XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario
XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

La medida del perdón

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario “A” 

Texto bíblico 

Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados. Si un ser humano alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del Señor? Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios pecados? Si él, simple mortal, guarda rencor, ¿quién perdonará sus pecados? Piensa en tu final y deja de odiar, acuérdate de la corrupción y de la muerte y sé fiel a los mandamientos. Acuérdate de los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo; acuérdate de la alianza del Altísimo y pasa por alto la ofensa” (Eclo 28, 2-7). 

Comentario 

Hoy en Buenafuente celebramos jubileo, 50 años de los “Amigos de Buenafuente”. En la ley bíblica el jubileo conlleva comenzar de nuevo, se saldan las deudas y se recupera el patrimonio. Las lecturas de este domingo coinciden en resaltar la gracia del perdón y en la llamada a reiniciar el camino de fidelidad al Señor, porque Él es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102). 

En el Evangelio se proclama la medida del perdón: “setenta veces siete”, es decir, siempre. Y la razón tiene su raíz en el perdón que hemos recibido. En la medida en que uno avanza en el camino espiritual, percibe con más claridad las veces que Dios ha tenido misericordia. 

Jesús nos dejó la oración cristiana por excelencia: “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6, 12). Y nos enseña: “Perdonad y seréis perdonados.” (Lc 6, 37) “Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas»” (Mc 11,25). 

Propuesta 

El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13, 4-7).

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