Escuchar otras melodías



Estos días, en el monasterio, hemos vuelto a empezar la lectura de la Regla de san Benito. Cada día un capítulo o una parte del mismo, en una lectura continua de manera que la sabiduría de la Regla vaya impregnando toda nuestra vida, puesto que no se trata de aprenderla de memoria, sino de saborearla interiormente y proyectar su sabiduría en nuestra vida diaria.

Y ésta es una sabiduría que impregnó y ayudó a la construcción de Europa, a partir de la vida de los monasterios. Unos orígenes que, lamentablemente, algunos quieren llevar al olvido.

Y querría hoy comentar algunos aspectos de esta Regla, que en estas semanas de dispersión, de vacaciones… quizás os puedan ayudar a escuchar otras melodías que pueden ser interesantes para vuestra vida.

Dice el Eclesiastés: Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol… tiempo de callar, tiempo de hablar… (Ecl 3). El silencio es un valor importante de la Regla, de la vida monástica, y necesario en la vida humana.

Llevamos con frecuencia un ritmo poco humano, poca reflexión… El ritmo de la palabra, de una multiplicidad de palabras, que nos pueden distraer de contemplar mucha belleza que Dios ha puesto en nuestro ambiente habitual. En la naturaleza, en las personas… Quizás estas semanas que vienen pueden ser una oportunidad, para otras tareas distintas de las habituales, con motivo de las vacaciones. Llegar a valorar la importancia de un silencio contemplativo.

Alejados de la rutina inhumana de la ciudad, donde nadie tiene tiempo. Un tiempo de descanso, de vacaciones, es una ocasión inestimable para organizarse el tiempo de otra manera.

Tener tiempo para el tiempo. Hemos de ser conscientes que tenemos el tiempo que tenemos, y que lo importante es vivirlo con fruición, conscientes de lo importante y necesario que viene a ser para dar un sentido a nuestra existencia: en la familia, en el trabajo, en el descanso… “No tengo tiempo”, es una frase poco humana. Mira: tienes tiempo para lo que quieres… Y en el fondo, lo que quieres es ser tú mismo, dar un sentido profundo a tu existencia.

Sucede que con el ritmo de la vida perdemos la conciencia de aspectos importantes de nuestra vida individual e incluso social. Y en el pecado llevamos la penitencia. Vivimos la vida, muchos aspectos fundamentales de la vida, inconscientemente, lo cual se debe en gran parte a que no escuchamos.

Nos cuesta escuchar. A todos los niveles: político, religioso, cultural, social… Escuchar, para dialogar, para vivir la vida con una consciencia más viva, que hace que la vida sea más vida. Pero esto no parece nada fácil hoy día. Nada más nacer, empezamos a escuchar; todo un mundo nuevo nos envuelve para ir configurando nuestra personalidad. Cuantas más melodías escuchemos más numerosos y ricos serán los matices de nuestra vida personal. Pero, equivocadamente, vamos restringiendo el número de melodías a escuchar en nuestra ajetreada vida.

Las cosas, como las personas, no siempre son lo mismo. Te levantas un día con euforia, y empiezas a perderla con un desayuno que no te va. O bien te cruzas con una persona, te sonríe, y a la tarde te vuelves a cruzar y ni te mira, y piensas si has hecho algo malo….

Las cosas, como las personas no siempre son lo mismo. Las cosas, como las personas, y también las instituciones políticas, religiosas… no siempre son lo mismo; nos movemos por intereses de lo más diverso, que luego en la vida no exigen reparaciones… Necesitamos una buena dosis de serenidad, de paz interior, y esto nos lleva siempre a tener una actitud de escucha de uno mismo, escucha también del medio ambiente, de las personas… donde encontramos de todo “como en botica”.

“¿Por qué contemplas la puesta de sol cada día?, le preguntó un joven a un monje en Patmos. El monje le respondió: "Estoy recogiendo energía, recogiendo material para poder esta noche, al orar, descubrir la presencia de Dios en mi corazón”.

Recoger energía, esto es fundamental y ya no solo para orar, para acceder a una plegaria religiosa, sino también para descubrir la hondura y riqueza de tu persona. Recoger energía, despertar tu conciencia, vivir con “sabor” tu tiempo…. Recoger energía para poner otro ritmo en tu vida, un ritmo más humano.

Escribe W. Blake:

A menos que arda el ojo
Dios no será visto


Debe arder el corazón y toda nuestra vida. Pero no solo para ver a Dios, sino para verte a ti mismo. Que vas desfallecido por el camino de la vida.

Este tiempo de descanso de estas semanas puede ser interesante para escuchar la melodía de la persona. De ti mismo. De los demás… Pero esto nos pide una actitud de escucha, de poner otro ritmo en nuestro horario, propiciar que las horas se alarguen y nos permitan disfrutar de la belleza de variadas melodías que suena a nuestro alrededor y que el ruido habitual de la vida nos impide escuchar.

Lo primero que hacía el ama de casa antiguamente al levantarse era encender el fuego. Encender la lumbre. Era un arte. Después, durante el día era ya cuestión de mantenerlo.

Mantener el fuego de amor de la casa. De tu casa. El fuego de una buena relación. La escucha de una melodía nueva. Dedica tiempo a escuchar melodías nuevas, en la música, en la belleza de la naturaleza, en tu espacio interior…

Y el camino de la vida tiene mucho que ver con plantear nuestra vida como una escucha permanente de la vida misma, en la belleza de la creación, o en la vida de las personas con quienes convivimos. Este es un camino de verdadera paz… Te deseo mucha paz este verano. Es una fuente de alegría.
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