Ayúdanos, Señor, a resolver los conflictos eclesiales, inspirados en tu evangelio y en tu vida, dejándonos llevar del amor y libertad de tu Espíritu La Iglesia prefiere su ley más que el Evangelio (D. 14º TO B 2ªlec. 07.07.2024)

Vivamos “convencidos de que nada puede separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”

Comentario:«Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad»” (2Cor 12, 7-10)

Leemos el último de los fragmentos de 2Corintios en ocho domingos (7º-14º) del ciclo B. Pertenece a la autodefensa de Pablo ante sus críticos (10,1-12,21). Es la polémica a la que alude en la llamada “carta de las lágrimas”: “Porque os escribí con muchas lágrimas, debido a una gran aflicción y angustia de corazón; pero no lo hice para entristeceros sino para mostraros el amor tan especial que tengo por vosotros” (2Cor 2,4). Cristianos judíos critican su carácter inconstante, cobarde de cerca y valiente de lejos, “«las cartas son duras y severas, pero su presencia física es raquítica y su palabra despreciable»(10,10), ser inferior a los apóstoles, no querer aceptar que lo sostenga la comunidad...

El capítulo 12 alude a sus experiencias místicas:“¿Hay que gloriarse?: sé que no está bien, pero paso a las visiones y revelaciones del Señor” (12,1). Reconoce que son dones de Dios y no debe presumir: “De alguien así podría gloriarme; pero, por lo que a mí respecta, solo me gloriaré de mis debilidades. Aunque, si quisiera gloriarme, no me comportaría como un necio, diría la pura verdad; pero lo dejo, para que nadie me considere superior a lo que ve u oye de mí” (12, 5-6). Este es el contexto de la lectura.

Por la grandeza de las revelaciones, y para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría” (v. 7). ¿Tentaciones? ¿Persecuciones? ¿Enfermedad? Esta es la tesis más aceptada hoy, sin saber qué enfermedad. Atribuirlo a un “ángel de Satanás” es normal en la mentalidad hebrea. Pablo interpreta su enfermedad: “para que no me engría”. Acepta así la verdad vital, débil y enfermiza. Toda debilidad, enfermedad, fracaso… nos humaniza, nos da conciencia de la limitación real de nuestra vida.

Pablo, creyente en el amor incondicional divino, dialoga su debilidad con Cristo Jesús, nuestro Señor, en quien se ha manifestado el amor de Dios (Rm 8,39). En ese diálogo de amor, habla y escucha: “Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad»(v. 8-9a). “Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo” (v. 9b). “Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (v. 10).

Su fortaleza es “el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 39). “Por medio de nuestro Señor Jesucristo, hemos obtenido por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5, 2-5).

Sintiéndonos “agraciados” por el Espíritu Santo, que nos habita, hagamos nuestra la experiencia de Pablo: “Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios... El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,16.26).

Terminemos sintiendo como Pablo:Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?;... En todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 31-39).

Oración:«Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad»” (2 Cor 12,7b-10)

Jesús del Espíritu, amor, gracia y fuerza del Padre:

nos asombra hoy la valentía de Pablo, misionero de tu amor;

debilitado por la enfermedad y el desprecio de sus compañeros;

viveconvencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles,

ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias,

ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura

podrá separarnos del amor de Dios

manifestado en ti, Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 31-39).

Este Amor no nos quita las debilidades naturales,

            las enfermedades, las contradicciones propias y ajenas.

Este Amor nos trae “tu gracia, tu fortaleza, tu alegría”;

gracias a tu Amor, podemos sentir como Pablo:  

vivimos contentos en medio de debilidades,

de insultos, de privaciones, de persecuciones

y dificultades sufridas por ti, Cristo”, al amar como Tú.

En esta carta resuenan con crudeza conflictos eclesiales:

Pablo es acusado de “cobarde de cerca y valiente de lejos…,

sus cartas son duras y severas,

pero su presencia física es raquítica

y su palabra despreciable” (10, 1.10);

Pablo defiende su vida apostólica:

- “No me creo en nada inferior a esos superapóstoles;

aunque en el hablar soy inculto, no lo soy en el saber;

que en todo y en presencia de todos os lo hemos demostrado…

-Mi norma fue y seguirá siendo no seros gravoso en nada…

-Esos tales son falsos apóstoles, obreros tramposos,

disfrazados de apóstoles de Cristo;

-y no hay por qué extrañarse, pues el mismo Satanás

se disfraza de ángel de luz.

Siendo esto así, no es mucho que también sus ministros

se disfracen de ministros de la justicia.

Pero su final corresponderá a sus obras” (2Cor 11,5-20).

Jesús del amor permanente, tenemos tu gracia:

la gracia en que nos encontramos” (Rm 5, 2);

esta gracia, “el mejor amor”, sostiene nuestra debilidad;

la constancia en tu amor nos va moldeando a tu imagen;

tu libertad y tu amor nos infunden esperanza que no defrauda.

Esta “gracia” sigue bastando hoy:

“buscamos una Iglesia, que, desde su experiencia de Dios,

anuncie el Evangelio del Reino y denuncie con valor

todo aquello que se opone al proyecto de Dios;

una Iglesia defensora de la vida y de los derechos humanos;

una Iglesia que valore la sexualidad como una dimensión

más del ser humano, liberada de complejos y tabúes;

una Iglesia en la que el celibato sea fruto de la libre elección personal,

sin que constituya una condición para ejercer el ministerio sacerdotal”

(F. Bermúdez: Curas casados. Historias de fe y ternura. Moceop 2010. Albacete, p. 196).

Ayúdanos, Señor, a resolver los conflictos eclesiales:

inspirados en tu evangelio y en tu vida;

dejándonos llevar del amor y libertad de tu Espíritu;

superando, entre otras, estas quejas repetidas:

- “lamentablemente, en muchas partes del mundo

hay una hambruna eucarística,

no hay sacerdotes célibes para celebrar la Eucaristía”.

- “¡De cuántos buenos ministros se ha privado nuestra Iglesia

a causa de esta regla eclesiástica!”

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