Payaso vagabundo

Después de andar tantos caminos, volver a la casa de los abuelos es una caricia a la memoria y al libro del tiempo. En los rincones vacíos, ungidos de silencio y soledad, del patio flotan como moho los recuerdos del abuelo unciendo la yunta y de la abuela con el huso arrancando la lana y el lino a la rueca. Los dos disfrutaban cuando la gente gozaba del yantar y del beber. Nunca metían prisa al que no daba muestras de quererse ir, pero tampoco retenían al que anhelaba marcharse. Sus palabras sin dolo llevaban esperanza a corazones en ruinas. Hoy les dije: Os veo en el alba, reflejados en cualquier gota de rocío, en el sol del medio día, y con el sol sigo vuestro rastro al anochecer. De noche os veo como las más grandes y puras de las estrellas y arrodillo el corazón, el alma, la inteligencia y toda mi fuerza para implorar vuestra luz, La luz de vuestros ojos posados sobre mí me llena de ese algo, que aquí no encuentro en nada ni nunca, que le estáis robando a Él para regalármelo. Recordándoos me siento como un feliz payaso vagabundo.   

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