Análisis post 10-N: gana el PSOE, sube la ultraderecha de Vox. ¿Y ahora qué? De Berlín a la Moncloa: No es tiempo de muros, es hora de gobernar
Mientras el mundo conmemora la caída del Muro de la vergüenza, en nuestro país vencen los que apuestan por volver a construir barreras, por el odio al extranjero, por la criminalización de menores no acompañados, por acabar con la igualdad
El triunfo de Vox es, paradójicamente, la derrota del Evangelio de Jesús. Porque uno no puede evitar comparar el discurso de la ultraderecha con las Bienaventuranzas o con Mateo 25
Ya asomaron la patita el 28-A, y la irresponsabilidad de quienes podían, y debían, haber formado Gobierno, nos ha llevado a que la ultraderecha de Vox, con 52 diputados, se convierta en la tercera fuerza política en el Congreso
Ya asomaron la patita el 28-A, y la irresponsabilidad de quienes podían, y debían, haber formado Gobierno, nos ha llevado a que la ultraderecha de Vox, con 52 diputados, se convierta en la tercera fuerza política en el Congreso
El 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín. Nacía una nueva época en Europa, en el mundo, en el que se derribaban las viejas fronteras, se ponía el punto final a la Guerra Fría y arrancaba un camino hacia un mundo más unido y globalizado.
Atrás quedaba la polarización izquierda-derecha, capitalismo-comunismo, que costó dos guerras mundiales, millones de muertos y el horror del nazismo y los gulag. Se daba un paso adelante, histórico, contra los muros, las fronteras y el odio al diferente.
El 10 de noviembre de 2019, España volvió a convertirse en el país de Europa Occidental con mayor poder de la extrema derecha. Desde la muerte del dictador Francisco Franco, los nostálgicos de la España Una Grande y Libre no habían tenido apenas representación parlamentaria. Ya asomaron la patita el 28-A, y la irresponsabilidad de quienes podían, y debían, haber formado Gobierno, nos ha llevado a que la ultraderecha de Vox, con 52 diputados, se convierta en la tercera fuerza política en el Congreso. Más de 3,5 millones de votos, un 15% del electorado, doblando con mucho su anterior representación.
Mientras el mundo conmemora la caída del Muro de la vergüenza, en nuestro país vencen los que apuestan por volver a construir barreras, por el odio al extranjero, por la criminalización de menores no acompañados, por acabar con la igualdad. Los resultados del 10-N son los que son, y hay que aceptarlos, porque son el resultado de la voluntad democrática de los ciudadanos: el PSOE gana pero pierde escaños; el PP suma pero mucho menos de lo deseado; Podemos baja pero resiste (y persiste en su idea de entrar en un Gobierno entre desconfiados); Ciudadanos se derrumba; el independentismo crece; y Vox, sin lugar a dudas, es el triunfador de los comicios.
Santiago Abascal representa el discurso del odio, la xenofobia, el 'los españoles primero'. Bajo la pátina de la defensa de los valores tradicionales (religión, familia tradicional, No rotundo al aborto o la eutanasia, proteccionismo económico...), el triunfo de Vox es, paradójicamente, la derrota del Evangelio de Jesús. Porque uno no puede evitar comparar el discurso de la ultraderecha con las Bienaventuranzas o con Mateo 25.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme
El programa de Vox es un ejemplo claro de esa 'cultura del descarte' que tanto denuncia el Papa Francisco. Con todo, es lo que hemos votado los españoles. De nada servirá cerrar los ojos. Cuando los abramos, el dinosaurio seguirá allí. Verde y con ganas de morder.
La pregunta se hace evidente: ¿y ahora qué? ¿Volvemos a construir muros, a cerrar fronteras, a patrimonializar la bandera, a seguir dando alas a la ultraderecha? ¿Seguiremos bloqueando la gobernabilidad del país? Treinta años después de la caída del de Berlín, no es tiempo de construir más muros. Si acaso, contra los intolerantes.
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