J. D. G. Dunn, una obra maestra (a pesar de A. P. Laborda)

J. D. G. Dunn, exegeta y teólogo británico, de Birmingham (Inglaterra), Ministro de la Iglesia Metodista de Escocia, es uno de los exegetas e historiadores bíblicos más importantes del momento actual, reconocido incluso por una mayoría de católicos, por su forma científica y creyente de estudiar el origen del cristianismo.

Dunn es científico y creyente cristiano. No conozco a nadie que, en el momento actual, vincule con mayor solvencia estos dos rasgos. Los tres tomos de El cristianismo en sus orígenes son una obra maestra. (cf. imagen 1: https://en.wikipedia.org/wiki/James_Dunn_(theologian)

Alfonso Pérez de Laborda y Pérez de Rada (San Sebastián 1940- ) es ingeniero y filósofo, estudió Bilbao en Lovaina, y se dejó influir por la teología calvinista de K. Barth. Después formó parte de los primeros grupos hispanos de Comunión y Liberación. A su juicio, J. d. G. Dunn es un engañador, noun maestro. Semblanza de la vida y obra en Laborda en http://apl.archimadrid.com/Alfonso/biografia.htm ).


He sido colega y amigo de A. P. de Laborda (cf. Imagen 2) , en la Univ. Pontificia de Salamanca. Conozco su forma de pensar y de “juzgar” a los que él juzga contrarios. No me extraña que haya dicho lo que ha dicho de Dunn. Por eso me atrevo a contestarle.

En otras circunstancia, no se me hubiera ocurrido presentarles juntos (a Dunn y a Laborda). Pero he leído la Nota Bibliográfica que Laborda ha dedicado a Dunn en Revista Española de Teología 76 (1916) 515-530, y he pensado que necesita una aclaración, en tres partes.

(a) Presento primero a Dunn, como exegeta y pensador.
(b) Me ocupo después de Laborda, como científico y filósofo.
(c) Y termino con una nota crítica sobre la forma en que Laborda presenta y “reprende” a Dunn, a mi juicio de manera poco afortunada.

1. J. D. G. Dunn (1939- )

Es, como he dicho, un historiador y exegeta, autor de una obra maestra, en tres largos volúmenes, sobre El cristianismo en sus comienzos. Ha sido durante muchos años profesor de la Universidad de Durham y Presidente de la Studiorum Novi Testamenti Societas.

Es actualmente uno de los investigadores bíblicos más significativos, desde una perspectiva científica y creyente. Vincula un amplio conocimiento crítico con una visión profunda del cristianismo como experiencia de libertad y plenitud humana. Podemos distinguir en su obra tres momentos básicos, que no se suceden estrictamente en un sentido cronológico, pero que se implican.

1. En un primer momento, Dunn se ha centrado en el estudio del Espíritu Santo y de los orígenes de la cristología del Nuevo Testamento. En esta línea fue muy significativa su primera obra, traducida pronto al castellano (Jesús y el Espíritu Santo, Salamanca 1975) y que él mismo vino a presentar a Salamanca, donde puso de relieve el aspecto carismático y experiencial del cristianismo, vinculando así el aspecto crítico y sapiencial de la exégesis.


En esta línea se sitúa su segunda gran obra Christology in the Making. An Inquiry into the Origins of the Doctrine of the Incarnation (London 1980, donde analiza en plano histórico y teológico varios títulos de Jesús (Cristo, Hijo de Dios, Hijo de Hombre, Último Adán, Espíritu o Ángel, Sabiduría y Palabra de Dios), poniendo de relieve la novedad cristiana de la encarnación. De esa forma ha puesto de relieve los aspectos carismáticos de la vida y mensaje de Jesús, en su relación con el Espíritu (Jesús carismático), poniendo de relieve la importancia del comienzo de la iglesia.

2. En un segundo momento, el profesor J. D. G. Dunn ha estudiado con rigor la vida y obra de Pablo, como muestran algunas de sus obras más significativas: Romans I-II (Waco Tex, 1988); Jesus, Paul, and the law: studies in Mark and Galatians (Louisville Ky 1990); The theology of Paul the Apostle (Grand Rapids 1990).

En este contexto, Dunn ha vinculado un fino análisis lingüístico, con una visión teológica profunda de las implicaciones del mensaje de Pablo que, a su juicio, no puede separarse del movimiento de Jesús.

3. En un tercer momento podemos destacar sus trabajos de síntesis sobre el origen y desarrollo del cristianismo. En esa línea se sitúa una obra ya antigua, pero aún muy significativa: The Partings of the Ways between Christianity and Judaism and their Significance for the Character of Christianity (London 1991); en ella quiso poner de relieve la unidad original y la diferencia posterior entre cristianismo y judaísmo rabínico, a partir del siglo II d.C.

Desarrollando esa intuición y toda su teología anterior, Dunn ha elaborado una trilogía monumental, titulada: Christianity in the Making, El cristianismo en sus comienzos (27-150 d.C), que consta de tres volúmenes.

(a) El primero se titula Jesus Remembered (Grand Rapids MI 2003, versión castellana: Jesús recordado, Estella 2009) y trata de la historia de Jesús, tal como ha sido recordada por los cristianos. Dunn ha puesto de relieve la importancia de la tradición oral y de la fe de los cristianos en el despliegue de la tradición sinóptica, en su forma de entender a Jesús.

(b) El vol. 2º (Beginning from Jerusalem, Grand Rapids 2009; trad. castellana: Comenzando por Jerusalén I-II, Verbo Divino, Estella 2013) trata de los primeros cristianos y del nacimiento de la iglesia, desde la muerte de Jesús hasta el año 90 d. C. Desde ese fondo estudia los diversos momentos y las líneas de surgimiento básico de las comunidades cristianas.


(c) El vol 3 (Neither Jew nor Greek: A Contested Identity. Grand Rapids MI 2015) aún no ha sido traducido al castellano y trata de los orígenes del cristianismo en cuanto tal, es decir, de la historia que va desde el año 90 hasta el surgimiento de la Gran Iglesia, en torno al año 150 d.C.
(Nota tomada de Diccionario Pensadores Cristianos 262)

PÉREZ DE LABORDA, A. (1940- ).

Filósofo cristiano y presbítero español, nacido en San Sebastián. Es doctor en Ingeniería industrial (Bilbao) y en Teología (Lovaina). Ha sido párroco rural, en Salamanca y profesor de la Universidad Pontificia (1977-1994).


A partir de 1998 es profesor de Antropología Filosófica, de Filosofía de la Naturaleza y de la Ciencia y de Cuestiones de las relaciones entre filosofía y teología, en la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid. Se ha interesado por la relación entre la ciencia, la filosofía y la teología.

Está vinculado al movimiento Comunión y Liberación y en su pensamiento integra un fuerte fideísmo de línea protestante (influido por K. Barth) con una intensa experiencia de identidad católica en línea apologética. Es partidario de una Universidad Católica, en línea confesional. Ha editado gran parte de las obras colectivas que la Facultad de San Dámaso ha dedicado a temas fronterizos de encuentro ciencia-fe.

Entre sus obras personales (publicadas preferentemente en Ediciones Encuentro):


-- Leibniz y Newton. I: La discusión sobre la invención del cálculo infinitesimal. II: Física, filosofía y teodicea (Salamanca 1977-1980);
-- Ciencia y fe. Historia y análisis de una relación enconada, (Madrid 1980);
-- ¿Salvar lo real? Materiales para una filosofía de la ciencia (Madrid, 1983); Historia del cosmos I-III (Madrid 1984); La ciencia contemporánea y sus implicaciones filosóficas (Madrid 1985); Sobre quién es el hombre. Una antropología filosófica (Madrid 2000); La filosofía de Pierre Teilhard de Chardin: la emergencia de un pensamiento transfigurado (Madrid 2001);
-- El mundo como creación. Ensayo de filosofía teológica (Madrid 2002); Tiempo e historia: hacia una filosofía del cuerpo (Madrid 2002); Pensar a Dios. Tocar a Dios (Madrid 2004);
-- Estudios filosóficos de historia de la ciencia (Madrid 2005); La razón y las razones. De la racionalidad científica a la racionalidad creyente (Madrid 2005); Beati mites (Madrid 2008).
(Nota tomada de Diccionario Pensadores cristianos, 710-711).

3. A pesar de A. Pérez de Laborda. Una “Nota Bibliográfica” injusta sobre J. D. J. Dunn

He sido amigo y colega de A. P. de Laborda. Del respeto que le tengo como científico y pensador da fe la entrada que le he dedicado en el Diccionario de Pensadores cristianos (que acabo de citar). Pero he de añadir que su nota bibliográfica en RET 76 (1916) 515-530 me parece poco matizada y en el fondo injusta.

Ciertamente, respeto la postura teológica de A. P. de Laborda, aunque no la comparta. Pero pienso que él no debía haber juzgado la obra de J. D. G. Dunn tomando como vara de medida el “a priori” del propio pensamiento, tomado de un modo dogmático.

1. Laborda no se ha esforzado por conocer desde dentro lo que dice Dunn, su forma de leer los textos, de entender la historia de los orígenes cristianos, de un modo científico. Por lo que escribe en esa nota bibliográfica, veo que no ha leído de verdad a Dunn (no ha penetrado en su pensamiento), sino que le ha juzgado desde un “a priori” dogmático (que a mi juicio es poco cristiano), sin penetrar en el despliegue histórico, literario y hermenéutico de su obra.

2. Laborda interpreta a Dunn (y el cristianismo naciente) desde un tipo de visión eclesial dogmática (quizá no la mejor), como si las cosas tuvieran que ser lo que él piensa que es la (¡ciertra!) Iglesia católica, y así acusa a Dunn de “anglicano” (como si eso fuera un pecado). ¿Recuerdas Alfonso cuando estuvimos hospedados en el monasterio benedictino/anglicano de York? ¿No te parecían entonces cristianos? Pero, además, el caso es que Dunn no es anglicano, sino metodista… Y no pertenece a la Iglesia de Inglaterra, sino a la de Escocia. Quizá Laborda podría haberlo tenido en cuenta.

3. A juicio de Laborda sólo es “científico y bueno” lo que responde a su visión de iglesia, en una línea en la que se vinculan el aire calvinista de K. Barth y la visión “dogmática” de Comunión y Liberación (allá por el año 80 del siglo pasado nos hablaba Laborda emocionado de las grandes reunones de CyL en Rimini. Hubo unos años en que fuimos “fundadores” y miembros del consejo directivo de Communio (con Laboa como director de la revista), hasta que un día, sin decirme nada, me borraron del consejo, tras ocho o diez años de colaboración, sin darme una razón, ni una llamada de teléfono. Creo que fue cuando A. P. de Laborda empezó a ser el director. (Mira, Alfonso, no conozco los detalles, pero todavía hoy me duele que nadie me diera una explicación al borrarme en silencio de aquel consejo directivo… hasta el día de hoy).

4. No voy a repetir aquí los juicio de Laborda sobre la obra de Dunn, a la que califica, entre otras cosas de “ladrillo inmanejable” (520) y de “desaforada” (521), con elementos de “cajón de sastre”, no exentos de ciertas perversión al citar a Lutero (521). Todo eso y otras cosas se podrían haber dicho quizá, con cierto humor, a la tercera copa (al segundo café), en una tertulia de amigos… Pero esos juicios y otros, sin haber entrado en la dinámica de Dunn (¡ni haberla quizá entendido!), no se pueden publicar así en una revista científica como debería ser la RET.

5. Por el respeto que me merece la RET y por la admiración que he tenido y tengo por Laborda (su inmensa tesis sobre Newton y Leibniz la leí y la releo de vez en cuando…) me hubiera gustado que esta “nota bibliográfica” no se hubiera publicado, pues no hace justicia científica ni cristiana a la obra de Dunn, y porque no honra a Laborda.

6. Ya sé, éste es el estilo de Laborda, a quien vengo leyendo desde hace muchos años. Sé cómo piensa, conozco su estilo, tu forma de hablar, y creo que le entiendo. Tiene derecho a pensar así, y sé que lo hace de forma provocadora, con su estilo directo. Pero pienso que él no puede (no debe) decir estas cosas (que no son ciertas) sobre Dunn y sobre un tipo de exégesis científica y cristiana como la suya.

7. Sólo me queda recomendar a todos la lectura de los dos primeros volúmenes de gran obra de Dunn (el Cristianismo y sus comienzos…), esperando que se traduzca y publique en castellano pronto el tercero (si es que no la tienen ya en inglés). Sólo me queda recordar aquí a J. D. G. Dunn, a quien el Prof. Nereo Silanes y un servidor invitamos a una de las Semanas de Estudios Trinitarios, aquí en Salamanca (el año 1976).

El prof. Silanes ha muerto, los otros somos ya mayores… Pero recuerdo bien cómo nos sorprendió la sabiduría y mesura, la cercanía humana y el compromiso cristiano de J. D. G. Dunn, que ya entonces pensaba y hablaba como un verdadero maestro. Desde entonces he seguido año tras año su obra, y me honro de haberle conocido y haber apostado por él, hace más de cuarenta años.

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