QUÉ PESAO EL DEMONIO
| toño casado
Comenzamos la Cuaresma con el corazón un tanto encogido. Escuchamos la voz débil del papa Francisco que nos llega desde el misterio blanco y terrible de un hospital. Parece que ya no le queda mucha gasolina a nuestro Papa argentino. O quizá sí, sólo Dios sabe el final de cada uno...
Lo cierto es que sentados aquí en el desierto de cada día recibimos de nuevo la visita pesada del Demonio que nos castiga con la pesadez y la constancia de los malos, que nunca cesa de arrojar proyectiles sobre nuestras almas y ojos cansados. "Divide y vencerás" y bien sabe el enemigo el sembrar cizaña nocturnamente para que en la Iglesia, en la sociedad, en la familia, nos veamos como enemigos acérrimos, bandos enfrentados a muerte. Solos somos más débiles: no hay plato mas suculento para el lobo que la oveja perdida.
Y así solo comemos piedras que no alimentan, que tan sólo sirven de proyectiles. Nos postramos ante el mal que nos esclaviza, reos en mil adicciones y tristezas. Y así un día nos subimos a los alto del templo y nos tiramos. Y el Demonio nunca nos recogerá en la caída libre. Así está tanta gente, pobre gente. Así estamos a veces nosotros mismos.
Pero abramos los ojos; somos del equipo ganador, y no me refiero al Real Madrid... Jesús ha vencido al Demonio, por muchas películas que le hagan en Netflix todas las semanas, por mucho que este personaje y su séquito luciferino estén super de moda. Incluso hay cristianos que lo sitúan como echando un pulso con Cristo en un muy empatado combate celestial. Ni mucho menos. Jesús venció a la muerte y al Mal y nos protege del lobo, aunque a veces nos perdamos.
No escuchemos palabras que arruinan nuestra esperanza, dejémonos cuidar por tantos ángeles que Dios pone en nuestras vidas. Sabernos en manos de un Padre que nos cura, eso sí que es Cuaresma.
AVISILLOS
Esta semana estaremos en Panamá para montar Viacrucis en la Catedral, un manera de acercarnos al misterio de Jesús.
Mi compañero y amigo D Manuel (95) anda esperando su último tren. Muchas cosas hemos compartido estos años. Cuidemos de nuestros abuelos, y de nuestros curas mayores. Y de nuestro Papa Francisco.