Maria del Mar Rosàs, directora del ciclo de diálogos sobre espiritualidad "Sed de infinito" "Se dice que la religiosidad es conservadora, pero tiene potencial para transformar la sociedad"
El Monasterio de Pedralbes acoge desde la semana pasada un nuevo ciclo de diálogos bajo el título 'Sed de infinito', organizado en colaboración con el diario Ara
Este conjunto de cuatro mesas redondas se plantea como un espacio de reflexión sobre las nuevas formas de espiritualidad, su relación con el diálogo interreligioso y su impacto en las sociedades actuales
La directora de este ciclo es Mar Rosàs Tosas (Barcelona, 1985), profesora titular de Bioética en la Facultad de Ciencias de la Salud Blanquerna de la Universidad Ramon Llull
La directora de este ciclo es Mar Rosàs Tosas (Barcelona, 1985), profesora titular de Bioética en la Facultad de Ciencias de la Salud Blanquerna de la Universidad Ramon Llull
| Xavier Pete Vega
(FLAMA).- El Monasterio de Pedralbes acoge desde la semana pasada un nuevo ciclo de diálogos bajo el título “Sed de infinito”, organizado en colaboración con el diario Ara. Este conjunto de cuatro mesas redondas, que continuará este jueves con la participación del antropólogo Ramon Sarró y la profesora de sociología Mar Griera, se plantea como un espacio de reflexión sobre las nuevas formas de espiritualidad, su relación con el diálogo interreligioso y su impacto en las sociedades actuales.
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La directora de este ciclo es Mar Rosàs Tosas (Barcelona, 1985), profesora titular de Bioética en la Facultad de Ciencias de la Salud Blanquerna de la Universidad Ramon Llull. Previamente fue coordinadora de investigación en la Cátedra Ethos de la misma universidad (2014-2022) y profesora de estudios catalanes en la Universidad de Chicago (2012-2014). Rosàs tiene el título de doctora por la Universidad Pompeu Fabra (2012) con una tesis sobre la influencia de la tradición mesiánica judía en la obra del filósofo Jacques Derrida.
-¿Cree que estamos en una sociedad que puede ser catalogada de postreligiosa? De hecho, el periodista Joan Salicrú nos decía en una entrevista que la religión está "en transmutación", y no en declive, precisamente. ¿Usted lo piensa, también?
-Sin duda. Ya hace años que el proceso de secularización va de la mano, aunque parezca paradójico, de un “giro hacia la religión” (the turn to religion, en inglés). Lo describe magistralmente Mark C. Taylor, que fue muchos años director del Departamento de Religión de la Universidad de Columbia, en Nueva York, en su libro After God (University of Chicago Press, 2007), traducido por Siruela como Después de Dios).
Taylor juega con el doble sentido de la preposición after en inglés para decir que estamos en una era en la que, a pesar de parecer que Dios es cosa del pasado, todavía vamos detrás de Él. Y sostiene que no es, sólo, que nuevas formas de espiritualidad vayan empapando a las sociedades occidentales, sino que muchas de las lógicas políticas, económicas y culturales de nuestro mundo son fruto de la enorme influencia del cristianismo, dentro del cual, para él, ocupa un lugar especialmente relevante la Reforma luterana y su contribución a la descentralización.
-¿Está de acuerdo con la idea de que en estos últimos años se haya extendido una consigna social e implícita que nos lleva a pensar en “espiritualidad sí, religión no”?
-En nuestro entorno es así. Por lo general, la religiosidad se asocia a tradiciones y creencias obsoletas, estrechas de mira y opresoras, y a unas posiciones políticas muy conservadoras. La espiritualidad, en cambio, se asocia a individuos especialmente sensibles, conscientes y cuidadosos, y se considera más propia de personas adaptadas a los aires del tiempo. Por un lado, existen medios de comunicación que contribuyen a difundir esta dimensión más rígida de la religión, y, por otra, es indiscutible que la religión ha sido en varios momentos históricos una aliada de formas de poder represoras y violentas.
-En cualquier caso, también es necesario reconocer la parte positiva de la religión, ¿verdad?
-Todo el que conozca desde dentro la Iglesia de nuestro país sabe que está llena de personas que, a raíz de sus creencias religiosas, y altruistamente, llevan a cabo una tarea social de apoyo a las personas más necesitadas fundamental, promueven una vida más sostenible desde un punto de vista ecológico, e intentan hacer saltar por los aires todas aquellas etiquetas que se utilizan para clasificar a las personas y que pueden ocasionar sufrimiento.
En cambio, a menudo cuesta darse cuenta de que muchas de las nuevas formas de espiritualidad, a pesar de su apariencia fresca y desenvuelta, se alían tácitamente con algunas de las lógicas del neoliberalismo que me parecen más perniciosas. Es una cuestión que aparece recurrentemente en el ciclo de espiritualidad de Diálogos de Pedralbes, y este curso volveremos a hablar de ello.
-¿Cree que la espiritualidad puede ser comprendida como una interrupción y, al mismo tiempo, como una apertura de estructuras predominantes?
-Me lleva a la cabeza la definición de “religión” que justamente propone Mark C. Taylor en el libro del que hablaba hace un momento. Se esfuerza por producir una definición que sea lo más inclusiva posible, y que pueda incluir religiones sin Dios, por ejemplo. Por ello, el autor propone la siguiente: “Religion is an emergent, complex, adaptative network of symbols, myths, and rituals, that, on the one hand, figure schemata of feeling, thinking, and acting in ways that lend life meaning and purpose and, on the other hand, disrupt, dislocate, and disfigure every stabilizing structure” (2007: 12).
-¿Puede una religión ser insertada en una determinada lógica, es decir, en una determinada estructura?
-Nos esforzamos para que así sea, pero siempre hay algún elemento que se escapa de la posibilidad de ser subsumido en una lógica omniabarcadora. Cabe recordar que Mark C. Taylor está muy influenciado por el filósofo Jacques Derrida, para quien lo que abre la estructura no puede ser subsumido por la misma estructura, por lo que toda estructura está inevitablemente dislocada.
-¿Se tiende erróneamente a reducir la espiritualidad a una mezcla de bienestar emocional, autoayuda y coaching?
-Gran parte de las nuevas generaciones de nuestro país tienen un desconocimiento total del ámbito religioso. Por muchas razones, me parece natural y comprensible que así sea. Pero me pregunto lo siguiente: ¿Qué ocurre cuando estas personas se hacen la pregunta por el sentido o, directamente, por la trascendencia? Si bien no es una pregunta que inquiete a todo el mundo, yo diría que hay una sed de espiritualidad generalizada, por eso hemos titulado así este ciclo de diálogos. Circulan en el ambiente un puñado de ideas sobre espiritualidad que son fórmulas sencillas de entender y aplicar, y que prometen el bienestar. Es natural que la gente recorra a ellas.
-¿Se pierde algo en este camino?
-Sí. Lo que a mí me preocupa de esta tendencia es que, cuando la espiritualidad se encamina así, se pierde la dimensión realmente transformadora de toda espiritualidad y religiosidad. En mi opinión, uno de los aspectos más valiosos de las religiones es su preocupación y su compromiso por transformar el mundo para hacerlo más habitable. Si las recetas fáciles de una espiritualidad de manual de autoayuda me instan a procurar estar en paz conmigo misma, independientemente de lo que ocurra en mi entorno, es fácil que se desactive la energía transformadora de la espiritualidad y la religiosidad.
Lo que me inquieta de estas nuevas espiritualidades es que, en la medida en que prescriben una serie de prácticas para estar bien a pesar de las circunstancias (como la meditación, sin duda con muchos beneficios), te empujan a seguir soportando un orden de cosas y no a modificarlo. Hablamos de ello en un diálogo con la socióloga de las religiones Mar Griera, que volverá a venir este año: el paradigma de este fenómeno es el empresario muy atolondrado que, en lugar de modificar su vida, hace yoga para relajarse y poder seguir viviendo exactamente de la misma forma.
Si lo que queremos es el bienestar de toda la humanidad, no sólo es necesario modificar las creencias y prácticas de la persona individual, sino acabar con las guerras, con el hambre, con la pobreza y con todas las formas de precariedad, y garantizar una estabilidad socioeconómica a todo el mundo.
-¿Qué radiografía hace de la presencia del budismo en Cataluña, teniendo en cuenta que es una de las 15 confesiones religiosas reconocidas, que un 1,3% de los catalanes la practican y que se articula en torno a la Coordinadora Catalana de Entidades budistas?
-Es una cuestión extraordinariamente interesante. En una de las pasadas ediciones de los Diálogos, la filósofa Raquel Bouso nos habló de cuando el budismo empezó a introducirse en el mundo occidental. No es un fenómeno nuevo. Pero sí es inédita la magnitud del fenómeno.
-¿Cómo es que muchas personas, especialmente jóvenes, pero no sólo jóvenes, se sienten atraídas por el budismo?
-Nos habló la filósofa Berta Saéz en uno de los Diálogos y lo hará este año la filósofa Glòria Cagigal. Yo diría que tiene que ver, fundamentalmente, con dos cuestiones. Por un lado, con que el budismo pretende erradicar el sufrimiento, mientras que otras religiones instan a los creyentes a hacer el bien aunque esto les genere sufrimiento (confiando que el creyente entenderá que hacer el bien es el camino de la felicidad). La juventud prefiere no sufrir, lo que me parece totalmente comprensible. Y, por otro, con el hecho de que en el budismo subyace una concepción de la persona totalmente interdependiente del entorno y de los demás. ¡Y eso nos hace mucha falta!
El sujeto de la filosofía occidental ha sido, durante mucho tiempo, concebido como autónomo, como soberano de sí mismo. Dentro de la misma filosofía occidental actual, muchas voces alertan de los peligros de esta concepción de la persona e insisten en que la persona está atravesada, de forma constitutiva, por los demás y por el entorno. Creo que ésta es una idea evidente por buena parte del budismo (que es desarrollada filosóficamente, por ejemplo, en La religión y la nada, una obra que la editorial Siruela tradujo al castellano, escrita por el filósofo japonés Keiji Nishitani, crucial para la comprensión del budismo en el mundo occidental).
-Esta interdependencia entronca con las grandes preocupaciones globales de hoy: la cuestión ecológica, por ejemplo, o los conflictos bélicos. ¿Qué tiene que decir el cristianismo en este sentido?
-El cristianismo aporta mucho, por supuesto. De la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII a Laudato si del papa Francisco, la preocupación ecológica es indiscutible, por ejemplo. Pero creo que, para muchas personas, esta inquietud no es tan evidente, a pesar del montón de iniciativas de Iglesia en nuestro país en este sentido, como las ecoparroquias.
-Por tanto, ¿por qué todos estos jóvenes no se acercan al cristianismo?
-Por desconocimiento, por supuesto. Pero también es necesario, desde el cristianismo, hacer autocrítica. Pongo sólo un ejemplo. Para buena parte de la juventud, es sencillamente incomprensible como la Iglesia, y buena parte del cristianismo, no da más pasos hacia la no discriminación por razón de género, por mencionar una cuestión que es crucial para las nuevas generaciones. Creo que dentro del cristianismo existen reflexiones teológicas fundamentales en este sentido. Por ejemplo, hace años que una serie de teólogos se plantean por qué de Dios siempre se ha tendido a subrayar su dimensión masculina y se ha menospreciado su femenina. A raíz de estas reflexiones, en el seno de la Iglesia de Cataluña, por ejemplo, hay cada vez más personas que no rezan el padrenuestro, sino el madrenuestra, o el padremadrenuestra. Pero todavía son reflexiones minoritarias o con poca fuerza.
-Uno de los diálogos versará sobre el potencial revolucionario de la religión y la espiritualidad, a cargo de Laia de Ahumada e Ignasi Moreta. ¿Puede darnos alguna pincelada para entender mejor esta cuestión?
-La religiosidad tiende a ser tachada de conservadora y tradicionalista, pero en ella existe un potencial de transformación de la sociedad indiscutible. En muchas ocasiones, esta potencia se traduce en la actividad de muchas organizaciones no gubernamentales. Me parece que nos hablará a fondo la Laia de Ahumada, de eso. Pero nuestro país también es un buen ejemplo de otro fenómeno en este sentido: el compromiso por hacer una sociedad más justa ha llevado a muchas personas a involucrarse en movimientos de base de Acción Católica y a implicarse en la política formal.
Por otra parte, creo que es importante no reducir el potencial transformador de las religiones en su vertiente social. El potencial revolucionario de las religiones también es interesante desde un punto de vista intelectual: rompen moldes y categorías, y aportan alternativos. Ernst Bloch decía que lo más interesante de las religiones es que producen herejías. Creo que nos hablará de ello Ignasi Moreta.
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