Giordano Bruno, "aggiornamento" y nuevo paradigma
Giordano Bruno, "aggiornamento" y nuevo paradigma
"El infierno no existe, pero es el temor infundado de que existe lo que hace del infierno una realidad"
Campo dei Fiori. No hay flores por doquier. Es un mercadillo de alimentos. Frutas, hortalizas, cereales, embutidos. Está activo de 6 a 14 h. No los domingos. Restaurantes y bares. Sólo un puesto de flores. Su toponimia es discutible. Cuando Calixto III hizo construir la plaza (a. 1456) era un campo de flores. Hay historiadores que discrepan. Se trataría de la finca regalada por Pompeyo Magno (siglo I a. C.) a su cortesana Flora.
De Campo de' Fiori parte la via del Mascherone. Unos 300 metros. Termina, perpendicular, en vía Giulia, mucho más larga, que discurre paralela al Lungotevere, el Sandalio y el Tebaldi. En via Mascherone 55, hay un colegio mayor italiano. En él pasé mi primer curso de estudios en Roma. En 15 minutos, llegaba a la universidad, en Piazza de la Pilotta. Una borrachera de monumentos en el trayecto. Los más significativos, Piazza Navona y el Panteon. Si callejeaba en sentido contrario, a 10 minutos, Castel Sant 'Angelo y el Vaticano.
En el centro de Campo dei Fiori, se alza Giordano Bruno, una imponente escultura obra de Ferrari. La Ciencia honró así su memoria en el siglo XIX. Todavía no lo hizo la Iglesia que lo entregó a las llamas en este mismísimo lugar. Con anterioridad, había quemado sus obras. Prisión durante 10 años en las mazmorras del Palacio del Santo Oficio. Fue un 17 de febrero de 1600. Dirigía la Inquisición Roberto Belarmino.Ya en la pira, Bruno seguía proclamando sus ideas. Fue preciso perforar y atar su lengua que no entendía de grilletes. Muchos de los aterrados asistentes eran sus devotos seguidores. Había que borrar su rastro. Además, evitar el culto a sus reliquias. La Santa Inquisición se cuidó de arrojar huesos y cenizas al Tiber. En vano. Sus ideas resultaron contagiosas. Cual falla valenciana, su cuerpo atizonado se convirtió en faro de pensadores y acicate de heterodoxos. El sueño del Giordano se hizo realidad antes de finalizar el siglo que él inauguraba entre llamas purificadoras. La Ilustración europea vino a reclamar la autonomía de la razón ante los dogmas, el derecho individual ante el despotismo.
Todos los días lectivos, en mi periplo, pasaba al lado de Bruno. Lo saludaba. Ninguna respuesta de su parte. Nada semejante al pajarito de Hugo Chavez. Si hacía bueno, aprovechaba los fines de semana y las tardes sin clases. Me sentaba en la plataforma del monumento. El genio mira, sereno, hacia el Vaticano. A su sombra, con el Kittel y el Merk abiertos sobre mis rodillas, traducía y analizaba textos hebreos y griegos. Y, dejando la Biblia, saboreaba al sabio que me ofrecía sombra. Podría recitarlo de memoria. Es el poema que dedicó a sus juzgadores y verdugos días antes de disolverse en su Universo.
Decid ¿cuál es mi crimen? ¿lo sospecháis siquiera?
Y me acusáis ¡sabiendo que nunca delinquí!
Quemadme, que mañana donde encendáis la hoguera
levantará la historia una estatua para mí.
Yo sé que me condena vuestra demencia suma.
¿Por qué? Porque las luces busqué de la verdad,
no en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma
con dogmas y con ritos robados a otra edad,
sino en el libro eterno del Universo mundo
que encierra entre sus folios de inmensa duración
los gérmenes benditos de un porvenir fecundo,
basado en la justicia, fundado en la razón.
Y bien, sabéis que el hombre, si busca en su conciencia,
la causa de las causas, el último por qué,
ha de trocar muy pronto la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela, la fe por la razón.
Yo sé que esto os asusta, como os asusta todo,
todo lo grande, y quisierais poderme desmentir.
Más aún, vuestras conciencias, hundidas en el lodo
de un servilismo que hace de lástima gemir...
Aún allá, en el fondo, bien saben que la idea
es intamgible, eterna, divina, inmaterial...
Que no es ella el dios y la religión vuestra
sino la que forma con sus cambios la historia universal.
Que es ella la que saca la vida del osario,
la que convierte al hombre de polvo en creador,
la que escribió con sangre la escena del calvario,
después de haber escrito con luz la de Tabor.
Mas sois siempre los mismos, los viejos fariseos,
los que oran y se postran donde los puedan ver,
fingiendo fe, sois falsos llamando a Dios, ateos,
¡chacales que un cadáver buscáis para roer!
¿Cuál es vuestra doctrina? tegido de patrañas;
vuestra ortodoxia, embuste; vuestro patriarca, un rey;
leyenda vuestra historia, fantástica y extraña;
vuestra razón, la fuerza; y el oro vuestra ley.
Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles.
Tenéis las bacanales, su pérfida maldad.
Como ellos sois farsantes, hipócritas y viles.
Queréis, como quisieron, matar a la verdad.
Mas...¡Vano vuestro empeño! Si en esto vence alguno
soy yo porque la historia dirá en lo porvenir,
"Respeto a los que mueren como muriera Bruno"
Y en cambio vuestros nombres...¿Quien los podrá decir?
Ah, prefiero mil veces mi muerte a vuestra suerte.
Morir como yo muero... no es una muerte ¡no!
Morir así es la vida; vuestro vivir, la muerte.
Por eso, habrá quien triunfe y no en Roma...¡Soy Yo!
Decid a vuestro Papa, vuestro señor y dueño.
Decidle que a la muerte me entrego como a un sueño.
Porque es la muerte un sueño que nos conduce a Dios...
Mas no a ese dios siniestro, con vicios y pasiones
que al hombre da la vida y al par su maldición.
Sino a ese Dios-Idea que en mil evoluciones
da a la materia forma y vida a la creación.
No al dios de las batallas, sí al Dios del pensamiento.
Al Dios de la conciencia, al Dios que vive en mi,
al Dios que anima el fuego, la luz, la tierra, el viento,
al Dios de las bondades, no al dios de ira sin fin.
Decidle que diez años, con fiebre, con delirio,
con hambre, no pudieron mi voluntad quebrar.
Que niegue Pedro al Maestro Jesús, que a mí ante el martirio
de la verdad que sepa no me haréis apostar.
¡Mas basta!...¡Yo os aguardo! Dad fin a vuestra obra.
¡Cobardes!, ¿Qué os detiene?...¿Teméis al porvenir?
¡Ah!... Tembláis. Es porque os falta la fe que a mi me sobra.
¡Miradme... Yo no tiemblo. ¡Y soy quien va a morir!
Diréis: pelín larga la cita. Vale la pena. El poema condensa el sistema filosófico y el carácter extraordinariamente fuerte de Giordano. Su muerte no es parangonable con la de Sócrates. Los griegos poseían una estética de la que carecían los inquisidores romanos. Sócrates y el hispano Séneca colaboraron físicamente a su tránsito. Con valentía, pero con discreción, sin escarnio.
Filippo fue el nombre que recibió el Bruno cuando nació en Nola (Nápoles) en 1548. Giordano lo adoptó al profesar en la Orden de Predicadores. Bien pronto destacó por su talento, su inconformismo y su criticismo. Por su heliocentrismo copernicano, sus ideas próximas al panteísmo y sus durísimas críticas a la discipliana y a dogmas católicos, fue acusado de herejía. Todavía era estudiante o recién ordenado presbítero. Dejó la Orden para no comprometerla. Huyó de la Campania a Roma. Peregrinó por Europa enseñando en varias universidades. Sorbona, Oxford, Wittenberg. Produjo muchas e interesantes obras. Se conservan. La Inquisición fue ineficiente en su destrucción. Astrónomo, filósofo y poeta. Sus incursiones en Teología son de tipo filosófico. Su obra y legado van más allá de lo religioso y eclesiástico. Un modelo de lucha y resistencia pacífica. Tenía precedentes. Jesús, el nazareno, por ejemplo.
Es natural que la Inquisición persiguiera a Giordano quien temía, sobre todo, al Santo Oficio romano. Coqueteó con el Calvinismo que finalmente repudió. Sólo cuando el dux Giovanni Mocenigo le aseguró protección, regresó a Italia. Mocenigo lo traicionó. Logró que el Senado veneciano lo entregara a la Inquisición romana.
Algunas de las doctrinas de Giordano Bruno son o pueden ser discutibles u obsoletas. Son admirables y difícilmente superables su arte poética, su entereza, su coherencia, su fe, su capacidad dialética y filosófica. Muchos de sus postulados teológicos resurgieron en el Catolicismo del siglo XX. El aggiornamento. O el actual "nuevo paradigma". La superación del dogmatismo y del centralismo, la libertad de investigación y de expresión, la dignificación del individuo, la limitación del poder y la riqueza, la no discriminación por sexo, la valoración de la razón, el pluralismo religioso. Son planteamientos de Giordano Bruno. Todavía hoy constituyen retos.
El primer responsable de la condena y atroz muerte de Giordano fue, sin duda, el jesuita cardenal Roberto Belarmino. Un émulo en Roma del dominico Tomás de Torquemada, sádico inquisidor español. Belarmino fue canonizado y proclamado doctor de la Iglesia por Pío XI (a. 1930). Fue precursor de Jozef Ratzinger quien presidiría el Santo Oficio cuatro siglos más tarde. Con sofisticados métodos acomodados a los tiempos, Ratzinger perseguiría idénticos fines: la ortoxia romana. Dicen que Belarmino quiso ser jesuita para obviar dignidades eclesiásticas. En efecto, sólo por imposición papal se rompe esa norma ignaciana. Puro camelo. El gobierno en la sombra -también el eclesiástico- es decisivo, más eficaz. A la larga, el interés institucional prevalece sobre la preferencia o decisión papal. Benedictinos, dominicos, jesuitas, Opus, franciscanos... Las sagas y cordadas son efímeras..
En mis nostálgicas visitas a la Ciudad Eterna escojo para residir el Colegio del Mascherone. Lo prefiero al Colegio Español y a la Casa Montserrat. En ambos fui también alumno residente. Mi elección se debe a la cercanía de Bruno. Cada tarde, ya sin toldos de mercadillo, visito y acaricio al héroe nolense. Su cárcel en el Vaticano estuvo – sigue estando - exactamente bajo el apartamento que ocupé durante ocho años. Es el mismo subterráneo que, pocos años después, ocuparía Galileo Galilei durante un beve período, antes de ser confinado en su domicilio. A Galileo le salvaron de la hoguera su prudencia y la menor coherencia. Se retractó y pactó con los inquisidores. Se valió de un falso documento del recién fallecido Belarmino quien, en vida, lo había condenado. Un pacto con consecuencias positivas cuatro siglos después. Su rehabilitación por Juan Pablo II llegó en 1992. No así la de Giordano Bruno. En 2000, mi antiguo colega, el cardenal Paul Poupard, lamentaba, ante la prensa, que la Iglesia lo hubiera enviado a la hoguera. ¡Faltaría más! Pero hasta el presente, ninguna excusa, ninguna rehabilitación oficial. ¡Ni falta que hace! Supondría lamentar el asesinato después de haber asesinado. Cinismo. Nos suena. Discurso de terroristas. ¡Sonrían! ¡Con este post, queda rehabilitado Giordano Bruno!
¡Celso Alcainadixit!.
"El infierno no existe, pero es el temor infundado de que existe lo que hace del infierno una realidad"
De Campo de' Fiori parte la via del Mascherone. Unos 300 metros. Termina, perpendicular, en vía Giulia, mucho más larga, que discurre paralela al Lungotevere, el Sandalio y el Tebaldi. En via Mascherone 55, hay un colegio mayor italiano. En él pasé mi primer curso de estudios en Roma. En 15 minutos, llegaba a la universidad, en Piazza de la Pilotta. Una borrachera de monumentos en el trayecto. Los más significativos, Piazza Navona y el Panteon. Si callejeaba en sentido contrario, a 10 minutos, Castel Sant 'Angelo y el Vaticano.
En el centro de Campo dei Fiori, se alza Giordano Bruno, una imponente escultura obra de Ferrari. La Ciencia honró así su memoria en el siglo XIX. Todavía no lo hizo la Iglesia que lo entregó a las llamas en este mismísimo lugar. Con anterioridad, había quemado sus obras. Prisión durante 10 años en las mazmorras del Palacio del Santo Oficio. Fue un 17 de febrero de 1600. Dirigía la Inquisición Roberto Belarmino.Ya en la pira, Bruno seguía proclamando sus ideas. Fue preciso perforar y atar su lengua que no entendía de grilletes. Muchos de los aterrados asistentes eran sus devotos seguidores. Había que borrar su rastro. Además, evitar el culto a sus reliquias. La Santa Inquisición se cuidó de arrojar huesos y cenizas al Tiber. En vano. Sus ideas resultaron contagiosas. Cual falla valenciana, su cuerpo atizonado se convirtió en faro de pensadores y acicate de heterodoxos. El sueño del Giordano se hizo realidad antes de finalizar el siglo que él inauguraba entre llamas purificadoras. La Ilustración europea vino a reclamar la autonomía de la razón ante los dogmas, el derecho individual ante el despotismo.
Todos los días lectivos, en mi periplo, pasaba al lado de Bruno. Lo saludaba. Ninguna respuesta de su parte. Nada semejante al pajarito de Hugo Chavez. Si hacía bueno, aprovechaba los fines de semana y las tardes sin clases. Me sentaba en la plataforma del monumento. El genio mira, sereno, hacia el Vaticano. A su sombra, con el Kittel y el Merk abiertos sobre mis rodillas, traducía y analizaba textos hebreos y griegos. Y, dejando la Biblia, saboreaba al sabio que me ofrecía sombra. Podría recitarlo de memoria. Es el poema que dedicó a sus juzgadores y verdugos días antes de disolverse en su Universo.
Decid ¿cuál es mi crimen? ¿lo sospecháis siquiera?
Y me acusáis ¡sabiendo que nunca delinquí!
Quemadme, que mañana donde encendáis la hoguera
levantará la historia una estatua para mí.
Yo sé que me condena vuestra demencia suma.
¿Por qué? Porque las luces busqué de la verdad,
no en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma
con dogmas y con ritos robados a otra edad,
sino en el libro eterno del Universo mundo
que encierra entre sus folios de inmensa duración
los gérmenes benditos de un porvenir fecundo,
basado en la justicia, fundado en la razón.
Y bien, sabéis que el hombre, si busca en su conciencia,
la causa de las causas, el último por qué,
ha de trocar muy pronto la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela, la fe por la razón.
Yo sé que esto os asusta, como os asusta todo,
todo lo grande, y quisierais poderme desmentir.
Más aún, vuestras conciencias, hundidas en el lodo
de un servilismo que hace de lástima gemir...
Aún allá, en el fondo, bien saben que la idea
es intamgible, eterna, divina, inmaterial...
Que no es ella el dios y la religión vuestra
sino la que forma con sus cambios la historia universal.
Que es ella la que saca la vida del osario,
la que convierte al hombre de polvo en creador,
la que escribió con sangre la escena del calvario,
después de haber escrito con luz la de Tabor.
Mas sois siempre los mismos, los viejos fariseos,
los que oran y se postran donde los puedan ver,
fingiendo fe, sois falsos llamando a Dios, ateos,
¡chacales que un cadáver buscáis para roer!
¿Cuál es vuestra doctrina? tegido de patrañas;
vuestra ortodoxia, embuste; vuestro patriarca, un rey;
leyenda vuestra historia, fantástica y extraña;
vuestra razón, la fuerza; y el oro vuestra ley.
Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles.
Tenéis las bacanales, su pérfida maldad.
Como ellos sois farsantes, hipócritas y viles.
Queréis, como quisieron, matar a la verdad.
Mas...¡Vano vuestro empeño! Si en esto vence alguno
soy yo porque la historia dirá en lo porvenir,
"Respeto a los que mueren como muriera Bruno"
Y en cambio vuestros nombres...¿Quien los podrá decir?
Ah, prefiero mil veces mi muerte a vuestra suerte.
Morir como yo muero... no es una muerte ¡no!
Morir así es la vida; vuestro vivir, la muerte.
Por eso, habrá quien triunfe y no en Roma...¡Soy Yo!
Decid a vuestro Papa, vuestro señor y dueño.
Decidle que a la muerte me entrego como a un sueño.
Porque es la muerte un sueño que nos conduce a Dios...
Mas no a ese dios siniestro, con vicios y pasiones
que al hombre da la vida y al par su maldición.
Sino a ese Dios-Idea que en mil evoluciones
da a la materia forma y vida a la creación.
No al dios de las batallas, sí al Dios del pensamiento.
Al Dios de la conciencia, al Dios que vive en mi,
al Dios que anima el fuego, la luz, la tierra, el viento,
al Dios de las bondades, no al dios de ira sin fin.
Decidle que diez años, con fiebre, con delirio,
con hambre, no pudieron mi voluntad quebrar.
Que niegue Pedro al Maestro Jesús, que a mí ante el martirio
de la verdad que sepa no me haréis apostar.
¡Mas basta!...¡Yo os aguardo! Dad fin a vuestra obra.
¡Cobardes!, ¿Qué os detiene?...¿Teméis al porvenir?
¡Ah!... Tembláis. Es porque os falta la fe que a mi me sobra.
¡Miradme... Yo no tiemblo. ¡Y soy quien va a morir!
Diréis: pelín larga la cita. Vale la pena. El poema condensa el sistema filosófico y el carácter extraordinariamente fuerte de Giordano. Su muerte no es parangonable con la de Sócrates. Los griegos poseían una estética de la que carecían los inquisidores romanos. Sócrates y el hispano Séneca colaboraron físicamente a su tránsito. Con valentía, pero con discreción, sin escarnio.
Filippo fue el nombre que recibió el Bruno cuando nació en Nola (Nápoles) en 1548. Giordano lo adoptó al profesar en la Orden de Predicadores. Bien pronto destacó por su talento, su inconformismo y su criticismo. Por su heliocentrismo copernicano, sus ideas próximas al panteísmo y sus durísimas críticas a la discipliana y a dogmas católicos, fue acusado de herejía. Todavía era estudiante o recién ordenado presbítero. Dejó la Orden para no comprometerla. Huyó de la Campania a Roma. Peregrinó por Europa enseñando en varias universidades. Sorbona, Oxford, Wittenberg. Produjo muchas e interesantes obras. Se conservan. La Inquisición fue ineficiente en su destrucción. Astrónomo, filósofo y poeta. Sus incursiones en Teología son de tipo filosófico. Su obra y legado van más allá de lo religioso y eclesiástico. Un modelo de lucha y resistencia pacífica. Tenía precedentes. Jesús, el nazareno, por ejemplo.
Es natural que la Inquisición persiguiera a Giordano quien temía, sobre todo, al Santo Oficio romano. Coqueteó con el Calvinismo que finalmente repudió. Sólo cuando el dux Giovanni Mocenigo le aseguró protección, regresó a Italia. Mocenigo lo traicionó. Logró que el Senado veneciano lo entregara a la Inquisición romana.
Algunas de las doctrinas de Giordano Bruno son o pueden ser discutibles u obsoletas. Son admirables y difícilmente superables su arte poética, su entereza, su coherencia, su fe, su capacidad dialética y filosófica. Muchos de sus postulados teológicos resurgieron en el Catolicismo del siglo XX. El aggiornamento. O el actual "nuevo paradigma". La superación del dogmatismo y del centralismo, la libertad de investigación y de expresión, la dignificación del individuo, la limitación del poder y la riqueza, la no discriminación por sexo, la valoración de la razón, el pluralismo religioso. Son planteamientos de Giordano Bruno. Todavía hoy constituyen retos.
El primer responsable de la condena y atroz muerte de Giordano fue, sin duda, el jesuita cardenal Roberto Belarmino. Un émulo en Roma del dominico Tomás de Torquemada, sádico inquisidor español. Belarmino fue canonizado y proclamado doctor de la Iglesia por Pío XI (a. 1930). Fue precursor de Jozef Ratzinger quien presidiría el Santo Oficio cuatro siglos más tarde. Con sofisticados métodos acomodados a los tiempos, Ratzinger perseguiría idénticos fines: la ortoxia romana. Dicen que Belarmino quiso ser jesuita para obviar dignidades eclesiásticas. En efecto, sólo por imposición papal se rompe esa norma ignaciana. Puro camelo. El gobierno en la sombra -también el eclesiástico- es decisivo, más eficaz. A la larga, el interés institucional prevalece sobre la preferencia o decisión papal. Benedictinos, dominicos, jesuitas, Opus, franciscanos... Las sagas y cordadas son efímeras..
En mis nostálgicas visitas a la Ciudad Eterna escojo para residir el Colegio del Mascherone. Lo prefiero al Colegio Español y a la Casa Montserrat. En ambos fui también alumno residente. Mi elección se debe a la cercanía de Bruno. Cada tarde, ya sin toldos de mercadillo, visito y acaricio al héroe nolense. Su cárcel en el Vaticano estuvo – sigue estando - exactamente bajo el apartamento que ocupé durante ocho años. Es el mismo subterráneo que, pocos años después, ocuparía Galileo Galilei durante un beve período, antes de ser confinado en su domicilio. A Galileo le salvaron de la hoguera su prudencia y la menor coherencia. Se retractó y pactó con los inquisidores. Se valió de un falso documento del recién fallecido Belarmino quien, en vida, lo había condenado. Un pacto con consecuencias positivas cuatro siglos después. Su rehabilitación por Juan Pablo II llegó en 1992. No así la de Giordano Bruno. En 2000, mi antiguo colega, el cardenal Paul Poupard, lamentaba, ante la prensa, que la Iglesia lo hubiera enviado a la hoguera. ¡Faltaría más! Pero hasta el presente, ninguna excusa, ninguna rehabilitación oficial. ¡Ni falta que hace! Supondría lamentar el asesinato después de haber asesinado. Cinismo. Nos suena. Discurso de terroristas. ¡Sonrían! ¡Con este post, queda rehabilitado Giordano Bruno!
¡Celso Alcainadixit!.