Apela a la solidaridad "con acciones tangibles" Blázquez: "No es el ideal vivir subvencionados"
"Una persona desea contribuir con su esfuerzo al bien de la sociedad. ¿Cómo no va a sentirse humillada con el aplazamiento indefinido de su incorporación al mundo del trabajo digno y estable?"
"Es el momento de recordar a los fallecidos, la memoria de los muertos nos dignifica a todos"
| RD/Efe
La cifra de fallecidos en España durante la pandemia del coronavirus, cerca de 30.000 durante las últimas diez semanas, ha suscitado la reflexión del cardenal y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, para quien la memoria de los muertos "nos dignifica a todos".
"Poco a poco, escalonadamente, vamos saliendo del confinamiento en nuestras casas y entrando en la normalidad de la comunicación. Es el momento de recordar a cuantos a causa de la pandemia han fallecido: la memoria de los muertos nos dignifica a todos", medita Blázquez a través de una carta pastoral recientemente publicada.
Se ha referido el arzobispo al sufrimiento de los familiares por la forma en que la pandemia, debido a las normas sanitarias y de seguridad establecidas, ha obligado a despedir a sus seres queridos, y añadido en este punto que con el tiempo "llegará la oportunidad de celebrar convenientemente las exequias por ellos".
Una "dolorosa escuela de vida"
Entre las lecciones de esta "dolorosa escuela de vida", como ha definido la crisis del coronavirus, ha mencionado la repentina intemperie económica y social en que se han visto sumidas numerosas personas y familias, "sin recursos, sin trabajo y hasta sin alimentos", por lo que ha apelado a la solidaridad "con acciones tangibles".
Blázquez ha apelado a la solidaridad para aliviar los efectos sociales y económicos de la pandemia, como la pérdida del empleo, que, en su opinión, se podría paliar con la distribución del trabajo disponible, ya que "no es el ideal vivir subvencionados".
En su opinión, la incidencia social y económica de la pandemia, reflejada en millares de ERTE, empresas y negocios paralizados por las medidas sanitarias, atenta contra la dignidad de las personas, que se encuentran desprovistas de sus trabajos.
"Una persona desea contribuir con su esfuerzo al bien de la sociedad. ¿Cómo no va a sentirse humillada con el aplazamiento indefinido de su incorporación al mundo del trabajo digno y estable?", se ha preguntado el prelado en una carta pastoral recientemente publicada.
La privación prolongada del trabajo, la "extenuación laboral", la ausencia de reconocimiento de su valor, las "permanentes condiciones precarias" y la inseguridad constante "repercuten negativamente en la vida digna del hombre", ha añadido.