El Mito de la Globalización Neoliberal
"Allí donde la propiedad es un derecho individual
y donde el dinero sea la medida universal
jamás podrá reinar la justicia
y la prosperidad social" (Tomás Moro)
4. En el ámbito religioso
Cuando una tesis deja de ser cuestionable pasa a ser un dogma,
un dogma, un dogma en nombre de la ciencia en este caso. El mercado, como lugar de libre concurrencia, en igualdad de oportunidades, sin privilegios o excepciones, se torna en dogma de fe, de tal modo que la creencia en este falso axioma aboca a los excluidos al fracaso.
En igualdad de oportunidades los más aptos sobrevivirán mientras que los inadaptados quedarán en la periferia del sistema. El error está en creer en la libertad de mercado como algo incuestionable y peor aún, es creer que en el seno del mercado se produce la libertad, cuando estas son las bases escudo que soportan la acumulación de la riqueza en pocas manos exprimiendo a aquellos que entran en el juego en condiciones de inferioridad. De este modo, el mercado aparece como único sistema posible, fuera del cual no hay solución. El neoliberalismo justifica así que los problemas sociales no se derivan de la lógica de exclusión y acumulación del capitalismo, sino en la ausencia de éste.
Debemos y tenemos que romper con el fundamentalismo económico, con sus dogmas y mitos que asumen el fracaso, con sus dogmas y mitos que sumen en el fracaso y desesperación a millones de seres humanos, desvelando que la exclusión es una injusticia, una injusticia estructural, proveniente del sistema de acumulación. "Para el dogma neoliberal la producción de pobreza es señal de que se está caminando hacia
el rumbo correcto. La pobreza y el sufrimiento de las masas tienen un significado prometedor: en realidad indican que las 'fuerzas del mercado' están moviéndose sin interferencias y la
y la reestructuración económica procede tal cual se esperaba, una vez que el Estado se quedó a un lado y el 'instinto 'capitalista' se puso en marcha, libre de reglamentaciones 'artificiales'caprichosamente establecidas durante décadas por gobiernos hostiles".
Ante esta realidad, el quehacer que se nos presenta es apasionante desde el ámbito de lo personal, hasta el de la lucha por transformar las estructuras de injusticia: el esfuerzo por descubrir nuestra propia vocación, el desarrollo de una conciencia social que nos lleve al rechazo permanente de lo injusto, la incesante búsqueda de la verdad y de las causas de las situaciones que nos rodean, el cultivo personal que no lleve a descubrir nuestras posibilidades y a trabajar por corregir nuestros defectos, el desarrollo de una voluntad recia, la cercanía vital hacia los empobrecidos, la colaboración y el trabajo organizado con otros que permita encauzar de forma creativa y eficaz las respuestas a las injusticias desde la solidaridad.
Debemos recuperar la esperanza en que es posible forjar un mundo más justo basado en el respeto a la dignidad humana. Sin esta inquietud caeríamos en una espiral de desesperación e impotencia que nos inmovilizará y replegaría a cobijarnos en nuestro castillo de marfil, en nosotros mismos.
"Lo más difícil es cambiar la dirección del pensamiento. Nuestro pensamiento es acumulativo. Reproduce la lógica del mercado. Esta es la raíz de la alienación. Cambiar la dirección del pensamiento implica asumir un sentido simbiótico, fraterno entre hombre y hombre, entre hombre y naturaleza y de toda la humanidad como sujetos indivisibles. Esto significa que debemos abandonar la idea de que los instrumentos son todo y medir la vida no por el éxito o por el dinero, sino por la solidaridad y por otros valores como la modestia, la cooperación y la dulzura" (Robert Jungk, El futuro ya ha comenzado).
Ver: El Mito de la Globalización
Neoliberal
Desafíos y Respuestas