Lo que realiza, lo que salva, es el Amor, soltero o casado, en llanto o alegría, comprando bienes, negociando, siendo obreros o autónomos... Lo irrenunciable es el reinado del Amor (Domingo 3º TO B 2ª lect. (21.01.2024)
Domingo de la Palabra de Dios: «Permaneced en mi Palabra» (cf. Jn 8,31)
| Rufo González
Comentario: “el momento es apremiante” (1Cor 7, 29-31)
1ª Corintios 7 responde a una consultasobre estados de vida: celibato, matrimonio, viudedad, circuncisión, esclavitud, libertad (7,1-40). Para Pablo todos son opcionales, guiados por el amor. El amor de Cristo seduce y lleva a la fe en su persona y vida. En cualquier estado, deben primar estos principios: “lo que vale es una fe que actúa por amor” (Gál 5,6) y“sed esclavos unos de otros por amor” (Gál 5,13). Célibes, casados, viudos, circuncisos-incircuncisos, esclavos-libres (obreros-autónomos), son situaciones transitorias y opcionales. En todas debe vivirse “la gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5,2), el Espíritu del Amor que nos habita. Los estados civiles son dones particulares: “cada cual tiene su propio don de Dios, unos de un modo y otros de otro” (1Cor 7,7).
El Apóstol reconoce que algunos estados facilitan la vivencia del Reino (7,32-40). Lo importante e irrenunciable, “lo que cuenta es el cumplimiento de los mandamientos de Dios” (1Cor 7,19). “Se expresa multiformemente en cada uno de los que, edificando a los demás, se acercan a la perfección de la caridad en su propio género de vida” (LG 39). Repite: “que cada cual se comporte como le ha asignado el Señor, como Dios le ha llamado...”(7,17); “que cada cual permanezca en la vocación a la que ha sido llamado” (17,20); “que cada cual permanezca en la situación en la que fue llamado” (17,24).
Aconseja no cambiar de estado por la creencia de que el final del tiempo es inminente: “Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela” (7,26-28).
Es el contexto de la lectura de hoy:“el momento es apremiante”. Traducción de“ho kairòs synestalménos estín”: la oportunidad (tiempo oportuno) se ha contraído(plegado)”. Del verbo systéllo: recoger, replegar, contraer. De este verbo viene “sístole”: contracción del corazón y licencia poética que abrevia una sílaba larga. Hay que “replegar” las velas como el navío que está llegando a puerto. “Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina” (vv. 29-31). Algo similar dice hoy el evangelio: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15).
Este año el lema del Domingo de la Palabra de Dios es: “Permaneced en mi Palabra” (cf. Jn 8,31). Recuerda otra palabra de Jesús: “Permaneced en mi amor” (Jn 14, 9b). Para los cristianos, la Palabra de Dios “se ha hecho carne y habita entre nosotros” (Jn 1,14). Ninguna realidad o situación humana es eterna. Hoy el fin del mundo no se percibe como inminente. Pero hay urgencias que nos tientan como absolutas y no lo son: consumismo, productividad, afán de tener dinero, placeres, novedades... Situaciones que nos esclavizan e impiden apertura a la espiritualidad, al equilibrio, a la sabiduría, a la fraternidad... Ni huir ni rechazar la historia. Valoremos más el reino del Amor que cualquier realidad transitoria, mundana, existencial. Lo que realiza, lo que salva, es el Amor, soltero o casado, en llanto o alegría, comprando bienes, negociando, siendo esclavos o libres (obreros o autónomos)... Para nosotros, “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8). Su espíritu está siempre con nosotros (Mt 28,20b). Su amor es innegociable.
Oración: “el momento es apremiante” (1Cor 7,29-31)
Jesús de la libertad y el amor:
Pablo nos invita a ser cristianos en toda situación:
en toda tradición cultural o religiosa: judía o no judía;
en todo estado civil: soltero, casado o viudo;
en toda clase social: obrero, autónomo...;
en toda circunstancia: llanto o alegría, compra, negocio...
En circunstancias transitorias y opcionales:
Tú nos llamas a seguir tu camino;
“el momento es apremiante” (1Cor 7, 29);
“se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15).
Siempre urge “convertirse y creer en el Evangelio”:
vivir como Tú, Jesús del amor y la libertad;
sanar cuerpos y espíritus, enfermos y doloridos;
construir relaciones sociales limpias, libres, fraternales...;
anunciar con la vida la buena noticia del Amor-Dios.
“Permanecer en tu Palabra” (cf. Jn 8,31) es:
“permanecer en tuAmor” (Jn 14, 9b);
Tú, Jesús de todos, eres la Palabra de Dios
que “se ha hecho carne y habita entre nosotros” (Jn 1,14);
“tus palabras no pasarán” (Mt 24,35b);
“tú, Jesucristo,eres el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8)
Estas, Jesús, son opciones urgentes de la vida:
fe-confianza en el Padre: “ninguna criatura podrá separarnos
del amor de Dios manifestado en ti, Cristo Jesús” (Rm 8,39);
fe-confianza en Ti, Jesús, que “estás siempre con nosotros” (Mt 28,20b);
fe-confianza en tu Espíritu que “da testimonio a nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios” (Rm 8,16).
Para vivir estas opciones decisivas:
nos agrupamos en comunidades fraternales;
contemplamos tu palabra y tu vida;
celebramos tu presencia en medio de nosotros;
descubrimos tu voluntad en los hechos de vida;
nos ayudamos a realizar tu amor con los más débiles.
Por desgracia, nosotros, tu Iglesia:
vivimos escindidos como bandos irreconciliables;
opciones contingentes las hacemos absolutas, irreformables;
nuestras leyes importan más que el evangelio;
toleramos la ostentación, el lujo, el poder absoluto...
Y no toleramos, Señor, la libertad de tu evangelio:
“El Nuevo Testamento, en el que se conserva
tu doctrina y la de tus apóstoles,
no exige el celibato de los sagrados ministros,
sino que más bien lo propone como obediencia libre
a una especial vocación o a un especial carisma (Mt 19, 11-12).
Tú mismo, Jesús, no pusiste esta condición previa
en la elección de los doce,
como tampoco los apóstoles para los que ponían al frente
de las primeras comunidades cristianas (1Tim 3,2-5;Tit 1,5s)”.
Bendice, Señor, a los sacerdotes marginados:
que sigan viviendo tu Espíritu en familia, en trabajo, en jubilación;
que sirvan a las comunidades cristianas, según el don recibido;
que su corazón conserve el amor pastoral que unifica su vida.