Exclusiva RD: Este el Protocolo Marco antiabusos de la Conferencia Episcopal “Debemos trabajar con profesionalidad. No valen ni los voluntarismos, ni los buenismos”
Aprobado en la plenaria de otoño, los autores lanzan una advertencia: Que “todo este esfuerzo de redacción pueda convertirse en un trabajo estéril, que se reciba, se acepte y se archive sin divulgarlo y, así, pensar, que ya está salvada la norma de tener un protocolo”
La gran novedad de esta guía es que considera “necesario pasar de la justicia retributiva a la justicia restaurativa, expresión de una mayor conciencia, responsabilidad y compromiso”
“Las distintas situaciones que se producen nos obligan no sólo a tener un protocolo que ante los hechos nos den las herramientas para saber cómo actuar, sino a actuar con conocimiento de los que realizamos”
“Las distintas situaciones que se producen nos obligan no sólo a tener un protocolo que ante los hechos nos den las herramientas para saber cómo actuar, sino a actuar con conocimiento de los que realizamos”
Cuatro años después de que se anunciase su puesta en marcha, la Conferencia Episcopal Española aprobó, por fin, en la Asamblea Plenaria celebrada en Madrid del 21 al 25 de noviembre, el Protocolo Marco para la Prevención de Abusos a Menores y Personas en Situación de Especial Vulnerabilidad, al que ha tenido acceso, en exclusiva, RD.
Con 23 páginas, siete epígrafes y tres anexos con documentación práctica para iniciar un proceso de investigación, este Protocolo Marco (PM) no supone novedad de calado con respecto a las decenas de guías de actuación similares puestas en práctica con mucha más celeridad por algunas diócesis y, sobre todo, por las congregaciones religiosas y, que ahora habrán de decidir si lo incorporan a lo que ya habían implementado, pues se trata de un documento que no tiene carácter obligatorio.
Destaca, eso sí, dadas las fuertes renuencias episcopales iniciales, el hecho de que se considera “necesario pasar de la justicia retributiva a la justicia restaurativa, expresión de una mayor conciencia, responsabilidad y compromiso”, y que abre la puerta a las indemnizaciones, cuestión siempre preocupante dada la situación económica de la mayoría de las diócesis.
¿Un trabajo estéril?
Y aunque “el objetivo final es crear un sistema de protección integral a las personas, fomentando la cultura de los buenos tratos en las instituciones religiosas y creando entornos seguros para las relaciones humanas”, subyace entre quienes lo han elaborado la preocupación de que “todo este esfuerzo de redacción pueda convertirse en un trabajo estéril, que se reciba, se acepte y se archive sin divulgarlo y, así, pensar, que ya está salvada la norma de tener un protocolo”
Elaborado por el Servicio de Protección de Menores de la Conferencia Episcopal Española, en la introducción se señala que este PM “sólo será efectivo si encontramos entre todos cómo lograr que se convierta en un instrumento de trabajo operativo”, para lo que consideran “necesario darlo a conocer entre todos los miembros que formamos la comunidad, la actividad pastoral, religiosa, educacional, de acogida, de salud o de la actividad que corresponda”. “Las distintas situaciones que se producen nos obligan no sólo a tener un protocolo que ante los hechos nos den las herramientas para saber cómo actuar, sino a actuar con conocimiento de los que realizamos”, se señala en la introducción.
Y aunque “la pretensión general es la prevención y la protección frente a los abusos sexuales”, los autores estiman que “no estaría de más que ayudase a proponer y diseñar estrategias que eliminen todo comportamiento de abuso de poder desde la violencia o el maltrato, la humillación, la degradación y tantos otros elementos que por negligencia o descuidos se nos introducen en la vida cotidiana”.
Trabajar con profesionalidad y claridad
Y frente a la dolorosa realidad de los abusos sexuales en el seo de la Iglesia, se insta a “a todos para que defendamos la dignidad de los más débiles y que nunca sean instrumentalizados por abusos de poder que puedan originar abusos sexuales a menores”. “Esta realidad -sigue el texto- nos indica que debemos trabajar con profesionalidad y con claridad. No vale ni los voluntarismos, ni los buenismos. La defensa de la vida humana exige conocer, protocolizar y ser agentes de prevención”.
Dividido en tres partes, en la primera se pretende “tomar conciencia de cómo actuar ante los hechos que se dan o las denuncias que puedan provocar”. La segunda, “exige una profundización del mismo para saber distinguir y discernir”. Y la tercera pretende “diseñar la formación para prevenir”.
En este sentido, el PM ofrece apuntes para un código de buenas prácticas, unas pocas líneas sobre las oficinas de atención a las víctimas (nada novedosas), enumeración de tipos de programas de formación continua para la protección de menores, pautas para la detección de abusos sexuales, indicaciones para el proceso canónico…
En realidad, se trata de un protocolo bienintencionado, sin novedades, habida cuenta de la normativa vaticana y el impulso dado y requerido desde la Santa Sede frente a la lacra de los abusos, sobre todo desde ese mismo año 2019 en que se anunció la elaboración de este PM, con una cumbre mundial antiabusos celebrada en Roma a iniciativa del Papa con todos los presidentes de las conferencias episcopales de mundo, con un motu proprio como Vos estis lux mundi…