"No necesitamos ni un partido ni un gobierno que 'apoye' a los cristianos" El arzobispo de Granada advierte de que apoyar a Vox da votos a la izquierda
"Por muy paradójico que parezca, votar a una cierta 'derecha' es votar a una cierta 'izquierda', hasta el punto de que esa 'derecha' parece a veces casi subvencionada. Desde luego, es esa cierta' izquierda quien la provoca y la hace crecer y la alimenta gustosamente"
Para Javier Martínez, "cuando la supuesta cultura de la familia y de la vida se compagina con una defensa del capitalismo global, o se contrapone a la caridad social y política para con los barrios marginales de nuestras ciudades o con los emigrantes, alguna alarma roja debería encenderse en nuestra conciencia
“Por muy paradójico que parezca, votar a una cierta 'derecha' es votar a una cierta 'izquierda', hasta el punto de que esa 'derecha' parece a veces casi subvencionada. Desde luego, es esa 'cierta' izquierda quien la provoca y la hace crecer y la alimenta gustosamente”. Esta es la tesis que mantiene el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, en su última carta escrita en su web, que bajo el título 'Trágica confusión en el pueblo cristiano', muestra su “preocupación creciente” ante la ascensión de partidos que se autoproclaman cercanos a “la visión cristiana del mundo”.
Sin citar en ningún momento a Vox, el prelado (conocido por sus posiciones conservadoras), Martínez advierte de su “sorpresa” ante la “confusión” de los católicos a la hora de depositar el voto. “Una parte muy considerable de quienes nos decimos católicos ya no sabemos lo que es el cristianismo, y eso nos permite confundirlo con cualquier ideología o “espiritualidad”, lamenta el arzobispo de Granada.
Un catolicismo miope
“La miopía de ese catolicismo es tal -añade- que ni siquiera se da cuenta de que quién tiene más interés en el crecimiento y el (relativo) éxito de esas propuestas de las que hablo, y que coquetean con él, son precisamente los grupos dispuestos a todo con tal de fracturar al pueblo español y desarraigarlo total y definitivamente de su tradición cristiana”.
“Es necesario que eso se sepa. Y es necesario que un pastor de la Iglesia lo diga”, prosigue el prelado, que insiste en que los católicos “no hemos aprendido la lección, y estamos, una vez más, dispuestos a caer (y más hondo todavía) en la misma trampa”.
“Sí, no hay un partido 'cristiano'. ¡Pues claro! ¿Qué esperábamos? No estamos en un mundo cristiano. ¿O es que no nos habíamos dado cuenta? ¿Y qué pasa?”, se pregunta Martínez, quien insiste en que “no necesitamos ni un partido ni un gobierno que 'apoye' a los cristianos. No es el pueblo cristiano el que tiene necesidad de que los políticos apoyen su visión del mundo, son más bien un cierto tipo de políticos los que buscan ansiosamente el apoyo del pueblo cristiano, y tratan a toda costa de hacernos creer que es al revés”.
Quien se abstiene, da su voto a la "corriente cultural dominante"
“Cuando hablo así no estoy tampoco invitando a la abstención. Que, por supuesto, también es legítima, si uno cree verdaderamente que es lo mejor que puede hacer Pero nada más lejos de mi pensamiento”, añade el prelado, quien advierte que “quien se abstiene, como quien vota en blanco, también vota, sólo que vota al grupo que resulte mayoritario. Es decir, vota al que vaya más 'con la corriente' cultural dominante, o al que mejor haya manipulado las masas en la carrera electoral hacia el poder”.
Entonces, ¿a quién votar, y a quién no? El arzobispo de Granada no da ninguna respuesta, aunque sí argumenta que “el cristianismo, cuando es vivido, sostiene el valor de toda persona humana, de toda vida humana como vocación a la vida eterna. Y de ahí nace un especialísimo amor a todo lo humano: en primer lugar a la razón y a la libertad, a una libertad que no es ni la libertad liberal ni la libertad libertaria, anarquista; y también a la belleza de todo lo creado y de todo lo que hay de bueno en la historia humana”.
Ni siquiera debe ser un criterio único de voto la supuesta “cultura de la familia y de la vida” pues, alerta, “cuando ésta se compagina con una defensa del capitalismo global y de la cultura del máximo beneficio, o se contrapone a la caridad social y política para con los barrios marginales de nuestras ciudades o con los emigrantes, alguna alarma roja debería encenderse en nuestra conciencia”.
Maurras, Hitler y Mussolini
“Pues resulta que no se enciende nada, y eso es lo grave”, concluye el arzobispo, quien recuerda lo sucedido en 1926 en Francia, cuando Roma condenó a Charles Maurras, que “quería restaurar la cultura cristiana, pero sin la fe cristiana”. “En el año 1926, la Santa Sede condenó a Maurras y prohibió a los católicos votarle. No todos siguieron la indicación de la Santa Sede. Pero la mayoría de quienes no lo hicieron terminaron echándose en los brazos de Hitler y de Mussolini”, finaliza Javier Martínez.
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