Mujeres al poder eclesiástico

Una será la titular de la Secretaría de Estado en el Vaticano


Mis contactos en el Vaticano siguen siendo efectivos. Con los años, disminuyen en cantidad, pero no menguan en calidad. A mis cuatro años académicos romanos siguieron los ocho años dentro del "sanctasanctorum". Tiempo suficiente para crearme una tupida red que recoge peces grandes y chicos. Detritos desechables, pero también ostras con perlas incrustadas.

La perla más vistosa es la que ayer me llegó envuelta en misteriosa exclusividad. Juan Pablo III lo manifestó a mi confidente (y a otros dos curiales presentes). Tiene "in pectore" dos nuevos cardenales. La creación de cardenales "in pectore" o "secretos" ha sido una práctica pontificia moderna. La efectúan los papas con el fin de proteger políticamente al creado purpurado o para evitar males importantes dentro o fuera de la Iglesia. Pero, atención, en el presente caso existe un serio temor a una insurreccción de las fuerzas vivas eclesiásticas. No se trata de dos varones, obispos o no. Los/as dos cardenales "in pectore" son mujeres. De momento es todo cuanto sabemos. Pero hay fundamento para esperar más concreciones.

En efecto, según la misma remesa informativa, el papa ha decidido encomendar la Secretaría de Estado del Vaticano a una mujer. De su identidad sólo sabemos que es europea. Al menos de momento, no sería cardenal. Pero hay fundada sospecha - casi seguridad - de que uno de los/las "in pectore" sería la titular de la Secretaría Papal. Tratándose de un cargo diplomático, no necesita ser clérigo, aunque todos sabemos que en la mente y propósito de Juan Pablo III está la incorporación de las mujeres al sacerdocio. Si esta eventualidad se concretara, la nueva jefa de la diplomacia vaticana podría optar por el sacerdocio, cosa nada probable. En los ambientes feministas, al tiempo que se exige igualdad de derechos con el varón, también hay un rechazo creciente al estamento clerical. No es para menos. Los más conspícuos teólogos convienen en el origen artificioso del sacerdocio cristiano, surgido en la Iglesia primitiva emulando el viejo sacerdocio judío. Jesús, laico galileo, no lo instauró, ni lo creó. Más bien lo condenó y se apartó de él.

No siempre los cardenales fueron clérigos. Basta estudiar la época renacentista. El papa concedía ese rango a familiares próximos, a príncipes o a personas egregias, siempre poderosas. Hasta hace pocos años, los diplomáticos del Vaticano no eran obispos, a veces ni siquiera clérigos. El secretario de Estado no siempre fue cardenal. Se trata de normas disciplinarias, de algo conyuntural, variable, que poco se compadece con la Iglesia primitiva. Mucho menos, con el movimiento de Jesús de Nazaret.

Papa Ostia lo tiene claro. Quiere una reforma tan profunda como posible. Pero sabe que la reforma de la institución eclesiástica no puede pasar por un concilio. Los miembros – padres conciliares – de una tal convención, surgidos del eclesiástico "ancien régime", no estarían dispuestos, o no se atreverían, a cambiar su estatus. Su formación, su ambiente, sus profundas convicciones, sus privilegios, impedirían cualquier avance que salte retrospectivamente veinte siglos hasta la vida de Jesús.

El papa lo dijo en varias ocasiones. Los históricos concilios o sínodos eclesiásticos sólo han servido para reafirmarse en las convicciones de los "padres conciliares". Venció una u otra facción según los casos, a veces por influencia personal de alguno de los líderes, más aún si ese líder era el papa reinante o el emperador dominante. No hubo seria referencia objetiva al Evangelio. El entonces arzobispo Ostia lo escribió, mucho antes de su elección, en la revista "Everthing Possible", XV, 3:

"El Tridentino fue un cúmulo de dogmas que pretendía enterrar la Reforma protestante. El Vaticano I, un grito desesperado e histérico ante la marginación temporal del Papado. El Vaticano II, un edulcorante ante una sociedad que poco tiene que ver con la concepción piramidal y dogmática de la institución eclesiástica".

El papa tendrá que avanzar con piés de plomo. No puede prescidir de su Curia. El Papado ha engrosado demasiado en los últimos cinco siglos. Necesita de un ejército de funcionarios que controle la universal institución. Corre el riesgo de ser boicoteado, de ser declarado hereje por un concilio o por el Santo Oficio (hoy Congregación de la Fe), de ser asesinado. En reciente alocución al Tribunal de la Signatura ha confesado que está preparado. En cualquiera de estas fatalidades pasaría a la historia como un héroe o un mártir. Con respecto al Colegio Cardenalicio, no es un secreto que el papa pretende vaciarlo de competencias primero, para, finalmente, abolirlo. Es significativo que el actual papa nunca fue cardenal. Una auténtica novedad. Los ciento dieciocho electores optaron por alguien ausente para auparlo a la cátedra de Pedro.

En un artículo publicado hace ya una década en la citada revista "Everything Possible", XII, 6, Natalio Ostia profundizaba en el problema de la marginación de la mujer en la Iglesia Católica. Era tan incisivo y explícito que resulta sorprendente que el Cónclave del pasado año lo haya elegido como su jefe y el de toda la Iglesia. O puede que eso precisamente haya inclinado a los electores a fijarse en monseñor Ostia. Estos eran los textos que él consideraba ominosos. A su entender, sirvieron a la institución católica para proseguir en el desprecio y marginación de la mujer.

"Yavé dijo: no es bueno que el varón esté solo. Le haré una ayuda..." (Gen 2, 18ss)
Según esta fuente, la mujer nace ya relegada a un puesto inferior y sólo en función del varón. Otros relatos en el propio Génesis, tomados de fuentes diversas, son menos machistas (vide Gen 1).

"No se creó el hombre para la mujer sino la mujer para el hombre...La mujer debe escuchar la enseñanza quieta y con docilidad. A la mujer no le consiento enseñar ni imponerse a los hombres. Le corresponde estar quieta, porque Dios formó primero a Adán y luego a Eva". (San Pablo, 1 Cor 2).

"Las mujeres están hechas esencialmente para satisfacer la lujuria de los hombres".
"No permito a la mujer enseñar, ni tomar autoridad frente al hombre, sino estar en silencio". (San Juan Crisóstomo).

"Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberán ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones".
"La mujer es un ser inferior y no está hecha a imagen y semejanza de Dios. Corresponde, pues, a la justicia así como al orden natural de la humanidad que las mujeres sirvan a los hombres. El orden justo sólo se da cuando el hombre manda y la mujer obedece" (San Agustín)

"Si la mujer no se somete al hombre, que es su cabeza, se hace culpable del mismo pecado que un hombre que no se somete a Cristo". "Nada más impuro que una mujer con el período. Todo lo que toca lo convierte en impuro". (San Jerónimo).


"En lo que se refiere a la naturaleza del individuo, la mujer es defectuosa y mal nacida, porque el poder activo de la semilla masculina tiende a la producción de un perfecto parecido en el sexo masculino, mientras que la producción de una mujer proviene de una falta del poder activo" (Santo Tomás de Aquino).

Y continuaba con citas de otros textos similares, incluyendo relatos claramente sexistas del Pentateuco y de otros libros de la Biblia.

En clara contraposición, el arzobispo Ostia recordaba y recogía la actitud y las palabras de Jesús. Según él, del Evangelio surge una frontal contradicción a los textos y actitudes antifeministas de la Iglesia primitiva, medieval y posterior. Por eso – dice - es necesario rechazar, en nombre de Jesús, esas afirmaciones y actitudes, aunque provengan de la Biblia o de personajes tan venerados como San Pablo o San Agustín. Resumimos el florilegio de textos evangélicos recordados en dicho artículo, con alguno de sus comentarios:

a.- Jesús acogió a las mujeres entre sus discípulos más allegados: "Le acompañaban los doce y algunas mujeres...: María Magdalena, Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana y otras varias, que le servían de sus bienes" (Lc 8, 1-5).

b.- Hay que precisar que las mujeres normalmente no podían dirigirse a los hombres en público y mucho menos andar con ellos por los caminos. Jesús desafía los preceptos patriarcales establecidos y las costumbres machistas de aquella sociedad.

c.- El trato igualitario que Jesús dispensaba en sus enseñanzas tanto a mujeres como a hombres viene escenificado en la casa de Marta y María (Lc 10, 38-42).

d.-Jesús no sólo se deja tocar y acariciar por una prostituta, sino que la ensalza por su acción y le perdona sus pecados (Lc 7, 36-50).

e.- "Ante la cruz había muchas mujeres que lo habían seguido a Jesús desde Galilea, entre ellas María Magdalena, y María la madre de Jacobo y José y la madre de los hijos de Zebedeo
" (/Mt 27,55s.)

f.- Los primeros testigos de la resurrección de Jesús son mujeres (Mt 28, 1-10; Mc 16, 1ss; Lc 23, 55 y Lc 24, 1-11).


g.- Contra la legislación de Moisés, Jesús defiende a una adúltera de las iras de los fariseos impidiendo que sea lapidada. "Aquel de vosotros que esté libre de pecado que arroje la primera piedra" (Jn 8, 3-11).

El poder – temporal y espiritual – no hizo mella en la trayectoria vital y doctrinal del papa Ostia. Entiende su alto cargo como servicio y testimonio compartido. Los revolucionarios cambios a que me he referido alumbran una primavera eclesial. Es mucho lo que tendrá que remover, siempre con la mirada puesta en Jesús de Nazaret. Su estrategia parece ser la adecuada, la deseada por los fieles. Me temo que la probable durmiente malicia de los más próximos colaboradores evolucione a tormenta con descargas de todo tipo.
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