Un oasis en medio del desierto

Esta misión es un desierto pastoral empedrado de dificultades: reuniones fallidas, aplazamientos de actividades, convocatorias vacías, descoordinación, “siempre se ha hecho así”-ismos, pero sobre todo gente que no aparece, prácticamente nadie del lugar que sea fiable y comprometido, en quien uno pueda apoyarse.

Todo está siempre atravesado por la duda de si te están diciendo la verdad cuando te responden que “sí hermano, allí voy a estar”, esa especie de evanescencia loretana que viene a adornar la proverbial informalidad peruana, y que torpedea sin remedio cualquier iniciativa que requiera el trabajo en equipo y que las personas den un paso adelante y asuman responsabilidades.

El fin de semana pasado teníamos encuentro de animadores. Nuestro territorio tiene dos zonas: el Bajo Amazonas y el Yavarí. Los del Amazonas llegaron durante el viernes, tal y como estaba previsto, pero los del Yavarí telefonearon a media tarde: que no encontraban quien les vendiera gasolina y no podían bajar. Que había que haberles mandado desde Islandia un par de latas día antes, pero no fue posible porque quien tenía que llevarlas llegó a casa a las 8 de la noche, sin posibilidad ya de cargar el bote, que salía de madrugada (y tal vez sin tiempo siquiera de comprar el combustible).

¿Qué hacer? ¿Seguir con el encuentro con los cinco que estaban ya acá o tratar de aplazarlo una semana para dar oportunidad a que vengan los del Yavarí? Conversamos y decidimos intentar esto último. Una hora más tarde llamo al teléfono satelital de Buen Suceso, donde está el bote de Santa Teresa que debería haber traído a la gente, y me dicen que OK, que para dentro de una semana, y que ellos van a avisar a los participantes. Y… que el domingo en la noche están en Islandia bajando una maderita, para que los recibamos, conversemos y ya puedan llevar consigo la gasolina para el próximo viernes.

El lector se estará preguntando por qué hay gasolina para venir el domingo con la madera y no el viernes para traer a los animadores… Buena pregunta, nosotros también nos la hacemos. La respuesta tiene que ver con el cruce de intereses del personal; el viernes el viaje no convenía, probablemente porque la madera no estaba preparada. Lo más desagradable es intuir que intentan aprovecharse de la plata de la misión, cuestionarte si hay alguien en quien de veras puedas confiar en esta selva donde rige con mano de hierro la ley de la selva.

Y si hablamos de la propia Islandia, en pleno proceso de preparación de su fiesta patronal, el asunto se hace más agotador. ¡No hay manera de armar una reunión que sea medianamente efectiva! De los 15 miembros del consejo de pastoral que convocas, unas veces vienen 3, al siguiente día 4 distintos… Recuerdo que en la primera ocasión reclamaban que los anteriores misioneros no les llamaban, que hacían todo solos; y ahora, ¡justo al revés! Tal vez se las gastaban así porque no encontraban personas capaces de compartir las tareas con compromiso y seriedad.

Todo acá es como un parto, difícil y tortuoso. Se salva apenas el bingo del otro día. Y, por supuesto, en medio de tanto despropósito, está el grupo de jóvenes. ¡Eso sí que funciona! En mi ausencia, ellos con mi compañera Eunice programaron sus encuentros, y han trabajado bien. Película, tema, diálogo con las superioras que estaban de visita, preparación de la Eucaristía… Anoche estuvimos juntos, y todo sale con naturalidad, entre risas, con gusto. Meeenos mal: un oasis fresco y agradable en este secarral de fracasos y decepciones apostólicas, jaja.

No sé si es que nos estamos equivocando en los métodos, si vamos un poco deprisa, si esperamos más de lo posible hoy por hoy, o todo a la vez. O quizás este implacable reflejo por sobrevivir a costa de lo que sea ha emborronado las capacidades para la gratuidad, para el dar sin más, perdiendo, sin ganar nada aparentemente tangible. No sé. ¿Y qué pasará con el encuentro de animadores? ¿Vendrán los de Santa Teresa en su bote maderero trayendo a los del Yavarí? ¿Volverán los del Amazonas como han prometido? ¿O no aparecerá nadie…? Lo veremos en el próximo capítulo.

César L Caro
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