Yom Kippur, los dos machos cabríos: Uno expiatorio, de Yahvé; otro emisario (expulsado), para Azazel (Lev 16)

Éste es quizá el texto más importante de la Biblia Hebrea,"libreto" de la celebración  del Yom Kipur, y puede servirnos para entender la "soah" de Gaza en el contexto del holocausto bíblico.

Lev 16 es un texto litúrgico (de celebración) quepero refleja y actualiza uno de los mitos  y rito más significativos de la historia humana.

Es un mitode sacerdotes que han descubierto la la violencia originaria y quieren y conjurarla  y superarla. Es un rito que se celebra con dos bucos o machos cabríos (cabrones)  para separar el bien y el mal ante Dios y dentro de la historia .

La sangre del chivo expiatorio se esparce ante el altar y el propiciatorio del templo. Al chivo emisario no se le mata, sino que se le expulsa/destierra al desierto de Azazel.  

La expresión (chivo expiatorio)  ha  entrado popular,  todos hablamos hoy  de chivos (bucos, machos cabríos expiatorios). Pero el texto bíblico afina muchísimo: no habla de uno, sino de dos chivos vinculados y distintos... La fiesta del Kipur o de los chivos no es para condenar a otros, sino para que nos convertirnos nosotros, pues necesitamos purificarnos (expiar) y expulsar nuestros demonios.

Los judíos creyentes (no los políticos del Estado de Israel) han expuesto con finura extraorinaria esta celebración penitencial de los dos chivos, para el día del Kippur,. Será bueno recordar el sentido de este día, no para culpar a otros, sino para culparnos todos ante el Dios de la vida.1].

Qué es el Yom Kippur y cuál es su significado - AS.com

Introducción

Hay como he dicho  dos chivos iguales. Uno se mata y con su sangre se rocía el templo de Dios. Al otro se le expulsa al desierto exterior,  para que sufra bajo el poder de Azazel, el diablo del mundo perverso.  

Éste es para muchos el texto más significativo de la Biblia, de la fiesta suprema del judaísmo. Como profesor de Biblia e historia de religiones he tenido que explicarlo muchas veces. Este año lo hago, con temor y temblor, ante la expiación y expulsión de mchos en Gaza.

Esta celebración de sangre y expulsión nos  sitúa ante la gran alternativa Yahvé)  y Azazel,Dios enigmático/diabólico  (a quien debemos comparar con Al-Uzza, uno de los tres dioses adversos de los Versos Satánicos del Corán 53, 19-20b)

 Mi postal tiene dos partes, en principio semejantes. La primera está escrita ayer mismo (23,10.23) bajo el dolor de todos los muertos de Gaza, tras haber leído una vez más el libro de Lamentaciones de la Biblia. La segunda recoge una versión más "tranquila" del tema, según el texto de Diccionario de la Biblia.

Texto. Lev 16

  1. (El santuario).Yahvé habló a Moisés…: Aarón recibirá de la asamblea (´adat) israelita dos machos cabríos (=chivos) para la expiación y un carnero para el holocausto…Tomará los dos chivos y los presentará ante Yahvé, a la entrada de la tienda del encuentro. Y echará Aarón las suertes sobre los dos chivos: una suerte para Yahvé, otra suerte para Azazel. Tomará Aarón el chivo que haya tocado en suerte para Yahvé y lo ofrecerá en expiación. Y el chivo que haya tocado en suerte para Azazel lo presentará vivo ante Yahvé para hacer sobre él la propiciación, para enviarlo a Azazel, al desierto... (16, 7-10).
  2. (Chivo de Yahvé).Aarón, degollará el chivo de la expiación por el pueblo e introducirá su sangre detrás de la cortina y hará con su sangre lo que hizo con la sangre del novillo: la salpicará sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Y hará la propiciación por el santuario, por las impurezas de los hijos de Israel, por sus delitos, por todos sus pecados. Lo mismo hará en la tienda del encuentro que está con ellos, en medio de sus impurezas... Después irá altar que está delante d e Yahvé y hará la propiciación por él: tomará del novillo y del chivo y la pondrá alrededor, sobre los cuernos del altar. Salpicará sobre el altar siete veces con la sangre de su dedo. Así lo purifica y santifica de los delitos de los israelitas (Lev 16, 15-19).
  3. (Chivo de Azazel).Acababa la propiciación del santuario, de la tienda del encuentro y del altar, hará aproximar el chivo vivo. Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del chivo vivo y confesará sobre él todos los delitos sobre la cabeza del chivo y lo enviaré al desierto, por medio del encargado. El chivo llevará sobre él todos los delitos a una tierra solitaria; y el encargado soltará el chivo en el desierto (16, 20-22).
  4. (Conclusión).Después, Aarón entrará en la tienda del encuentro, se quitará los vestidos de lino....Y el que ha llevado el chivo para Azazel lavará sus vestidos, se bañará...Las víctimas expiatorias, el chivo y el carnero, cuya sangre se introdujo para la propiciación en el santuario, se sacarán fuera del campamento y se quemarán piel...Es ley perpetua. El día diez del séptimo mes haréis penitencia...Ese día se hace la propiciación por vosotros a fin de purificaros: quedareis limpios de todos vuestros pecados ante Yahvé... (Lev 16, 23-24) [2].

       Este pasaje forma parte de la última redacción sacerdotal del Pentateuco; tiene elementos anteriores, pero recoge una visión de conjunto posterior al exilio, en un momento en que los israelitas asumen elementos iranios y griegos  (oposición bien-mal, aunque sin dualismo estricto), dentro de una visión sacral de la creación y de la historia, en línea de expiación, reparación y restitución divina del mundo. Es un texto sacerdotal, no profético, un texto de fondo apocalíptico, que ha determinado la conciencia del judaísmo de tiempo de Jesús, hasta el día de hoy.

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 ¡Que Aarón no entre en cualquier tiempo! (Lev 16,1-6). Israel ha construido un templo de Dios, con un patio externo donde está el altar, al aire libre, a la vista de los fieles, una tienda o lugar de encuentro, que podemos llamar Santo, propio de los sacerdotes oficiantes, y finalmente un Qodes o Santísimo, más allá de la cortina, donde sólo penetra una vez al año el Sumo Sacerdote (cf. 16, 34).

En ese templo, Dios se ha reservado un espacio donde habita de un modo especial, sosteniendo la vida de sus fieles, pero recibiendo también los pecados e impurezas que ensucian su nombre y su presencia. Por eso se establecen unos ritos de purificación que le devuelvan la pureza, permitiendo que el pueblo vuelva también a ser puro.

      Como signo que indica la unidad y separación entre Dios y el pueblo se ha establecido una Cortina (Paroket: 16, 2.12.15), un velo de misterio que separara el Santo (tienda del encuentro) y el Santísimo o lugar del gran silencio donde sólo entra una vez al año el Sumo Sacerdote, revestido de ornamentos oficiales, con la sangra de propiciación. En el centro del Santísimo se encuentra el Kapporet, propiciatorio o placa que recubre el arca de la alianza, como escabel donde Yahvé pone sus pies, al sentarse en el trono invisible de su templo. El texto empieza recordando el misterio del lugar: Quien entre allí sin causa morirá[3].Como seguiré indicando, este pasaje forma parte de la liturgia y función de los sacerdotes, no a la de Jesús, para quien Dios se revela especialmente como misericordia y perdón creador, en los excluidos, enfermos y pobres.

Dos chivos ante el Sumo Sacerdote (16, 7-10). En torno al espacio sagrado del templo se abre un círculo de vida para el pueblo; más allá queda el desierto de Azazel amenazante. Pues bien, cuando llega el tiempo sagrado de la expiación quedan enfrentados de forma especial Dios y pueblo, emergiendo también Azazel, amenaza de terror y muerte frente a Dios... En el centro como mediador litúrgico actúa el Sacerdote, representante de Dios en la tierra, encargado de realizar la expiación ante Dios y de mantener alejado a Azazel, el riesgo antidivino.

      De esa manera se formula el rito básico de los sacerdotes (y en especial del Sumo Sacerdotes) que garantizan el orden de Dios sobre la tierra, manteniendo alejado a Azazel. Mientras se celebra año tras año este rito de expiación, el mundo seguirá existiendo, la vida seguirá triunfando de la muerte.

Shofar Y En El Fondo Los Religiosos Oran En El Muro De Las Lamentaciones En  La Ciudad Santa De Jerusalén En Israel Foto de stock y más banco de  imágenes de Rosh Hashaná - iStock

  1. Dios está definido como Santidad, según indica el lugar donde habita (Qodes, lugar santo). Ciertamente es dueño universal del cosmos y tiene su morada sobre el cielo (cf. 1 Rey 8), pero he elegido el templo de Israel como lugar de su presencia.
  2. Azazel es la antítesis de Dios, signo del terror/terrorismo que habita en el desierto, es decir, en los lugares alejados de la vida. El texto no teoriza: no se esfuerza por fijar su rostro, definirle o presentarle (pues es un texto de rito, no de mito). Sabe, sin embargo, que Azazel habita fuera, al margen de nuestra morada, al exterior de la frontera que separa lo puro de lo imputo.
  3. El pueblo se encuentra de algún modo entre la pureza de Yahvé (que es la vida, la vegetación, el alimento) y el pecado de Azazel. Aquí no se citan otras instituciones sociales o sacrales del pueblo, ni sus rasgos familiares, económicos, sociales. Lo que importa es la mancha o pecado (violencia) de la humanidad, que debe purificarse, pues de lo contrario se podrá destruir el mismo pueblo.
  4. Entre Dios y Azazel, representando al pueblo, se eleva el Sacerdote, un hombre capaz de realizar el rito de purificaciones, tomando en sus manos la sangre que limpia y consagra el santuario, para expulsar los pecados del pueblo, cargados sobre el chivo de Azazel.

       En este contexto se entienden los dos chivos, que empiezan siendo ambivalentes: pueden significar el bien (sangre de Dios), pero también el mal (son portadores de pecado). Están en el límite entre Dios y Azazel, en la frontera donde bien y mal se tocan. Son, sin duda, una expresión del pueblo: Las dos caras de una misma humanidad violenta que puede ser perdonada sobre el templo (sangre purificadora) o destruida en el desierto. Son ambivalentes y por eso se deben sortear, en gesto que recuerda viejos ritos sagrados, conocidos dentro de Israel por los Urim y Tummim (cf. Ex 28, 30; Lev 8,8; Núm 27, 21; Dt 28, 8.10). Es como si, llegando al límite, en principio, no se distinguieran bien y mal, Dios y Azazel, violencia buena y mala[4].

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Chivo de Yahvé, la víctima expiatoria(16,15-19). Con el chivo de Dios y un novillo se realiza el rito de propiciación, esparciendo la sangre de los animales sacrificados sobre el Altar externo que está en el atrio de los sacerdotes, en el Santo interior (conde penetra cada día un sacerdote, con la ofrenda perpetua/tamid del cordero) , y el Santísimo interior o Santo de los Santos donde sólo este día (el Yom Kipppur) escondido penetra el sacerdotes, con la sangre del chivo escogido a suerte, sangre que se pone en/ante/sobre el altar, signo de Dios, que sirve ella sirve para expiar (cf. Lev 17,11), esto es, para reconciliar a los hombres con Dios y, al mismo tiempo, entre sí. Esa sangre ritual limpia los tres lugares centrales del gran santuario, empezando por la más sagrada:

El propiciatorio o Kaporet, más allá del velo, que era la placa que cubría en el templo oroginario el arca de la alianza, bajo los serafines de Dios donde parecían pegarse simbólicamente los pecados, que la sangre limpia, de manera que los hombres vuelven a ser transparentes ante Dios.

  1. La tienda del encuentro o Santo donde los sacerdotes presentan sus ofrendas y oraciones, de manera que el templo vuelve a ser espacio de comunicación con lo sagrado.
  2. El Altar del gran patio, a cielo abierto, donde se quema la carne de los sacrificios y donde había quedado pegada la impureza de los muchos pecados de los hombres, que deben limpiarse con sangre.

       El texto supone que los hombres necesitan "víctimas" para presentarlas ante Dios y reconciliarse con él. Ellos se enfrentan entre sí, se injurian y se matan, en proceso de oscurecimiento creciente: Olvidan la santidad del Señor y llenan todo el mundo de impureza. Pero Dios les ofrece un medio de purificación: la sangre del chivo sacrificado y la del toro con la que el Sumo Sacerdote asperge y limpia el Santísimo, el Santo y el Altar.

      Todos los israelitas se han unido sobre la explanada del templo como poniendo sus manchas en manos del Gran Sacerdote que lleva la sangre del chivo y del toro más allá de la cortina, limpiando con ella (en ella) el espacio de Dios, el mismo templo y el altar. Esta es la fiesta del perdón, el sacramento de la sangre, el gran signo de la sangre ritual del chivo y del toro expiatorio que permite que los hombres superen la violencia social y se reconcilien, purificados ante Dios.

       La sangre del toro y el macho cabrío se sigue situando así en línea del talión: Es sangre sagrada (ofrecida a Dios), que sirve para superar el pecado de la sangre de todos los asesina, es violencia ritualizada, que se expresa por el sacrificio de unos animales sagrados, que nos permiten superar el riesgo de violencia social que nos amenaza. De esa forma se expresa y actúa  una violencia que vence a otra violencia, la "sangre del chivo de Dios" que es más fuerte que la mancha pecadora de los hombres

      En un sentido, esta sangre nos sigue situando en la línea sangre expiatoria de los sacrificios de loa aztecas, una sangre humana que servía para reconciliar a los hombres ante Dios, para expiar por los pecados del pueblo y, en el fondo, para dar fuerza al mismo Dios, de manera que él pudiera seguir habitando entre los hombres y ofreciéndoles su vida.

      Esta sangre expiatoria era el mayor “capital” de la humanidad. Con esa sangre, través de Israel, la humanidad podía “pagar” a Dios sus “deudas/pecados”, devolverle lo recibido, en una especie de comercio superior, de rito de expiación por los delitos cometidos. Por esa sangre, Dios podía reconciliarse y se reconciliaba con los hombres, que habían logrado “merecer” su perdón, pagarle por sus culpas. Significativamente, Jesús enseñará a sus seguidores una oración que dice “perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores, Mt 6,12; para él, el verdadero Yom Kippur es el perdón interhumano.

Azazel (ángel caído) - Wikipedia, la enciclopedia libre

Chivo de Azazel, víctima emisaria expulsada al desierto de Azazel (16, 20-22). Pero el sacrificio expiatorio, ofrecido a Dios no basta. Queda el otro chivo, que no se mata, ni se esparce su sangre sobre el altar, sino que es desterrado, expulsado, desierto, para que lleve/entregue los pecados a Azazel, que aparece así, en paralelo a Dios, pero como figura de contraste, un tipo de Anti-Dios (que puede vincularse con Al-Uzza, la Fuerte, una de las tres diosas de los “versos satánicos” del coraán). Según eso, por una parte, la sangre del chivo expiatorio se ofrece a Dios por el perdón de los pecados, y, por otra parte, al otro chivo (chivo emisario) se envía vivo, con los pecados del pueblo, al desierto, que es la zona de muerte, conde habita Azazel, “dios satánico”.

      Según eso, el mismo Sumo Sacerdote, que ha ofrecido para Dios la sangre del chivo expiatorio, para perdón de los pecados del pueblo, envía, en otro sentido, los mismos pecados al desierto, fuera de la tierra habitada, por medio del chivo emisario, para que los reciba Azazel, un tipo de Dios fuerte pero perverso.

      No todo en el mundo es templo y lugar de santidad. No hay sangre que pueda limpiar toda mancha, ni hay sacrificio que aplaque hasta el final toda violencia. Fuera del altar y del Santísimo del templo donde se aplica Diosa través de la sangre del sacrificio purificatorio queda el ancho desierto que no puede ser purificado ni convertido en tierra buena y habitable. A ese desierto hay que expulsar de algún modo a todos los que destruyen la paz del pueblo, con el chivo de Azazel. De esa forma se establecen los dos polos simbólicos de esta densa geografía sacral, abierta al mundo entero y no sólo a Israel y a sus creyentes. 

  1. Hay un centro sagrado, un lugar de pureza en el que Dios habita, un santuario donde los hombres pueden expiar sus pecados, de manera que expulsan lo malo y quedan limpios, para comenzar de nuevo su vida de purificados. En este contexto se enmarcan los pecados que pueden perdonarse de forma que pueda surgir y surja la comunidad de los reconciliados por la sangre, es decir, por la violencia del chivo expiatorio de Dios que es más poderoso que la violencia de los hombres.
  2. Hay una periferia impura, un desierto donde ni la sangre puede ya purificar los pecados de los hombres. Este es el campodesolado de Azazel, al que se expulsa el segundo chivo, que es chivo emisario, que lleva los pecados que no pueden perdonarse, de manera que ellos queden así en el lugar-del-no-perdón, espacio de violencia duradera, infierno permanente, fuera del campo sagrado de Israel.

      El texto no define más las funciones de Azazel y las de su chivo emisario, de manera que se ha interpretado de diversas formas. Pero nos permite decir los dos chivos son complementarios: todo aquello que Dios ha limpiado al limpiarnos (al purificar el lugar de su presencia, con el chivo expiatorio) hace que surja a la luz, como por contraste un nuevo tipo de suciedad, que ya no se puede expiar y purificar desde dentro, de manera que hay que enviarla fuera, con el mal chivo emisario, al desierto externo. Desde aquí se ven las diferencias.

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- El sacerdote sacrifica al primer chivo, de manera que su sangre se vuelve expiatoria y se emplea, con la del toro, como fuente de purificación para los creyentes, a fin de que ellos puedan vivir así liberados sobre un mundo habitable, es decir, sobre un mundo habitable, es decir, sobre un espacio ecológico de reconciliación

-  En otra línea,, el sacerdote expulsa al chivo de Azazel, mandándolo vivo al desierto, sin limpiar sus pecados, sin superar sus violencias, sin matarlo. Ese chivo representa, por tanto, la exterioridad impura, aquello que no puede redimirse y que así queda, entregado en manos de un tipo de diablo, en un desierto de falta de vida, esto es, de muerte, para siempre. un chivo emisario, pero no para Dios, sino para Azazel.

       Este pasaje nos sitúa, según eso, ante una ecología doble o, mejor dicho, un espacio ecológico (un campo/mundo purificado en el que habitan los que, año tras año reciben el perdón que purifica) y un desierto anti/ecológico, esto es, un desierto de pecado en el que malviven y mueren los no purificados. En este fondo se entiende y enmarcan los dos signos:

 -  Lasangre expiatoria del primer chivo nos limpia y purifica hacia dentro; la misma la violencia, ritualizada y canalizada por los sacerdotes, nos permite superar año tras años los pecados (no cada 49 años, como en el jubileo de Le 25), creando así un espacio de paz resguardada en torno al templo. Éste es el chivo/cordero que quita, borra, los pecados del mundo, conforme a la confesión solemne de Jn 1, 25-34. (fuera del entorno de entorno de tierra-desierto impuro donde habita Azazel.

-  Por el contrario, el chivo emisario, cargado con los pecados del pueblo, no expía ante Dios por ellospecados, sino que los lleva al desierto de Azazael. Este chivo no puede purificarnos con su sangre, pues no es sagrada para Dios. Por eso se envía (se expulsa) al desierto exterior, que sigue estando dominado por pecados y pecados de gentes, de pueblos, de animales no purificados. Es como si nosotros, los buenos, los purificados necesitáramos un desierto externo donde “arrojar” nuestra violencia.

       De esa forma se distinguen dos espacios. (a) Un espacio de sacralidad positiva, propio de Yahvé, de vida expiada, liberada, perdonada, redimida.  Éste es el lugar de la salvación ecológica (política, social), en torno al templo. (b) Queda fuera el desierto Azazel, espacio enemigo fr “salvajes” donde domina el terror de Azazel, un tipo de infierno que está fuera del campo de la vida y gracia de Dios. De esa forma, mientras la comunidad reunida en torno al templo se siente segura, resguardada y limpia (en torno a la sangre sagrada del Chivo expiatorio), los expulsados de Azazel no tienen más remedio que morir (física, social y culturalmente) en el desierto externo.

      Este relato nos sitúa, según eso, ante los dos rostros de Dios, el Dios de los dos chivos. (a) El Dios del chivo expiatorio, de la cultura y de la historia “buena”, que unifica a los justos y les permite sentirse limpios en torno al templo de la buena sangre, de los buenos sacrificios, en el centro de una comunidad justa y santificada. (b) El Dios del chivo emisario, que no puede perdonar y unificar a todos en amor,  sino que  exige la expulsión de aquellos a quienes no puede salvar, mandándolos al desierto exterior, bajo el dominio de Azazel, una especie de gran diablo antidivino.  

      Este ritual de sacrificio y expulsión va en contra del evangelio cristiano, que Jesús ha formulado en Mt 5, 43-44: no hay dos chivos, dos morales (amar a los enemigos y odiar a los enemigos), sino un único Dios de amor para todos.  Donde se olvida o se niega este evangelio. Gran parte del judaísmo posterior será una meditación sobre este simbolismo sacrificial de los dos chivos: los apocalípticos, los separados de Qumrán, los cristianos y los rabinos judíos del Estado de Israel (año 2023, crisis de Gaza)  resolverán de maneras distintas y complementarias este enigma de los dos chivos.

       Esta ha sido la fiesta de sangre y expulsión que garantiza la vida y unidad del pueblo. Año tras año, los israelitas han debido repetirla para descubrirse perdonados y poder continuar su dura marcha sobre el mundo. El Dios del buen chivo expiatorio les ha permitido vivir en unidad en una tierra reconciliada, aunque rodeados por una cultura de pecado, donde reina Azazel en el desierto al que han expulsado al otro chivo. Este ha sido un rito peligroso, que ha capacitado a los israelitas para ver el gran misterio de la división sagrada y para habitar reconciliados en una tierra buena rodeada por Satán [5].  

Yom kippur (resumen). Dicionario de la Biblia  (págs. 1393-1393)

Gran diccionario de la Biblia

 La liturgia de ese día, vinculaba al chivo expiatorio y al chivo emisario (a los dos chivos), recogida y reinterpretada desde perspectiva judía y cristiana por la Carta a los Hebreos, constituye uno de los testimonios religiosos más importantes de la historia de la humanidad; ella refleja y actualiza un rito de purificación que sigue marcando la historia de occidente. Es un rito de expiación: el pueblo tiene que lavarse ante Dios, limpiar sus manchas, reparar sus culpas.

Es un sacrificio que nos sitúa ante un posible antagonista de Dios que lleva el nombre enigmático de Azazel; pero, en el fondo, Yahvé sigue manteniendo la trascendencia divina.  En el mundo griego, el sacrificio de Prometeo, servía para separar a los hombres de los dioses. Por el contrario, el sacrificio del Yom Kippur sirve para separar el bien y el mal dentro de mismo Dios y dentro de la historia de los hombres. Es un sacrificio de expiación: el pueblo tiene que lavarse ante Dios, limpiar sus manchas, reparar sus culpas. Es un sacrificio que nos sitúa ante un posible antagonista de Dios que lleva el nombre enigmático de Azazel; pero, en el fondo, Yahvé sigue manteniendo la trascendencia divina.

Como sacramento que indica la unidad y separación entre Dios y el pueblo se ha establecido una Cortina(Paroket: 16, 2.12.15), un velo de misterio que separara el Santo (tienda del encuentro) y del Santísimo o lugar del gran silencio donde sólo entra una vez al año el Sumo Sacerdote, revestido de ornamentos oficiales, con la sangra de propiciación. En el centro del Santísimo se encuentra el Kapporet, propiciatorio o placa que recubre el arca de la alianza, como escabel donde Yahvé pone sus pies, al sentarse en el trono invisible de su templo. El texto empieza recordando el misterio del lugar: quien entre allí sin causa morirá.

Los dos chivos. El Sumo Sacerdote (Lev 16, 7-10). En torno al espacio sagrado del templo se abre un círculo de vida para el pueblo; más allá queda el desierto de Azazel amenazante (a quien la tradición vinculará a Satán). Pues bien, cuando llega el tiempo sagrado de la expiación se vinculan de forma especial Dios y pueblo, emergiendo también Azazel...En el centro, como mediador litúrgico actúa el Sacerdote.

(a) Yahvé está definido como Santidad, según indica el lugar donde habita (Qodes, lugar santo). Ciertamente es dueño universal del cosmos y tiene su morada sobre el cielo (cf. 1 Rey 8), pero he elegido el templo de Israel como lugar de su presencia.

(b) Azazel es la antítesis de Dios, signo del pecado que habita en el desierto. El texto no teoriza: no se esfuerza por fijar su rostro, definirle o presentarle (pues es un texto de rito, no de mito). Sabe, sin embargo, que Azazel habita fuera, al margen de nuestra morada, al exterior de la frontera que separa lo puro de lo imputo.

(c) El pueblo se encuentra de algún modo entre la pureza de Yahvé y el pecado de Azazel. Aquí no se citan sus instituciones sociales, ni sus rasgos familiares, económicos, sociales. Lo que importa es la mancha o pecado (violencia) del pueblo, que debe purificarse, pues de lo contrario se podrá destruir el mismo pueblo. (d) Entre Dios y Azazel, representando al pueblo, se eleva el Sacerdote, un hombre capaz de realizar el rito de purificaciones, tomando en sus manos la sangre que limpia y consagra el santuario, para expulsar los pecados del pueblo, cargados sobre el chivo de Azazel.

  En este contexto se entienden los dos chivos, que empiezan siendo ambivalentes:pueden significar el bien (sangre de Dios), pero también el mal (son portadores de pecado). Están en el límite entre Dios y Azazel, en la frontera donde bien y mal se tocan. Son, sin duda, una expresión del pueblo: las dos caras de una misma humanidad violenta que puede ser perdonada sobre el templo (sangre purificadora) o expulsada en el desierto. Son ambivalentes y por eso se deben sortear, en gesto que recuerda viejos ritos sagrados, conocidos dentro de Israel por los Urim y Tummim (cf. Ex 28, 30; Lev 8,8; Num 27, 21; Dt 28, 8.10). Es como si, llegando al límite, no se distinguieran bien y mal, Dios y Azazel, violencia buena y mala.

Chivo de Yahvé, la víctima expiatoria (Lev 16,15-19). Con el chivo de Dios y un novillo se realiza el rito de propiciación, esparciendo la sangre de los animales sacrificados sobre el Altar, el Santo y el Santísimo. La sangre es la violencia al servicio de la vida, de manera que ella sirve para expiar (cf. Lev 17,11), esto es, para reconciliar a los hombres con Dios y, al mismo tiempo, entre sí.  

El texto supone que los hombres necesitan "víctimas" para reconciliarse (es decir, para descargar su violencia) Ellos se enfrentan y matan, en proceso de oscurecimiento creciente: olvidan la santidad del Señor y llenan todo de impureza. Pero Dios les ofrece un medio de purificación: la sangre del chivo sacrificado y del toro con la que el Sumo Sacerdote asperge y limpia el Santísimo, el Santo y el Altar. Todos los israelitas se han unido sobre la explanada santa, poniendo sus manchas en manos del Gran Sacerdote que lleva la sangre más allá de la cortina, limpiando con ella (en ella) el espacio de Dios, el mismo templo interior y el altar.

Ésta es la fiesta del perdón, el sacramento de la sangre,el gran signo de la violencia ritual que permite que los hombres superen la violencia social y se reconcilien, purificados ante Dios. La sangre del toro y el cabrito funciona así en la línea del talión: es sangre sagrada que sirve para superar el riesgo de la sangre asesina, es violencia ritualizada, que se expresa por el sacrificio de unos animales sagrados, que nos permiten superar el riesgo de violencia social que nos amenaza. Ésta es religión de una violencia que vence a otra violencia, la "sangre del chivo de Dios" que es más fuerte que la mancha pecadora de los hombres. Esta es la violencia sagrada interior, de los que unen ante Dios por la sangre sacrificada.

Chivo de Azazel, víctima emisaria (Lev 16, 20-22). Pero hay algo que los hombres no pueden limpiar o purificar, ni siquiera a través de la sangre de los sacrificios. Por eso hay un chivo de Azazel, sobre cuya cabeza carga el sacerdote los pecados del pueblo, para enviarlo después, como víctima emisaria, más allá de las zonas habitadas, al ancho cerco de desierto exterior. No todo es templo y lugar de santidad. No hay sangre que pueda limpiar toda mancha, no hay sacrificio que aplaque hasta el final toda violencia. De esa forma se establecen los dos polos simbólicos fuertes de esta densa geografía sacral, vinculada al Yom Kippur.

Hay un centro sagrado, un lugar de pureza en el que Dios habita, un santuario donde los hombres pueden expiar sus pecados, de manera que expulsan lo malo y quedan limpios, para comenzar de nuevo su vida de purificados. En este contexto se enmarcan los pecados que pueden perdonarse y así puede surgir y surge la comunidad de los reconciliados por la sangre, es decir, por la violencia del chivo expiatorio de Dios que es más poderoso que la violencia de los hombres.

Hay una periferia impura, satánica, peligrosa, un desierto donde ni la sangre puede ya purificar los pecados de los hombres. Este es el campodesolado de Azazel, al que se expulsa el segundo chivo, que es chivo emisario, llevando los pecados que no pueden perdonarse, de manera que ellos queden así en el lugar-del-no-perdón, espacio de violencia duradera, infierno permanente, fuera del campo sagrado de Israel. Desde aquí se ven las diferencias: el sacerdote mata al primer chivo, de manera que su sangre se vuelve expiatoria y se emplea, con la sangre del toro, como fuente de purificación; por el contrario, el sacerdote expulsa al chivo de Azazel, mandándolo vivo al desierto, sin limpiar sus pecados, sin superar sus violencias, sin matarlo.

Ese chivo representa, por tanto, la exterioridad impura,el gran terror, aquello que no puede redimirse y queda, de esa forma, para el diablo; es un chivo emisario, pero no para Dios, sino para Azazel. Lasangre expiatoria, con la que el sacerdote asperge y purifica los lugares básicos de nuestra convivencia en el mundo, nos limpia y purifica hacia dentro; la misma violencia, ritualizada y canalizada por los sacerdotes, nos permite crear un espacio de paz resguardada en medio de un entorno de tierra-desierto impuro. Por el contrario, el chivo que mandamos vivo hacia el desierto, es un emisario para Azazel. No podemos purificarnos con su sangre, pues su sangre no es sagrada para Dios; por eso le mandamos como chivo emisario sobre el que hemos descargado nuestras violencias, convirtiéndole de esa forma en la otra cara del chivo expiatorio, llevando consigo todos los pecados y violencias que no pueden purificarse.

   De esa forma, mientras la comunidad reunida en torno al templo se siente segura, resguardada y limpia (en torno a la sangre sagrada del Chivo de Dios y de su toro), los expulsados de Azazel no tienen más remedio que morir (física, social y culturalmente) en el desierto externo. Por eso, la limpieza de unos (¡hecha de sangre santa!) exige la expulsión de aquellos a quienes se manda al desierto exterior, al infierno del mundo del terror, con el Chivo de Azazel. Éste es el contenido de la gran fiesta del Yom Kippur, que ha definido por siglos la experiencia israelita.

Una paz fundada en la violencia (Lev 16, 23-24). Ésta ha sido la fiesta de sangre y expulsión que garantiza la vida y unidad del pueblo. Año tras año, los israelitas han debido repetirla para descubrirse perdonados y poder continuar su dura marcha sobre el mundo. El Dios del buen chivo sacrificado les ha permitido vivir en unidad, aunque rodeados por una cultura de pecado, donde reina Azazel en el desierto al que han expulsado el otro chivo. Éste ha sido un rito peligroso, que ha capacitado a los israelitas para ver el gran misterio de la división sagrada y para habitar reconciliados en una tierra rodeada de Satán.

De esa forma, ellos se sienten capaces de caminar por la estrecha senda, entre Yahvé y Azazel. Por eso se dice al final que tanto el buen sacerdote como los portadores del chivo de Azazel «tendrán que lavarse los vestidos» Ha terminado el rito. Se han cumplido las suertes de la vida (expresadas en los chivos sorteados, uno para el Dios que purifica por la sangre, el otro para el Diablo del desierto). Los que celebran este rito (los sacerdotes de Jerusalén en tiempo del poder persa, helenista o romano) no necesitan matar a los enemigos: los expulsan, los dejan fuera del círculo resguardado de la vida de los fieles de Yahvé. Quizá actúan así porque no tienen poder político ni militar para matar a los impuros.

De esa forma, mientras la buea comunidad reunida en torno al templo se siente segura, resguardada y limpia (en torno a la sangre sagrada del Chivo de Dios y de su toro), los expulsados de Azazel no tienen más remedio que morir (física, social y culturalmente) en el desierto externo. El Dios de los dos chivos es Dios bueno, Señor de la cultura y de la historia: unifica a los hombres, les permite sentirse limpios en torno al templo de la buena sangre, de los buenos sacrificios, en el centro de una comunidad que vive unida por gracia de la sangre ritual, del sacrificio compartido (del Chivo santo y del toro). Pero su limpieza (¡hecha de sangre santa!) exige la expulsión de aquellos a quienes se manda al desierto exterior, con el Chivo de Azazel. Éste es el contenido de la gran fiesta del Yom Kippur, que ha definido por siglos la experiencia israelita.

 Bibliografía

  1. R. Girard, El Chivo Emisario, Anagrama, Barcelona 1992;
  2. G. Deiana, Il giorno dell’ Espiazione. Il “kippur” nella tradizione biblica, ABI 30, EDB, Bologna 1995.
  3. N. Kiuchi, The Purification offering in the Priestly Literature, JSOT SuppSer 56,Sheffield 1987; H. M. Kümmel, Ersatzkönig und Sündenbock, ZAW 80 (1968) 289-318;
  4. H. Tawil, 'Azazel the Prince of the Steppe:A comparative Study, ZAW 92 (1980) 43-59;  R. de Vaux, Instituciones AT, Herder, Barcelona 1985, 528-577. 

NOTAS

 [1] El Yom Kippur, de la Expiación/Perdón, es la fiesta más solemne del calendario judío moderno. Se celebra a los diez días del Rosh Hashaná o Año nuevo y precede a los Tabernáculos o Sukkot, entre septiembre y octubre (año; 2017: 29-30 septiembre; El Yom Kippur, día de la Expiación/Perdón, es la fiesta más solemne del calendario judío moderno. Se celebra a los diez días del Rosh Hashaná o Año nuevo y precede a la fiesta de los Tabernáculos o Sukkot, entre septiembre y octubre (2023: 24 septiembre; 2024: 2 octubre etc-).    Es día festivo, en sentido estricto, con ayuno mayor, desde la puesta de sol del día anterior a la puesta de sol del nuevo día. S se prescribe en los diversos calendarios bíblicos de origen postexílico: Ex 30, 10; Lev 23, 27-31; 25, 9; Num 29, 7-11.  

[2] Sobre el origen y contexto històrico, cf  G. A. Andersen, Sacrifices and Offerings in Ancient Israel: Sudies in their Social and Political Importance, HSM 41 Atlanta 1987; G. Deiana, Il giorno dell’ Espiazione. Il “kippur” nella tradizione biblica, ABI 30, EDB, Bologna 1995; F. H. Gorman, The Ideology of Ritual, JSOT SuppSer, Sheffield 1990,61-102; L. L. Grabbe, The Scapegoat: A Sudy in Early Jewish Interpretation, JSJ 18 (1987) 152-167; B. Janowski, Sühne als Heilsgeschehen: Studien zur Sühnetheologie der Priesterschrift und zur Wurzel KPR in Alten Orient und in Alten Testament, WMANT 55, Neukirchen 1982; N. Kiuchi, The Purification offering in the Priestly Literature, JSOT SuppSer 56, Sheffield 1987; B. A. Levine. In the presence of the Lord: A Study of Cult and Some Cultic Terms in Ancient Israel, SJLLT 5, Brill, Leiden 1974; H. Tawil, 'Azazel the Prince of the Steppe:A comparative Study, ZAW 92 (1980) 43-59; R. de Vaux, Instituciones AT, Herder, Barcelona 1985, 528-577.

[3] El texto actúa despertando el miedo: nos pone ante el pavor sagrado que emana de un Dios escondido, al que nadie puede contemplar o acercarse, tocarlo. Se marca así la distancia de Dios, estableciendo simbólicamente su diferencia respecto de los hombres. Está separado y, sin embargo, atrae, centrando las miradas del conjunto de los israelitas. Sólo uno entrará en nombre de todos, para así tocar a Dios, el día de mayor sacralidad del año, en la gran fiesta del perdón.

[4] Sobre Lev 16 y el chivo expiatorio ha fundadoR. Girard su teoría de la religión y el sacrificio (cf. El misterio de nuestro mundo, Sígueme, Salamanca 1982; El Chivo Emisario, Anagrama, Barcelona 1992). Pero su visión, siendo luminosa, no logra captar la diferencia y complementariedad bíblica (sacrificial y salvadora) entre los dos chivos, cosa que tampoco hace, en general, la ingente bibliografía sobre el tema.

[5] La humanidad ha necesitado los dos chivos para descargar su violencia, hacia dentro (por la sangre que purifica el santuario) y hacia fuera (en el desierto al que se expulsa al chivo de Azazel). Pero los grandes protagonistas de la Biblia (Job y el siervo sufriente, el justo perseguido y Jesús) han superado esa necesidad, desenmascarando la violencia sacrificial de la religión y haciendo posible una vida que ya no se funda en sacrificios internos y expulsiones externas.  La religión sacrificial tiende a ocultar la verdad y nos hace creer que el «chivo de Dios» ha sido justamente sacrificado y que el «chivo de Azazel» es culpable, de manera que pueden descargarse en él todos los pecados del pueblo.   Pero la Biblia en su conjunto nos ha permitido abrir los ojos para que podamos descubrir la mentira de un sistema de violencia como éste.   

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