La Escola Pia denuncia ante la Fiscalía al acusado de abusos en Senegal, al que ya expulsó en 2019 Los escolapios de Cataluña sí leen 'Vos estis lux mundi': enmienda total al 'caso Manel Sales'
Tres meses después de asumir su función como nuevo provincial de la Escola Pía de Cataluña, Jordi Vila ha barrido de un plumazo las décadas de ocultamiento que sus antecesores habían adoptado en un caso de abusos sexuales de un escolapio destinado en Senegal, entre 1980 y 2005, donde "abusó sexualmente de un importante número de menores, algunos de ellos alumnos de los escolapios"
Las actuales autoridades de la Escola Pia de Cataluña quieren, públicamente, “responsabilizarse de todo aquello que se ha hecho mal en el pasado”, así como “denunciar las actuaciones propias, que resultan del todo inaceptables”
Tres meses después de asumir su función como nuevo provincial de la Escola Pía de Cataluña, Jordi Vila ha barrido de un plumazo las décadas de ocultamiento que sus antecesores habían adoptado en un caso de abusos sexuales de un escolapio destinado en Senegal, entre 1980 y 2005, donde "abusó sexualmente de un importante número de menores, algunos de ellos alumnos de los escolapios", según un extenso comunicado hecho público el pasado 29 de junio.
Tras mantener un encuentro en el mes mayo con la Comisión de Defensa de los Menores Abusados Sexualmente en la Iglesia del Senegal (formada por algunos catalanes que tenían vínculos con el país africano y que ya en 2005 denunciaran el caso ante la orden escolapia) para comenzar la recogida de información y testimonios, que ha concluido con la presentación de una denuncia ante la Fiscalía y las autoridades eclesiásticas, el propio Vila, acompañado de un representante de los escolapios en Roma, viajó “de urgencia” a Senegal el del 5 al 16 de junio pasado para, entre otras cosas, “intentar contactar con las víctimas que se conocen para pedirles perdón en nombre de la Orden y ponerse a su disposición; poner los hechos en conocimiento de las autoridades senegalesas; ponerse a disposición de la orden en Senegal para ayudarla a sumir esta deplorable situación; crear una comisión de expertos independiente para atender a las víctimas, a sus familias y comunidades; e iniciar el trabajo de formación y prevención en Senegal para evitar que hechos como aquellos se puedan volver a producir”.
La actuación de la Escola Pía en la actualidad supone una enmienda a la totalidad al tratamiento dado hasta ahora por las autoridades de la misma con respecto a este caso, que afecta al antiguo escolapio Manel Sales -expulsado en 2019-, ante el que “expresa su absoluta indignación, rechazo y repulsa por aquellos hechos que de ninguna de las maneras representa a la Orden y desde la que se quiere hacer evidente que este tipo de actuaciones no tiene cabida”.
Los escolapios lo sabían
Y es que, según recoge el mismo comunicado, “los abusos sexuales de Manel Sales eran conocidos por una parte de los estudiantes de las escuelas de los escolapios y de los habitantes de aquellas poblaciones de Senegal. Algunos testimonios explican que aquella situación la conocían algunos de los directores y/o compañeros escolapios de los colegios en los que trabajaba Manel Sales”, quien “durante los 25 años que estuvo en el país fue destinado a diferentes poblaciones”.
Gracias a una denuncia efectuada en el año 2005 por algunos miembros de la actual Comisión denunciante, se trasladó a Manel Sales a Cataluña, donde se “le apartó de actividades con menores” y fue puesto “bajo tratamiento psiquiátrico”, aunque siguió manteniendo en la orden “un papel activo como rector, secretario provincial y miembro del Consejo Presbiteral del Arzobispado de Barcelona”. Además de informar a la Escola Pia, aquel mismo año, los denunciantes “se dirigieron también a otras autoridades y entidades del Estado español y de Barcelona, sin obtener resultados”, apostilla no por casualidad el comunicado.
En contraposición a todo aquel proceder, las actuales autoridades de la Escola Pia de Cataluña quieren, públicamente, “responsabilizarse de todo aquello que se ha hecho mal en el pasado”, así como “denunciar las actuaciones propias, que resultan del todo inaceptables”.
En este sentido, expresan que “en el año 2005, y aunque el provincial [hoy fallecido, lo que sin duda también ha facilitado la nueva determinación de la orden] tenía conocimiento de los hechos, no se emprendieron las acciones correspondientes de denuncia, ni por la vía civil ni por la eclesiástica. Aquel año, con el argumento de proteger a la institución, no se atendió debidamente a las personas que intentaban denunciar los hechos”.
"Ni se pidió perdón ni se dio apoyo a las víctimas"
“Los responsables actuales de la orden -prosigue el comunicado- consideran imprescindible la denuncia de cualquier tipo de violencia, especialmente la sexual a menores”, y reconocen que, por el contrario, en aquel momento, “no se hizo un seguimiento de los hechos para acompañar a las víctimas que se conocían o que podían surgir para reparar el daño que se les había causado; tampoco se les pidió perdón ni se les dio apoyo, ni a sus familias y comunidades”.
Situación que se mantuvo durante 13 años, hasta que en 2018, una ciudadana francesa denuncia a Manel Sales, “quien reconoció los hechos y mencionó a algunas personas de las que había abusado”. En ese momento, informada en Roma la curia de los escolapios, se inicia el proceso canónico para expulsar a Sales “de la orden y del sacerdocio”, expulsión “que se hace efectiva en marzo de 2019”.
Jordi Vila ha evitado, además, que el caso estalle mediáticamente con la virulencia con que lo ha hecho el del jesuita Alfonso Pedrajas en Bolivia
Ahora, cuatro años después, el nuevo provincial, en lo que se pretende un cambio copernicano en la forma de abordar la lacra de los abusos, no ha hecho más que aplicar lo que lleva en vigor cuatro años, el motu proprio Vox estis lux mundí, la hoja de ruta contra la pederastia en la Iglesia y a la que pastores y superiores se asoman mucho menos de los que sería deseable.
Algo que sí ha hecho Jordi Vila, evitando, además, que el caso estalle mediáticamente con la virulencia con que lo ha hecho el del jesuita Alfonso Pedrajas, el ‘Padre Pica’, el otro depredador sexual que actuó impunemente en Bolivia sin que sus superiores tomasen medidas al respecto.
El comunicado conjunto entre los escolapios y la Comisión de Defensa de los Menores Abusados Sexualmente en la Iglesia del Senegal, que representa a las víctimas, concluye subrayando la importancia de que "la sociedad trabaje de manera coordinada para erradicar este tipo de situaciones y garantizar el restablecimiento moral y psíquico de las víctimas".