J. Ortega y Gasset
Estatuto de Cataluña en Ortega 2
El último punto es el referido a la Hacienda. Sólo voy a enunciar las dos normas que nos han inspirado la corrección al antiproyecto. La norma fundamental es esta: deseamos que se entregue a Cataluña cuantías suficientes y holgadas para poder regir y fomentar la vida de su pueblo dentro de los términos del Estatuto.
Lo hacemos no sólo con lealtad, sino con entusiasmo, pero lo que no podemos admitir es que esto se haga con detrimento de la economía española. No me refiero a las cuantías que no escatimo; lo que digo es que no es posible entregar a Cataluña una contribución íntegra, porque eso la desconectaría del resto de la economía general del país y ésta desarticulada, no por el más o menos de cuantía en lo que se entregara, no podría vivir con saluz y menos en aumento y plenitud.
De ahí que haya que idear una fórmula amplia en la concesión actual, elástica hacia el porvenir y, sobre todo que creciese automáticamente, conforme la vida y la riqueza de Cataluña lo exigiera. No se puede en este punto pedir más. Se os da una copa que crecerá conforme crezca el hontanar que brote en vuestra tierra. Pero no basta con esto, porque no es decente crear un Poder, sea el que fuere, al cual se encargue fomentar la vida de un territorio sin darle medios para ello y libertad para legislar sobre esa economía.
Pero como el principio anterior no permite dar un tributo íntegro de la economía nacional, se nos ha ocurrido buscar en los derechos reales sobre bienes raíces algo en lo cual puede Cataluña legislar con total libertad ¿Por qué? Porque es una clase de derechos más facilmente desconectable del resto de la economía, es un tipo de impuestos de los más fáciles de cobrar y que no plantea problema con Hacienda.
Volviendo al tema del nacionalismo dice Ortega que la solución de este problema no es cuestión de una ley, ni de dos, ni siquiera de un Estatuto. Los nacionalismos pueden desaparecer cuando se envuelven en un gran movimiento ascensional de todo un país, cuando se crea un gran Estado, en el que van bien las cosas, en el que ilusiona embarcarse, porque la fortuna sopla en sus velas. Un Estado en decadencia fomenta los nacionalismos. En cambio, un Estado en buena ventura los desnutre y los reasorbe.
Tenía mucha razón el señor Cambó cuando decía que el nacionalismo catalán sólo tiene su vía franca al amparo de un enorme movimiento creador histórico. El proponía lo que llamaba iberismo (hoy llamamos a esto europeísmo). Lo importante es movilizar a todos los pueblos españoles en una gran empresa común. Pero no hace falta nada de "iberismo"; tenemos delante la empresa: hacer un gran Estado español. Para esto es necesario que nazca en todos nosotros lo que en casi todos ha faltado hasta aquí, lo que en ningún instante ni en nadie debió faltar: el entusiasmo constructivo por encima de nuestras discrepancias.
(José Ortega y gasset, Discursos Políticos,
Alianza Editorial, 1974.
Ver: Francisco G-Margallo: Teología de J. Ortega y Gasset. Evolución del cristianismo, Madrid 2012
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PD. El discurso completo de Ortega, tal como lo puse en otra ocasión, lo recogíó Google. Puede verse allí.