Ciencia y metafísica, diferencia y complementariedad (Fernando)

He venido tratando estos días de la ciencia y de sus relaciones con la metafísica y la religión. Entre las respuestas que ha recibido mi blog destaca la de Fernando, colaborador habitual de este blog, teólogo y científico, que escribió las mejores entradas del Diccionario de Pensadores Cristianos... (como supo ver el autor de la recensión americana).

Fernando, amigo de los de antes y de ahora, es autor de unos comentario que reproduzco en lo que sigue y que pueden condensarse en tres afirmaciones:

a. Ciencia: Toda respuesta sobre cómo es el mundo es provisional

b. La metafísica es tan provisional como el resto de propuestas humanas

c. La metafísica puede encauzar buenas preguntas, pero no determinar si su discurso es válido o no al margen de la ciencia.


De esas y otras cuestiones trata el post que hoy ofrezco, recogiendo los comentarios de Fernando, al que doy gracias desde aquí, por su interés en plantear el tema. Espero que siga reflexionando y nos ofrezco su visión sobre las relaciones entre Ciencia y Religión (y no sólo entre ciencia y metafísica).

Me ha escrito, además, en privado A. B, y de su carta quiero recoger dos ideas:

a. Del tema del blog de hoy, quiero decirte que hay un libro que a mi juicio es muy interesante: Antonio Fernández- Rañada, Los científicos y Dios, Trotta, Madrid. Analiza la postura que diferentes científicos ante la idea de Dios y la trascendencia y trata el problema de las relaciones entre ciencia y religión.
b. De los científicos que citas, sin duda alguna para mí el gran revolucionario fue Keppler, allí en Ratisbona a orillas del Danubio fue de llegar a enunciar 3 leyes empíricas, que después serían la base dela teoría newtoniana, y sinceramente creo que eso fue posible porque Kepler fue luterano y si Galileo hubiese sido alemán y luterano, estaríamos hablando de otra cosa
.

Todo lo que sigue es de Fernando... en cuyo honor pongo una acuarela de un lugar al que quiere, que no sé si es famoso por su ciencia, pero sí muy famoso por su historia y su gastronomía.

Comentarios por Fernando [06. 02. 11, 23 h.]

1. Es verdad que la ciencia se plantea numerosos porqués, pues no se limita a ofrecer resultados desde el simple ‘cómo’. De hecho, la ciencia nace no solo porque el hombre desea conocer todas las cosas, sino porque le sirve para estructurar todo ese saber de forma organizada. En ese sentido, Galileo es el primero en ofrecer a la fuerza demostrativa por contrastación de hipótesis, la organización de la ciencia moderna de la que todavía nos valemos.

Pero la cuestión que queda en el aire, según el comentario de Sofía, es si el verdadero ‘por qué’ es más propio del ámbito de la metafísica que el de ciencia, siempre amenazada, se dice, de parcelación.

2. Es verdad que a ciertos científicos no parece preocuparle el ‘por qué’ fundamental. Solo los resultados. La cuestión se complica si a todo ello añadimos la cuestión del Realismo. Un caso ejemplar: la controversia entre el Penrose y Hawking sobre teoría cuántica.
Frente a un Penrose más platónico y preocupado por establecer una ‘idea’ ordenada de la realidad cuántica más allá del observador, Hawking le respondía como ese positivista confeso –‘reduccionista descarado’ como se llamó a sí mismo-, que veía absurdo preguntarse si nuestros modelos (matemáticos) del mundo se corresponden con la realidad.

Lo que debía cuestionarse, insistía Hawking, era si predicen o no observaciones. Por tanto, qué sea la realidad en sí, parece no importar a cierta ciencia positivista.

3. Así pues, y con independencia de que el mismo Hawking no parece haber cumplido con esta ascética metodológica a tenor de sus últimos trabajos sobre la errática teoría M, muchos científicos parecen estar de acuerdo con dicha tesis. Así por ejemplo, la bióloga y matemática Fox Keller defiende claramente que puede progresarse en el desarrollo de la biología sin disponer de una respuesta última sobre qué es la vida y por qué.

En consecuencia, esto parece indicar que puede existir una ciencia verdaderamente desarrollada sin necesidad de planteamientos ‘últimos’, de ‘porqués’ radicales. Estos quedan pues en el limbo de las abstracciones o de las especulaciones desatadas, que en el mejor de los casos parecerían inclinarse hacia peripatéticas metafísicas.
Bien, yo por mi parte, que siempre me planteo todas estas cosas en sentido realista, debo decir que la ciencia posee un armazón bien trabado –y nunca acabado- de buenos ‘porqués’ encadenados.

4. ¿Por qué, se preguntaba Newton, la acción a distancia que emana de los cuerpos materiales crea efectos gravitatorios, lo que para él supuso un problema? El ‘por qué’ lo tenía Einstein, consecuencia de la curvatura espacio-tiempo expresada en su teoría de la Relatividad.

¿Por qué, se preguntaban investigadores científicos del INRA en Francia, una planta infectada con un virus podía regenerase al completo in vitro? Pues gracias a los meristemos, células totipotenciales que tienen la facultad de reproducir por sí solas plantas completas y que son útiles para la clonación y protección de numerosas variedades vegetales.

¿Y por qué, se cuestionaban antiguos químicos, el metal es tan fuerte y tiene un alto punto de fusión? Porque los metales tienen pocos electrones en su capa externa, y los ceden para volverse iones de carga positiva. Los electrones perdidos forman un mar que fluye entre los iones, creando así una sólida fuerza electrostática por atracción de electrones e iones de cargas opuestas.

En suma, todo estos ‘porqués’ son efectivamente respondidos creando una cadena organizada de respuestas en el acceso a la realidad que, a su vez, dejan abiertos otros tantos 'porqués'.

5. Pero es cierto que la palabra “realidad” es una cuestión que toca a la filosofía, a la metafísica si cabe. Entonces, ¿debemos considerar que el ‘por qué’ de la realidad se escapa a la ciencia, sobre todo para muchos científicos positivistas?

Por de pronto, pienso que toda respuesta sobre cómo es el mundo es provisional, no porque la respuesta científica sean incompleta, sino porque puede contrastarse orgánicamente en su interior gracias a que la realidad las hace gananciales de nuevos descubrimientos. Es decir, que la ciencia es un sucesivo encadenamiento de respuestas en que la misma realidad es RESISTIBLE a respuestas cerradas y definitivas de una vez, haciendo fracasar en el tiempo las propuestas menos consistentes.

Esto no depende de cambios de paradigmas de comunidades científicas, como refirió Kuhn, sino del hecho de que la ciencia errada siempre fracasa no por su interna instrumentación, sino por la misma tozuda realidad que enriquece la buena ciencia.

6. ¿Y la metafísica? ¿Está en el derecho de arrogarse la pregunta sobre el ‘por qué’ último? Creo que la metafísica es tan provisional como el resto de propuestas humanas. Más si cabe, cuando el mismo Aristóteles entendía que una ciencia primera sobre "eso" de algo, es siempre una ciencia buscada y sujeta a muchas dudas (Metafísica, VII). Sin embargo, como refería Popper, la metafísica puede encauzar buenas preguntas, pero no determinar si su discurso es válido o no al margen de la ciencia.

Y es que cuando el discurso metafísico adquiere un grado de especulación muy sofisticada, se ve arrastrado al ensimismamiento, a la verborrea y a la pérdida de conexión con el descubrimiento científico y realista, el cual, si se me permite la expresión, padece la enfermedad de “no quedarse quieto”. ¿Resolvió la vieja metafísica el problema del alma, del mundo o de Dios, se preguntaba Locke? Nunca acertó, dijo en su ‘Ensayo sobre el entendimiento humano’.

7. El problema de la metafísica es que puede “quedarse quieta”, y olvidar la resistibilidad de la realidad por mucho que se vea a sí misma capacitada para hacerse cuestión de los ‘porqués’ radicales. Ha habido muchos tipos de corrientes metafísicas, desde organicistas, monistas, dualistas, espiritualistas, etc. La ciencia también, pero a diferencia de la metafísica, debe tener los pies en el suelo, y aun cuando se haga grandes pretensiones de modelos universales, unificados y acabados, casi para-metafísicos o incluso seudo-teológicos, viene luego la prueba de los hechos, las hipótesis contrastadas y los enunciados consistentes para aportar una buena dosis de modestia.

En efecto, los grandes ‘porqués’ son buenos y están ahí. Pero que nunca se construya un discurso que dé cabida a la respuesta (metafísica) definitiva, parece mostrar que siempre un descubrimiento traducido en datos es más creativo y expansivo que una gran teoría solo llena de palabras.
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