Semana Laudato Si´ La esperanza no defrauda
En el octavo aniversario de la publicación de la encíclica Laudato si ́, nos disponemos acelebrar como cada año la Semana Laudato si ́. Este año el lema elegido es “Esperanzapara la Tierra, esperanza para la humanidad”.
| Rosa Quero Pérez
En el octavo aniversario de la publicación de la encíclica Laudato si ́, nos disponemos a celebrar como cada año la Semana Laudato si ́. Este año el lema elegido es “Esperanza para la Tierra, esperanza para la humanidad”.
En el desarrollo de la encíclica hemos analizado la crisis ecológica y sus causas, como un conjunto de procesos en distintos ámbitos que combinados provocan los problemas medioambientales que nos acucian en la actualidad.
Contemplando la realidad del momento, en “las grietas que se observan en el planeta que habitamos (LS 163), vemos que en esta degradación medioambiental interviene el hombre y en conciencia, debemos asumir nuestra responsabilidad ya que el sistema económico en el que estamos inmersos justifica nuestros hábitos consumistas en un planeta que dispone de recursos limitados.
Como consecuencia de esta situación debemos preguntarnos. “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? (LS 160) Esta crisis es una oportunidad para crear una nueva forma de vivir, cambiar la mirada y analizar nuestra relación con los demás, orientando un desarrollo productivo mas creativo donde destinar la tecnología a mejorar formas mas rentables y eficientes de reutilización, nuevas funciones y reciclado como es la economía circular y la diversificación productiva, creando e innovando, a la vez que protegemos el medio ambiente y creamos nuevas
fuentes de trabajo.
En definitiva, encontrar formas de desarrollo sostenible con una visión más amplia de lo que es la calidad de vida y la sociedad del bienestar.
Decía Benedicto XVI que “es necesario que las sociedades tecnológicamente avanzadas estén dispuestas a favorecer comportamientos caracterizados por la sobriedad, disminuyendo el propio consumo de energía y mejorando las condiciones de su uso” (Mensaje para la Jornada de la Paz 2010).
Pero no es momento de paralizarnos en el lamento por los malos tiempos que vivimos. Es tiempo de abrirnos a una nueva experiencia de Dios, para ser los testigos alegres y esperanzados que experimentan un Dios que nos integra, precisamente en esta realidad dura y fragmentada.
Es tiempo de esperanza, y no es vaga; no va confundida con el sentimiento de quien quiere mejorar las cosas de este mundo de forma poco realista, basándose solo en la propia fuerza de voluntad. La esperanza cristiana, de hecho, encuentra su raíz no en el atractivo del futuro, sino en la seguridad de lo que Dios nos ha prometido y ha realizado en Jesucristo.
Él nos asegura permanecer siempre delante de nosotros y con esta promesa, los cristianos podremos caminar hacia el encuentro con el Señor. También atravesando porciones de mundo herido, donde las cosas no van bien. Nosotros estamos entre aquellos que continúan esperando.
No es fácil vivir en la esperanza, debería ser el aire que respira un cristiano, el aire de la esperanza; de lo contrario, no podrá caminar, no podrá seguir adelante porque no sabe adónde ir.
Por eso, la esperanza es una virtud que no se ve, que trabaja desde abajo, que no defrauda.
La esperanza nos da seguridad sabiendo que hay un Espíritu que trabaja en nosotros y con este poema de Pèguy quiero reconocer cómo Dios pone al hombre en relación con la historia abrazada por el Hijo.
“...Esta pequeña esperanza que parece una cosita de nada,
esta pequeña niña esperanza, inmortal...”
Pero, sin embargo, esta niñita esperanza es la que
atravesará los mundos, esta niñita de nada, ella sola, y llevando consigo a las otras dos
virtudes, ella es la que atravesará los mundos llenos de obstáculos.”
(Fragmento de El pórtico del misterio de la segunda virtud, Charles Pèguy)
Rosa María Quero Pérez
Subsecretaria del Secretariado Diocesano del Cuidado de la Creación de Córdoba
Animadora Laudato si ́, del Movimiento Laudato si ́