Ofrece a Dios algo de ti mismo y al prójimo. Epifanía, Reyes Magos

Epifanía, Reyes Magos
Epifanía, Reyes Magos

Venid adoremos al Señor

Epifanía, adoración, Reyes Magos 

Texto evangélico 

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2, 1-2. 9-11). 

Comentario

Se ha querido personalizar la adoración de los Magos en tres personajes: Melchor, Gaspar y Baltasar, por las ofrendas que señala el Evangelio: Oro, incienso y mirra. Quizá fueron algunos más. “Mateo no habla de su número ni menciona los nombres de estos astrólogos paganos, videntes de Persia y conocedores de los misterios de Zaratustra: los convierte en testigos privilegiados del nacimiento de Jesús de Nazaret, del que dan fe y cuya divinidad certifican” (David Felipe Arranz). 

El oro hace referencia a la riqueza; el incienso evoca el culto; la mirra es perfume nupcial. Desde estas resonancias cabe encontrar en los dones de los Reyes Magos la concurrencia del Mandamiento Principal, que se expresa en amar a Dios con todo el corazón (mirra), con toda la mente (incienso) y con todas las fuerzas (oro). A la vez, se revela la superación de las tentaciones de placer (mirra), de hacer la propia voluntad (incienso) y del afán de bienes (oro). 

Es día de adorar, de rendir homenaje a quien es el Rey de las naciones, al hijo de María, el Dios hecho hombre, a Jesucristo hijo de Dios y de ofrecer nuestra pobreza, nuestra adhesión creyente, y todo nuestro amor. 

Propuesta 

Ofrece a Dios algo de ti mismo y al prójimo. 

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