Virtudes públicas en Ortega y Gasset

J. Ortega y Gasset



Capítulo Primero

La Ciencia

Guerra contra la Ciencia

(Cont., viene del día 12

El investigador Pedro García Barreno ha hecho su ingreso el 29 de octubre de 2006 en la Real Academia Española, pidiendo una investigación sin censuras. Dijo en su discurso que "la imaginación es el único límite de las posibilidades tecnológicas". Pidió asimismo que no se censure la investigación científica en cuestiones "conflictivas" como la clonación humana o la ingeniería genética. Se centró particularmente en "las tecnologías perturbadoras" e hizo referencia a la revolución nanotecnológica.

En el mismo tono se ha expresado el oncólogo catalán Carlos Cordón-Cardó, director de la división de Patología Molecular del Memorial Sloan Kettering de Nueva York al ser investido doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona. En su discurso, dirigiéndose a los jóvenes dijo: "No se dejen llevar por la frustración...Atrévanse a pensar fuera del contexto convencional" .

La Bioética en la palestra

A pesar de que el Vaticano II se reconcilió con la ciencia, pasados unos pocos años volvemos a detectar las mismas suspicacias hacia ella. En ciertas esferas eclesiásticas se desconfía nuevamente de la ciencia sin reparar en los inmensos beneficios que los avances de las últimas tecnologías pueden aportar a la humanidad.

Karl Rahner, el teólogo católico más importante del siglo XX, que tuvo mucho protagonismo en el mencionado concilio, ha hecho constar que éste ha abierto una nueva época en la Iglesia que es irreversible, aunque se necesita tiempo para que los documentos conciliares den frutos notables .

El teólogo especialista en bioética, Juan Masiá, en su libro Tertulias de Bioética y un artículo en Alandar ha calificado como "síndrome del cangrejo" o marcha atrás a ciertos documentos eclesiásticos recientes por su parecido con el Syllabus decimonónico de errores que redactara Pío IX. A continuación hace referencia a la Academia Vaticana de la Vida y a la encíclica Evangelium vitae de Pablo VI que hicieron proliferar en la últimas décadas centros y congresos de bioética, pero estos, exagerando la confesionalidad beligerente, han hecho un flaco favor a la vida que dicen proteger.

En el extremo contrario señala otras bioéticas cuya laicidad aconfesional no oculta su antirreligiosidad. Observa asimismo otras posturas intermedias calificadas como tercera vía consensual, que se dan en ciertos ámbitos políticos o religiosos y que se limitan a evitar confrontaciones y fomentar consensos, eludiendo los problemas y obteniendo así cotas de poder en las administraciones públicas o eclesiásticas.

Ninguna de las tres adjetivaciones: confesional, aconfesional y consensual le parece que ayude a la solución del problema. Prefiere una bioética sin adjetivos, una búsqueda ética que cuide de la vida. En esta línea que puede considerarse como cuarta alternativa están algunos centros de bioética que enumera sin excluir a otros: el Instituto Borja, en Barcelona, la Catedra de Bioética de Comillas, en Madrid, o la Cátedra de Bioética Andaluza, en Granada.

El método que siguen de aunar ciencia, pensamiento y conciencia no admite las etiquetas de confesionales, aconfesionales ni consensuadores. Sin embargo, los expertos que rigen estos centros Javier Gafo, Diego Gracia, Marciano Vidal, Francesc Abel, Diego Gómez Azpitarte, o él mismo, no tienen reparos en remitir oportunamente a los referentes religiosos en los debates de búsqueda de valores.

Ahora bien, "nuevos recursos tecnológicos plantean problemas humanos, que sería irresponsable confiar sólo a especialistas. Para elegir, necesitamos dialogar en foros plurales, buscando valores compartibles". Ante las preguntas suscitadas hoy ¿cual es la manera humana de nacer y crecer, vivir, enfermar o morir? ¿qué tratamientos respetan la dignidad humana? ¿se usarán los avances para bien o para mal?. El ser humano es capaz de destruirse a sí mismo, a sus congéneres y a su entorno.

Hoy más que nunca el futuro de la vida está en nuestras manos, por lo que ante las nuevas capacidades se imponen nuevas limitaciones. Y surgen nuevas preguntas ¿debemos hacer todo lo que se puede hacer ¿es éticamente permisible todo lo que es técnicamente posible?. Sobre todas estas cuestiones ve conveniente dialogar y poner en común sobre lo que pensamos sobre la vida, para mejorarla.

Este interés es compartido por las éticas y las religiones, aunque cree que se debe distinguir las aportaciones respectivas para evitar posibles manipulaciones ideológicas... "conjugando responsabilidad ética y gratuidad religiosa, surge el criterio de la gratuidad responsable. La vida es don y tarea. Gratuidad ante el don y responsabilidad ante la tarea son el meollo de una ética de la vida...

Las religiones pueden sumarse al movimiento de diálogo interdisciplinar de la bioética, búsqueda común de valores, pero sin arrogarse el derecho de intromisión para dictar normas de moralidad a la sociedad civil. La Bioética puede sumarse al movimiento de diálogo interreligioso y ayudar a transformar el modo de pensar y manejar la vida; ante las exigencias de nuevos datos urgirá a modificar paradigmas y conclusiones, pero sin imponer exclusivamente interpretaciones de sentido sobre la vida y la muerte, el dolor, la salud y la enfermedad o el cuerpo y la naturaleza"

---Ver Francisco Margallo, Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset.

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