Una lectura obligada. Jesús y su sombra (M. Navarro).

Mercedes Navarro,Jesús y su sombra. El mal, las sombras, lo desconocido y amenazante en el evangelio de Marcos, Estudios Bíblicos, Verbo Divino, Estella 2017, 360 págs.

De un tema semejante trató un libro famoso de G. Theissen (La sombra del galileo: las investigaciones históricas sobre Jesús traducidas a un relato, Sígueme, Salamanca 1987), pero en clave histórico-sociológica.

Un informante judío iba diciendo a Pilato lo que descubría de Jesús, no en sí mismo, sino a través de aquellos que de alguna forma le acompañaban, le seguian o le rechazaban. Era un buen trabajo, una especie de novela, que se leyó mucho y nos sigue enseñando cosas sobre Jesús. La sombra era una especie de hueco de inquietud, sorpresa y asombro que el paso de Jesús iba dejando en la vida de algunos que había entrado en contacto con él.




Pero este nuevo libro de M. Navarro es distinto y más profundo que el Theissen, pues trata no sólo de la “sombra” que Jesús va proyectando fuera (en aquellos que reciben el impacto de su vida), sino de la sombra interna del mismo Jesús, mucho más inquietante y poderosa que la externa.

Esa sombre forma parte de la vida y obra de Jesús y de aquellos que interactúan con él, conforme al relato de Marcos, empezando por Dios, siguiendo por “Satanás” y acabando en sus discípulos, amigos y oponentes... hasta llegar a nosotros mismos que formamos parte de esa sombra viva de Jesús.

M. Navarro ha pasado así del campo histórico-social de Theissen al análisis narratológico de Marcos, y a la lectura psicológica (antropológica) de los personajes de su evangelio, no para mirar desde fuera lo que pasa, como pura sombra que escapa y no es, sino como sombra que forma parte de la luz del personaje, como proyección viva de su vida.



Nunca, nadie, que sepamos, había escrito un libro como éste, que he empezado a describir como "indispensable". A veces, cierta Iglesia (y muchos cristianos sin relieve...) vamos llevando en la mano y en los labios un Jesús sin sombra, sin relieve... un Jesús dogmatizado y plano en el mal sentido de la palabra.

Una vez más, M. Navarro ha elevado con este libro su voz de aviso, viniendo a presentarse como pionera en el campo de los "doctores de la Iglesia", por su método de estudio, y por su mismo estudio de Jesús y de los personajes que forman (formamos) parte de su trama.
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Éste es el libro más sorprendente, de una autora

(http://www.verbodivino.es/autor/7538/navarro-puerto,-mercedes) que nos viene sorprendiendo desde hace bastantes años con sus lecturas incisivas y rompedoras, pero esperanzadas de los evangelios (en especial del de Marcos), en un lugar donde se cruzan la exégesis de tipo diacrónico (crítica histórico-literaria) y la exégesis sincrónico (de tipo narrativo y antropológico, psicológico), recuperando de esa forma aspectos que habían quedado inadvertidos en la mayoría de los críticos antiguos y modernos.

Es un libro que va más allá de los “tópicos” al uso en la lectura académica y espiritual de los evangelios (bien y mal, salvación y condena, gracia y pecado, verdad y mentira, construcción y de-construcción, judaísmo y cristianismo), para introducirnos en la dinámica profunda de la personalidad de Jesús y de los agentes, testigos y oponentes de la trama de su vida, según el evangelio de Marcos.

Es un libro de profundidad, en la línea de eso que algunos han llamado “psicología profunda”, que es aquí análisis existencial, en una perspectiva que puede inspirarse en el C. G. Jung de Respuesta a Job (1952), pero en un nivel mucho más hondo, en clave literaria y y psico-dramática. No es que M. Navarro vaya por los campos de la post-verdad (en la clave superficial de algunos), ni de la post-dogmática simplista (como otros quisieran), sino que descubre y analiza, más allá de los pares normales de oposiciones de tipo dualista (y casi siempre maniqueo y hasta macabeo) un campo de humanidad conflictiva y amenazadora, pero llena de promesa de vida que se despliega en el camino de Jesús, según el evangelio.

Desde ese fondo ha planteado Mercedes el tema de la sombra (de Jesús y de los personajes de su entorno) a lo largo de la trama de segundo evangelio. Comprenderá el lector que ella no quiere hablar, en un primer nivel, del Jesús histórico sin más, sino del Jesús del relato evangélico que, ciertamente, tiene su propia dinámica (que responde a la percepción y exposición del narrador), pero que nos sitúa ante la primera (y quizá la más significativa) de las interpretaciones vivas de Jesús en la Iglesia primitiva. En esa línea, el Jesús de Marcos, con su luz y sus sombras (las suyas, las de su entorno) ha sido y sigue siendo el primero más coherente de todos los relatos que tenemos sobre la “historia” profunda y actual del Mesías de Nazaret.

Todos sabemos que hay interpretaciones muertas, que primero matan a los personajes del drama (hombres, espíritus, dioses…), para después analizarlos cuando se encuentran ya muertos. En contra de eso, Mercedes realiza un ejercicio de penetración viva en el Jesús de Marcos, y en los otros personajes del evangelio, para dejar de esa manera que ellos sean, que se expresen, como hace el terapeuta de la psicología profunda, que no entra en el relato de los pacientes (¡los vivientes!) para interferir en ellos, sino para que puedan expresarse y reconocer su luz y su sombra, pues ambas realidades (luz y sombra) pertenecen al despliegue persona de sus vidas. No les mata para verlos luego por dentro, como disecados, sino que deja que se muevan y sean, para compartir con ellos (con Jesús) el camino de la vida esperanzado del Mesías.

En esa línea, conforme a la “lectura” (es decir, a la escucha) de Marcos, Mercedes va descubriendo a Jesús y dejando que él actúe y se desvele en un contexto de inmensa luz y de sombra abismal, que empieza a desvelarse en el Bautismo, cuando se identifica con los pecadores del pueblo, y que culmina en los relatos de la Pasión (desde la Cena y el Huerto de los Olivos) hasta la muerte en Cruz, gritando: Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?

Ésa es la trama que Marcos va exponiendo, sin juzgar, sin valorar, dejando que los lectores se vuelvan oyentes y caminantes, de forma que escuchan a Jesús y puedan implicarse con él en un camino que les acaba llevando, con las mujeres, ante la tumba abierta de Jesús y la voz del joven pascual (¡como un ángel!) que les marca un camino y les pide que vuelvan a Galilea, para re-leer y re-caminar, re-creando así la trama de Jesús, con Pedro y los otros “hermanos”. Sigue allí la gran sombra de la muerte (de un tipo de fracaso y negación) que se vuelve principio de esperanza de camino.

Leído así, el relato de Marcos se convierte en texto y tema (camino) ejemplar de auto-ayuda, pero no en la línea simplista de los miles y miles de manualitos al uso, donde todo parece sencillo y fácil, como si fuera transparente para aquellos que leer el libro y siguen sus pautas… Esta lectura del evangelio de Mateo, según Mercedes, se convierte en el mejor libro de auto-ayuda personal y comunitaria que conozco, en línea de evangelio, no para vencer el mal (sombre, negación…) de un modo mágico o puramente “sobrenatural”, sino para reconocerlo y trazar desde la luz, en medio de las sombras, un camino de resurrección.

Según la interpretación de Mercedes, la sombra de Jesús en Marcos, viene marcada, de un modo especial, por su relación con el padre humano, ausente y con los enfermos y marginados del pueblo, para culminar en su trato con los discípulos. Es sombra no se identifica con el “pecado moral” (es decir, con la culpabilidad, en sentido jurídico o religioso), pero tiene elementos que están muy relacionados con el mal, en sus diversas manifestaciones: con lo desconocido, con lo preocupante.

Estos elementos de sombra del personaje Jesús y de su entorno cósmico, social y humano no son simple anécdotas secundarias de su vida, sino que van trazando los perfiles de su personalidad; ellos forman un aspecto esencial de su personalidad, en relación con su camino mesiánico, es decir, de su humanidad. Sin ellos no se podría hablar de encarnación (y menos aún de encarnación histórica, dentro del pueblo de Israel, el pueblo que mejor ha visto y descrito la amenaza y riqueza de la sombra en el camino de la vida).

Así lo ha visto y descrito Mercedes, y su estudio es plenamente novedoso, pues, que yo sepa, nadie lo había realizado de esa forma, hasta el momento. Son numerosos los estudios que existen sobre la trama de Marcos, sobre el despliegue de su narración, y más numerosos todavía los que se vienen escribiendo sobre el carácter apocalíptico de su trama, de la lucha entre el bien y el mal, con el sentido y la función del diablo, los exorcismos, la muerte en cruz etc.. Pero los comentaristas que hasta ahora nos hemos ocupado de este evangelio hemos pasado en general de largo ante esa problemática, quizá porque no la habíamos juzgado relevante, o porque no sabíamos manejar como M. Navarro los dos métodos que ella ha vinculado: El narrativo y el psicológico, apelando a temas que había puesto de relieve C.G. Jung.

M. Navarro nos mostrado que el camino de Jesús y de los personajes de su entorno es en Marcos un camino de luz entre sombras, no “más allá del bien y del mal” (como parece decir de un modo hasta simplista F. Nietzsche), sino “por dentro del bien y el mal”, de la luz y de la sombra, pues, en contra de una simple visión apocalíptica (o simplemente moralista, e incluso gnóstica), luz y sombra no pueden separarse sin más (ni superarse). La sombra pertenece de alguna forma a la luz, a pesar de lo que pueda decir y diga (en otro contexto) la escuela del Discípulo amado (Dios es Luz y no hay en él tiniebla alguna: 1 Jn 1, 5), y en contra de lo que proclama el Rollo de la Guerra y la Regla de la Comunidad de Qumrán (con su lucha a muerte entre los hijos de la luz y los hijos de la tinieblas).

Conozco bien la obra de M. Navarro, y había entrevisto ya los temas de este nuevo libro, tanto en su lectura de Marcos como en su visión del cristianismo, pero no los había tematizado de un modo unitario. Pero eso, esta obra, resultándome de algún modo “familiar” me ha resultado inmensamente novedosa y fecunda, no sólo para la posterior lectura de los evangelios, sino para la misma interpretación del cristianismo y de la vida de la Iglesia.

Quiero poner, en este campo, un simple ejemplo, pasando del evangelio de Marcos al de Juan, para fijarme en un texto que vengo estudiando hace más de cuarenta años: Mt 25, 31-46. Superando un primer plano de lectura superficial (casi de maniqueísmo apocalíptico y moral), este pasaje nos sitúa ante la gran paradoja de la sombra inmanente al mismo despliegue de Dios.

(a) Por una parte, el juez final dice a los hombres que den de comer, que acojan a los extranjeros, que ayuden a los encarcelados, situándose por encima de un simple moralismo, queriendo así abrir un espacio de vida para todos, en línea de acogida y perdón.
(b) Pero, al mismo tiempo, en otro plano, el mismo juez que pide a los hombres que “salven” (=ayuden) a todos, manda al fuego eterno y sin piedad a los que no ayudan, como si él no tuviera que cumplir aquello que manda cumplir a los demás.

De esa forma, en medio de la gran luz histórica (el juez manda ayudar a todos los encarcelados…), el tono final de la condena (¡apartaos de mi, al fuego eterno!) se vuelve de una dureza (sombra, oscuridad…) que parece casi impenetrable. Pienso que sólo con el método de Mercedes se puede resolver de alguna forma esta inmensa paradoja.
En esa línea, del estudio de la sombra en Marcos podríamos pasar al de la sombra en Mateo (que es de tipo más “moralista”) y al de la sombra en Juan (que es de tipo más gnóstico), y al de Lucas etc. Se abre así un inmenso y prometedor camino de estudio del evangelio, que no nos lleva, como he dicho, a una post-verdad (en línea ontológica), sino a una verdad y vida mucho más profunda, en línea mesiánica.
Entendido así, este análisis de Mercedes Navarro abre un camino prometedor de estudio y práctica cristiana, desde la misma dinámica del evangelio, que no se entiende ya desde fuera, sino desde dentro de sí mismo. Con el Jesús de Marcos podemos volvernos camino e evangelio.

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