Misa en el altar del Mundo (Teilhard de Chardin)





Oración
(cont.)

"Escóndeme en Tí, Señor." ¡Ah! Creo (y lo creo hasta el punto de que esta fe se ha convertido en uno de los sostenes de mi vida íntima) que las tinieblas completamente exteriores a Tí serían la pura nada. Nada puede subsistir fuera de tu Carne, Jesús, hasta el punto de que incluso aquellos que se encuentran rechazados fuera de tu amor se benefician todavía, para su desgracia, del apoyo de tu presencia. ¡Todos nosotros nos encontramos irremediablemente en Tí, Medio universal de consistencia y de vida!

Pero precisamente porque no somos algo completamente terminado que pueda ser concebido indiferentemente como cercano o alejado de Tí; precisamente porque en nosotros el sujeto de la unión crece con la unión misma que nos entrega progresivamente a Tí; en nombre de lo que hay de más esencial en mi ser. Señor, escucha el deseo de eso que me atrevo a llamar mi alma, aun cuando cada día me doy cuenta de que es mayor que yo, y que para apagar mi sed de existir, através de las zonas sucesivas de tu Subsistencia profunda, ¡empújame hacia los pliegues más íntimos del Centro de tu Corazón.

Presencia de Dios en el Mundo

X. Sí, Dios mío, lo creo y lo creo tanto más gustosamente cuanto que en ello no se juega sólo mi tranquilidad, sino mi realización; eres Tú quien está en el origen del impulso y en el término de la atracción, de lo cual, durante toda mi vida, no hago en todo caso sino seguir o favorecer su impulso primero y sus desarrollos. Y eres también quien vivifica para mí, con tu omnipresencia (mucho mejor que lo hace mi espíritu para la Materia que anima), las miríadas de influencia de que en todo instante soy objeto. En la vida que brota en mí, en esta Materia que me sostiene, hallo algo todavía mejor que tus dones: te hallo a Tí mismo; a Tí, que me haces participar de tu Ser y que me moldeas.

En verdad, en la regulación y modelación iniciales de mi fuerza vital, en el juego favorablemente continuo de las causas segundas, toco en lo más cerca posibles las dos fases de tu acción creadora; me encuentro con tus dos maravillosas manos y las beso: la mano de aprehende tan profundamente que llega a confundirse en nosotros con las fuentes de la Vida y la mano que abraza tan ampliamente, que a su menor presión, los resortes todos del Universo se pliegan armoniosamente a un tiempo. Por su misma naturaleza, estas felices pasividades, que son para mó la voluntad de ser, el gusto por ser esto o aquello y la oportunidad de realizarse a mi gusto, se hallan cargadas de tu influencia que pronto se me aparecerá más distintamente como la energía organizadora del Cuerpo místico. Para comulgar contigo en estas pasividades, con una comunión básica fontanal (la Comunión en las fuentes de la Vida), sólo he de reconocerte en ellas y pedirte que permanezcas en ellas más y más.
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Poesía de san Juan de la Cruz
Canción de la glosa soberana
(continuación)

La vida temporal
contigo, ¡oh vida eterna!, comparada
es tanto desigual,
que puede ser llamada,
no vida, sino muerte muy pesada.

¡Oh vida breve y dura,
quién se viese de tí ya despojado!
¡Oh estrecha sepultura,
cuándo seré sacado
de tí para mi Esposo deseado!

¡Oh Dios, y quién se viese
en vuestro santo amor todo abrasado!
¡Ay de mí! ¡Quién pudiese
dejar esto creado
y en gloria ser con Vos ya transformado!

¡Oh cuándo, amor, oh cuándo,
cuándo tengo de verme en tanta gloria!
¿Cuándo será este cuándo?
¿Cuándo de aqueta escoria
saliendo alcanzaré tan gran victoria?

¿Cuándo me veré unido
a Tí, mi buen Jesús, de amor tan fuerte
que no baste el ladrido
del mundo, carne o muerte,
ni del demonio, a echarme de esta suerte?

¿Cuándo, mi Dios, del fuego
de vuestro dulce amor seré encendido?
¿Cuándo he de entrar en juego?
¿Cuándo he de ser metido
en el horno de amor, y consumido?

¡Oh, quién se viese presto
de este amoroso amor arrebatado?
¿Cuándo me veré puesto
en tan dichoso estado
para no ser de allí jamás mudado?

Dios mío y mi bien todo,
mi gloria y mi descanso y mi consuelo,
sacádme de este lodo
y miserable suelo
para morar con Vos allí en el cielo...
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