“No somos una ONG más, lo que hacemos es fruto de la fe” Un equipo de voluntarios recorre de noche Valencia llevando alimentos, ropa y medicinas a los sin techo
El sacerdote Pedro Miret Giner y su grupo voluntario pasan las noches de los miércoles llevando alimentos, mantas, medicinas y compañía a los sin techo
Encuentran de todo. Extranjeros, pero también hay nacionales. Los de aquí gentes que cayeron en la droga o en la desgracia. Nunca son rechazados. "Dinero no les damos, lo que necesiten sí"
"Están haciendo un censo de las personas sin techo en la ciudad de Valencia. No se sabe aún la cifra, pero hay muchos"
"Necesitamos apoyo de los organismos oficiales, Ayuntamiento y Consellería, para paliar en la medida de lo posible el problema humano y social de los sin techo”, dice Miret"
"Están haciendo un censo de las personas sin techo en la ciudad de Valencia. No se sabe aún la cifra, pero hay muchos"
"Necesitamos apoyo de los organismos oficiales, Ayuntamiento y Consellería, para paliar en la medida de lo posible el problema humano y social de los sin techo”, dice Miret"
| Baltasar Bueno, corresponsal en Valencia
En Valencia, una de las organizaciones dedicadas a buscar y combatir, allá donde se encuentren, bolsas de pobreza la lidera un joven sacerdote, Pedro Miret Giner, natural de Gandía, párroco de san Francisco de Borja, calle de Cuba en el populoso barrio de Russafa de Valencia. Con un grupo de voluntarios y voluntarias se pasan las noches de los miércoles llevando alimentos, mantas, medicinas y compañía a los sin techos que viven en la calle, cajeros de bancos, puentes del río, casas abandonadas, solares llenos de ratas o chabolas en los descampados.
Tiene un vigor especial y una fuerte fe que arrastra. Lo hace desde la perspectiva de sus creencias, el amor, la solidaridad. Preside en esta ciudad la asociación “Apostolado de la Divina Misericordia”. La fe en Dios que es amor tiene que traducirse en obras. Socorre, ayuda y evangeliza. La noche la comienzan en el espacioso y pictórico templo que tiene la parroquia, hacen oración, exponen el Santísimo y da la bendición al voluntarioso grupo. Lo que van a hacer es en calidad de la extensión del Dios misericordioso.
Tiene unos puntos fijos donde saben que hay gente necesitada, los cubren. Ya se conocen unos y otros.
Encuentran de todo. Extranjeros, pero también hay nacionales. Rumanos, musulmanes, los que más. Unos inmigrantes, los de aquí gentes que cayeron en la droga o en la desgracia. Nunca son rechazados. Se alegran. Toman algo caliente y sólido, que el grupo prepara o cocina. Aprovechan para pedir otras cosas como medicinas. En invierno les llevan ropa de abrigo y mantas. Los miércoles que alguno de los puntos por la razón que fuere no es visitado lo notan. “El miércoles pasado os esperábamos”.
Una chica que era médico y murió deshecha por la droga, tras unos años de prostitución. El caso hizo estallar en lágrimas al sacerdote un día que se le arrodilló y le pidió su bendición agradecida por sus gestos y palabras solidarias. Un chico que era abogado también se enredó en la madeja de la droga. Los dos vivían en la calle.
“Dinero no les damos, alimentos, ropas, medicinas, lo que necesiten sí. Ha habido extranjeros que querían regresar a su país y les hemos pagado el billete, acompañado al autobús. O que precisaban comprar una cosa y se lo hemos llevado. Los que viven en chabolas o casas en ruinas no tienen luz, ni agua, ni gas, sólo ratas, enormes ratas. Hace poco llevamos a uno con nuestra furgoneta al hospital, porque le había mordido una rata. Viven allí mayores y pequeños, bebés, hacinados, en condiciones de gran insalubridad, de manera inhumana. Les damos lo que podemos, les acompañamos, hablamos con ellos, lo agradecen”, cuenta Pedro Miret.
“Hay otras ONGs que hacen cosas parecidas, ahora están haciendo un censo de las posibles personas que viven en la calle, sin techo, en la ciudad de Valencia. No se sabe aún la cifra, pero hay muchos. No nos los acabaremos. Nosotros tenemos una lista fija de un centenar, pero cuando sabemos de dónde hay más, acudimos, y van saliendo. Están esparcidos por toda la ciudad. Nosotros mismos, en nuestra demarcación parroquial, tenemos una acampada de chabolistas, que vamos a visitarles, a atenderles, a hablar con ellos”, explica.
“Como nuestra labor es pastoral, evangelizo. Al final les pido permiso y les doy a todos la bendición. La aceptan. A veces me la piden. Les bendigo y les pongo las manos sobre sus cabezas. Sean católicos o no, para mí son hijos de Dios. Y nos volvemos con más encargos que nos hacen que intentamos cumplimentar. Ahora mismo necesitaría una asistenta social, un asesor jurídico, un apoyo gestor para asuntos de bienestar social, para resolver asuntos que nos plantean. Y apoyo de los organismos oficiales, Ayuntamiento y Consellería para paliar en la medida de lo posible el problema humano y social de los sin techo”, dice Miret.
Etiquetas