LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA

LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA

El Papa Pablo VI decía con rotundidad que “la tarea de la evangelización es la misión esencial de la Iglesia “(E.N. 14) y el Papa Juan Pablo II lanzó a la Iglesia, de cara al año 2.000, al reto de la “nueva evangelización”, con un nuevo talante, nuevo brío y nuevos métodos.
Anunciar, testimoniar y seguir a Jesucristo es la tarea más específica de la Iglesia en su andadura desde el principio de su fundación hasta el final de los tiempos. Y todo ello vertebrado por la caridad, que brota del amor de Dios. Y este anuncio se convierte sin más en la propuesta de la Iglesia, especialmente de los misioneros y misioneras, repartidos en los cinco continentes... Y este anuncio, que proviene de la “ipsissima intentio” de Cristo, es la razón de la misión de la Iglesia a lo largo de toda su andadura histórica y el motivo de su existir.

La misión de la evangelización posee el rasgo de la universalidad. El mismo Cristo proclama esa exigencia: “Id al mundo entero y predicad el evangelio”…
De cara a este tercer Milenio, y en nombre de la “nueva evangelización”, se nos pide a los cristianos ser testigos de la
Buena Nueva de Jesús, el Cristo, el Señor de la historia. Este testimonio conlleva aunar hechos y palabras, vida y fe, desde un planteamiento evangélico para hacer presente el proyecto liberador de Dios.

Hoy ser testigos supone tener una actitud de respeto y diálogo con los ejes fundamentales de la cultura donde el cristiano vive y anuncia su fe. Ser testigo de Cristo supone replantearse continuamente la fe y orientar la existencia siempre desde la fidelidad al proyecto liberador del Evangelio, asumiendo una exigencia de conversión profunda.

¡Reclamemos la necesidad del anuncio misionero de la Iglesia, en una cultura cada vez más secularizada y unas Iglesias en peligro de encerrarse en sí mismas, de mirar con poca esperanza al futuro!
¡Sí, hoy la Iglesia debe de anclarse sólo en Jesucristo y anunciar la Buena Noticia a unos hombres y mujeres que están situados en planteamientos “neopaganos”!
¡Sí, hoy la Iglesia necesita ser evangelizada y escuchar con el entusiasmo del principio el llamamiento de Cristo resucitado: “Id y haced discípulos de todas las naciones de la tierra, bautizadlos para vincularlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a guardar los que os mando” ! (Mt 23,16-19).

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