“Sin duda, prefiero sacerdotes no muy estrictos con el celibato, pero verdaderamente descubriendo y permitiendo descubrir a Cristo ya presente donde se les pide que le sirvan, sacerdotes buenos hasta la locura” “La santidad del clero se asienta y se forja en y por la misión; no en un estado de vida, marcado principalmente por el celibato”

El celibato no “caracteriza ni singulariza” el sacerdocio católico (V)

Comento hoy la segunda denuncia del artículo que vengo comentando, de Patrik Royannais: “El incumplimiento de la castidad eclesiástica no es un asunto de faltas personales: es sistémico” (10.02.2024 RD). Denuncia en dos partes. Una, apoyada en el Decreto conciliar “`Presbyterorum ordinis´ sobre ministerio y vida de los presbíteros”:

“Presbyterorum ordinis define muy claramente que la santidad del clero se asienta y se forja en y por la misión y no en un estado de vida, marcado principalmente por el celibato. Abandonar este acervo conciliar es muy grave”.

El Decreto conciliar pone el centro del ministerio en la misión de Iglesia. El capítulo I (“El presbiterado en la misión de la iglesia”), al tratar la “naturaleza del presbiterado”, dice que el ministerio es “para que los fieles se fundan en un solo cuerpo, en que `no todos los miembros tienen la misma función" (Rom 12,4)… Enviados los apóstoles, como Él había sido enviado por el Padre, Cristo hizo partícipes de su consagración y misión, por medio de los apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue confiada a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el Orden del presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual cumplimiento de la misión apostólica que Cristo les confió” (PO 2).

En absoluto se vincula “la misión apostólica” a un estado civil. Cualquier bautizado puede asumirla si reúne capacidad y preparación adecuadas. La santidad de su vida vendrá determinada por el bautismo, por su misión apostólica y su estado civil.

El capítulo III (“La vida de los presbíteros”), trata de su “vocación a la perfección”. “Por el Sacramento del Orden los presbíteros se configuran con Cristo Sacerdote, como miembros con la Cabeza, para la estructuración y edificación de todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del orden episcopal” (PO 12). “El ejercicio de la triple función sacerdotal requiere y favorece a un tiempo la santidad. Los presbíteros lograrán propiamente la santidad ejerciendo sincera e infatigablemente en el Espíritu de Cristo su triple función”. En su misión (ministros de la Palabra, de los sacramentos y de pastores del Pueblo de Dios) “se ven impulsados por la caridad del Buen Pastor a entregar su vida por sus ovejas” (PO 13). A continuación (“unidad y armonía de la vida de los presbíteros”), se dice que “en el mismo ejercicio de la caridad pastoral encontrarán el vínculo de la perfección sacerdotal que reduce a unidad su vida y su actividad. La caridad pastoral (“apacentar la grey del Señor es una función de amor”. S. Agustín) fluye sobre todo del Sacrificio Eucarístico, que se manifiesta por ello como centro y raíz de toda la vida del presbítero…” (PO 14).

Por tanto, la caridad pastoral debe estar en el corazón de todo sacerdote, célibe y casado. Por eso, el Decreto conciliar añade que la soltería por el Reino “no es exigida ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva [Cf. 1Tim 3, 2-5; Tit 1, 6] y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde, además de aquellos que con todos los obispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros beneméritos casados” (PO 16).

Segunda parte de la denuncia: “Sin duda, prefiero sacerdotes no muy estrictos con el celibato, pero verdaderamente descubriendo y permitiendo descubrir a Cristo ya presente donde se les pide que le sirvan, sacerdotes buenos hasta la locura”. No me gusta la expresión “no muy estrictos con el celibato”. Aceptarlo en apariencia es indigno humanamente. Comparto eliminar el celibato obligatorio. Prefiero sacerdotes casados apasionados por la misión que sacerdotes célibes tibios, funcionarios de lo sagrado,

El Prefecto del Dicasterio para el Clero, card. Lazzaro You Heung, nos ha enviado una Carta en la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, en la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús (07.06.2024): “Pastores según el Corazón de Cristo, inmersos en el Padre y en las personas”. Con toda lógica, no alude al celibato,al dirigirse a los presbíteros de la Iglesia, donde hay célibes y casados. Su tema central es “la dimensión humana y la madurez afectiva en la vida del sacerdote”. Casados y célibes podemos cuidar nuestra humanidad atendiendo al Amor del Corazón de Jesús:

- “Del Corazón de Jesús queremos seguir sacando la caridad y la generosidad del Pastor que tiene olor a oveja y se pone en camino para llamar y amar a cada una por su nombre, especialmente a las que están perdidas, heridas o errantes…”.

- Recuerda al “Pescador de Galilea”, primer Papa de su Iglesia, casado: “Es en el seno del Corazón traspasado donde queremos refugiarnos para redescubrir la confianza y la tenacidad del Pescador de Galilea que, tras encontrarse pobre e infructuoso, con barcas y redes vacías, echa su corazón mar adentro confiando en la Palabra de Jesús”.

- “Sobre el pecho del Maestro queremos inclinar nuestras cabezas para obtener la fuerza y el coraje del Profeta, que custodia y grita los sueños de Dios de hacer de la humanidad una familia de hermanas y hermanos todos…”.

- “Y aprendiendo de Él mansedumbre y humildad, ternura y compasión, queremos seguir engendrando hijas e hijos para Dios, como lo hace una madre y un padre, alimentándolos con el pan de la Palabra, de la Eucaristía y del Perdón hasta darles de comer nosotros mismos”.

- “Desde sus sentimientos de amor y amistad, de bondad y dulzura, de respeto y delicadeza, no queremos seducirlos, sino conducirlos a Él para que Él crezca y nosotros disminuyamos: dando gratuitamente porque gratuitamente hemos recibido…”.

¿Quién podrá educar en estos valores humanos mejor? Hoy diríamos que cualquiera que los viva, sea soltero o casado. Pero las primeras comunidades no pensaban así: “conviene que el obispo sea… marido de una sola mujer, sobrio, sensato, ordenado, hospitalario, hábil para enseñar, comprensivo, no agresivo ni amigo del dinero; que gobierne bien su propia casa y se haga obedecer de sus hijos con respeto. Pues si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (1Tim 3,2-5).

La ley del celibato obligatorio anuló esta directiva y polarizó la Iglesia en torno a la sexualidad. No ha mucho un psicólogo chileno advertía:

- “Las creencias de la Iglesia Católica sobre sexualidad y las prácticas que promueve no son inocuas, sino negativas y destructoras del mejor funcionamiento de las personas”.

- “La incapacidad de la Iglesia para manejar el comportamiento sexual de sus consagrados se mantendrá mientras no cambie los supuestos falaces sobre sexualidad que su doctrina contiene, e incorpore una visión positiva de la sexualidad humana basada en el mejor estado actual del conocimiento psicológico” …

- “Que la Iglesia persista en creer, contra lo que la ciencia sostiene, que la abstinencia sexual es el camino a la perfección humana y que la abstinencia sexual es posible de por vida, es un error de impacto inimaginable e ilimitado que viene transformando a muchos de sus pastores en lobos y a miles de ovejas en víctimas” (Claudio Ibáñez: Iglesia y sexualidad: los graves efectos del celibato y la abstinencia. RD 21.08.2018).

Volver arriba