"El actual proceso sinodal ha recuperado la centralidad del capítulo II de Lumen Gentium" De la semilla del Concilio al fruto del Sínodo

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"El giro eclesiológico del Concilio se produjo al colocar el capítulo II sobre el Pueblo de Dios antes del capítulo III sobre la constitución jerárquica de la Iglesia en Lumen Gentium"

"El cardenal belga Suenens -quien, al ver en el Vaticano II multitudes de rostros masculinos, pero ninguna presencia femenina, pronunció la famosa frase: '¿dónde está la otra mitad de la Iglesia?'"

"En los años 80, sin embargo, se produjo un retroceso: el capítulo III se tomó como normativo, lo que afectó negativamente a los avances logrados"

"Se trata de una reinterpretación de la secuencia de Lumen Gentium que sitúa a la mujer en un «papel protagonista», destacándola como sujeto eclesial, y no sólo como parte del laicado o de los fieles en general"

(L'Osservatore romano).- El giro eclesiológico del Concilio se produjo al colocar el capítulo II sobre el Pueblo de Dios antes del capítulo III sobre la constitución jerárquica de la Iglesia en Lumen Gentium. La secuencia afirmaba la horizontalidad radical de la dignidad bautismal y reconfiguraba las relaciones entre todos los fieles como «vinculadas por una necesidad mutua».

A la luz de esto, el cardenal belga Suenens -quien, al ver en el Vaticano II multitudes de rostros masculinos, pero ninguna presencia femenina, pronunció la famosa frase: «¿dónde está la otra mitad de la Iglesia?»- pidió «un estudio doctrinal sobre el lugar de la mujer en las órdenes sacramentales y en la vida de la Iglesia».

En los años 80, sin embargo, se produjo un retroceso: el capítulo III se tomó como normativo, lo que afectó negativamente a los avances logrados.

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Del Concilio al Sínodo

En cambio, el actual proceso sinodal ha recuperado la centralidad del capítulo II de Lumen Gentium al afirmar que «pertenecer a la Iglesia significa formar parte del único pueblo de Dios», que «nunca es la mera suma de los bautizados, sino el sujeto comunitario e histórico». En el ya conocido párrafo 60 del Documento Final se perfila una Iglesia en la que «en virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios». Este párrafo recibió el mayor número de votos en contra, pero aun así fue aprobado. Su aplicación depende ahora de «una renovación espiritual y una reforma estructural (...), para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y cada mujer».

El Sínodo madura el Concilio.

Tras afirmar la dignidad bautismal de todos, el Documento final menciona a los sujetos eclesiales por este orden: las mujeres, los niños, los jóvenes, los discapacitados, los esposos, la vida consagrada, los laicos y la jerarquía. Ésta, a su vez, se menciona en este orden: episcopado, presbiterado, diaconado. Se trata de una reinterpretación de la secuencia de Lumen Gentium que sitúa a la mujer en un «papel protagonista», destacándola como sujeto eclesial, y no sólo como parte del laicado o de los fieles en general.

Sin embargo, se admite que «las mujeres siguen encontrando obstáculos para adquirir un conocimiento más pleno (...) en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia». Y, por lo tanto, pide una «conversión relacional» sobre la base de una antropología de la totalidad.

Concilio Vaticano II

Relevante en mi opinión es el hecho de que desaparezcan términos como cooperación, corresponsabilidad auxiliar o mera complementariedad, y se enfatice «la reciprocidad de mujeres y hombres», lo que se traduce en el ejercicio de la «corresponsabilidad diferenciada de todos los bautizados, hombres y mujeres». La lógica adoptada es la de la plenitud como «sana relación entre hombres y mujeres». Esto requerirá «vivir relaciones que respeten la igual dignidad y reciprocidad entre hombres y mujeres» en todos los ámbitos de la vida eclesial. Esto espero.

*Teólogo laico, consultor del Consejo Episcopal Latinoamericano y de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos, entre los Expertos del Sínodo (de Venezuela)

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