La misa de la Tierra sin males



MEMORIA PENITENCIAL


Solo

_¡Yo adoraba a Dios,
Maíra en toda cosa,
Tupa de todo gesto,
Razón de toda hora.
Yo conocía la ciencia
del Bien y del Mal primeros.
La Vida era mi culto,
la Danza era mi culto,
la tierra era mi culto,
la Muerte era mi culto,
yo era un Culto vivo!

Blancos

_Y nosotros te misionamos,
infieles al Evangelio,
hincando en tu alma
la espada de una Cruz.
¡Campanas de Buena Nueva,
en un redoble a muerto!
Infieles al Evangelio
del Verbo Encarnado,
te dimos por mensaje
cultura forastera.
Partimos en mitades
la paz de tu vida,
adoradora siempre.

Solo

_El Amor del Padre de todos

me bautizó con el Agua de la Vida y de la Conciencia
y sembró en mí la Gracia de su Verbo.
Semilla universal de Salvación.

Blancos

_Mientras nosotros te erramos
con un Bautismo impuesto,
divisa de reses humanas,
blasfenia del Bautismo,
violación de la gracia
y negación de Cristo.

Solo

_Yo era un Pueblo de millones de vivos,
de millones y millones de Personas Humanas,
millones de imágenes vivas del Dios Vivo.

Blancos

_Y nosotros te diezmamos,
portadores de la Muerte,
misioneros de la Nada

Solo

_Yo os dí la belleza del mar y sus playas,
yo os dí mi Tierra y sus secretos,
los pájaros, los peces, los animales
amigos servidores,
el maíz de espiga apretada y repartida,
el generoso bulbo de la mandioca_el pan de cada día_
el guaraná oleroso de la floresta,
el caldo sedativo del chimarrón del Sur,
el remedio de la tierra enfermera,
el cayuco, volador en las aguas,
el Pau-Brasil de fuego, nombre del corazón de vuestro País.

_Y nosoreos te depredamos,
desnudando tus florestas,
calcinando tus campos,
sembrando veneno
en los ríos y en el aire.
Y cercamos con alambre
la Tierra generosa,
separando, por alambradas,
los hombres contra los hombres:
para engordar el ganado
del hambre nacional,
para plantar la soja
de la exportación esclava.

Pedro Casaldáliga,
Al acecho del Reino


El Testimonio del Bautista

Le preguntaron ¿tú quién eres?
Yo no soy el Cristo.
Soy una voz que grita en el desierto: enderezad
el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.
(Jn 1, 21)

La finca de un gran hacendado dió una gran cosecha. Y él
discurría ¿qué haré?. No tengo dónde almacenar mis cosechas.Y se dijo: ampliaré mis graneros, luego meteré en ellos todas mis cosechas y mis bienes. Y diré a mi alma: Alma tienes muchos bienes almacenados para largos años; descansa, come, bebe y pásalo bien. Pero Dios le dijo: ¡Insensato! Esta noche se te pedirá el alma. Y ¿para quién será lo que has acaparado?. Así sucederá al que atesora para sí y no es rico ante los ojos de Dios.
(Lc 12, 16-21)

Espiritualidad, Pedro Casaldáliga.
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