“No estamos autorizados a hablar de justicia y amor en la iglesia, sin practicarlas” “¡El celibato obligatorio no está ni teológicamente fundado!”

El celibato no “caracteriza ni singulariza” el sacerdocio católico (V)

El artículo que vengo comentando de Patrik Royannais (“El incumplimiento de la castidad eclesiástica no es un asunto de faltas personales: es sistémico” 10.02.2024 RD), concluye con cuatro denuncias claras sobre el celibato hoy en la Iglesia. Comento hoy la primera: “¡el celibato obligatorio no está ni teológicamente fundado!”:

          “Hoy, varios obispos, y últimamente el arzobispo de Malta, afirman que la misión no impone el celibato eclesiástico, que éste debería ser una elección, ¡lo que equivale a decir que no lo es! Esto re(con)duce el celibato a la vida consagrada, testimonio de gratuidad, signo profético del Reino, de que toda vida crece por la falta, a veces dolorosa, de una forma de no-porqué, sinónimo de gracia. Esto es evidente: ¡el celibato obligatorio no está ni teológicamente fundado!... No hay nada malo en casarse, escribe Pablo, pero la vida de pareja es tan difícil que disuade a quien lo escuchaba (1Co 7,28). ¡Si no puedes darlo todo, es mejor ser soltero!”.

En tiempos de san Juan Pablo II era de obispos “corajudos” decir lo que ahora dicen varios obispos. A un grupo de obispos alemanes les dijo que había que hacer callar a los que hablaran del tema.  A su pesar, esto decían a los sacerdotes casados:

          - “Esta situación no debe seguir así. Hablaré con Roma” (Cardenal B. Hume, +1999, Londres).

          - “Conozco lo que hacen, sigan trabajando como lo vienen haciendo. No se desanimen, verán los frutos” (Cardenal Franz König +2004, Viena).

          - “Yo he crecido estos días con vosotros, ya no puedo callar esta riqueza que descubrí entre vosotros. Esto lo tengo que decir ante la Conferencia Episcopal de Brasil” (R. Biernaski, auxiliar de Curitiva, actual Obispo de Blumenau, de Brasil).

          - “Os he recibido con respeto y con amor. Lo que dicen las leyes es una cosa y cómo debe reaccionar el obispo es su decisión. No estamos autorizados a hablar de justicia y amor en la iglesia, sin practicarlas” (Alberto Alblondi, +2010; obispo de Livorno y 2º secretario de la Conferencia Episcopal italiana).

          - “Vosotros debéis defender el celibato opcional en la Iglesia católica, como otros estamos defendiendo la justicia con “los sin tierra” … “Debéis defender esta causa justa de la iglesia -opcionalidad de celibato- porque hará mucho bien. Defendedla con generosidad” (Pedro Casaldáliga, Obispo español en Brasil +2020).

Evidente: “la misión no impone el celibato eclesiástico, que éste debería ser una elección, ¡lo que equivale a decir que no lo es!”. ¡Claro que no es! Es una obligación vinculada al ministerio “ordenado” en la Iglesia latina. Ni la misión común eclesial, ni la misión específica de los “ordenados” exige tal celibato. El concilio lo dice con nitidez: “la perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos no es exigida ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva [Cf. 1Tim 3,2-5; Tit 1,6] y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde, además de aquellos que con todos los obispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros casados beneméritos” (PO 16).

“¡El celibato obligatorio no está ni teológicamente fundado!”. La teología no puede fundamentar nada contrario a la revelación clara y distinta. Los textos bíblicos sobre el celibato opcional son tan obvios que impiden fundamentar el celibato obligatorio:

          - Al defender Jesús la igualdad de derechos y deberes del hombre y la mujer casados, los discípulos le replicaron: “«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». Pero él les dijo: “«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda»” (Mt 19,10-12). Ni siquiera dice -era una ocasión propicia- de que él era eunuco por el reino.

          - De Pedro, primer Papa, consta que estaba casado (Mt 8,14s; Mc 1,29ss; Lc 4,38s). Para los judíos casarse y tener hijos era mandato de Dios: “creced y multiplicaos” (Gn 1, 28). El clan familiar se ocupaba de colocar en matrimonio a sus hijos.

          - Pablo aconseja a los cristianos que deciden no casarse o seguir viudos:si no se pueden contener, que se casen, pues es mejor casarse que abrasarse” (1Cor 7,8-9).

          - Pablo dice expresamente:Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel. Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela” (1Cor 7,25-28). Como comenta Patrik Royannais, en el artículo comentado, “no hay nada malo en casarse, pero la vida de pareja es tan difícil que Pablo disuade a quien lo escuchaba (1Cor 7,28). ¡Si no puedes darlo todo, es mejor ser soltero!”.

          - Pablo pide los mismos derechos para toda persona dedicada al Evangelio. Casarse es un derecho tan primario como comer y beber: “¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber? ¿Acaso no tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer hermana en la fe, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?(1Cor 9,4-5).

          - Pablo sostiene el celibato opcional para todos:Os lo digo como una concesión, no como una orden, aunque deseo que todos los hombres fueran como yo mismo. Pero cada cual tiene su propio don de Dios, unos de un modo y otros de otro” (7, 6-9).

          - Pablo acepta el enamoramiento entre un misionero itinerante y su compañera, caso repetido infinidad de veces en la historia de nuestra Iglesia: “Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones. Si, a pesar de todo, alguien considera que se comporta inadecuadamente con su doncella virgen, por estar en la flor de su edad y conviene proceder así, actúe conforme a su voluntad; no peca, cásense. Pero el que se sienta firme, sin presiones y con total libertad, y esté internamente resuelto a respetar la virginidad de su doncella, hará bien” (1 Cor., 7,35-38).

          - Las comunidades paulinas más antiguas tenían un criterio para elegir obispo, que con la ley celibataria se ha perdido: “conviene que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer…; que gobierne bien su propia casa y se haga obedecer de sus hijos con todo respeto. Pues si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1Tim 3, 4).

          - Para estas comunidades paulinas prohibir casarse es tan perverso como prohibir comer: “El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe prestando atención a espíritus embusteros y a enseñanzas de demonios, valiéndose de la hipocresía de impostores marcados a fuego en su propia conciencia, que prohíben casarse y abstenerse de manjares que Dios creó...” (1Tim 4,1-3).

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