El don de la fe
Creer es abrirse a la relación más sorprendente, al poder amar a Dios por saberse amado por El.
Tener fe es el don de percibir la manifestación de la bondad y de la belleza en todo lo creado.
Ver al Niño Jesús con Maria su madre es el regalo que Dios concede a los que lo buscan. Como les sucedió a los Reyes Magos.
No hay mayor fuente de alegría que la que cabe recibir del manantial de la fe.
Por la fe se espera, se confía, se acallan los deseos personales, para abrazar lo que acontece como signo de una voluntad mayor.
La fe concede vivir lo esencial en cada acontecimiento por percibir en ellos una referencia providente.
El secreto de quienes trascienden la realidad reside en el don de la fe acogido y acrecentado.