él más de una batalla, cuando libró a los sin ventura encadenados; y si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien, porque hubo asaz de pedradas en aquel trance.
Contexto del texto ilustrado:
CAPÍTULO XLIV: Donde se prosiguen los inauditos sucesos de la venta
43. Ya a esta sazón estaban en paz los huéspedes con el ventero, pues por persuasión y buenas razones de don Quijote, más que por amenazas, le habían pagado todo lo que él quiso, y los criados de don Luis aguardaban el fin de la plática del oidor y la resolución de su amo, cuando el demonio, que no duerme, ordenó que en aquél mesmo punto entró en la venta el barbero a quien don Quijote quitó el yelmo de Mambrino y Sancho Panza los aparejos del asno, que trocó con los del suyo; el cual barbero, llevando su jumento a la caballeriza, vio a Sancho Panza que estaba aderezando no sé qué de la albarda, y así como la vio la conoció, y se atrevió a arremeter a Sancho, diciendo:
44. —¡Ah don ladrón, que aquí os tengo! ¡Venga mi bacía y mi albarda, con todos mis aparejos que me robastes!
45. Sancho, que se vio acometer tan de improviso y oyó los vituperios que le decían, con la una mano asió de la albarda, y con la otra dio un mojicón al barbero, que le bañó los dientes en sangre; pero no por esto dejó el barbero la presa que tenía hecha en el albarda, antes alzó la voz de tal manera, que todos los de la venta acudieron al ruido y pendencia, y decía:
46. —¡Aquí del rey y de la justicia; que sobre cobrar mi hacienda me quiere matar este ladrón, salteador de caminos!
47. —Mentís —respondió Sancho—; que yo no soy salteador de caminos; que en buena guerra ganó mi señor don Quijote estos despojos.
48. Ya estaba don Quijote delante, con mucho contento de ver cuán bien se defendía y ofendía su escudero, y túvole desde allí adelante por hombre de pro, y propuso en su corazón de armalle caballero en la primera ocasión que se le ofreciese, por parecerle que sería en él bien empleada la orden de la caballería. Entre otras cosas que el barbero decía en el discurso de la pendencia, vino a decir:
49. —Señores, así esta albarda es mía como la muerte que debo a Dios, y así la conozco como si la hubiera parido; y ahí está mi asno en el establo, que no me dejará mentir; si no, pruébensela, y si no le viniere pintiparada, yo quedaré por infame. Y hay más: que el mismo día que ella se me quitó, me quitaron también una bacía de azófar nueva, que no se había estrenado, que era señora de un escudo.
50. Aquí no se pudo contener don Quijote sin responder, y poniéndose entre los dos y apartándoles, depositando la albarda en el suelo, que la tuviese de manifiesto hasta que la verdad se aclarase, dijo:
51. —¡Porque vean vuestras mercedes clara y manifiestamente el error en que está este buen escudero, pues llama bacía a lo que fue, es y será yelmo de Mambrino, el cual se le quité yo en buena guerra, y me hice señor dél con ligítima y lícita posesión! En lo del albarda no me entremeto; que lo que en ello sabré decir es que mi escudero Sancho me pidió licencia para quitar los jaeces del caballo deste vencido cobarde, y con ellos adornar el suyo; yo se la di, y él los tomó, y de haberse convertido de jaez en albarda, no sabré dar otra razón si no es la ordinaria: que como esas transformaciones se ven en los sucesos de la caballería; para confirmación de lo cual corre, Sancho hijo, y saca aquí el yelmo que este buen hombre dice ser bacía.
52. —¡Pardiez, señor—dijo Sancho—, si no tenemos otra prueba de nuestra intención que la que vuestra merced dice, tan bacía es el yelmo de Malino como el jaez deste buen hombre albarda!
53. —Haz lo que te mando—replicó don Quijote—; que no todas las cosas deste castillo han de ser guiadas por encantamento.
54. Sancho fue a do estaba la bacía y la trujo; y así como don Quijote la vio, la tomó en las manos y dijo:
55. —Miren vuestras mercedes con qué cara podía decir este escudero que ésta es bacía, y no el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden de caballería que profeso que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin haber añadido en él ni quitado cosa alguna.
56. —En eso no hay duda—dijo a esta sazón Sancho—porque desde que mi señor le ganó hasta agora no ha hecho con él más de una batalla, cuando libró a los sin ventura encadenados; y si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien, porque hubo asaz de pedradas en aquel trance.
El Q. I.44.43-56.
Fuente: Salvador García Bardón: "El Quijote para citarlo" y "Diccionario enciclopédico de El Quijote", Skynet, 2005.
http://users.skynet.be/AEU/QuijoteParaCitarlo.htm