Los Santos fueron seres humanos
Un pueblo oprimido y reprimido
La Santidad una meta al alcance de todos
Todos estamos llamados a la santidad. La historia de la Iglesia está marcada por hombres y mujeres que con su vida de fe, han sido faros para muchas generaciones y lo son también para nosotros.
Se aferraron a Jesucristo de tal modo, que podían afirmar como S.Pablo: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi"(Gal. 2,20).
Todos estamos llamados a ser santos. Con frecuencia se piensa que la santidad es una meta reservada a unos pocos elegidos.
La santidad no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en hacer nuestras las actitudes, pensamientos, comportamiento de Cristo. No comenzar y no terminar sin al menos un breve contacto con Dios.
La santidad -con palabras del Papa Benedicto XVI- se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por la forma como modelamos toda nuestra vida según la vida de Cristo.
Nadie está excluido de la santidad. El amor a Dios y al prójimo es el sello del verdadero discípulo de Cristo(Vt.II; L.G.42).S.Agustín, comentando el cp.IV de la primera carta de S.Juan, decía "Digile et fac quod vis" ("ama y haz lo que quieras"). Y continuaba: "Si callas, calla por amor, si hablas, habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor; que esté en tí la raíz del amor, porque de esta raíz no puede salir nada que no sea el bien". (7,8; PL.35).
Los santos nos dicen que todos podemos recorrer el camino, incluso con nuestras limitaciones, debilidades, imperfecciones.
En todas las épocas de la historia de la Iglesia, en todas las latitudes de la geografía del mundo, hay santos de todas las edades y de todas las condiciones; son rostros concretos de todo pueblo, lengua y nación.
Son verdaderas estrellas en el firmamento y son muy distintos entre si. Santos conocidos y santos sencillos, es decir, las personas buenas que he conocido y que han pasado ya por esta vida. Por supuesto también personas que nunca serán canonizadas. Son personas normales, sin heroísmo visible, pero en su bondad de todos los días se podía apreciar la fe, la fe de la Iglesia.
Todos podemoas ser santos. Ser santo es llegar al cielo para estar con Dios y a eso es a lo que estamos llamados todos. La condición es que hay que responder a Dios. De ti depende, porque Dios te llama a través de lo cotidiano, de tus vecinos y compañeros de trabajo, de tus éxitos y fracasos. Todo lo que pasa a tu alrededor es un mensaje divino que te llama a ser santo ahí donde Dios te ha puesto, en esa casa, en esa escuela, en esa oficina, en ese trabajo, en ese campo, en ese pueblo, en esa ciudad, con esos compañeros y esos hermanos para que hagas más habitable este planeta.
No son seres superiores, ni mitológicos. Son seres humanos que fueron ejemplares en el seguimiento espiritual de Jesús, de modo que lograron que sus propias vidas fuesen espejo en que se reflejaba la vida y las enseñanzas de Jesucristo, porque la santidad consiste en parecerse a Jesús de Nazaret.
Tan humanos como los demás, los santos lograron reflejar lo sobrenatural en su vida, pues cultivaron un perfil ético muy específico: vivieron el amor a Dios y al prójimo, tuvieron comprensión con todos, se preocuparon de las necesidades de los demás, y fueron austeros, limpios de corazón y, sobre todo, transmitieron alegria y paz a su alrededor.
Ver: José Manuel Coviella Corripio
Los santos fueron seres humanos
S. Melchor de Quirós
Ediciones CyC