Sobre el cuerpo resucitado de Jesús 2 (Queiruga y la comisión de la fe)

He recogido ayer algunos comentarios sobre el post del 30 03 12, en torno a la nota de la Comisión de la Fe sobre la teología de AT Queiruga. El tema ha complacido a los lectores del blog, de forma que han surgido nuevos comentarios.

En esa misma línea, quiero introducir también algunos comentarios al post siguiente (01 04 12), que tratata de Las siete distorsiones de Queiruga, que en el fondo, según nuestros lectores, se reducían a uno: El valor corporal de la resurrección de Jesús:


¿Desapareció el cadáver del sepulcro? ¿Cómo se transmaterializó?
¿Hubo resurrección "corporal" si que el cadáver desapareciera?


De esas y otras cuestiones han tratado nuestros comentaristas, en especial Galetel y Fernando (con Antolín y otros). Aquí recojo algunas de sus intervenciones. Buen día a todos, buen trabajo a los lectores. Quizá podamos entender mejor la trama de la Resurección (abriendo una puerta al misterio). Mañana termina la mini-serie. Buen día de nuevo.



(He vivido algunas semanas en Orvieto, a un tiro de piedra del Duomo, donde iba cada día a ver los cuerpos resucitados, para vida o para muerte, de L. Signorelli. Con ellos os despido por hoy. Quien quiera ver más que busque:Signorelli, Orvieto. Quizá podrá entender mejor el tema de los cuerpos que van a la tierra, salen de la tierra, son raptados, vuelan, quizá vuelven a la tierra... Posiblemente, la resurrección de Jesús debiera entenderse de otra forma.



Comentario por Luis Enrique Antolin [Visitante]


Resultaría largo y complicado en el espacio de uno o más comentarios entrar a considerar las cuestiones tratadas en la Notificación.
En ella misma se reconoce la necesidad de presentar el mensaje cristiano de modo adecuado al pensamiento y la cultura contempóraneos, no es fácil pero es imprescindible.

Se podría caracterizar esta época como de "sinfonía en re". Es ya imprescindible re-pensar, re-formular, la política, la economía, el arte, la cultura. . . Desde luego, también la religión. En el Islam, por ejemplo, se está en gran medida repensandola en términos de regresión a un pasado ya irrepetible(síntoma de la crisis en la que, como toda otra religión, actualmente se encuentra, y que a pesar de las apariencias de su auge, le acabará pasando factura a medio o largo plazo).

Sería de desear que el cristianismo no cayera en esta tentación regresiva, que fuera capaz de repensarse y reformularse de modo fructífero y con perpectivas de futuro. No significa éllo ni pensar en el vacío, creándolo todo de nuevo, ni romper con la también imprescindible tradición anterior, se trataría al cabo de mantener vivo y fecundo su caudal y su herencia. Se trataría de re-suscitar la fe, de dar testimonio de ella, en el mejor modo que sepamos y podamos dentro de un mundo donde lo religioso no tiene ya el papel y la función que tenía en tiempos pasados. Nada fácil tarea, conllevará tomar a veces sendas equivocadas, exigirá rectificaciones y , sobre todo, coherencia intelectual y moral, y valentía, sin encastillamientos a ultranza ni tampoco disoluciones en vaporosas entelequias . . . Como sea, no podemos rehuirla.

Comentario por Pedro zabala [Visitante]

Gracias, Xabier. Como lego en teología, debo decir que este comentario tuyo me ha ayudado mucho.
Me hacen cierta gracia las sesudas discusiones teológicas sobre lo que es la otra vida. y en qué consiste la resurrección. San Pablo hablaba del cuerpo espiritual que no es ciertamente el actual sometido a las leyes físicas del espacio-tiempo.
La verdad es que nadie lo sabe. Y lo único claro que hay amar y atender a las víctimas. Lo demás, puede venir bien, pero es accesorio.

Comentario por galetel [Visitante]

P. Zabala alude acertadamente a las explicaciones de San Pablo acerca de la Resurrección. Los primeros cristianos vivían en la esperanza de la Parusía, lo que era fundamental para su fe. Pero cuando empezaron a morir los que así esperaban, resultó crucial para ellos plantearse si estos queridos hermanos muertos resucitarían para participar también de la Parusía. Algunos decían que no podía haber resurrección de los muertos, que la “resurrección” debía entenderse como una manera entregada, confiada y entusiasta de vivir los valores cristianos en esta vida, porque eso era lo importante. Pero Pablo intervino escribiéndoles para explicarles que la resurrección de los hermanos muertos era importante, como lo había sido la resurrección de Cristo. Les dijo que si los muertos no podían resucitar, tampoco lo había hecho Cristo, y entonces la fe cristiana era vana. Que los que sólo creían en Cristo pensando en esta vida, era los más lastimosos de los hombres. Y les explicó cómo veía él la la resurrección, como una transformación cierta de los cuerpos mortales para ser cuerpos “espirituales” revestidos de inmortalidad. Así, con su explicación, hizo posible que los que dudaban afirmaran su fe.
Otro tanto es necesario hacer actualmente, sin duda, para seguir esperando la Parusía todavía, como aquellos primeros cristianos que no quisieron ser “lastimosos”.

Actualmente, las explicaciones de Pablo no son suficientes. Y otras explicaciones basadas en lecturas fundamentalistas de los evangelios, tampoco. Abundan los que quieren vivir su fe como “lastimosos” e incluso se plantean de manera “lastimosa” la resurrección del propio Jesucristo. Por eso es necesario que los “Pablos” actuales les den una explicación acorde con “el pensamiento de nuestro tiempo” como decía Ratzinger.
La fe en la Resurrección es esencial para la fe cristiana, como decía Pablo.

(J. Ratzinger, “Introducción al Cristianismo”):
“Tanto para Juan (6, 63) como para Pablo (1Cor 15, 50) la resurrección de la . carne. es la resurrección de las personas (Leiber), no de los cuerpos (Körper). Según el pensamiento moderno, el modelo paulino es mucho menos ingenuo que la tardía erudición teológica con sus sutiles ideas sobre el problema de si son posibles los cuerpos eternos. En pocas palabras, Pablo no enseña la resurrección de los cuerpos, sino de las personas; esto no se realiza en el retorno del cuerpo carnal, es decir, del sujeto biológico, cosa según él imposible (la corrupción no heredará incorrupción), sino en la diversidad de la vida de la resurrección, cuyo modelo es el Señor resucitado. (. . . )
Es evidente que la vida del resucitado ya no es bios, es decir, la forma biológica de nuestra vida mortal intrahistórica, sino zoe, vida nueva, distinta, definitiva, vida que mediante un poder más grande ha superado el espacio mortal de la historia del bios. Los relatos neotestamentarios de la resurrección ponen bien de relieve que la vida del resucitado ya no cae dentro de la historia del bios, sino fuera y por encima de ella; también es cierto que esta nueva vida se ha atestiguado y debe atestiguarse en la historia. (. . . ) nos revelan los evangelistas que el encuentro con el resucitado tiene lugar en otro plano completamente nuevo (. . . ) La experiencia del resucitado es algo completamente distinto del encuentro con un hombre de nuestra historia”.

Comentario por Xabi [Visitante]

Iba a hacer un comentario en la línea de Galetel y Pedro Zabala.

Cuando los primeros cristianos como Pablo de Tarso decían que Jesús resucitó, no estaban pensando en un zombi, como algunos parece que creen:

"En la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción. . . se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. . . No moriremos todos, mas todos seremos transformados"

Y repito una cita de un dominico Catedrático de Teología de Valencia que puse ayer dedicada implícitamente a Hisopo y a otros y, ahora, dedico expresamente a Maga:

""Pero de hecho algunos sectores la han interpretado como una condena y, lo que es peor, se han alegrado de ello. Estas alegrías hacen mucho daño a la Iglesia. Eso dejando aparte lo poco acordes que son con el Evangelio. "

Comentario por Manuel_RH [Visitante]

"Cuando los primeros cristianos como Pablo de Tarso decían que Jesús resucitó, no estaban pensando en un zombi, como algunos parece que creen. . "
Muy cierto; pero el caso es que el cuerpo de Jesús desapareció del sepulcro. En caso contrario nada más fácil para desmentir a los discípulos que rodar la piedra del sepulcro y comprobarlo. Por qué no pudieron desmentir a los discípulos cuando predicaban la resurrección y sólo les reconvinieron? y ¿Por qué habrían de querer unos discípulos asustados y escondidos cambiar el cadáver a otro sitio para demostrar una resurrección falsa, cuando ni siquiera sabían qué cosa era resucitar? Si el cadáver de Jesús despareció, ¿quien y por qué lo hizo desaparecer?. . . .

Comentario por galetel [Visitante]

Yo creo firmemente en la resurrección real de Jesucristo. Pero no creo que su cadáver tuviera nada que ver con ella. Me remito a las palabras de Ratzinger que he citado, aunque lo he explicado muchas veces en este foro.
Si -como es muy probable para que pudieran aceptarla- los discípulos(as) hallaron vacío el sepulcro, creo que fue por alguna causa completamente normal, sin importancia. Y si nosotros halláramos el cadáver en algún sitio, no tendría importancia ninguna; podríamos seguir creyendo igual en la resurrección absolutamente real de Nuestro Redentor. No es en esto en lo que discrepo con TQ, es en otras cosas, también respecto de la resurrección, de las que ya he explicado algo y pienso explicar más.

También creo que lo más probable es que Jesús no pudiera hablar cuando estaba crucificado, debido a la asfixia y al dolor; gemidos y gritos, sí, pero no frases inteligibles. Las que conocemos como “palabras de Cristo en la cruz” son interpretaciones teológicas –perfectamente válidas para nosotros— inspiradas a los evangelistas por el Espíritu Santo y por la vida de Jesús.
Tampoco me parece que sea histórico el relato de S. Juan acerca de la presencia de María y el discípulo amado al pie de la cruz; ningún otro evangelista lo menciona, y tiene toda la pinta de un desarrollo teológico, cuyo sentido es completamente válido para nosotros los cristianos, y está explicado convincentemente por eminentes exegetas aparte de TQ.

Tengo importantes discrepancias con TQ, pero no son éstas.
Los evangelistas, que escribieron unos cincuenta años o más después de los hechos, y no fueron testigos oculares de ellos, se basaron en tradiciones orales y escritas, pero incluyeron también desarrollos teológicos y catequéticos, pues su intención no era narrar fielmente hechos históricos sino transmitir su fe.
No se engañaron ni engañaron; nos transmitieron válidamente su interpretación de los hechos, pero a menudo no los hechos mismos, que en muchos casos (no todos) no pudieron saber ni contar con exactitud. Lo importante es su interpretación, inspirada por el Espíritu Santo, absolutamente válida para nosotros los cristianos.
“En lo que concierne a los evangelios, el fundamentalismo no tiene en cuenta el crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente el estadio final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el estadio inicial (las acciones y las palabras de Jesús en la historia). Descuida por eso mismo un dato importante: el modo como las primeras comunidades cristianas han comprendido el impacto producido por Jesús de Nazaret y su mensaje. Ahora bien, éste es un testimonio de origen apostólico de la fe cristiana y su expresión directa. El fundamentalismo desnaturaliza así la llamada lanzada por el evangelio mismo. ”
( http://www. foroexegesis. com. ar/Textos_Magisteriales/interpretacion_de_la_biblia_en_la_iglesia. htm#F. LECTURA FUNDAMENTALISTA )

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

En el tema de la Resurrección probablemenmte nos resulta imposible definir con exactitud su qué y su cómo, y probablemente por eso mismo lo más útil e inmediato es recurrir a las metáforas que usa Pablo en 1Cor. En 15, 38 dice"Y Dios le da un cuerpo a su voluntad:a cada semlla un cuerpo peculiar", en 15, 42". . . se siembra corrupción, resucita incorrupción", en 15, 44"se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual".

Como se ve, es central la metáfora de siembra y de fruto o cosecha. A este respecto adquiere pleno sentido el planteamiento del "sepulcro vacío", el cuerpo como semilla que no es exactamente el fruto pero que está en él, el grano de trigo ya no se podrá encontrar bajo la tierra, ha devenido espiga. La Nueva Creación no como anulación o desaparición de la primera sino como transfiguración de ésta, contenida en la Nueva como la semilla está contenida en el fruto.

Comentario por Francho [Visitante]

El tema es profundo. Pero creo que la igiesia no tiene problemas con la teología distorsionada, no tiene problemas con el evangelio en el fondo, su problema es el poder, su problema es el ejercicio de una praxis que justifica una autoridad que se puede cuestionar desde el mismo evangelio. La iglesia no puede legitimar el evangelio con su autoridad, porque, sería preciso que el evangelio le fuera propio. Luego, todo queda en especulaciones, distorsiones que se deben de condenar, y aparecen las comisiones para eso. El tema a discutir no es el evangelio o determinadas teologías, el tema de fondo es que la iglesia no pierda sus contenidos por miedo a que la realidad se vuelva en contra suya. Hay miedo y hay poder en todo ese proceso. El juego especulativo para condenar lo distorsionado no parte del evangelio sino de una praxis grosera de poder. Y ese es el tema: todo aquello que haga peligrar no la fe, ni determindada teología, sino una determinada praxis eclesial, es peligroso.



Comentario por galetel [Visitante]

De acuerdo, Antolín, como metáfora está bien. Pero la semilla no es el cadáver (por mucho que se entierre), sino la persona. El cadáver se corrompe y sus moléculas se dispersan en el medio. Lo dice Ratzinger: “Pablo no enseña la resurrección de los cuerpos, sino de las personas; esto no se realiza en el retorno del cuerpo carnal, es decir, del sujeto biológico, cosa según él imposible (la corrupción no heredará incorrupción), sino en la diversidad de la vida de la resurrección”. Actualmente sabemos que las moléculas del cadáver no eran lo que caracterizaba a la persona, sino la estructura de su cuerpo vivo; esta es la “semilla” que Dios transforma en un cuerpo nuevo, “glorioso”, como parte de una nueva Creación.
El cuerpo resucitado pertenece a una nueva realidad, mientras el cadáver se disuelve en la realidad antigua.

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

CMR, en el volver a nacer que representaría la Nueva Creación, Dios, en Cristo, nos convoca a la inocencia, las vestiduras blancas de que habla el Apocalipsis. Tengo alguna cosa escrita sobre ésto.

De acuerdo también con Sofía. Galetel, lo del cuerpo resucitado. Ya dije que no podemos alcanzar a definir con exactitud el qué y el cómo de la Resurrección, lo que sí me planteo, desde esta incertidumbre, es que nuestro ser actual(y sin entrar ahora en la cuestión del alma y de su pervivencia tras la muerte)está hecho de materia, no seríamos si no fueramos, a la vez que hijos del Padre, hijos de la Tierra, del barro, esto es consustancial al hecho de nuestro existir.

Por ello me pregunto en qué medida esto que nos es consustancial no habrá igualmente de correspondernos, ya transfigurado, ya en otro plano de realidad, por supuesto, en esa Nueva Creación que transcendería la primera pero que tendría ésta como punto de partida y de referencia, sin anularla o ignorarla. Preguntas, en fin.

Comentario por galetel [Visitante]

De acuerdo, Antolín. Yo también creo que la Nueva Creación es “ex-vétere”, es decir, a partir de la antigua. Pero en lo que atañe al papel de los cadáveres en la resurrección de las personas, me parece que lo que es “vétere” no son las moléculas del cadáver, sino la estructura que caracterizaba al cuerpo de la persona. Copio a continuación lo que ya he dicho en posts anteriores:
Actualmente sabemos que el cuerpo de una persona varía durante su vida, de manera que se renueva al cabo de unos cinco a diez años, y además contiene probablemente moléculas que han pertenecido a otras personas en el pasado y pertenecerán a otras personas en el futuro.
De manera que las moléculas de un cadáver no constituyen el “cuerpo propio y particular” de la persona que murió con él, sino que debe entenderse que el “cuerpo propio de la persona” es la estructura (la in-formación) que organizaba (in-formaba) las moléculas del modo particular que correspondía a esa persona, y únicamente a ella.
Por lo tanto, lo que necesita la resurrección corporal es que Dios recuerde y reimplante esa estructura, no las moléculas del cadáver. No importa lo que pase con esas moléculas; Dios no las necesita para resucitar el cuerpo.
Las moléculas sueltas, fuera ya de la antigua estructura corporal, son completamente intercambiables con otras moléculas de los mismos compuestos químicos. Pudiera ser que la “materia espiritual” del “cuerpo espiritual” de una persona no sea creada por Dios ex-nihilo sino ex-vétere a partir de moléculas materiales, pero éstas no tienen porqué ser exactamente las del cadáver de esa persona. Son completamente indistinguibles de otras moléculas de los mismos compuestos químicos.
Saludos cordiales.


Comparto plenamente lo que dices… acerca de admitir con agrado y comprensión las discrepancias, aunque reconozco que no me gusta que tú discrepes conmigo. Pero lo acepto, pues es tu punto de vista absolutamente legítimo. Por supuesto que los que comentamos, yo el primero, no tenemos certezas; yo opino acerca de lo que me parece más probable, a partir de lo que he leído de reputados exegetas; pero claro que pudo ser de otra manera, faltaría más.
Respecto de las palabras de Jesús en la cruz, pienso que lo más probable es que sea histórico lo que dicen Marcos y Mateo:
“Había allí unas mujeres mirando DESDE LEJOS” (Marcos 15 40 // Mateo 27 55) (Mayúsculas mías).
Es decir que las mujeres habrían podido oír gritos, pero no palabras entrecortadas musitadas entre gemidos y jadeos (me duele tener que escribir esto).
Lo que me parece mucho más probable que lo que dice el cuarto evangelista.
Pero, por supuesto, pienso que lo que pasaba por
pensamiento de Jesús en esos terribles momentos, está descrito acertadamente, para nosotros, por los cuatro evangelistas, apoyándose en textos del A. T. , gracias a la inspiración del Espíritu Santo y sus recuerdos de la vida de Jesús.
Un saludo afectuoso.

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

Galetel, dejando ya de lado el tema propiamente del modo en que entender la Resurrección, sólo me gustaría expresar algo que está en suma en el transfondo de lo que he planteado. Se trata de la gran importancia que, pienso, tiene en cuanto a la concepción y definición de nuestro propio ser e identidad como humanos el hecho de la materialidad, la materialidad de la Tierra y la nuestra, en y según la cual hemos venido a existir. La pregunta sería el sentido de tal materialidad en una Nueva Creación y cómo ésta quedaría, si así fuera el caso, asumida en ella. Desde luego, cuestión abierta donde las haya.

Comentario por galetel [Visitante]

(A. Torres Queiruga, “Repensar la Resurrección”, págs. 217, 222):
« De hecho, ha sido preciso que la nueva visión del mundo y los resultados de la crítica bíblica rompiesen los cuadros míticos y objetivantes en que se movía la concepción tradicional, para que la misma teología contemporánea empezase a desprenderse, lenta y dificultosamente, de aquellos presupuestos. De entrada, se superó la visión literalista de las apariciones. A continuación ha venido —al menos para muchos— la comprensión de la no solidaridad entre la resurrección y el destino del cadáver, de suerte que está cada vez más extendida la aceptación de la resurrección-en-la-muerte. Sólo ahora se han creado, en realidad, las condiciones para este tercer paso: la primacía de la resurrección de Jesús no como comienzo cronológico, sino como revelación plena de la superación de la muerte, que el «Dios de vivos» estaba y
está realizando desde siempre.
(. . . )
cuando de Jesús confesamos que Dios lo ha resucitado de la muerte, no estamos diciendo que Dios empiece entonces a resucitar a los muertos, sino que —igual que sucedía con la filiación— en Jesús se realiza con una plenitud única lo que el «Dios de vivos y no de muertos» (Mc 12, 27) estaba realizando desde la muerte del primer hombre y la primera mujer, de sus primeros hijos e hijas. También para ellas y para ellos morir era ser resucitados por el Dios que, habiéndolos creado por amor, no los abandonaba al poder de la muerte. Lo verdaderamente ‘novum’ en la experiencia cristiana es el hecho de que la intensidad única de la vida de Jesús y el hondísimo dramatismo de su muerte abrieron los ojos para comprender en toda su fuerza, radicalidad y actualidad ese amor resucitador de Dios. Esto permite además abrirse generosamente al diálogo de las religiones, porque de ese modo la resurrección enlaza desde dentro, desde sí misma, con la idea de inmortalidad. »

A mi modo de ver, hay aquí una FALACIA. “Resurrección-en-la-muerte” NO significa que el hecho de la resurrección se produzca, en sentido objetivo, en el mismo momento en que se produce el hecho de la muerte. NO, porque el hecho-de-la-resurrección NO ocurre en la misma realidad espaciotemporal “normal” en que ocurre el hecho-de-la-muerte. NO hay un “tiempo absoluto” común, en el que puedan sincronizarse los dos eventos para afirmar objetivamente que se producen “en el mismo momento”. “Resurrección-en-la-muerte” significa solamente que los dos eventos son simultáneos desde el punto de vista subjetivo de quien muere y resucita.

Yo pienso que la manera objetiva de relacionar temporalmente ambos eventos consiste en admitir que el espaciotiempo normal desembocará finalmente –a través del “ésjaton”- en esa nueva realidad. . . en que ocurre la resurrección. Entonces, si se supone que eso sucederá al final de nuestro tiempo normal, debe pensarse que TODA resurrección ocurrirá –sincronizándola, así sí— en ese momento final futuro; incluso la resurrección de Jesucristo.

Por lo tanto, hablando cronológicamente -y no sólo ontológicamente-, NO hay, ni ha habido, ni habrá, ninguna resurrección antes de la de Jesucristo. Porque la resurrección de Jesucristo inauguró esa nueva realidad escatológica, y es, así, previa a cualquier otra resurrección; más aún, es requisito imprescindible de cualquier otra resurrección. Todos los seres humanos, de todos los tiempos y lugares, resucitaremos “por” él, hayamos sido cristianos o no, hayamos sabido de él o no, hayamos vivido después de él o no.

No hay ninguna resurrección que no sea “por” Jesucristo, porque sólo con ocasión de Jesucristo creó Dios esa nueva realidad donde son posibles las resurrecciones. Esto no quita que haya sido la intención de Dios “desde el principio”, “desde antes de la creación”, pero afirma que Dios la EJECUTÓ (y no sólo la reveló) mediante su encarnación histórica concreta en la vida/muerte/resurrección de Jesucristo; sin ello, toda esperanza de resurrección, o de inmortalidad, sería un mero “buen deseo infundado” (wishful thinking) pues esa posibilidad no se da por naturaleza (o no hay fundamento para asegurarlo).

¿Entonces –preguntarán algunos—, hablando en nuestro tiempo normal habitual, nadie ha resucitado todavía, ni siquiera Jesucristo? –Sería una pregunta sin sentido, o habría que contestar que sí, si no fuera por la acción del Espíritu Santo que ha hecho actual la resurrección de Jesucristo en un momento histórico de nuestro pasado: el de la experiencia pascual de los discípulos; y a nosotros, sus herederos, nos permite comunicarnos sacramentalmente con él y con los que resucitan por él en esa Nueva Creación. De manera que Jesucristo está “ahora” VIVO, realmente, para los que participamos de su Espíritu Santo, y también, por eso mismo, para nosotros están “ahora” VIVOS los que resucitan por él.


Comentario por Xabi [Visitante]

Estoy totalmente de acuerdo con Galetel en lo que dice sobre la historicidad de las últimas frases de Jesús en la cruz.

Sobre la resurrección, me convence más la tumba vacía que la tumba común y creo que la tumba vacía está implícita en la secuencia de Pablo de 1 Cor. : murió, fue sepultado, resucitó, se apareció (W. L. Craig). Pero lo fundamental no es la tumba sino las visiones.

Sobre esta cuestión, los evangelistas y Pablo dan a entender que no vieron un zombie ni un fantasma. A mí me parece muy interesante la hipótesis de que la imagen de Jesús en la transfiguración (en realidad, metamorfosis) puede ser una visión predatada de lo que vieron los discípulos de Jesús.

Comentario por galetel [Visitante]

Lo que está en el fondo es el “escándalo de la particularidad” que implicaría favoritismo y privilegio intrínseco en las concepciones de “elección” y de “encarnación”. Pero TQ debería aplicarse sus propias palabras:
“La verdadera universalidad sólo puede realizarse ‘a través de la mediación histórico-particular’. (…) La particularidad sería escandalosa, si obedeciese a una elección divina arbitraria; no, si es el único modo de avanzar lo más honda y eficazmente posible en las condiciones de la finitud histórica. Nada en la historia puede producirse por igual para todos, al mismo tiempo y en todas partes. (…) Por la intrínseca historicidad de la revelación –otro nombre de la particularidad– la culminación sólo podía realizarse en una única persona. Pero, dado que lo descubierto en ella afecta a la raíz más profunda de lo humano, puede valer para todos. ”

Comentario por Pedro Zabala [Visitante]


Leer a fundamentalistas excomulgadores, de cualquier signo, es toparse con el miedo y la ignorancia. Pretenden encerrar a Dios, siempre mayor, Misterio Absoluto, en definiciones dogmáticas. Dios se revela a todos los seres humanos, a través de la naturaleza y los hechos de la historia. Claro que hay que hay que tener sensibilidad para interpretarlos. Pero inspiró especialmente a los fundadores de los grandes religiones. Y de un modo singular a Jesús de Nazaret, su rostro humano. Jesús no nos dijo cómo es Dios, sino que, a través de su vida y palabras, nos enseñó que nos ama y nos dejó un mandamiento nuevo único, superador de la Ley, "amaos los unos a los otros, incluso a vuestros enemigos".
¿No es hora de superar el monocultivo mental que nos encierra en la jaula del pensamiento único y abrirnos al "atrévete a pensar", propio de seres racionales y libres?.

Comentario por Manuel_RH [Visitante]

En relación a lo que dice galetel sobre las palabras de Jesús, allí había más gente que pudieron dar testimonio, aparte de las mujeres que estaban lejos. Creo que ciertas frases y hechos serían demasiado atrevidos para ser sólo inspiradas; aunque ciertamente esa inspiración nos puede aclarar el por qué dijo lo que dijo. Porque si los evangelios recogen lo que ya circulaba de boca en boca durante algunos años; ¿dónde ponemos la barrera entre lo inspirado y lo inventado (aunque sea con la mejor intención). Yo sé que Cristo vive; pero en lo referente a su historia prefiero pensar que no se narran hechos inspirados sino reales, aún reconociendo las distorsiones que sufren los hechos al pasar de boca en boca y las formas narrativas que usaron los evangelistas para describir una realidad tan inusual, como es todo lo que concierne a un Ser extraordinario e irrepetible.

Comentario por galetel [Visitante]

[Sofía:] “yo sí creo en la historicidad de la tumba vacía”.
[Xabi:] “me convence más la tumba vacía”.

De acuerdo, yo también lo creo lo más probable. Lo que no creo es que la causa de ello haya sido el hecho de la resurrección. Por eso he escrito: “Si -como es muy probable para que pudieran aceptarla- los discípulos hallaron vacío el sepulcro, creo que fue por alguna causa completamente normal, sin importancia. ”.
Es lógico pensar que si los discípulos hubiesen tenido delante el cadáver de Jesús simultáneamente a las apariciones, o si hubiesen tenido al menos la certeza de que su cadáver yacía al mismo tiempo en su tumba, eso habría sido una contradicción insuperable para su entendimiento, un obstáculo insalvable para su fe. Es lógico suponer que cuando los discípulos percibieron a Jesús resucitado pudieron suponer sin contradicción que percibían su cadáver revivificado –que era el único modo en que ellos podían entender una resurrección— y pudieron antes, durante o después, hallando su tumba vacía, o no hallándola en su (o algún) sitio llena. Claro que el hecho de que fuese efectivamente así, que hallaran la tumba vacía o no la hallaran llena, pudo deberse verosímilmente a alguna causa normal, no necesariamente a un milagro; y que esta causa, si fue normal, carece de importancia para nosotros ahora. No fue el hallar la tumba vacía lo que les hizo creer en la resurrección, pero al hallarla vacía –o al no hallarla— pudieron creer en lo que se les revelaba de otra manera, sin tener que afrontar una contradicción insuperable para su psicología.
Pero nuestra psicología y nuestros conocimientos ya no son actualmente como los suyos.
Nosotros actualmente podemos comprender que la resurrección es de la persona, en cuerpo y alma, no del cadáver.
¿Entonces, preguntarán algunos, el “cuerpo” no es el cadáver? –No, ¡claro que NO!

“la teoría suscrita por la mayoría de los teólogos actuales es la de una identidad numérica ‘formal’, no material. Según Santo Tomás, el cuerpo es el resultado de la información de la materia prima por el alma; es ésta la que confiere a la materia todas las determinaciones. La materia indeterminada deviene ‘cuerpo’, cuerpo ‘humano’, cuerpo ‘mío’, al ser informada por ‘mi’ alma; deja de ser todo eso al cesar la función informante del alma, para convertirse en ‘cadáver’ (que no es lo mismo que ‘cuerpo’). La identidad corporal es, pues, independiente de su composición atómica, celular o molecular; reside exclusivamente en la identidad del principio formal. La importancia que la noción de ‘estructura’ reviste en la física contemporánea parece conceder un aval no desdeñable a esta teoría. ” (J. L: Ruiz de la Peña, “La Pascua de la Creación”. )

Comentario por Fernando [Visitante]

Bueno, en realidad la identidad formal del cuerpo, como refiere Galatel, no resuelve demasiado lo que es específico del cuerpo, si por tal entendemos lo que la teología defendió como materia informada por el alma. Tal aseveración es meramente circular, pues no habría necesidad de alma -al menos lo que tradicionalmente se piensa de ello- para descubrir que existe "materia informada" en cualquier organismo vivo diferente de otro.
Un etólogo experimentado puede perfectamente diferenciar caracteres específicos en miembros de una misma especie, lo que en nuestro caso definiría una personalidad propia. Basta leer los estudios de J. Goodall para comprobar cómo cada chimpancé es diferenciable en su individualidad. Esto nos llevaría a la consideración de que poseen alma como nosotros, es decir una "materia informada" a semejanza de cualquier homo sapiens.
Si a ello añadimos que en el futuro la IA puede desarrollar personalidades artificiales, la cuestión se complica sobremanera.
En realidad es bastante impropio, a mi entender, hablar de "forma del cuerpo". El planteamiento de Ruiz de la Peña, ligado aquí a la definición tomista como la teoría más idónea para la defensa de la unidad alma-cuerpo dentro de la doctrina de la resurrección, está de raíz equivocado. Porque no hace falta alma para ninguna materia informada, ya que la misma construcción de la vida orgánica lo lleva a cabo sin ocurrencia de entidades "espirituales" informadoras como en su tiempo ya fue planteado por D'Arcy Thompson, y más tarde Kauffman y Goodwin. Es decir, la misma complejidad semejante pero individualmente diferenciada de miembros de una misma especie, responde tanto a estabilidad, respuesta a incertidumbres de entorno, como a estrategias evolutivas.
Que yo posea una forma característica individual que se me diferencia, por ejemplo, de Galatel -cuerpo 'mío' y 'tuyo' respectivamente-, no requiere de por sí un alma como potencia individualizadora.


Comentario por galetel [Visitante]

Bueno, es muy sencillo. En mi opinión el término “alma”, entendido muy de otra manera que la tradicional, no es una “entidad espiritual” que es “forma” del cuerpo, sino toda la in-formación que hace posible la consciencia reflexiva humana (mente, memoria, genoma, etc. ). Esto es lo que in-forma la estructura que es el verdadero “cuerpo propio” de una persona. No es algo completamente conocido por la ciencia actual, pero se ve progresando en conocerlo. . .

Comentario por Fernando [Visitante]

Gracias Galatel por tu puntualización. Pero si analizas tu respuesta, la información de la que hablas -vuelven pasadas golondrinas, es decir, viejos debates-, no es la información de un sistema complejo (físico) que se disipa irreversiblemente, sino una "información" con comillas, especial, diría que próxima a contenidos "espirituales". Pues bien, esta "información" llevaría parejo, como bien dices, una consciencia reflexiva, pero igualmente podría muy bien implementarse artificialmente sin ni siquiera cuerpo físico, solo como información matemática. Precisamente el progreso del que hablas no va en la dirección de especular sobre un cuerpo propio, pues en realidad ya no hay "cuerpos propios" dada la capacidad técnica de realizar reconstrucciones completas con órganos de otros, sino de crear biocuerpos artificiales y protésicos para una futura IA ó IN mixta.
Ahora bien, sí es cierto que esta perspectiva científica planteará retos al concepto tradicional de persona.

Comentario por galetel [Visitante]

No está nada claro que puedan algún día realizarse “reconstrucciones COMPLETAS con órganos de otros” ni crear “biocuerpos artificiales” que tengan capacidad de consciencia reflexiva humana, o implementar artificialmente, matemáticamente, un tipo así de consciencia (Penrose). Pero es un tema especulativo que, aunque interesante, no me interesa ahora. De lo que se trata ahora es de si la resurrección de una persona, "en cuerpo y alma", implica o no a su cadáver. ¿Qué opinas tú de ESTO, estimado Fernando?

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

Cuando en temas como éste me encuentro con una dificultad o imposibilidad de comprensión lógica, me atengo generalmente al sentido, a si lo narrado es portador en sí de sentido, o al contrario, de sinsentido. Así respecto al relato de la Resurrección de Cristo a partir de la premisa del sepulcro vacío.

Recordar Hch 2, el discurso de Pentecostés de Pedro, la cita del Salmo 16(15) de "no dejarás a tu fiel conocer la corrupción"o, por ejemplo, el cántico de Ezequías, Is 38, 18, "que el Seól no te alaba ni la Muerte te glorifica. . . ". La corrupción representaría justamente, a efectos del mensaje neotestamentario, el triunfo, la confirmación, de la muerte, sería al cabo el correlato del Seól donde no se alaba a Dios, por tanto, si el mensaje es el contrario, la victoria de Dios y Su Cristo sobre la muerte y la primicia de una Nueva Creación, ello requiere entender y plantear el mensaje y el sentido de la Resurrección de Cristo en términos de no conocer la corrupción del sepulcro.

Comentario por Fernando [Visitante]

Es verdad, Galatel, que hoy por hoy este camino es totalmente incierto. Pero de serlo algún día, no dudes que la cuestión sobre corporeidad y personalidad requerirá de profundos debates sobre la discriminación entre entidad comunicante natural y entidad comunicante artificial.

Pero sobre lo que preguntas, es una cuestión difícil para mí. De primeras te diré que NO SÉ que es eso de la Resurrección y QUÉ implica que un "cuerpo y alma" sea objeto de tal acontecimiento. Lo único de lo que dispongo es que un tal Jesús -entiende la expresión- ha resucitado. Es decir, se dice que ha resucitado, y no solo vuelto a la vida para luego morir, como un sujeto llamado así respecto de cualquier otro del que nada se anuncia sobre el particular. De César, Napoleón o de mi tía bisabuela, nadie habla de que han "resucitado" sino que "resucitarán", que es distinto.

Por tanto, pienso que debates teóricos sobre cuerpo, alma y persona deben ceñirse al dato de la identidad y no a la inversa.

Dejando aparte la cuestión de la identidad individual -que no requiere a mi entender de la explicación del alma-, a lo único que alcanzo es que, analizado el dato de fe que invocamos de Jesús, Hijo de Dios, lo que resucita no es un cuerpo 'x' o una persona 'y', tal y como suena en su mero enunciado, sino un 'alguien' que se llama Jesús en tanto que es Jesús y no otro. En eso radica el problema: yo no soy capaz de discriminar si lo personal o lo corporal entendidos en general son objeto de resurreccion, porque no sé cómo se resucita en lo que ambas cosas implican, sino que un singular irrepetible llamado Jesús ha resucitado, con narraciones de visiones altamente extrañas -reconocible o no, corpóreo pero fantasmal casi-, a la espera de que pudiera decirse lo mismo para otro singular irrepetible.

¿Se requiere entonces de un cadáver? No lo sé. Para el resto de mortales los hubo, los hay y probablemente habrá. Solo sé esto.

Comentario por galetel [Visitante]

Antolín:
Yo creo que el cadáver de Jesús se corrompió, pero no obstante Jesús no conoció la corrupción, gracias a su resurrección. Porque Jesús no era su cadáver; lo que resucitó no fue su cadáver sino su cuerpo vivo. Pero comprendo que esto no lo podían entender los antiguos, si ni siquiera lo entienden muchos hoy en día. Nosotros sí podemos entenderlo. El cuerpo tiene muchas “bases materiales” durante su vida; la materia se va renovando, va cambiando, durante la vida; el cadáver es una base material desechada, porque el cuerpo vivo ha sido resucitado con una base material nueva.

Comentario por Fernando [Visitante]

En resumen:

Parece -y este 'parece' es muy provisional- que lo que resucita en principio es un 'alguien', un individuo diferente del resto, que porta sin duda tales o cuales características, que en este caso alcanzan nada menos la consideración de Mesías, Hijo único de Dios y Altísimo. Si me preguntas cómo afecta la resurrección a un cuerpo tal o a la condición subsistente de la personal cual, entonces previamente te diría que, previas a estas consideraciones, se requiere responder cómo un singular irrepetible "ha resucitado" por obra de Dios respecto de otro. No son individuos, personas o cuerpos los que resucitan -entiéndase- sino éste que se ha llamado tal o aquel que se conocería de otro modo.

¿Esto implica un alma subsistente? Debate antiquísimo pero poco fructífero. Pues si también de los animales cabe afirmar ciertos asomos de individualidad característica y diferenciada, ¿requiera ésta de una resurrección conforme a su forma animal y no humana?

Comentario por galetel [Visitante]

Fernando:
Yo creo que toda resurrección es como la de Jesús y por la de Jesús. La diferencia está en que la de Jesús es “primicia” de todas las demás, y así ha sido comunicada históricamente en un acontecimiento de revelación a sus discípulos, que nosotros hemos heredado. Pero la resurrección de Jesús, como todas las demás que ocurrirán por la suya, no ocurrió objetivamente en este espaciotiempo “normal” sino en una realidad nueva. Es distinto el hecho objetivo suprahistórico de su resurrección al hecho histórico de su revelación y actualización.
La resurrección de Jesús es “primicia” no sólo en sentido cronológico (en el tiempo nuevo), sino también, y sobre todo, ontológico. Es el modelo, el prototipo, la causa, de todas las resurrecciones.
A mi modo de ver, puede pensarse válidamente que todas las resurrecciones –incluida la de Jesús— ocurrirán en el momento final de esta realidad actual, que es a la vez el inicial de la realidad nueva. Pero decimos válidamente que sólo la resurrección de Jesús ocurrió en el pasado, en un momento histórico de hace dos mil años, para referirnos al hecho de su revelación y actualización por obra del Espíritu Santo, en la experiencia pascual de los discípulos. Este hecho de revelación fue absolutamente real, en mi opinión.

Comentario por Fernando [Visitante]

Gracias Galatel por tu respuesta.

Ya oí en mi tiempo eso de suprahistórico, lo que tú derivas hacia el espacio-tiempo no normal. Solo decirte que analices bien esta cuestión, ya que pareces estar diciendo que las experiencias de revelación del Resucitado (como tú dices, absolutamente reales) son definidas en el marco de lo supra-histórico, mientras que seres intra-históricos la han tematizado "históricamente" para todos nosotros. ¿Puede alguien tematizar algo supra-histórico y convertirlo en declaración histórica? Entonces sería como decir que Jesús tenía en principio y en sí como ente corporal un algo, una propiedad supra-histórica que le permitiría resucitar, lo que nos lleva al problema de que todos que le "vieron", "hablaron" y "tocaron" no lo advirtieron prima facie, sino al contario, como un hombre como tú o como yo.

En realidad las visiones del resucitado no dicen nada supra-histórico, sino de un testimonio fiducial sobre uno al que la muerte no ha vencido.

Es decir, hablan de un Resucitado con mayúsculas, pero me temo que no dan pistas para determinar si este Resucitado requiere de realidades supratemporales, metahistóricas o lo que fuera como "molde" categorial para su posible explicación material. Son "visiones", pues se les "aparecía", y en el mundo antiguos visiones y apariciones eran acontecimientos divinos EN y PARA la historia de cada cual que eran sus testigos. El punto de diferencia del NT es que no hablamos solo de un hombre que ha resucitado por todos los siglos, sino de Dios que resucita a quien confesamos como Dios. Por tanto, el tejido de lo posible supra-histórico en este caso, no es una dimensión especial y oscura, como si se sumara al conjunto de otras dimensiones, sino de algo que se dice Dios para quien se confiesa como Dios ante hombres que así lo declaran. Por tanto, para definir qué es esa dimensión supra-histórica, antes me tienes que definir QUÉ es "lo" Dios

Comentario por galetel [Visitante]

(J. Ratzinger, “Introducción al Cristianismo”):
“Es evidente que la vida del resucitado ya no es bios, es decir, la forma biológica de nuestra vida mortal intrahistórica, sino zoe, vida nueva, distinta, definitiva, vida que mediante un poder más grande ha superado el espacio mortal de la historia del bios. Los relatos neotestamentarios de la resurrección ponen bien de relieve que la vida del resucitado ya no cae dentro de la historia del bios, sino fuera y por encima de ella; también es cierto que esta nueva vida se ha atestiguado y debe atestiguarse en la historia. (. . . ) nos revelan los evangelistas que el encuentro con el resucitado tiene lugar en otro plano completamente nuevo (. . . ) La experiencia del resucitado es algo completamente distinto del encuentro con un hombre de nuestra historia”.

Comentario por Fernando [Visitante]

Gracias Galatel, pero de la cita de Ratzinger no puede extraerse información alguna sobre cómo es ese "plano completamente nuevo". Para determinar que la experiencia del resucitado es "algo" completamente distinto . . . de nuestra historia, debemos antes averiguar las condiciones previas que permiten que una experiencia humana general disponga de tal conocimiento, para de ahí evaluar las particulares respecto de una experencia de visión de un Resucitado. . . no al revés.

El acto de atestiguamiento en la historia, deduce que la historia es tal o cual respecto de un plano superior representado en el acontecimiento revelador del Resucitado, lo que no resuelve nada. Que el Resucitado Jesús no sea "bios" mortal, solo indica que ya se le define como "pneuma" (que a fin de cuentas es lo que dice san Pablo), lo que añade a la problemática inicial una segunda sobre lo que constituye una "zoé" biológica respecto de algo entendido como "presencia" o una "parousía" resucitada.

Comentario por Fernando [Visitante]

Es decir, ese "plano completamente nuevo" es una eufemismo más o menos moderno para definir lo que es propio de la esfera de Dios. ¡Ya la misma expresión "esfera de Dios" es malísima!

Entonces, de lo que se está hablando es que el mundo presencial mortal y el mundo presencial resucitado constituye una doble escala, una dimensión dual, casi binaria, en la que una y otra se relacionan por consumación en la segunda por voluntad de Dios. Hablemos claro y sin eufemismos. Dios resucita no porque la 'bios' mortal posea condiciones para ello, sino por voluntad de Dios, salvífica sin duda, pero voluntad. Por ello, ese plano completamente nuevo es Dios mismo, aunque no dispongamos de medio alguno para evaluar qué hace que ese plano sea Dios mismo respecto de cualquier otro.

¿No ves que todo este debate cae en una gran circularidad? Dicho indirectamente: el plano completamente nuevo es nada más que un Jesús resucitado tras su muerte con "experiencias", y yo no cuando muera. Es la única noticia concreta e indubitable que poseo.

Grande Galatel. . . Es un placer tratar contigo.

Comentario por galetel [Visitante]

Igual digo, Fernando, es un placer.
Yo creo lo que me parece que afirma mayoritariamente la teología cristiana: que Dios, con la resurrección de Jesucristo, creó una Nueva Creación, inaugurada por Jesucristo resucitado, para salvar (consumar, renovar, plenificar) su Creación antigua. Toda otra resurrección ocurre en esta nueva realidad creada por Dios (que no es Dios mismo, aunque participa de su Vida, de su Espíritu) por/con/en Jesucristo resucitado.

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

Galetel, una cuestión que subyace en todo ésto, ya la ha apuntado usted, es la de inserción de lo eterno en la condición temporal e histórica del mundo y su ¿mutua? implicación.

Una breve reflexión. Recurriré a la categoría del "novum" que ya usa TQ en el texto de él reseñado por usted. Si en nuestra condición temporal e histórica cabe conbsiderar que la Encarnación constituiría en efecto un "novum", algo que no corresponde "per se"a la naturaleza de su propio devenir pero que de hecho viene a operar y actuar en él, me pregunto si la Resurrección de Cristo no constituiría al fin el segundo "momento"de esta Encarnación,

Un segundo "momento"igualmente presente y operativo en el tiempo y la historia como tal "novum" y, por ello, digamos que efectivamente constatable, y así constatado por los testigos-discípulos del Cristo, en signo de, por un lado, la ratificación del Jesús heraldo e iniciador del Reino y, por otro lado, la promesa y la primicia de una Nueva Creación.

Comentario por galetel [Visitante]

Antolín:
Pienso que de entrada hay que tener en cuenta que en los evangelios canónicos NO se narra el hecho de la resurrección de Jesucristo. Lo que se narra es la comunicación de ese hecho, en hechos-de-revelación.
Hay que distinguir pues, cuidadosamente, entre el hecho-de-resurrección y el hecho-de-revelación-de-la-resurrección.

El hecho-de-resurrección no ocurre en nuestro espaciotiempo “normal”. A mi entender, tiene mucho que ver con la Encarnación, pero no como un “segundo momento” de ella, sino como “movimiento inverso” de ella. Es algo bastante obvio: si la Encarnación es el movimiento de Dios hacia el Hombre (por la vida y muerte de Jesús), la resurrección de Jesús es el movimiento del Hombre hacia Dios (en la resurrección de Jesús).

Por supuesto, este movimiento inverso –una especie de “rebote”— puede considerarse incluido en la Encarnación, porque esta no habría tenido sentido sin él. En realidad, corresponde a la necesaria restauración de Dios implicada por su kenosis, indispensablemente. PORQUE Jesús era la encarnación de Dios; por eso resucitó necesariamente (y por eso su vida y su muerte fueron como fueron, dadas sus circunstancias concretas). Pero, así como la Encarnación fue un “novum” en la Creación, la Resurrección fue un “novum” inaugurante de una Nueva Creación, y no pudo ser perceptible en la antigua.

Lo que fue perceptible por los discípulos no fue el hecho-de-resurrección mismo, sino su revelación en un nuevo movimiento de Dios hacia el Hombre por obra de su Espíritu Santo, que puede a mi juicio considerarse un “segundo momento”, este sí. Destinado a hacer conocido, presente, actual, experimentado, constatado, aceptado, el hecho-de-resurrección, a partir de un momento concreto de la Historia consecutivo a la muerte de Jesús, para ser proclamado y comunicado en el curso siguiente de esa Historia.

Persigue, en mi opinión, hacernos partícipes desde ya, en nuestro tiempo habitual, a quienes recibimos esa comunicación del Espíritu, para impulsarnos a colaborar en este mundo, aquí y ahora, como co-redentores de la Redención consumada por Jesucristo, y reforzar además nuestra colaboración como co-creadores que ya poseíamos como don natural.

Comentario por Luis Enrique Antolín [Visitante]

Sí, Galetel, cierto que Encarnación y Resurrección representan dos "momentos"de significación diferente, bien que complementaria. De hecho, el propio cristianismo considera como su fiesta, momento, clave la Pascua de Resurrección más que la Natividad. Lo que he pretendido señalar, aparte la evidente línea de continuidad entre ambas, es cómo ambas significarían, a mi entender, bastante tradicional en ésto, un "novum" efectivamente acontecido en el ámbito nuestro del tiempo y de la historia.

Desde luego, la Resurrección refiere una realidad transcendente y transcendida a la nuestra pero a la vez presente en ésta y a ella referida como promesa, y también premisa, de la Nueva Creación. Tienen cuidado los Evangelios en presentar al Resucitado en términos de palpabilidad, incluso come, Lc 24, 39-43, Jn 20, 27;21, 12-15. Se trata, claro, de metáforas, pero ciertamente metáforas de un acontecimiento constatable, según los Evangelios, en tanto que experiencia no sólo interior o mística.

Comentario por galetel [Visitante]

Antolín:
Vd. habla de “metáforas de un acontecimiento constatable, según los Evangelios, en tanto que experiencia no sólo interior o mística”, y tiene razón, me parece a mí.

Claro que los discípulos tuvieron que tener una experiencia que no les dejara dudas acerca de la realidad de la resurrección de Jesús -el mismo hombre que ellos habían conocido y que había muerto crucificado-, en términos comprensibles para ellos, que no podían concebir su resurrección sino como una revivificación de su cadáver.

Las realidades de la “nueva creación” seguramente son enormemente diferentes de las que conocemos en esta creación actual, aunque sean transformaciones “ex-vétere” a partir de realidades homólogas de esta. Probablemente, un cuerpo glorioso inmortal no se desgasta, y por lo tanto no necesita respirar ni comer; y si es capaz de atravesar paredes, es lógico que no pueda palparse como un sólido normal.

Por otra parte, una revelación que se haga ser entendida tiene que ser adaptada a las capacidades de comprensión de sus destinatarios. Si pudiéramos comunicarnos con una persona de hace diez siglos, no podríamos hacerle entender lo que es un automóvil, por ejemplo, mostrándoselo o explicándoselo tal cual es; tendríamos que hablarle de algo análogo de su época, un carro tirado por caballos de fuego, o algo así, que pudiera imaginarse. Y si tuviéramos el poder de hacerle ver y oír un carro tirado por caballos de fuego, de manera que creyera verlo y oírlo en realidad aunque fuera sólo en su mente por obra nuestra, por fantástico que le pareciera, le sería mucho más comprensible que ver y oír un automóvil tal cual.

Pienso que lo que creyeron ver, oír y tocar los discípulos, y que describirían más o menos fielmente cincuenta años después sus sucesores evangelistas, fue la revelación de un hecho absolutamente real en otro plano de la realidad, en el “nuevo eón” no en el plano empírico normal, pero presentado de una manera analógica como hecho empírico en esta realidad, gracias a la acción redentora del Espíritu Santo en sus mentes.
El cuerpo de Jesús que percibieron por obra del Espíritu fue el mismo cuerpo que conocieron en vida, pero resucitado y transformado. Era un cuerpo real de otra realidad nueva, presentado a su experiencia de manera que pudieran comprenderlo, percibiéndolo como presente y actuante en su realidad habitual, pero con unas características tan extraordinarias que tampoco dejaba dudas acerca de su pertenencia a una realidad diferente.

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