El pasado viernes 13 de diciembre el colegio Sagrada Familia. Patronato de la Juventud Obrera (PJO) de Valencia celebró la eucaristía de Navidad reuniendo a toda la comunidad educativa, para después asistir a un acto académico y finalizar el día con una cena para felicitar las fiestas que ya tenemos a la puerta de la esquina.

Este año, como no podría ser de otra forma, todo gira, en torno a la riada que hemos sufrido en los pueblos alrededores de Valencia. Cada conversación, cada corrillo, cada encuentro, cada viaje, cada clase, cada comprar, todo, desemboca en la tragedia que estamos viviendo, unos en el mismo corazón de la Dana y otros, desde la distancia, apesadumbrados, por querer hacer más y no poder.

Y lo más triste de todo es que sabemos, de una forma o de otra, que los focos ya comienzan a apagarse, puesto que la vida sigue y cada cual tiene que seguir con sus proyectos y obligaciones

Y lo más triste de todo es que sabemos, de una forma o de otra, que los focos ya comienzan a apagarse, puesto que la vida sigue y cada cual tiene que seguir con sus proyectos y obligaciones.

Sin embargo, en medio de la desolación y la tristeza, un rayo de luz y de esperanza se ha divisado en nuestro horizonte histórico. Algo que ha sorprendido a propios y extraños y es la implicación, el papel de la juventud. Difamada y vilipendiada con un sinfín de calificativos injusticos, se ha descubierto, faltando a la verdad, que la juventud tenía algo que admirar y destacar, pasando de ser meros consumidores de porno y de la inmediatez tecnológica a mostrarse de acero frente a los rotos de la historia.

¿Cómo es posible que esa Generación de cristal se ha mostrado en un acontecimiento que ha producido la fractura de familias y de vidas enteras? Creo que es importante recordar hoy el impulso de la Iglesia en relación con la juventud a través de las diferentes JMJ. ¿Qué institución en el mundo acoge a la juventud como un elemento esencial? ¿Es imaginable una Iglesia sin el impulso y la sabia de los grupos juveniles?

Todas estas preguntas cristalizaron en el acto académico que e hizo después de la eucaristía. El profesor de filosofía, religión y psicología y coordinador de Pastoral del PJO, José Miguel Martínez Castelló, y habitual colaborador en Religión Digital, publicó en septiembre pasado el libro El mundo de la juventud. Desafíos y retos de la digitalización del mundo para las próximas generaciones en la editorial Malian.

Aunque parezca mentira, los libros tienen su tiempo, su lógica de aparición y creo que el momento de su publicación llega en un momento óptimo porque lo vivido en las últimas semanas ha reforzado las diferentes tesis que su autor nos expuso.

El libro es de naturaleza filosófica porque intenta hallar luz, comprender el mundo que han heredado las personas jóvenes cargados de incertidumbre y confusión. Por ello se requiere de una clarificación para afrontar los diferentes retos que se nos van a plantear en los próximos meses y años. Haciéndose eco de una analogía que trazó Nietzsche en su libro de juventud El porvenir de las escuelas, ante el libro, y ante nuestro mundo,
caben tres actitudes: ‘los servidores de lo evidente’ que se conforman con lo que hay creyendo que todo es inevitable y que no cabe hacer nada más, ‘los solitarios’ que dan la espalda al destino de la sociedad y huye frente a lo evidente y ‘los combativos’, que coincide scon el espíritu y la inspiración del libro, que asume que la historia está abierta, que lo último que debe suponerse es la apatía y el dejarse arrastrar por las diferentes
lógicas de la historia.

¿Somos capaces de liderar la historia o creemos que todo está más que decidido? ¿La juventud tiene algo que decir cuando hace unas semanas estaba más que perdida? ¿Ante qué clase y tipo de retos estamos?

Para responder a todas y cada una de estas preguntas, el libro se divide en tres partes. La primera se acerca a los problemas actuales y reales de la juventud a través del concepto orteguiano de generación. La Generación Z no es una excepción porque comparte con las otras generaciones de la historia una determinada sensibilidad para la resolución de la vida a partir de unas prioridades concretas.

Añadamos a todo ello el momento de transformación y de cambio a nivel biológico, emocional, cerebral, social, moral de toda persona joven. Siempre ha existido tensiones entre generaciones. ¿No recuerdas alguna tensión, alguna riña, un distanciamiento insalvable con tu familia y tus mayores? ¿No recuerdas actitudes de revolución y barricada? Como apunta Ortega, y es lo que nos descoloca de la juventud, “el joven no es ser todavía, puede torear su misión, porque no es nada determinado, es posibilidad de todo”. De ahí que en ocasiones se muestren distantes, críticos, incómodos con lo establecido puesto que, por definición, están en
constante búsqueda.

El problema está en el mundo que les ha tocado vivir (2ª parte del libro). Su característica más importante es la inmediatez y la velocidad de todo lo que vivimos. Ya no se sostiene nada, todo es líquido como profetizó Bauman. Ahí radica la existencia de este libro, ya que trata de demostrar que esta inmediatez la representa hasta su última consecuencia, ni logramos alcanzarlo, el mundo digital. Todo el desarrollo de la personalidad, de la persona necesita de paciencia, tiempo y tranquilidad.

Referencias que hoy no son más que un conjunto vacío. ¿Dónde reside dicha volatilidad? En la colonización, como decía su autor, de las redes sociales en todos los órdenes de la vida humana. Fijémonos dónde se concentrar el poder digital mundial y podremos ver que está en manos de unas pocas empresas tecnológicas que dominan todos nuestros pasos: Google, Apple, Facebook, Amazon y todos los adelantos en biotecnologías, informática, inteligencia artificial.

Todo ello ha llevado a que el mundo digital haya conseguido la cuadratura del círculo: aunar las dos distopías que han asolado el siglo XX, Orwell en 1984 y Huxley en Un mundo feliz. Control y entretenimiento se han aunado para controlar y entretener de forma rápida e inmediata todos nuestros pasos, guiarlos, medirlos y valorarlos.

Todo ello ha llevado a que el mundo digital haya conseguido la cuadratura del círculo: aunar las dos distopías que han asolado el siglo XX, Orwell en 1984 y Huxley en Un mundo feliz. Control y entretenimiento se han aunado para controlar y entretener de forma rápida e inmediata todos nuestros pasos, guiarlos, medirlos y valorarlos.

Todo es pasto del consumo a través de un bombardeo informativo y de estimulación como nunca se ha dado en la historia. Estamos viviendo la transición del homo sapiens al homo absortus a través de la mediación de las pantallas cuyo significado es claro y evidente: lo que distrae. Según Martínez Castelló las consecuencias de todo ello desembocan en una sociedad que ha perdido la relación con la verdad, una eliminación del dolor y el sufrimiento dentro de nuestros horizontes vitales y un alejamiento del otro porque me encierro y me acojo todo lo que me ofrece, sin interrupción, la pantalla de turno.

La tercera parte del libro expone las diversas respuestas y orientaciones a la pregunta qué hacer. Y es aquí donde el libro conecta con lo que hemos visto en la riada de Valencia, ríos de persona jóvenes que han dejado sus dispositivos, sus vínculos digitales y han aterrizado a la vida real. Precisamente el libro, de ahí la importancia de su lectura como su actualidad, acaba con esos espacios que pueden reequilibrar nuestra vida de
carne y hueso con la dimensión digital que es extraordinaria: la familia, el deporte, la escuela y, por último, el voluntariado.

Por su experiencia como voluntario de prisiones en el establecimiento penitenciario de Picassent (Valencia), acaba diciendo al final de libro: “Cuando somos sabedores de que muestra acción transforma la de los demás, la vida, de repente, se transforma y todas nuestras necesidades pasan a otro plano”. En Jesús de Nazareth encontramos ese modelo de donación absoluta, hasta la extenuación, llegando a darse en cuerpo y alma. Ahí está la verdadera naturaleza del voluntariado, ahí está esa nueva carta de presentación de la juventud ante el mundo que José Miguel Martínez lleva años tratando a diario en sus clases del Patronato de la Juventud Obrera de Valencia. Mi más sincera enhorabuena.