Camino interior CAMINO SIN CAMINO: PEREGRINACIÓN AL INTERIOR DE UNO MISMO
«No dejaremos de explorar y, al final del camino, volveremos donde comenzamos y lo conoceremos como si fuese la primera vez» (T. S. Eliot)
El camino es la verdad de la vida del se humano y el sentido del camino es la meta, pero en el camino de la vida la meta se halla en todo paso cuando es auténtico
El ser humano es un peregrino, un buscador, un ser que todavía no es, un devenir
Te presentamos una serie de puntos para que te ayuden a reflexionar y encontrar el «mapa de tu camino»; para que llegues al nucleo de tu peregrinación interior y, llevado de la mano del Espíritu del Señor Resucitado, des mucho fruto en el amor
El ser humano es un peregrino, un buscador, un ser que todavía no es, un devenir
Te presentamos una serie de puntos para que te ayuden a reflexionar y encontrar el «mapa de tu camino»; para que llegues al nucleo de tu peregrinación interior y, llevado de la mano del Espíritu del Señor Resucitado, des mucho fruto en el amor
| José Luis Vazquez Borau
«No dejaremos de explorar y, al final del camino, volveremos donde comenzamos y lo conoceremos como si fuese la primera vez» (T. S. Eliot)
Todo comienza con una decisión: Ponerse en camino. Este camino no lleva a ningun sitio, pues Dios está en todas partes. Se trata de «un camino sin camino». Un adentrarse en nuestro interior. La frase de Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»1 no se debe entender necesariamente en sentido objetivo o conceptual. El camino es la verdad de la vida del se humano y el sentido del camino es la meta, pero en el camino de la vida la meta se halla en todo paso cuando es auténtico. El foco no debemos ponerlo en la meta, sino en el camino. En el aquí y ahora. En el paso siguiente. Se trata de «una revolución interior» que alterará para siempre nuestra vida. El camino no es fácil. Se trata de descubrir la verdad de nosotros mismos. Como dice el profesor Gabriel Magalhâes ”la primera liberación interior es la liberación del vertedero de todas las emociones que nos hacen daño y que son como serpientes que serpean sobre nuestros azulejos íntimos: las víboras del miedo; el cascabel del odio y de la rabia; la pitón de la envidia, que estrangula la felicidad” 2. Y para esto, hay que ser muy valientes y saber aceptar el sufrimiento que esto puede acarrear. Y, como dice el psicólogo y teólogo Jaume Patuel, “el ser humano empieza el camino con imágenes y luego pensamientos, según su nivel…Los arquetipos forman el inconsciente colectivo y son modelos potenciales para el crecimiento o la sanación…El verdadero y auténtico reconocimiento de la Sombra es un camino de sanación, de liberación…Este camino de sanación está contemplado en la gran Sabiduría de todas las culturas que hombres sabios han sabido plasmar en frases o pensamientos”. Y es preciso no olvidar que “en la Sombra no solo está lo negativo y destructivo, sino también lo positivo y constructivo: lo creativo”. Y concluye nuestro autor afirmando: “Con el fin de luchar contra la ignorancia esta sombra debe poder ser dirigida por el otro arquetipo, el Sí-mismo, este centro interior profundo, originario y originante del cual emerge la ‘Voz’ que guía a todo ser humano, y es, a mi entender, el mismo centro del mundo religioso-espiritual. Los lenguajes de la Voz serán distintos, pero su mensaje de liberación es el mismo”3. Así, todo nómada de Dios, toda persona que se pone en camino sufrirá un proceso de transformación de sus sentimientos y de sus imágenes pues se irá gestando la imagen de Cristo en su interior.
El ser humano es un peregrino, un buscador, un ser que todavía no es, un devenir. Somos todavía peregrinos pero sentimos que también nosotros somos uno con el Padre. San Pablo nos dice que «no vivimos según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros»4, y san Juan pone en boca de Jesús estas palabras: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos a él y haremos morada en él»5. El elemento esencial para comenzar este recorrido es la oración, porque de la oración depende casi todo. Cuando rezamos cambiamos. Es el faro que ilumina el camino. Después viene la reflexión. Como dice el padre Andrea Gasparino (1923-2010), fundador del Movimiento Contemplativo Misionero Carlos de Foucauld,“quien tiene ideas profundas en la vida espiritual, antes o después transforma su vida. Si una persona toma la costumbre de meditar con constancia, no puede evitar su progreso” afirmando que “la reflexión es el elemento que debe alimentar y sustentar la oración. La reflexión es el medio más directo para mantener encendido el fuego de la oración”. Y concluye: “Hay un solo libro indispensable para nuestra reflexión y oración: la Biblia”6. Así, junto a la oración personal; la meditación; la celebración de la Eucaristía; el sacramento de la reconciliación; las relaciones humanas, llegará un momento en que encararemos la muerte sin miedo y como un merecido descanso. Nuestra transformación interior nos hará más ligeros y llenos de luz que producirá un mundo y una sociedadmejor.
Cuando decimos «Camino sin camino» precisamente queremos decir que cuando nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios, entramos en el misterio, donde ya no hay camino, sino que hay «Presencia». este encuentro trinitario nos hace hijos con el Hijo. Nos hace pobres y reconocemos la misericordia divina. Gracias al silencio contemplativo nos reconstruimos interiormente y nos orientamos, gracias al Espíritu, en lo que constituye nuestra vocación, nuestro «camino» y nos situamos en el continuo presente
Mientras vivimos en esta tierra, «los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto.. Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia. Y de igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio»7. Para nosotros la salvación consiste en alcanzar nuestra plenitud, es decir, compartir la naturaleza divina ya que nada finito puede satisfacer a nuestro ser. El ser humano y toda la creación pueden alcanzar esa plenitud, porque en la raíz misma de la creación esta el mediador, el Cristo, que no solo crea todas las cosas, sino que lo diviniza todo por medio de la gracia del Espíritu divino, de modo que, después de la aventura espacio-temporal de toda la creación, la vida divina de la Trinidad lo impregne todo y Dios sera todo en todos. Como dice la Escritura:»Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos»8. Así pues, la meta de este peregrinar es la plenitud y no la nada. Esta es nuestra esperanza.
El ser humano es un peregrino, pero «el peregrinar no es un viajar hacia una meta conocida, y menos aún una excursión turística en busca de sensaciones exóticas. La vida humana es un ponerse en camino hacia la arriesgada aventura del ser o del no-ser. Abraham salio de Ur y no sabía donde iba (Gn 12, 1)»9. Por esto, ahora, para seguir este «camino sin camino» te presento una serie de puntos para que te ayuden a reflexionar y encontrar el «mapa de tu camino»; para que llegues al nucleo de tu peregrinación interior y, llevado de la mano del Espíritu del Señor Resucitado, des mucho fruto en el amor. Al final del libro encontraras el índice de las pautas que salen en esta aventura. Peregrinar es volver a lo esencial. Buen camino.
1 Jn 14, 6
2 G. MAGALHÂES, Descubrir la verdad de nosotros mismos, Sal Terrae, Santander 2017, 53.
3 J. PATUEL, El mapa no es el territorio. Mi viaje hacia la conciencia transpersonal, Sirena de los vientos, Madrid 2018, 203-206.
4 Rm 8, 9
5 Jn14, 22
6 GASPARINO, A., El camino de la oración. Reflexiones y consejos para dar luz a nuestra vida, PPC, Madrid 2016, 15-18.
7 Rm 8, 18-28
8 1Cr 15,28
9 R. PANIKKAR, La plenitud del hombre, Ed. Siruela, Madrid 1998, 55.
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